Ya
sabéis de sobra que esto no lo hago para sacar dinero ni nada por el estilo, es
un entretenimiento. Los personajes son propiedad de Rumiko Takahashi.
Notas de la Autora: Primer lemon que
escribí sobre Ranma y Akane y primer escrito que publiqué en El Portalfic.
Espero que lo disfrutéis.
Universo Alterno: Se supone que
este one-shot entra dentro de un argumento mucho más grande que dudo que algún
día continúe o termine de escribir. Ranma y Akane viven a día de hoy; es decir,
no es una continuación ni del manga ni del anime. Los dos han madurado, tienen
unos 23 o 24 años, han cambiando en parte sus personalidades (dado que soy
pésima en reflejar las personalidades originales) y son pareja. Sí, han tenido
sus altos y sus bajos, han estado separados algún que otro año, pero han vuelto
juntos, como siempre. De modo que lo que aquí se describe es una simple tarde
que pasan juntos. Espero que os guste.
Cariño, Amor, Pasión, Lujuría…
Ranma llegó a su pequeño apartamento vestido de sport, unos
pantalones azul marinos que en la parte baja de los mismos tenía cremalleras
para poder ser puestos o quitados llevando zapatillas, una camiseta de manga
corta gris con un logo y algo escrito en inglés, y una sudadera ancha con
capucha de tela fina en un tono azul más claro que los pantalones. Las
deportivas blancas que lucía acababan su atuendo informal. Iba con las manos en
los bolsillos del pantalón tocando en uno de ellos las llaves con las que
entraría en casa. Ésta estaba situada en un bloque en el segundo y último piso,
la fachada era blanca adornada con hiedra y otras plantas en flor que le daban
un toque acogedor. Otras casas adosadas completaban aquella pequeña
urbanización que gozaba de piscina propia al aire libre, pero que en aquella
época del año aún era temprano para usar.
Subió la escalera exterior por uno de los lados del bloque y anduvo hasta llegar a su puerta, la número nueve. Animado, sacó las llaves y entró. Se quitó la sudadera y la tiró encima de un mueble por allí próximo, hizo lo mismo con las zapatillas y calcetines dejándolos en el suelo cerca de la entrada.
-¿¡Akane!?- gritó y preguntó a la vez que iba a la amplia cocina a por una bebida. La abrió y siguió andando por la casa preguntando por su chica.
-¡Akane, ya he llegado!- no hubo respuesta.
El joven continuó buscando en el salón, dormitorios, hasta al
final llegar al baño. Vio la puerta un poco entreabierta, se acercó y entonces
la escuchó, estaba tarareando una canción. Tocó dos veces por si acaso, pero la
chica tampoco contestó, así que Ranma empujó la puerta de madera para
encontrarse con una situación sugerente. Akane estaba en la bañera, tumbada y
semicubierta por espuma, con los ojos cerrados y un discman escuchando música.
Ranma sonrió y entendió que era lógico que no le contestara con el volumen tan
alto, incluso aún no se había dado cuenta de su presencia. Él con sumo cuidado
se sentó en la tapadera del váter a observarla, apoyó su espalda y se relajó
viendo como la chica cantaba y estaba en su salsa.
Pero eso no duró mucho. Akane se pasó una mano por la frente y la
cabeza debido al calor que tenía, pero el baño le estaba resultando agradable.
Levantó los párpados y el susto llegó al ver a Ranma mirándola fijamente.
-¡¡Ranma!! ¿Qué haces ahí?- dijo sorprendida y algo alterada.
El agua de la bañera se movió bruscamente con el repentino bote de
Akane. Ella se quitó los auriculares, apagó el aparato y lo dejó alejado en el
suelo. Ranma seguía con su bebida en la mano y los brazos cruzados.
-Ya he vuelto y como no contestabas pues he preferido observarte- dijo en tono normal y diciéndole con la mirada que lo estaba disfrutado. Acercándose y agachándose para darle un beso en los labios –Hola nena- Tras separarse y quedarse él de pie -¿Quieres?- indicó ofreciéndole la lata para que bebiera. Ella negó con la cabeza.
-Que susto me has dado- dijo incorporándose para quedar más sentada. La parte superior de sus pechos se hicieron presentes aún cubiertos por la espuma, y sus brazos quedaron estirados a lo largo del recinto de la bañera. –La próxima vez me avisas, pervertido- le dejó caer ella de forma cariñosa, él sonrió. Akane habló de nuevo -¿Qué tal te fue con los chicos?-
-Buah bien, estamos muy animados para el próximo combate, yo creo que ganaremos- comentó él apoyándose en la pared que le dejaba mirando a Akane de frente al lado de la bañera. Le pegó un sorbo al refresco.
-Claro que ganaréis, estando tú...-dijo rascándose la pierna, encogiendo ésta y dejando salir a la superficie la rodilla.
-Esperemos que sí. ¿Y tú la tarde qué? Bien por lo que veo ¿no?- dijo todavía mirándola de arriba abajo aunque no pudiera ver mucho debido a la espuma. Sin embargo, cada vez que ella levantaba sus ojos hacia él, el chico dejaba de hacerlo para no resultar más pervertido de lo que ya era.
-Si, ya ves, relajándome, aunque… puff, tengo todavía que depilarme y no tengo ganas. ¡Qué suerte tenéis los hombres!- dijo aquejada. Ranma rió y tras unos segundos…
-¿Quieres que lo haga yo?- preguntó todavía apoyado, con una mano en la cadera y pegándole el último gran sorbo a la bebida para acabársela echando la cabeza hacia atrás.
-¡¿Cómo?!- sonó ella incrédula ante lo que había oído.
-¿Qué si quieres que lo haga yo?- volvió a repetir él dejando la lata encima del lavabo.
-¿Hacer el qué?- preguntó ella para ver si era cierto lo que estaba pensando, mirándole expectante.
-Depilarte, ¿qué va a ser? Como te estás quejando...- contestó quedando de pie mirándola a los ojos dejándola entender que iba en serio, y a la vez insinuando en su mirada confianza e intimidad por la situación en la que estaban.
Akane se asombró al principio, se regocijó después. Al momento ya
le estaba brindando una de sus mejores sonrisas.
-Vale- habló sensualmente riendo como una Lolita, diciendo con esa única palabra que hiciera con ella lo que quisiera. La mirada que le puso también insinuó mucho más de lo que debiera.
“Guauuu. ¡Cómo ha venido hoy mi chico!” pensó, estaba de suerte.
Ranma captó ambos sentidos, la mirada y la respuesta que Akane le dio. Se agachó para remangarse los pantalones hasta la parte superior de las rodillas, para después meter ambas piernas en la bañera. Se sentó al borde saliente de ésta a la altura de los muslos de Akane. Ella le hizo sitio rozándole debajo del agua con parte de su cuerpo, empezando a sentir la emoción de aquellas caricias.
-Bien, vamos allá- dijo él estirando su cuerpo para coger el bote de espuma para afeitar –¿Su pierna señorita?- pidió él.
Akane sinuosamente levantó la extremidad inferior izquierda, que
era la más cercana a Ranma. La dobló quedando en un ángulo recto, apoyando su
pie en la rodilla del chico para aguantarse. Ella no dejaba de observarle
atentamente, a todo él, su perfil, la posición en la que estaba sentado, sin
nada detrás en lo que apoyarse. Él cogió el talón de la joven y lo colocó según
quería sobre su cuadriceps. Su cuerpo entero estaba ligeramente girado hacia
ella, para que la tarea fuera más fácil.
-¿Me pasas la cuchilla?- le indicó con el dedo a su lado –Gracias-
Sujetó la hoja cortante en la boca como si de un cigarrillo se
tratase y se echó espuma en la mano, para después con ambas manos untarla en el
gemelo y la espinilla de Akane. Luego se enjuagó las manos en el agua. Akane
permanecía callada, no queriendo interrumpirle. Estaba quieta, analizándole,
disfrutando de aquel masaje que ahora le diera. Él la miró de forma rápida,
cogió la cuchilla con una mano sujetando el pie con la otra, y empezó a
deslizarla desde el tobillo hasta la rodilla quitando columnas de espuma en
cada recorrido. Después de haber hecho unas cuatro hileras, que dejaban suave
la parte delantera de la zona que depilada, Akane empezó a conversar.
-No lo haces nada mal- dijo directamente a sus ojos.
-¿Qué esperabas? también me afeito por las mañanas- dijo él sin ningún encanto centrado en lo que hacía.
Se volvió a sembrar de
nuevo el silencio entre ellos por unos minutos. Ranma ya había terminado con la
parte de delante, así que le indicó a la chica de estirar la pierna al completo
para poder hacer la zona que le quedaba detrás. La espuma tapaba mayormente el
cuerpo de Akane en la bañera, así que tampoco se vislumbraba ninguna parte
especial que pudiera distraer realmente al chico, aunque él lo deseara. Ella
obedeció. Ranma continuó el trabajo primero con la mano izquierda, yendo con
cuidado, dado que no era su mano buena, y luego con la otra. Su mano derecha la
tenía apoyada en la planta del pie de la joven, que lo tenía de forma
horizontal.
-Eres increíble- dijo ella mirándole con ganas, profundamente engatusada antes los cuidados de su amante.
-¿Y eso?... bueno, ya lo sé, jeje- en tono algo engreído -Aunque tú también eres una mujer increíble…- le respondió sin dirigirle la vista.
Akane hizo una respiración
sonora de una risa que no se emite, con la boca cerrada pensando acerca de lo
último que había dicho él: “lo dice por decir,” pensó.
-Mmmsss, yo no sé… pero tú tienes todo lo que una mujer pudiera desear- comentó esperando alguna contestación.
-Me conformo con ser lo que a ti te gusta- respondió terminando de depilar esa pantorrilla.
Ella sonrió ligeramente al escuchar eso. Le miró buscando sus
ojos. Él, habiendo dejado la cuchilla en su otro cuadriceps, sostenía aún la
pierna recta con una mano, y con la otra cogía algo de agua para quitar los
restos de espuma que hubiesen quedado.
-C’est fini- dijo Ranma dando a entender que había acabado con la primera pierna mirándola por fin a los ojos.
-Espero que hayas dejado mi piel suave…- pronunció Akane de forma melosa todavía con la pierna sujeta por el chico.
-Vamos a comprobarlo- contestó él acercándose despacio para darle un beso con los labios entreabiertos y aspirando al contacto con la mojada piel de la joven.
Lo hizo por la parte externa y superior del tobillo. Akane se
estremeció interiormente ante ese gesto. Él la miró de manera intensa
intentando apreciar su reacción, pero ese frustró al ver que su inquilina no
expresaba ni un ápice de sentimiento. Muy al contrario, le devolvía la misma
mirada intensa. En los ojos canela de Akane, Ranma pudo interpretar miles de
sensaciones distintas no inclinándose por ninguna.
Ella dio el segundo paso. Empezó a doblar el pie acompañado del
resto del movimiento con la pierna, deshaciéndose de las manos del chico. La
dirigió hacia el pecho de él, comenzando a acariciarle por la parte lateral de
sus abdominales y subiendo por sus pectorales, aún con la camiseta puesta, su
pie haciendo un camino ascendente. Se hundió un poco más en la bañera al hacer
eso, pero sin meter la cabeza debajo de la espuma y el agua. Los dos se
observaban sin apartar la mirada, manteniéndose firmes, pareciendo que
competían por devorarse con los ojos el uno al otro. Akane llegó a su formado
cuello, dejando apoyado el pie hacia fuera, adaptándose ambas zonas curvas, la
redondez interior de la planta del pie con la redondez exterior del cuello de
él. Ella hizo algo de presión abrazándole con el pie sin llegar a empujarle
demasiado, él comenzó de nuevo a besarla, primero por esa zona, y luego por el
resto de la pierna, por la cara interior que llevaba hasta la ingle. No llegó
tan abajo, o se tendría que mojar si quería hacerlo. Aún así, bajaba su rostro
sujetando con su mano derecha la pierna de ella, y dejando que el pie y
la pierna de Akane sobrepasaran su cabeza, quedando ambos colgando por detrás
de su hombro.
Si Akane sintió hasta que llegara él, que se estaba dando un baño
caliente, ahora sentía como ella superaba la temperatura del agua y hervía,
intentando controlar su respiración frente a aquellos besos que le empezaban a
dar escalofríos placenteros. Ranma ya se había mojado más de la mitad del
pantalón con tanta agitación, pero no le dio importancia.
De pronto, ella sacó la otra pierna del agua, la derecha, y apoyó
el pie en el hombro izquierdo de él, frenando y empujándole para que se
detuviese. La situación se estaba saliendo de control, y por el momento, Akane
prefería seguir con los precalentamientos de la depilación, que no lanzarse tan
rápido al combate de seducirle estando desnuda. Él paró.
-Aún no has terminado- le recordó ella escondiendo en la bañera la primera pierna y dejando fuera la que faltaba por depilar.
Se lo dijo en un tono
afectivo acompañado de una sonrisa traviesa. Ranma la miró fijamente por
haberle interrumpido. Se rió un momento negando con la cabeza mirando hacia
otro lado y después se puso a embadurnarle la segunda pierna con espuma para
afeitársela también.
-¿Vas a querer que te depile algo más?- preguntó él ya empezando a deslizar la cuchilla.
-¡Ehh! No, no… Sólo tenía las piernas por depilar- respondió ella rápido.
Se había acobardado ante lo atrevido que era Ranma al preguntarle
eso con la insinuación que ello implicaba dependiendo de la zona del cuerpo.
Quien sabía qué cosas podía llegar a hacerle, no quería ni imaginarlo. Él
sonrió por la contestación de su chica.
“Jeje, va de listilla jugando conmigo, pero luego se echa atrás si voy a más,” pensó él.
-Está bien- dijo Ranma haciendo la parte trasera, el gemelo.
-Sabes, no creo que muchos hombres le hagan esto a sus mujeres, o novias, o lo que sea- pausó un momento y al ver que el chico no decía nada continuó –Es más, nunca creí que nosotros llegaríamos a estar en una situación tan... tan...- no sabía con qué palabra terminar.
Él lo hizo.
-¿Íntima?- afirmó en forma de pregunta.
-Si eso, como ahora- finalizó Akane.
-¿Por qué? Ya hemos estado en otras- preguntó sin mirarla.
-Ya, pero no es lo mismo. Yo pensé hasta antes de llegar aquí, a este punto de mi vida, que mi vida precisamente sería muy diferente. Pensé que nos casaríamos como nuestros padres habían acordado y que yo acabaría siendo una ama de casa que obedece a su marido de forma sumisa. Obedecerte a ti… buahhg, cosa que aborrecía cuando era una chiquilla. En mi futuro contigo, imaginé que tú llevarías el Dojo, teniendo todo el éxito referido a ello, siendo yo sólo una sombra a tu espalda…- habló de largo ella.
Él se quedó pensativo unos segundos, e interrumpiendo un momento
la depilación, la miró.
-¿Tú crees que de verdad habríamos acabado así?- preguntó desconcertado por lo que pensaba la chica.
No inició su tarea de nuevo automáticamente, sino que esperó a oír
una contestación.
-Supongo que sí, eso si nos hubiéramos acabado casando cuando éramos tan jóvenes- se precipitó ella –Bueno, no sé…- dudó Akane –Tal vez yo me habría revelado o algo así, ya me conoces… Pero te aseguro que ni en un millón de años habríamos estado en la situación en la que estamos ahora… Para nada- negaba ella con la cabeza. Ranma continuó afeitando –Incluso nuestra vida sexual no sería ni la mitad de buena de lo que lo es ahora- acabó la joven, meciendo en el agua ambas manos mirando hacia abajo. No quería enfrentarle la vista en ese momento de confesión. Él ya le estaba enjuagando la pierna en silencio.
-Podría haber sido así- dijo repentinamente él –pero lo importante es como estamos ahora. Además, el hecho es que a ti te ha gustado que te depilara, y a mi también ¿o no?- le preguntó mirándola.
Ella se había quedado con
la mirada perdida, muerta, no le contestó. Ranma no tardó en actuar, tiró de la
pierna de Akane haciendo que se sumergiera por completo en el agua y la espuma,
que se agitó de manera violenta. La chica salió rápidamente echándose el pelo
hacia atrás y quitándose la espuma de la cara. Luego quedó con las manos
apoyadas por detrás y las rodillas dobladas saliendo a la superficie, igual que
sus pechos.
-¡¡¡¿¿Pero qué haces baka??!!!- se quejó ella molesta pero sin enfado.
-Jajajajjaja- reía Ranma –Deberías escucharme más a menudo, jajajaj-
Akane contraatacó. Con una mano le echó agua mojándole parte de la
camiseta.
-A ver quién se ríe ahora listo- soltó ella con una risita algo contenida viendo la expresión de su chico en el rostro.
Él se sorprendió, pero no hizo nada de vuelta.
-Vale, vale, ya estamos en paz, paso de iniciar una guerra de agua- decía cogiéndose la camiseta mirando hacia abajo la zona empapada.
Ella, por su parte, hizo caso omiso de lo que él le dijera, y le
volvió a propinar otro chorro de agua que le mojó hasta parte de la cara.
Seguía con su sonrisa traviesa y juguetona. Ranma la miró serio, era verdad que
no tenía ganas de iniciar una guerra acuática y se lo dijo.
-En serio Akane, ya vale- con un tono intento de ser serio y duro, pero que se ablandaba al ir dirigido a ella.
Akane captó el mensaje no
ya por sus palabras, sino en sus ojos; así que ella también cambió su mirada a
una más profunda y también sus intenciones anteriores de la batalla marina las
cambió para recuperar lo que se había dejado en el camino. Se empezó a levantar
para quedar de rodillas frente a él en la bañera. Se arrastró para acabar con
las piernas del chico a cada lado suyo, ondeando ligeramente el agua y quedando
sentada sobre sus talones.
Ranma también cambió su
gesto, se puso alerta ante lo que hacía la chica, viendo la parte superior de
su cuerpo desnudo frente a él. La joven dejó la cuchilla a un lado y apoyó sus
manos sobre los muslos de él. En un principio no se acercó, simplemente se le
quedó mirando, escrutándole y a la vez mordiéndose el labio inferior queriendo
que su gesto empezara a excitarle. Ranma lo captó y se propuso lo contrario, no
caer tentado ante las insinuaciones de ella, para hacer el juego más
emocionante, y ver cuan caliente se ponía el ambiente.
-Ya que no quieres jugar con el agua, veamos si quieres jugar conmigo- susurró Akane de manera tremendamente provocativa alzándose hacia su cuello para comérselo, de momento, con pequeños y superficiales besos dándoselas de vampira. Seguía teniendo apoyadas las manos en sus piernas. En el interior de Ranma se ondeaba libre la bandera roja que indicaba riesgo en un día de oleaje.
“Aquí va a empezar a hacer calor de un momento a otro, vamos a ver si soy capaz de aguantarme,” pensó fugazmente.
El joven tenía las manos sobre la bañera, le dolía el trasero de
estar sentado en aquella posición que no era la más cómoda, pero para lo que se
le venía encima, prefería esperar. Erguido y sin seguirle el juego a su novia,
se mantuvo calmado. Akane inició el recorrido hacia su cara, con los ojos
cerrados, rozándole y besándole ligeramente. Merodeaba por su mentón, sus
mejillas, la comisura de los labios, su nariz… la boca era el único sitio
inexplorado; estaba concentrada en lo que hacía queriendo que él la
correspondiera. Ranma continuaba igual, impasible aparentemente, sólo aumentó
un poco su respiración, pero por lo demás, daba síntomas de no estar sintiendo
nada. Akane se cansó de tantear y volvió a su cuello con mucho más ímpetu que
antes, besando con más ganas, con más intensidad, con la respiración mucho más agitada,
incluso llevó sus manos hasta los gemelos de él, debajo del agua, y se los
apretó con energía, acariciando de vez en cuando sus músculos. Ranma ya no
podía ocultar tanto que no le gustaba y disimular que no le afectaba. Empezaba
a encoger el cuello en las zonas en las que Akane le besaba, mordisqueaba,
pegando su rostro al de ella. Eso hizo sonreír a la chica, que subió de nuevo a
su rostro haciendo el mismo camino de antes, pero multiplicando por tres las
sensaciones que antes le provocara. Ella acercó su cuerpo desnudo, inclinándose
hacia él, poniendo sus manos en su trasero y apretándose contra todo su cuerpo,
como si se frotara en una pared. Estaba de rodillas, pero totalmente recta,
rodeando su cintura e intentando pegarle más a ella si podía. Ranma no había
movido sus manos aún, intentaba como podía mantener sus hormonas en sus
cabales, cosa que llevaba bastante mal, puesto que cada vez se estaba excitando
más y más. Akane sabía como calentarle, ambos conocían perfectamente como poner
en funcionamiento al otro, y cada uno, a su manera, empezó su partida. Aún no
se habían besado en la boca, hecho que exaltaba más la situación. Así que entre
besos de la fiera Akane y suspiros entrecortados del firme Ranma, que pretendía
por todos los medios aguantar aquel bombardeo pasional, amoroso, erótico...
surgió la embestida verbal por parte de ambos.
-Vamos tigresa, ataca de verdad- dijo él exhalando con fuerza el aire de sus pulmones deseando que ella se lanzara a devorar su boca.
La chica sonrió sin parar de besuquear con devoción. Se separó
unos centímetros de la cara del joven, para dirigirse a una de sus mejillas.
Ranma sintió un escalofrío estremecedor invadir todo su cuerpo, desde la raíz
del pelo hasta la uña del dedo pequeño del pie. Akane le había lamido la mitad
de la cara como si de un animal en celo se tratase, con furia, pasión
desenfrenada, como si las palabras de él hubieran activado en ella una parte de
su personalidad prohibida, escondida.
-Te apuesto que acabas aquí metido conmigo en la bañera- susurró ella en su oreja lamiéndosela también, provocándole cosquillas.
-Lo dudo mucho…- contestó él como pudo con el pulso a mil. Su respiración ya no estaba agitada, sino despotricada a su elección. –Serás tú la que acabe fuera en el suelo con el insaciable…- le respondió refiriéndose a él mismo con lo de “insaciable”.
Akane estaba que trinaba por dentro, fuera de sí. Al escuchar esas
palabras, se abalanzó a besar con fervor la boca de Ranma. Pero él se alejó
evitándola, aún anhelando que ella le destrozara los labios, haciendo que su
chica siguiera inclinándose hacia delante. A Akane, que estaba muy acalorada,
le estaba excitando mucho más que él se resistiera que cualquier otra cosa que
pudiera hacer, porque eso exigía mucho más de ella para que el joven de la
trenza cayera rendido a sus pies. Sin embargo, no parecía que iba a tener que
hacer mucho más para tenerle, ya que estaba acorralado, entre el suelo o la
bañera. Él se echó un poco más hacia atrás sin abrazarla. Cada vez se tenía que
alejar con más cuidado si no quería perder ante ella y darse de bruces contra
el duro suelo.
-Te vas a caer- le dijo Akane sonriendo triunfal buscando su premio.
-No dejes que ocurra…- le devolvió en repuesta el chico.
La joven insistía en tocar sus labios, intentando alcanzarlos con
la lengua primero, pero conseguía invisibles roces. Sus manos cambiaron de
posición recorriendo ahora sus abdominales por debajo de su camiseta, dejándole
ver que no lo sujetaría si se acababa desplomando hacia atrás. Forzó su cuerpo
en un último arranque quedando a milímetros de los labios de su presa,
sonriendo por la gloria de cazarlo y cerrando los ojos poco a poco. Ranma
seguía resistiéndose, torpe como era, pero poco le quedaba. Tenía dos opciones:
dejarse besar por su chica, o caer de espaldas contra el suelo.
El futuro se definió en
segundos. El orgullo del joven por el juego le pudo, provocando que empezara a
caerse, pero dos movimientos simultáneos evitaron el cercano golpe. Ranma al
ver que se caía rodeó con sus piernas las caderas de Akane, apretando
fuertemente, si se caía él, lo haría ella también; pero cual fue su asombro al
ver que ella le cogía por la espalda amarrándole, y claro está, obteniendo su
recompensa. Pero antes de hacerlo...
-Gané- murmuró la joven feliz y sonriendo en la boca del chico.
-Pensé que no me cogerías…- dijo el chico algo asustado, con los ojos abiertos, tragando saliva por la torta que casi se mete.
-Tonto… ¿Cómo puedes pensar eso? Tú también me habrías cogido si me fuera a caer… siempre lo has hecho…- susurró saboreando y rozando sus labios y su aliento, chocando adrede su nariz con la que tenía enfrente.
Ranma giró su cabeza y se
hizo el interesante.
-No sé… puede que el verte desnuda en el suelo delante de mí...- no pudo acabar, pues Akane ya estaba disfrutando del correspondido beso, deteniéndose en cada detalle que podía hacer con su lengua en el interior de su boca.
Él la abrazó con ganas contenidas, acariciando toda su espalda, su
desnudez empapada, haciéndola suya. No se separaron hasta pasado un buen rato.
Ranma tenía sonrojadas las mejillas, igual que ella. Estaba en Babia, desde
hacia unos minutos atrás su mundo se había evaporado en Akane, sintiendo todo
al cien por cien. Ese beso era la culminación del entretenimiento previo. Poco
a poco se fue dando cuenta de que el trasero le dolía bastante por estar
sentado de esa manera. Le dio un ligero beso a su chica.
-Me duele el culo que no veas, ¿por qué no continuamos aquí
fuera?- en el mismo tono de voz anterior, mirando a Akane a los ojos,
buscándolos deseoso. Ella esbozó una sonrisa separándose.
-Anda levanta- le contestó y fue a quitar el tapón de la bañera.
Cogió el mango de la ducha para empezar a enjuagarse y salir
después. Ranma, una vez fuera, se escurrió los pantalones sin bajarlos del
todo, dándose cuenta de cómo todo él se iba enfriando sexualmente segundo tras
segundo.
-Ranma, prepárame la toalla- la escuchó mientras se aclaraba el
cabello.
Aquello era todo un espectáculo y él no se lo estaba perdiendo, es
más, conseguía mantener parte de la excitación encendida por si acaso ocurría
algo más. El verla desnuda de esa forma no era más que un privilegio, y uno que
le había tocado a él. Obedeció y cuando ella cerró el agua, salió y el chico la
envolvió cariñosamente, poniéndole la toalla por encima de los hombros. La besó
en un lateral de la cabeza y Akane giró su rostro para besarle en la boca,
aunque estuviera dándole la espalda. Ranma la abrazó mientras la besaba. No fue
un beso largo pero si uno cargado de ganas de ir a por más. Se miraron
enamorados. La joven se empezó a dar la vuelta para poder continuar de forma
más fácil y de cara a él. Simultáneamente, se bajó un poco la toalla para
enrollársela alrededor de su cuerpo, por encima de sus pechos. Ranma la atrajo
con fuerza hacia él, quedando ella presa de su agarre; de milagro le dio tiempo
de ajustarse la toalla.
-No me hagas esperar más…- murmuró antes de comenzar a besarla y
recorrerla con sus manos, sintiendo su fresco cuerpo bajo la tela.
Akane también le besó, pero al terminar y en un inciso, se
resistió poniendo sus manos en sus hombros para distanciarse.
-Vale, pero no aquí- y le cogió de la muñeca asombrándole.
Ella tenía tantas ganas como él o más. Salió disparada del cuarto
de baño tirando de Ranma rápido y con algo de fuerza, parecía encabritada.
Pasando el pasillo a toda velocidad abrió la puerta del dormitorio de ambos con
un empujón de su mano libre, y se paró de golpe en el umbral al contemplar el
desorden de la habitación.
-Que desastre…- musitó observando. El joven chocó tras ella de
improvisto por la parada.
-¿Qué pasa?- preguntó no sabiendo e irguiéndose para quedarse de
pie normal. Apoyó ambas manos en el umbral, una en cada lado, cobijando en
parte a la chica.
-Mira esto- le indicó, pero a él no le pareció nada de otro mundo,
la casa se desordenaba cada cierto tiempo.
-Que más da…- le susurró a Akane en la oreja desde atrás, y además
se dio un pequeño impulso contra ella, juntando su miembro al trasero de la
chica. Él, por su parte, ya tenía intenciones de empezar la fiesta. Akane le
sintió y abrió los ojos por su perversión, pero al instante sonrió y se relajó.
-No seas guarro…, ni impaciente- le respondió de buena manera,
como una profesora reprochando a un niño pequeño. Entró lentamente en el
espacio.
-Pero si te encanta- Ranma la siguió habiéndola cogido de la
cintura con las manos.
Ella no contestó esta vez, se deshizo de él y fue a quitar la ropa
que había encima de la cama, para luego dejarla en el suelo.
-Vamos a recoger un poco o al menos mover la mierda de sitio-
El chico entendió y apartó con los pies lo que encontraba a su
paso para dejar limpia la zona que rodeaba la cama.
-Pues si que somos cerdos ¿no?- se oyó a Ranma.
-Tú el primero- aquella fue Akane pinchándole, habiendo terminado
de mover las prendas de ropa.
-Ya, como si aquí mi amiga fuera la más limpia y pulcra- y se
agachó a coger un papel que dejó sobre una mesita.
-Oye, que yo, una santa- toda seria. Sonrió escondiéndose. Él la
miró con un gesto incrédulo, aquello era puramente mentira.
-Seguro…- y se echó a reír.
Ella también rió, quedándose situada al lado del borde inferior de
la cama. Las ventanas estaban abiertas dejando entrar algo de brisa, aunque no
mucha luz, ya que estaba anocheciendo. Akane se fijó en Ranma a poca distancia
de ella, la miraba fijamente.
-Ven- le llamó para que se acercara, y así obedeció él.
Estaban justo uno enfrente del otro, mirándose, delineándose
mutuamente, sin tocarse. La situación había cambiado totalmente. Ella fue quien
rompió esa barrera poniendo sus manos en las caderas de él, aproximándose
despacio y cerrando los ojos para besarle en la boca. Empezó dándole pequeños
pero tiernos besos, que si en un lado de la boca, que si en el otro, en
el labio superior, inferior; él aceptaba gustoso y atacó abriendo sus labios
para tirar con dulzura de uno de los de Akane, daba igual cual fuera, el de
arriba, el de abajo, ella ya se dejaba llevar por el chico. Ranma la acercó con
una mano en su cadera y con la otra acariciaba parte de su hombro y brazo
izquierdo. De nuevo las respiraciones fueron subiendo de volumen, los besos se
sintieron ya con lenguas inquietas, que de vez en cuando, por parte de ambos,
dejaban la boca del otro y surcaban otras zonas de la cara, la oreja o el
cuello, humedeciendo el camino. Él la abrazó completamente por la espalda y
después le tocó el trasero con ambas manos, juntando ambos miembros, hecho que
les excitó bastante. Ella no se quedó corta e intensificó el beso atrayéndole
con una mano en su nuca. Se veía claro que de un momento a otro iba a hacer
falta un poco de oxígeno. Algún que otro jadeo no tardó en llegar por parte de
ella. Akane bajó sus manos al borde de la camiseta de él.
-Quítate la camiseta- le dijo respirando con fuerza.
El joven se separó un paso, se subió algo la prenda en la tripa y
después subió los brazos por encima de su cabeza yendo por detrás a por la
prenda para sacársela. Tardó poco en hacerlo. Ella esperaba ansiosa
para sentir su piel junto a la suya. Se volvieron a unir, aunque esta vez
la chica se dedicó a probar su pecho, sus pectorales, sus hombros. Él no podía
hacer otra cosa que sucumbir ante aquello, tenía que aprovechar. Akane devoraba
zona que besaba, se esmeraba en ponerle la piel de gallina a Ranma, pues eso
era buena señal. Le tenía cogido por la cintura, rodeándole, un poco encorvada
ya que no estaba a la altura de su cara. Él, sin embargo, tenía sus manos en
los hombros de ella, apoyadas simplemente, ya que se estaba dando el placer de
disfrutar aquello. Akane quiso un poco de lo mismo y subió a su boca a
pedírselo.
-Tócame Ranma- entre suspiros.
Su deseo fue concedido, más bien fue como darle al hombre carta
blanca para hacer lo que quisiera. Bajó sus manos para tocar sus nalgas, pero
esta vez lo hizo por debajo de la toalla, subiéndola ligeramente. También
besaba y aspiraba la tersa piel que encontraba en sus hombros y debajo de su
barbilla. Ella habló agitada.
-¿Qué posición vamos a practicar hoy?- preguntó echando su cabeza hacia atrás para que el chico tuviera más superficie que recorrer.
Él sonrió por la pregunta, iniciando el camino a sus pechos, que
estaban cubiertos por la toalla. Iba a quitársela con la boca cuando se detuvo
pensando en algo mejor en respuesta a lo que ella le preguntara, los pechos
podían esperar. Continuó besándola sin parar en las partes anteriores, incluso
en su cara. Le cogió los brazos haciendo que le abrazara por encima del cuello,
ella lo comprendió y lo hizo. Y entonces Ranma la agarró por la cintura y la elevó
hasta la cama, haciendo que la joven quedara de pie justo enfrente de él sobre
el colchón. Akane se asombró, pero estaba acostumbrada a los imprevistos y más
con él. Le miró tiernamente desde su posición altiva, parecía que fuera ella
una reina y él su esclavo para servirla, y en parte, estaba ocurriendo algo
así. El hombre tenía sus manos en las caderas de ella, agarrándolas con fuerza
pero sin llegar a hacer daño, como si fueran una posesión sagrada que estaba
profanando. La miró directo a los ojos hacia arriba.
-¿Qué quieres que te haga?- le preguntó sin rodeos.
Akane flipaba en colores, ¿le preguntaba que qué quería que le
hiciera? “¡TODO!”, pensó ella sin razonar, aunque en su respuesta le dejó la
elección a él.
-Lo que quieras…- de forma persuasiva intentando que insinuara ese “TODO”. Ranma captó la idea y se dispuso a hacerla realidad.
-Vale, pues relájate- avisó sabiendo que eso era difícil -…esta va a ser una posición diferente- dijo acariciándole el trasero y sonriéndola.
Ella también sonrió preparándose para lo que se avecinaba. El
chico tenía su cabeza a la altura del vientre de ella, más o menos en la zona
cumbre. Iba a empezar por el tejado yendo a su zona más sensible primeramente,
justo en frente de él, pero antes quiso contemplar a su diosa como era debido.
Pasándole las manos por todo el cuerpo, hasta los senos, intentando palpar lo
máximo, puso los dedos en el enganche donde la toalla se aguantaba para
deslizarla tranquilamente hasta el colchón.
Akane quedó desnuda ante él como una escultura en todo su
esplendor. La miraba maravillado, como una obra de arte, no llegando a ser
vulgar aunque sí con un toque de perversión. La tocó con las manos en la
barriga y subió a los ansiados pechos, que más tarde haría suyos con la boca.
La acarició con energía en esa zona, agarrándolos, presionándolos, pellizcando
sus pezones, veía que ella lo disfrutaba al verle la cara unos palmos más
arriba. Entonces se fue directo a besar su ombligo, metiendo su lengua en él,
aún con los brazos en alto. Akane se sujetaba en sus hombros para no perder el
equilibrio. Ranma decidió ir bajando las manos por la espalda de su querida,
deslizando los dedos levemente para provocarle cosquillas en el transcurso,
llegando hasta sus riñones y dejándolas ahí. Su cara y sus besos también fueron
bajando a la zona tabú en un lento sendero zigzagueante.
Akane, viendo que él se aproximaba a su parte más íntima, se
extasiaba por momentos. Ranma, de los besos pasó a los lamidos, a hacer fuerza
con la lengua, permitiéndose incluso el lujo de dibujar con su lengua las
letras del abecedario “TE AMO” en el monte Venus de ella, entreteniéndose con
ello. Ella, por supuesto, ni se enteró, estaba en las nubes y sabía que aquello
no era nada en comparación con lo que vendría. Ranma tocó la pierna derecha de
Akane por detrás de arriba abajo, la otra la mantenía en su cadera. De pronto,
él le levantó la pierna que había recorrido hasta su tobillo, hizo que la
doblara en ángulo recto apoyándola en su hombro izquierdo, de manera que el chico
tenía mejor visión de la zona que ya conocía de veces anteriores y que en ese
momento iba a excitar con sus artes bucales. Ella quedó de pie sobre su pierna
izquierda, como un flamenco, en una situación comprometedora en cuanto a
mantener el equilibrio se refería y más con lo que Ranma estaba a punto de
hacerle, hablando sexualmente claro. Él la miró arriba sujetándola aún por las
caderas y la pierna, sus ojos azules reflejando confianza, los de ella calor,
emoción, fuego abrasador, estaba algo sofocada por las sensaciones anteriores.
-Si te vas a caer avisas ¿vale?- habló él –y agárrate- terminó.
Esperó a ver la respuesta de su novia, que no tardó. Ella asintió
con un –mmjjnn- deseosa de que empezara, sujetándose mejor a los hombros del
chico. Fue entonces que la excitación de Akane comenzó. No era la posición más
adecuada a lo mejor para realizar lo que estaban haciendo y tampoco en cuanto a
comodidad se refería, los dos de pie, teniendo una cama en la que tumbarse…
pero ambos probaban maneras nuevas de darse placer, de estimularse, siempre que
podían y les apetecía. Otras veces todo era mucho más rápido, sin tanto juego
previo, o todo más romántico, más amoroso o simplemente mucho más sencillo, sin
tanta complicación. Justamente la escena de hoy tenía un trasfondo bastante
carnal y lujurioso, pero era a veces eso lo que les gustaba tanto. Los cambios
en su vida sexual hacían que no perdieran la chispa en ese sentido y no se
aburrieran. También era evidente que cada uno sabía lo que prefería en cada momento
para encenderse y tenían unas cuantas posiciones que eran las que más les
deleitaban y que por esa razón practicaban más. Pero hoy no era uno de esos
días, se habían enzarzado en una posición que parecía sacada del Kama-sutra y
que exigía por parte de ambos algo de concentración si ella no quería
desfallecer allí mismo y él, de pie sujetando algo del peso de Akane, no quería
cansarse antes de tiempo.
El aire salía de los pulmones de Akane con fuerza y sonoridad. Tenía la cabeza ligeramente echada hacia atrás, los ojos cerrados y la mayoría de ese tiempo se mordía los labios o los apretaba para contener más gemidos de los que ya emitía. Intentaba sustituirlos por sonidos del tipo “mmmm...,” aunque no lo conseguía del todo. Sus pechos estaban acordes con la situación, firmes y alzados por el acaloramiento que iba en aumento.
Ranma estaba en otra tarea, no en la de disfrutar, pero sí
en la de dar placer, lo que le satisfacía igualmente. Con su lengua y sus
labios, acompañados del golpeteo indiscutible de su nariz, se había metido de
lleno en el lugar clave para provocarle, si podía, un orgasmo a su chica, a la
mujer de sus sueños. Se estaba recreando: lamía, surcaba, besaba, succionaba,
presionaba, mordía… todo ello siguiendo el compás que ella le marcaba con su
cuerpo, sus gestos, su respiración, sus sonidos. Él notaba a medida que la
joven se agitaba que se iba poniendo tensa, sobre todo los músculos de sus
piernas y la zona pélvica, que a veces intentaban apretujarse sobre él para
huir de ese goce, pero que al momento se relajaban para recibir más. Incluso
ella misma se encorvaba algo de espalda hacia atrás… todos eran movimientos
para soportar aquellas sensaciones que invadían todo su ser. El chico se centró
en su clítoris, sabiendo que ahí ganaría la partida de momento.
Eso fue un golpe bajo para Akane, que notó como la pierna con la
que se aguantaba empezaba a flojear. Le estaba siendo difícil mantener esa
postura y a la vez poder asimilar lo que él le estaba haciendo sentir. Todo se
estaba volviendo más rítmico, tanto la intensidad y la constancia de él, como
los jadeos, los gemidos y los suspiros de ella. Ranma se dio cuenta de que ella
se medio debatía por sostenerse, su pierna decaía, aguantaba de milagro, siendo
él quien tuviera que aguantar caso todo el peso de ella. La miró a los ojos y
vio lo excitada que estaba, eso significaba que estaba haciendo un buen
trabajo, perfecto. La chica al ver que él se detenía le miró también para
encontrar la causa de su parada.
-¿Vas bien?- le preguntó el todo colorado por el esfuerzo que su faena requería.
Ambos respiraban rápido intentando recuperarse. Akane ni siquiera
contestó, se acomodó mejor en él, devolviendo el equilibrio a su pierna
estirada para acabar la labor, o mejor dicho, que él la terminara. Se mordió el
labio inferior cerrando los ojos y con una mano cogió la cabeza de Ranma y se
la dirigió de nuevo a su origen para que continuara.
“No pares, no pares joder. ¡¡Sigueee!!” se decía dentro de ella.
Dejó la mano en su pelo azabache acariciándole al principio, pero después se empezó a evadir. Ranma prosiguió con mucha más energía, para que así ella no perdiera el hilo. Con sus manos la apretó contra sí para profundizar más el tacto, lo que la hizo suspirar sonoramente. Akane obligó a sus cinco sentidos a estar libres de cualquier otra cosa que no fuera percibir placer. Sus jadeos se hicieron más altos, las contracciones de su cuerpo con más fuerza, su pecho se inflaba y vaciaba presuroso, y pequeñas gotas se formaban en zonas de su piel, síntoma de que estaba sudando por el hervidero en el que se había metido…
Y el calor lo inundó todo. Fue una ola que llegó de repente
y que se fue de igual manera. El clímax la había azotado en los pocos segundos
que duró, pero que la hicieron estremecerse y perder por un momento cualquier
control sobre su cuerpo. Ranma también se derritió al ver lo excitada que
estaba. El joven apreció como la chica casi desfallecía encima de él por el
orgasmo que había tenido, y no era para menos. La sujetó hasta que volviera
a recomponerse, mientras le besaba de forma cariñosa la parte interna del muslo
que tenía sobre su hombro.
Akane respiraba hondo y fuertemente para recuperarse. Sonreía para
sí misma, aquel chico sabía como ponerla a cien y además, a veces lo conseguía
de las formas más difíciles e insospechadas. Notó como la besaba y le observó.
Retiró la pierna del hombro y se puso de rodillas en la cama a cámara lenta. Le
abrazó por la cintura con total amor y le miró a los ojos apoyando su barbilla
en la parte superior de sus abdominales.
-Guauuuu… ¿Cómo lo haces mmm?- habló ella con una sonrisa respirando ya normal y dándole después un beso en la tripa.
Él sonrió y puso sus manos en la cabeza de la joven, echándole el
flequillo y pelo hacia atrás acariciándola repetidas veces, mirándola
intensamente.
-Secreto profesional- contestó sonriente él.
La abrazó con sus brazos por el cuello y se agachó ligeramente
para darle un beso amoroso en la cabeza, sobre el cabello, que olía muy bien,
ya que se había lavado en la bañera antes. -¿De verdad ha estado bien?-
preguntó Ranma después para saber la opinión de la experiencia. Se volvieron a
mirar. Ella apretó su abrazo en su cintura y le respondió.
-Si, de verdad, nada mal… Ya me has visto… - dijo sonrojándose -Aunque pensándolo mejor, la próxima vez lo preferiría tumbada, como siempre, es más cómodo- con un tono acaramelado –…pero el cambio me ha gustado mucho, muy morboso, jiji- terminó besándole de nuevo en el mismo sitio anterior.
Después se soltó y se sentó lentamente al borde de la cama, con
una pierna a cada lado de él. Ranma seguía de pie frente a ella, intentando
intuir los movimientos de ella. Akane le acarició la parte trasera de las
piernas sobre los pantalones que llevaba puestos teniendo pegada su frente en
la zona del ombligo, y deslizó sus dedos al elástico del pantalón deportivo
cogiendo también los boxers. Se detuvo y le miró sonriente.
-Supongo que ahora me toca a mí devolverte el favor ¿no?- dijo Akane de forma totalmente provocativa dándole un lametazo en el vientre y empezando a bajarle las prendas de ropa. Él sin detenerla:
-No… Muy tentador pero no. Y además, no te he hecho un favor, lo he hecho porque quería y con gusto, ya lo sabes…- respondió Ranma sorprendiéndola y haciendo que parara de bajarle nada.
-¿Cómo?- preguntó sin entender. Él se separó un poco y se bajó pantalones y boxers juntos dejándolos en el suelo a la vez que decía.
-Anda, échate hacia atrás y recuéstate bombón- esta última palabra se la dijo mirándola a los ojos y con algo de gracia mientras terminaba de sacar los pies de la ropa.
La joven bajó los párpados más de lo normal sin llegar a cerrarlos
del todo, mirándole, induciéndole a que fuera él el que la obligara a
recostarse. Ranma, dentro de lo que había no se lo pensó dos veces, eligió
acostarse de una vez por todas con ella en lugar de entretenerla con su
pajarito. Si de verdad lo deseara en extremo se habría abstenido de hacer nada,
pero prefería poseerla.
Ranma fue directo a la cama. Akane seguía sentada con las manos apoyadas detrás esperando, viéndole desnudo en su totalidad. Él se acercó haciendo que se tuviera que arrastrar un poco hacia atrás para dejarle espacio, pero sin llegar a tumbarse del todo. Se inclinó sobre ella apoyando una rodilla y sus manos a cada lado del cuerpo femenino sobre el colchón sobreponiéndose totalmente en tamaño a la chica. La besó repetidas veces en la boca forzándola a tumbarse en la cama.
-¿Tengo que ponerme...?- preguntó él por precaución refiriéndose a un preservativo. Rogaba que la respuesta fuera negativa. Normalmente no preguntaba, si ella no le decía nada, daba por hecho que habría tomado lo correspondiente para no quedarse embarazada. Pero de vez en cuando la consultaba para cerciorarse, y también para que ella viera que no se lo tomaba a la ligera. Odiaba tener que ponerse un condón, y eso Akane lo sabía, así que intentaba evitárselo. Pero si se daba el caso, al menos prevendrían cualquier situación nefasta que pudiera ocurrir después y de la que se fueran a arrepentir.
-No- contestó ella rápido entendiéndole, besándole a trompicones.
Ranma respiró algo más aliviado, sabiendo que se lo pasaría mucho
mejor sin látex de por medio, más sensibilidad.
Akane se fue acomodando poco a poco, deslizándose hacia el cabecero para descansar su cabeza sobre una de las almohadas. Iba apoyándose sobre los codos, aún un pelín incorporada para devolverle los besos a su hombre. Él se empezaba a volver loco. Le aplicaba más intensidad y entusiasmo a cada beso, cada roce, cada caricia, cada contacto... nada se hacía en vano, ahora era su turno de cobrar.
Akane se recostó por completo mirándole enamorada, saboreándose
los labios con la lengua y dejando los brazos extendidos por encima de su
cabeza en la cama en señal de rendición. Aquellos gestos, por pequeños que
fueran, eran los que ponían a Ranma a tono para comenzar y continuar si podía
de forma más apasionada y salvaje. Se tumbó sobre ella, sobre su preciado
cuerpo, y le regaló un buen morreo. Haciendo caminos con su boca fue marcando
otras zonas en la piel de Akane: saboreó los finos hombros, se entretuvo con
dedicación en su cuello, chupaba con mimo uno de sus lóbulos, acariciaba con
gusto su cintura y caderas con una mano… El otro brazo lo usaba para sujetar
parte de su peso sobre ella.
Akane le abrazó con sus delgados brazos y le recorrió la espalda
de arriba abajo, pellizcando y agarrando su trasero con energía descargando sus
ganas de más. Aprovechando que él tenía su cabeza escondida y ocupada en un
lado de su cara, entreteniéndose con su oreja y parte de la mejilla, pasó sus
brazos por encima de sus amplios hombros y dirigió sus manos a la coleta que
ataba su trenza. Entre suspiros y alguna que otra risita provocada por los
lamidos que Ranma le daba y encogiendo el cuello pegando su rostro al de él,
quitó la goma de su pelo y le fue deshaciendo la trenza despacio, para así
después entrelazar sus dedos con cariño en su cabello azabache y acariciarle,
masajearle tiernamente.
Ambos cogían aire desesperados cada vez que se despegaban de la
piel del otro, como si dependiera de sus vidas mantener el contacto eterno.
Ranma susurró motivado en uno de los oídos de la mujer mordiéndole el lóbulo y
con la boca entreabierta.
-Adoro hacerte el amor, Akane…- mientras continuaba besando.
Ella… ella no podía hacer más que estremecerse ante comentarios
así. Sonreía feliz y complacida con los ojos cerrados. Era correspondida en su
amor de una manera increíble, anormal, extraordinaria, más allá de lo
posiblemente humano, a otro nivel. Cuando se dio cuenta tiempo atrás de cuánto
podía llegar a amarla Ranma y de que formas, vio lo equivocada que había estado
respecto a sus convicciones sobre él, y sobre todo, se fijó en que lo más
seguro era que él la quisiera mucho más a ella que ella a él, y a veces se
sentía culpable por eso, por no amarle tan ciegamente.
-Y yo Ranma, y yo, mmm...- contestó conmovida por las caricias.
Ella también hurgaba en su oreja rozándole con los labios y la
lengua, él huía sin ganas de aquello para poder seguir sin detenerse. Akane
quiso ponerle ese punto picante que habían tenido durante toda la tarde y
volvió a susurrar entre calores segundos más tarde.
-¿Hoy me vas a desmontar machote?- sonriendo.
Se lo decía adrede con perversión y segundas, sabiendo de muchas
otras veces que su novio podía llegar a ser un salvaje en la cama, un auténtico
animal y destrozarla físicamente, dejarla más que exhausta cuando se lo
proponía. Le seguía abrazando ferozmente esperando una respuesta. Él continuaba
tocando, proliferando, pecando... Notaba pegado al suyo el cuerpo de Akane
debajo, más pequeño, más frágil, más potente en cuanto a insinuación debido a
sus curvas… igual de tenso, igual de inquieto, igual de acalorado...
Contestó a su chica llevando el brazo con el que no se aguantaba
encima de ella, a su pierna derecha, para tirar de ella y hacer que se doblara
quedando en ángulo recto sobre la cama, con la rodilla hacia el techo a un lado
de su muslo, y con un empujón presionó su miembro contra ella sin entrar aún en
placeres mayores para corroborar lo que le decía a un lado de su cara, no
mirándola a los ojos. Eso excitó sobremanera a ambos, pero sobre todo a quien
recibía la presión, a Akane.
-Si quieres que te dé caña, te la doy…- siguiéndole el juego y viendo su reacción, que fue un intento contenido de un gemido que acabó encontrando salida en su boca, habló de nuevo aspirando agitado –Me la pones dura Akane, me pones a mil…- terminó respirando sonoramente.
-Aaahhmm- jadeó Akane radiante notando lo verdaderamente erecto que estaba él.
El movimiento anterior había sido peligroso, la cosa se estaba
poniendo muy interesante, y el ingrediente de las palabras que se decían era un
aliciente devastador para la integridad mental y física de cada uno. Cada
sentido que explotaban sumaba miles de sensaciones diferentes difíciles de
contener: el tocar, degustar, oler, visualizar, oír a la pareja, era un reto
que se ponían cada vez que se entregaban el uno al otro para disfrutar al
máximo. Y de todo lo que se podían llegar a susurrar había extremos evidentes,
de lo más hermoso y agradable al oído, a lo más guarro y cerdo que se
imaginasen (cosa que no empezaron a hacer hasta que mantuvieron más de un año
de relación, fue una evolución o ‘revolución’ en el campo sexual). Todo ese
tipo de comentarios eran los que sorprendentemente, les ponía a ambos más
cachondos aún.
Ranma como un rayo bajó su torso y su cara con vistas a los pechos
tersos y firmes de la joven, no se había olvidado de ellos, nunca. Habría
empezado hacía un segundo a presionar sobre ella su aparato genital más
frecuentemente para realizar el acto sexual en sí, pero en la actitud que
llevaba toda la tarde, se dirigió sobrecalentado a devorar los senos con
violencia amorosa. Se estaba aguantado las ganas de ir directamente y
penetrarla, socavarla en magnitud física, pero también sabía que cuanto más se
contuviera, hasta cierto límite claro, más explosivo, intenso y profundo sería
el resultado final.
Akane se movió en general levemente para cambiar la situación en la
que había estado aprovechando que el chico se había medio incorporado. La
posición del misionero que iban a practicar, no es que la detestara, pero le
impedía un movimiento libre o parcial de su cuerpo, estaba bajo el peso de él,
a sus órdenes. En esa postura era él quien llevaba las riendas, quien medía la
intensidad, el ritmo; él era el dominante y ella la dominada.
Gozaba abiertamente respirando con dificultad lo que Ranma le practicaba: mordiscos suaves con los dientes en los duros pezones, chupetones, lamidos, succiones, presiones en toda la mama, soplidos en las zonas humedecidas haciéndola sentir escalofríos electrizantes... y eso sólo con la boca. Lo acompañaba de caricias potentes, achuchones con sus manos y el roce indiscutible de su cabello suelto por su piel levantando cosquillas por donde fuera, provocando el delirio pasional y total de ella.
Rogaba interiormente que hoy ella se corriera de la excitación,
bueno, que se corrieran los dos, él seguro, porque a veces, no siempre, ella se
quedaba en el camino que llevaba al clímax, al orgasmo. Tenían tiempos
diferentes para llegar a lo más alto. Normalmente, él lo alcanzaba antes que
ella y la fiesta de la penetración se acababa porque él no tenía más que dar
hasta que lo volvieran a hacer de nuevo. Si eso ocurría, Ranma usaba
alternativas para excitarla que casi siempre resultaban, y así ambos salían
ganando. De todo el tiempo que llevaban juntos nunca habían tenido un orgasmo
simultáneo, aunque no les preocupaba ni se sentían presionados por ello, al
revés, si sucedía mejor que mejor, pero lo que buscaban era obtener a partes
iguales el mismo placer. Akane sabía que Ranma ganaba 1-0 a su favor, ya que
antes él la había calentado Deseaba que no la dejara de lado ahora para su
beneficio personal… No solía hacerlo, casi siempre la tenía en cuenta, pero
como hombre que era a veces con saciarse él le bastaba. Alguna vez se habían
acostado, él se corría y después caía profundamente dormido. En otras
ocasiones, el coito duraba nada, todo era muy rápido y ella acababa diciendo
“¿Ya?”, debido a que ni siquiera le había dado tiempo de ponerse a tono. Pero
eso eran historias de otros días que no tenían nada que ver con la realidad que
ahora vivía.
El ambiente estaba más que caldeado, todo estaba listo. Akane se arqueaba emitiendo gemidos con cada bocanada de aire, presionando con sus manos la cabeza del joven sobre sus pechos para aumentar el contacto de emociones, ansiando que él la domara. Ranma se notaba desde hacia ya un rato en su punto álgido y no se entretuvo más. Se levantó de cómo estaba y quedó a cuatro patas sobre ella con los brazos extendidos a cada lado de la chica y las piernas dobladas.
La miró a los ojos, aún con la mala iluminación. El contacto
visual le indicaba si la otra persona conectaba con él en ese momento y más
allá de lo puramente carnal y material, y eso siempre le sucedía con Akane,
hacían conexión con el simple hecho de mirarse. Bajó una de sus fuertes manos
buscando la otra rodilla de la joven para levantársela y doblársela igual que
la anterior, dejándola abierta de piernas ante él para poder filtrarse en su
cuerpo. Indagó nuevamente en la sensual mirada de su novia, sonrojada, igual
que él, exhalando ambos con rapidez.
Se disponía a tumbarse sobre ella, tal y como había estado antes,
cuando la chica alzó su mano, impidiéndoselo, hacia su largo y algo ondulado
cabello. Le pasó un gran mechón de pelo por detrás de la oreja debido a que
caía libremente por la gravedad hacia abajo tapándole parte del rostro. Él
agradeció ese gesto y observó el siguiente. Akane, antes de que él se
introdujera en ella, llevó los dedos de esa misma mano a la boca del chico,
sintiendo la respiración alterada en ellos. No apartaba su mirada de la de él,
le estaba seduciendo tardíamente. Acarició sus labios reteniéndole por unos
segundos en esa posición, exaltado. Ranma no tardó en actuar, caricia que notó,
dedo que hizo suyo.
Era increíble la confianza que había entre ellos, no se parecía en
lo más mínimo al trato que se tenían unos años atrás, y menos en la cama. Él
abrió su boca lo suficiente para chupar y saborear los dedos índice y corazón
de ella. Akane se regocijó al contacto con su saliva y su lengua, obtuvo lo que
quería, y apartó la mano dirigiéndola hacia la nuca del varón para atraerle
hacia sí misma. Ranma era un auténtico volcán en erupción. Viendo que ella
abría un poco más las piernas se deslizó hasta rozarla y después penetrarla a
la vez que la besaba una vez y después le susurraba con descaro:
-Voy a destrozarte cariño- entonó viril.
Akane sonrió e interiormente pensó “Espero que así sea.” Si él
decía eso podría ser el preludio de una sesión de sexo fantástica, magnífica.
Ella le rodeó con sus piernas dejándole avanzar dentro de su cuerpo un poco más
y apoyando la parte trasera de sus brazos en la cama, dejó las manos en sus
bíceps musculazos. A partir de ahí, abandonó su ser para que él la guiase,
intentando sentirle por completo y no dejar que nada la distrajera.
Ranma inició un vaivén lento, suave, un baile templado que
iría progresivamente subiendo de temperatura, acelerando y dotando de
vida según aumentara su excitación. Akane le seguía contrayendo su cuerpo al
compás que él le marcaba. Los viajes de fuera a dentro y de dentro a fuera se
repetían cada vez con más velocidad y fuerza, más energía y descontrol. Estaban
agotando el oxígeno circundante en cada inhalación de aire que tomaban, jadeos,
gemidos, quejidos cargados de goce, sonidos particulares salían de la boca de
cada uno, aunque ella los recargaba más aumentándolos de volumen.
Se intentaban besar torpemente de vez en cuando en medio de todo
aquello, de aquel monstruoso calor que los envolvía. Sudaban. Para Ranma, el
sexo era su deporte favorito, disfrutaba muchísimo más que con las artes
marciales, quemaba bastantes calorías, y encima compartía su satisfacción con
la persona que más quería… ¿Qué más podía pedir?
Tenían los ojos cerrados sumergidos en el ser que amaban. La cosa
marchaba genial, los dos lo sentían y se lo hacían notar al que tenían
enfrente. Les gustaba verse disfrutando el uno del otro, saciaba mucho del amor
y el cariño que se tenían. Por mucho que jugaran entre ellos y se desafiaran
con la palabra u otro gesto, a la hora de la verdad, en momentos como ese, los
dos caían rendidos ante el otro, eran débiles frente al afecto que se
mostraban.
Ranma, hasta entonces se había mantenido sobre ella apoyando
los codos y los antebrazos a cada lado de su chica, con su cara unos momentos
sobre la de ella y otras arrimada en una mejilla. Seguía abrasando a la víctima
de su lujuria en cada ida, para en la vuelta, en donde ella se “relajaba”,
empujar otra vez con ardor, fogosidad, pasión...
Akane empezaba a enloquecer, entrando en un mundo divino, pero
intentaba mantener ese instante cuanto pudiese, antes de caer al vacío, aún
sabiendo que dependía de él. Le abrazó por debajo de sus hombros, rodeando su
tórax con arrebato, y adrede, le clavó las uñas con furia en la espalda,
símbolo del placer que estaba experimentando. Ranma abrió su boca en señal de
queja junto a la oreja de ella sin armar ningún escándalo. En réplica a ese
acto felino, le imprimió más brusquedad a la penetración y mordió con la boca
entreabierta, obstinado y con brío, la mandíbula inferior y barbilla de Akane,
que estaban alzadas hacia arriba, ya que ella llevaba su cabeza hacia atrás
resistiendo aquella marea brava, escapando y buscando desvanecerse en ese
orgasmo codiciado. Le acompañaba en el movimiento que él mantenía, mucho más
animado y decidido, y eso ya era decir que tenían compenetración.
Ranma se estaba agotando, iba a explotar de un momento a otro.
Entonces Akane se preparó. Se abrazó y cogió a él con más fuerza, pasando sus
brazos por debajo de sus sobacos y rodeándole hasta tocarle los fornidos
hombros con las manos, arrimándose a su cuerpo. Él se acercó más a ella bajando
ligeramente sus pectorales y su cabeza. Akane ya no gemía, sino que casi
gritaba en cada propulsión que él se daba hacia ella, hecho que al chico
excitaba irremediablemente y le hacía entrar finalmente en una locura
apabullante de donde siempre esperaba no tener retorno.
Y todo el fuego conseguido se apagó de repente. La atmósfera sentimental y corporal construida se trastocó al escuchar el sonido del teléfono inalámbrico sonar en la mesita de noche a un lado de la cama en donde estaban.
“Riiiinnggg” el primer tono hizo su presencia sacándolos a ambos de su éxtasis particular.
Él pegó un bote por la sorpresa y recuperó el control de lo que
hacía, para su pesar. Paró en seco por la interrupción. Akane abrió los ojos de
golpe, también sorprendida. Dejó de jadear sonoramente y puso cara de decepción
al ver la realidad: estaban a punto de desfogarse, incluso ella misma estaba a
punto de tocar techo, pero algo lo tuvo que echar todo por la borda.
-Mierda- dijo Ranma molesto y derrotado a la vez.
Miró a la mujer que tenía entre sus brazos, observando su
sofocación que se recomponía por momentos a cada segundo que pasaba. Ella le
miraba comprensiva pero… ¿desilusionada? Él ya estaba por echarse hacia un lado
para contestar la llamada cuando el segundo tono sonó. Pero Akane no
estaba dispuesta a rendirse, no después de haber hecho tanto y haber llegado
tan lejos. Reaccionó poco después de que el teléfono hiciera su aparición en
escena. Le abrazó con fuerza con todas sus extremidades, sus piernas que aún le
rodeaban y sus brazos que le arropaban haciendo de sus dos cuerpos uno solo, y
no le dejó responder a quien quisiera que llamase en ese instante. Le acercó a
su cara y abusando de la excitación que todavía tenían encima le habló
serenamente turbada.
-Déjalo. Tú sigue, no pares, va…- y le besó amorosamente levantando su cabeza para llegar a sus labios.
Ranma dudó, puede que no consiguieran nada continuando. Aquella
parada le había cortado el rollo, era como volver a empezar otra vez. Seguía
inmóvil frente a ella, en parte bloqueado por lo que debería de haber pasado y
lo que se suponía que debía hacer ahora. El aparato electrónico dio otro tercer
tono. Ella le motivó apretando sus caderas contra él y moviendo sus brazos para
rodearle el cuello por encima de sus hombros. Le abrazó otra vez a la vez que
le susurraba y besaba delicadamente.
-Vamos Ranma, cariño…- se miraban a los ojos –…céntrate en nosotros…- le medio rogó recuperando el pulso normal –Ya llamarán después si es importante- y esperó a ver si se reactivaba.
Por fin él dio muestras de reanudar lo que habían dejado tan
ardientemente excitante. La besó intensamente y volvió a empezar el vaivén
entrando y saliendo de Akane pesadamente, necesitaba encontrar el compás que
habían conseguido antes. El teléfono siguió sonando un par de tonos más, pero
con la diferencia de que fue ignorado por la pareja. Todo pasó en pocos
segundos. Ella se auto premió mentalmente por haber conseguido que su chico
continuara la tarea.
Viendo que por sus venas las oleadas de sangre hirviendo venían y
se iban de nuevo, sonrió y cerró los ojos retomando los jadeos y gemidos “Eso
es, siii, mmm...” pensó. Él quiso olvidarse de todo y volver a entrar en ese
estado de desvarío que le llegaba cuando se aproximaba a los espasmos que le
llevaban a la culminación. Aumentó intensidad, fuerza y rapidez siendo
constante en cada impulso. Los latidos de sus corazones volvían a desbordarse,
yendo directos a la arritmia cardiovascular. En poco tiempo habían recuperado
el ritmo y dinamismo anterior.
Ranma se cansó de aguantarse sobre ella con los antebrazos y dejó
caer totalmente su peso sobre ella. Llevó sus manos a las caderas de la joven
apretándola contra sí en cada penetración para profundizar más en ella.
Ocultando su rostro con los ojos cerrados a un lado de la cara de Akane,
respiraba forzado jadeando por el esfuerzo. Akane seguía abrazada a su cuello
botando con él, provocando que la cama hiciera ruido con cada empuje.
Le faltaba poco para correrse, y por eso, dirigió sus sudorosas
manos hacia la parte superior de la cama, metiéndolas debajo de la almohada y
se agarró en el borde del colchón para hacer fuerza con su cuerpo sobre la
mujer, tiraba del colchón para darse mayor impulso. En ese momento ella estaba
sometida a su total autoridad y dominación, Ranma se había convertido en una
bestia sexual descontrolada, la estaba cabalgando... Aunque eso sí, de momento
no la hacía daño, sabía que en cuanto hubiera cualquier síntoma de dolor o queja
ella se lo diría y él pararía o se amoldaría a otra situación. Así es que
continuó en el mismo estilo salvaje. Akane colaboró estando a un paso de perder
la cordura y casi gritando de nuevo en
sus gemidos, contrajo con determinación su vagina sobre su miembro,
estrujándolo y comprimiéndolo dentro de ella repetidas veces. Sabía que eso le
derretía, que era superior a él y que le volvía loco, por eso le complaciá. Él
no pudo ocultar el placer de esa sensación, le provocó un “boom” de adrenalina
sexual, una crisis de sensibilidad interna que no dejó ni un átomo de su gran
cuerpo sin estremecer. Ranma entró en trance.
-Ahh, ahhh, ahhh...- gemía ella cada vez más rápido –No pares. ¡Ahh! ¡Ahh! ¡Sigue, sigue!- hablando entrecortada.
Ambos perdieron el rumbo. Akane se agarró fuertemente a él
apretando su abrazo e inclinando la cabeza hacia arriba, despegada de la
almohada tocando la mejilla ardiente de él. Su temperatura corporal era
elevadísima, más que la de su compañero. Esstaba en un bocata Ranma-cama sin
válvulas de escape, él, al menos, tenía la parte de atrás aireada. Estaba tensa
y los calambres de goce que recorrían su cuerpo en cada subida la estaban
machacando físicamente. Aumentaron hasta llevarla al clímax, al punto álgido
por segunda vez aquella tarde, pero esta vez, el efecto del orgasmo fue
aniquilador, se evadió completamente de allí. Él no tardó mucho más, poco
después de que su chica se fundiera con él, reventó de gusto y eyaculó.
El colapso mutuo los dejó hechos polvo durante unos instantes. Se destensaron relajándose después de la actividad realizada. Ella soltó su agarre en piernas y brazos y dejó caer su cabeza sobre la almohada después de su explosión. Ahora, semejante a él, respiraba irregularmente intentando recuperar la sensatez. Ambos estaban callados, disfrutando de esos minutos posteriores que siempre tenían para sí mismos aunque estuvieran juntos. Akane interiormente gritaba de satisfacción y alegría, menudo viajecito le había hecho hacer Ranma. Eufórica apartó sus brazos sobre la almohada, distendida, complacida, sonriente. Él se medio incorporó y se movió dejándose caer a un lado de ella, mirando al techo, tumbado, poniendo una mano tras la cabeza y la otra sobre el abdomen. También estaba contento. Había conseguido desahogarse de plenitud junto a ella, estaba hecho un semental, y eso le enorgullecía enormemente como hombre que era. En ese momento, simplemente era feliz. Akane, tras unos largos minutos de sosiego personal, se recostó de lado hacia él doblando levemente las piernas y aguantándose la cabeza con un brazo. Sonriente y con ojos persuasivos le miró. Sin darle rodeos habló decidida.
El colapso mutuo los dejó hechos polvo durante unos instantes. Se destensaron relajándose después de la actividad realizada. Ella soltó su agarre en piernas y brazos y dejó caer su cabeza sobre la almohada después de su explosión. Ahora, semejante a él, respiraba irregularmente intentando recuperar la sensatez. Ambos estaban callados, disfrutando de esos minutos posteriores que siempre tenían para sí mismos aunque estuvieran juntos. Akane interiormente gritaba de satisfacción y alegría, menudo viajecito le había hecho hacer Ranma. Eufórica apartó sus brazos sobre la almohada, distendida, complacida, sonriente. Él se medio incorporó y se movió dejándose caer a un lado de ella, mirando al techo, tumbado, poniendo una mano tras la cabeza y la otra sobre el abdomen. También estaba contento. Había conseguido desahogarse de plenitud junto a ella, estaba hecho un semental, y eso le enorgullecía enormemente como hombre que era. En ese momento, simplemente era feliz. Akane, tras unos largos minutos de sosiego personal, se recostó de lado hacia él doblando levemente las piernas y aguantándose la cabeza con un brazo. Sonriente y con ojos persuasivos le miró. Sin darle rodeos habló decidida.
-Quiero repetir- Deseaba volver a sentir lo de hacía unos minutos otra vez, era arrollador, aunque la dejara exhausta.
Esperó su respuesta. Dudaba que él se negase a la propuesta,
muchas veces era él mismo quien quería darle toda la noche una y otra vez
pareciendo incansable.
-Jaja- rió él ante aquellas palabras, confirmaban que había estado increíble.
Ella se arrimó a él pegando su cuerpo pero quedando en la misma
posición. Con la mano que le sobraba le acarició insinuante el pectoral
cercano.
-¡Dios! ¡Mi hombre! Has estado genial, quiero más…- Le hizo contacto visual y al momento le empezó a besar suavemente en el mismo lugar que acariciaba apoyando parte de su peso sobre él, poniendo encima de la pierna del joven la suya propia para semiabrazarle.
Ranma sonrió y bajó la mano que tenía detrás de la cabeza para
abrazarla dejando su mano en el hombro opuesto de ella. Le contestó recordando
la interrupción que habían tenido a mitad de la función.
-Y habría estado mejor si no hubiera sido por el puto teléfono- algo molesto. La mujer sonrió.
-No lo dudo- dijo levantando la cabeza y mirándole.
Akane seguía flotando en una nube, tenía las mejillas sonrosadas
pareciendo que hubiese bebido, pero el sexo, al parecer, como a mucha gente, le
provocaba la misma reacción en esa parte de la cara. Ansiaba más, quería que
dejasen las palabras para pasar a la acción de nuevo.
-Pero la próxima vez no te detengas…- dándole un beso seductor en
el pecho mullendo los labios –olvídate de lo demás, haz de nosotros una
burbuja, como aquella vez que mandaste el móvil a tomar viento. ¿Te acuerdas?
Nos interrumpió igual que hoy pero no le diste importancia... Ufff… Aquella
tarde sí que fue espectacular, creía que me iba a dar un infarto de lo
inspirado que estabas...- terminó riendo maliciosamente recordando aquella otra
sesión de sexo que tuvieron.
-Que exagerada eres- respondió Ranma observándola por lo que había dicho del “infarto”, y pensando en lo que él acababa de decir –Bueno, aunque la verdad es que te di caña por un tubo… no aguantaste mucho…- corrigiendo lo anterior y medio metiendo la pata con lo último.
-¡¿Qué?!- gritó sorprendida ella por ese comentario –Al menos aguanté más de lo que lo haces tú otras veces guapo- puso cara de ofendida parando de besar y acariciar.
-Vamos Akane, no mientas, sabes que tengo razón- dijo él vacilón para picarla sin darle mucha importancia a las palabras de la chica aún sabiendo que en el fondo tenían algo de razón.
Le encantaba enfrentarla en cosas triviales, cosas que carecían de
valor, porque hacían saltar en Akane la chispa del contraataque, de la
rivalidad y la idea de defender aquello en lo que ella creía o pensaba. Le miró
de forma acusadora sin decir nada, iba a abrir la boca, le iba a contestar a
aquello, iba a responder que era él el mentiroso, pero la desviaba de su
objetivo en ese momento, así que prefirió callar. Con toda la calma del mundo se
puso sobre él, rozándole meticulosamente hasta quedar cara a cara. Sus pechos
quedaron presos con los pectorales del varón. Ranma retiró su mano de su tripa
y la puso en la cadera de ella sin ninguna intención, sólo respondiendo al
movimiento que la mujer había hecho, la otra la tenía situada por la zona de su
hombro.
-¿Qué pasa? ¿La guerrera se ha rendido?- dijo él en el mismo tono anterior provocándola a escasos centímetros de su boca.
-Sabes, no voy a discutir contigo por una tontería así- mirándole a sus azules ojos, aunque ya no los percibía tan bien, la habitación se había oscurecido bastante en cuanto a iluminación, faltaba poco para que cayera la noche.
-¿Ahhh no?- preguntó haciéndose el tonto y entrelazando los dedos de sus manos en la zona lumbar de Akane, dejándolas reposadas.
-No- respondió la chica entretenida.
Desplazaba parte del flequillo que Ranma tenía sobre la frente y
los ojos, también acariciándole la frente y las sienes. Él la miraba tierno,
dócil. Las caricias de ella eran bendiciones, le quería y cuidaba un montón y
él no cambiaría eso por nada del mundo, por nada. Akane dejó sus manos sobre
los fuertes hombros y bajó a besarle pausadamente, todo parecía ralentizarse.
Le rozaba con los labios despacio, con los ojos cerrados, lo alternaba con
pequeños y fugaces besitos en distintas partes de su boca, labio superior,
inferior, incluso alguno cayó en su nariz. Parecía que hubiese domado a la
fiera que se resistía. Ranma se dejaba mimar, dejó los ojos semiabiertos,
viéndola enamorado. Sentía como su novia iba profundizando en su piel, ya no
sólo besaba superficialmente, sino que le mordía los labios. Él empezó a
corresponder de la misma forma, suave y con tranquilidad, encajando sus labios
con los de ella, haciendo una escalera de labios, alternando uno de ella y otro
de él. Akane comenzó a tantear con su lengua lentamente, deseando que el chico
la dejase entrar en su boca. El joven dio movimiento a sus manos, contorneó sus
caderas con los dedos e hizo lo mismo con su cintura para luego acariciar su
espalda.
-Mmmm...- murmuraba ella, aventurándose en su boca. Inició un beso con lengua bastante pasional e intenso.
Ranma notaba que ella quería entrar en juego de nuevo, se propuso
repetir y a por eso iba, aunque fuera con paso lento y seguro. Bocas mezcladas,
cuerpos entrelazados, gastaban tiempo, ella para ir calentando el entorno otra
vez y él para buscar la forma de escapar, necesitaba recuperarse. Akane se
separó yendo a su cuello para marcarlo, después subió a su oreja. Para estar
más cómoda se deslizó corporalmente con un pequeño empujón hacia arriba, se
frotó con su cuerpo, dado que él era un poco más alto que ella. También subió
sus senos, al menos ahora estaba mejor situada para devorarle. Él de vez en
cuando también la besaba o hacía algún gesto, pero la verdad era que se estaba
dejando seducir. La tenía abrazada sin corresponder mucho ahora, sólo
disfrutando de lo que ella le hacia. Akane paró un momento, estaba alterándose
poco a poco, se podría decir que aún le quedaban restos de la excitación
anterior. Le besó y mordió la mejilla cariñosamente y más tarde le susurró de
forma cachonda:
-¿Me vas a montar otra vez fiera?- le mordió el lóbulo como hiciera anteriormente él, lanzando al aire una risa que encerraba muchas cosas, insinuante. Viendo que él no decía nada continuó hablando -¿O prefieres que te monte yo esta vez?- dándole a entender que le sometería a lo que ella quisiera.
-Jejem… Bueno- dijo Ranma remolón accediendo –…pero antes deja que me recupere un poco… Digo yo que querrás sexo de calidad, ¿me equivoco?- sonriendo y mirándola pícaramente, observando el gesto que dibujaba en su rostro, una media sonrisa apenas ya apreciable sin la luz del día.
Ella se acercó y le rozó los labios, respirando sobre ellos tiernamente
cuando él volvió a hablar de nuevo susurrado en la boca de la mujer.
-Mejor con la luz encendida ¿no? Me gustaría contemplar a mi
sargento- continuando la broma.
-Jajam- rió ella por la idea.
Se estiró hacia el lado izquierdo para prender la lámpara de la
mesita de noche. Una vez lo hubo hecho se incorporó dejando las rodillas
dobladas a cada lado de él, estaba erguida y sentada sobre su zona sensible, a
horcajadas, con las manos en los pezones del chico, apoyada, mirándole a los
ojos divertida.
-¿Mejor así mi prisionero?- dijo de forma traviesa.
Notaba como el joven recorría con los ojos su curvado y bien
proporcionado cuerpo, posando al final su vista en sus ojos color tierra.
-Si, mucho mejor...- respondió asintiendo con una vaga sonrisa y un tono de deleite, pasando a la vez las manos por los muslos femeninos.
Se miraban a los ojos, coqueteando en silencio. Era una postura en
la que él se excitaba muchísimo ya que en su campo visual podía ver
perfectamente a Akane, enteramente, a toda ella. La joven se perfiló los labios
con la lengua insinuándole a su novio un “te voy a comer vivo”. La verdad es
que ante los ojos de Ranma ella estaba muy sexy, demasiado tal vez, con el pelo
algo alborotado, el flequillo cayéndole juguetonamente sobre los ojos, y
mechones del cabello por las mejillas, y su cuerpo desnudo, que por si solo ya
le encantaba, era adicto a él.
Ranma subió sus secas manos hasta las de ella sobre su propio
pecho y las acarició aún mirándola. Akane notaba su respirar, como subían con
quietud sus pectorales, llenando y vaciando su capacidad pulmonar. Bajó para
darle un jugoso beso. Debido a eso él notó como los senos de su amante chocaban
contra el dorso de sus manos, siendo un roce muy placentero. En esa bajada, la
joven movió aposta sus caderas sobre él, sobre su parte íntima, para a partir
de ahí irlo haciendo una vez detrás de otra, simulando que lo hacían. Lo hacía
con el propósito de encenderlos a ambos, para volver a practicar el coito.
Seguía también besándole enardecida, siendo cálida en cada contacto. Pero Ranma
estaba algo lejos de responder a esos movimientos, insinuaciones, indirectas
que mandaba a su cuerpo. De momento, la dejaría disfrutar de él para auto
complacerse ella sola. Y así pasaron un par de minutos, Akane ahogando a Ranma
en sus hambrientos labios, respirando sobre su rostro irregularmente. Si se
estaba alterando era porque el joven le correspondía igual de decidido y
ansioso. También iba y venía con sus caderas rozando ambos sexos, disfrutando
ella y él sintiendo su propio apogeo de sensaciones, que se acumulaban en su
chica. Él la acarició el cabello aún húmedo y perfumando con una mano, la otra
se amoldaba en la cintura de la joven con ternura, siguiendo el ritmo de ella.
Akane fue parando poco a poco, se empezó a volver pasiva, detuvo
sus besos y se quedó con los brazos encima de la cama apoyados, sujetando su
peso sobre él, pero pegado a su masculino cuerpo. Dejó su cabeza a un lado de
la de Ranma, tocando ligeramente su pómulo, mirando la tela que cubría la
almohada, cerró los ojos. El joven aspiró relajado y regocijado por lo bien que
se sentía con ella.
-Hueles genial…- comentó embelesado girando un poco su rostro
hacia ella.
La melena negro azulada de Akane hacía una barrera entre ellos,
que fue rápidamente apartada. Ranma, como hiciera ella antes con él, le recogió
los mechones por detrás de la oreja, haciendo el gesto varias veces para que no
quedaran pelos sueltos por su sedosa cara. La chica le besó superficialmente la
mejilla.
-Menos mal, porque si después de haberme bañado no huelo bien…- y
le sonrió.
-A ver cuando te vuelves a bañar conmigo, que hace mil que no lo
hacemos…- dijo Ranma pareciendo ofendido entrando en una conversación.
-¿El qué? ¿Bañarnos juntos o hacerlo en la bañera?- preguntó Akane
traviesa dándole doble sentido a las palabras de él.
El joven la apretó más contra sí en su abrazo, acercándola, como
diciendo “no juegues conmigo niña mala.”
-Las dos cosas…- elevó su cabeza de la almohada para besarla.
Fue primero hacia el labio superior, pero Akane directamente
introdujo su lengua en la boca del chico no dándole tiempo a que se
entretuviera. Él descendió despacio no dejando de besar y cuando encontró el
hueco suficiente susurró adrede:
-Es que me tienes un poco abandonado…- sabiendo que aquello no era
verdad.
-Mentiroso- contestó ella en tono normal, irguiéndose y quedando
de nuevo sentada en la posición anterior –Sabes que eso no es cierto- alzó su
trasero y apoyando sus manos sobre el cuerpo de Ranma , en torno a sus abdominales
y su tórax, desdobló sus piernas una por una dejándolas estiradas tal y como
las tenía él. Se volvió a tumbar sobre el joven intentando igualar el nivel al
que tenían las caderas, dejando sus piernas en la cama en la zona interior de
las de él. Ranma no tardó en rodearlas con las suyas propias envolviendo a
Akane en su piel.
-Bueno, pero si que es verdad que ya no te duchas ni bañas tanto
conmigo como antes- acomodando a su novia en él y masajeando sutilmente su
espalda.
-Vamos Ranma, pero no será porque te tenga abandonado, será porque
tenemos menos tiempo. Además, la última vez la bañera quedó hecha un asco- le
reprochó.
-Eso son excusas… Y si la bañera quedó como quedó fue porque tal
chica que yo me sé empezó una guerra de agua si mal no recuerdo- siguió Ranma.
Akane sonrió aceptando esa acusación y con los dedos de una mano
comenzó a acariciarle la cara, a hacer caminos por sus mejillas, su nariz, su
barbilla, su frente…
-Valeee, pues si quieres esta semana lo hacemos, pero porque te has
portado bien ahora ehhh, semental- quiso aclarar aún con una sonrisa, dando a
entender que si el revolcón sexual no hubiera sido de la categoría de
increíble, que lo de la bañera habría que pensárselo.
Ranma giró de repente hacia la mesita de la derecha quedando de
medio lado apoyada ahora sobre ella. Akane acabó tumbada sobre el colchón con
una pierna de Ranma sobre ella y con parte de su pecho cubriéndola. Abrió un
poco los ojos por el inesperado cambio, pero al momento estaba riéndose a
carcajadas.
-¿Cómo que portado bien?- y le empezó a hacer cosquillas allí
donde sabía que las tenía, también besándola abrasadoramente en el cuello, con
ganas y ejerciendo algo de fuerza sobre ella, ganándola.
-¡¡Ranma!!- gritaba ella entre risas que no podía evitar, no
parando de moverse bajo la masa del cuerpo que la cubría -¡Déjame!-
Intentó escapar para irse al borde de la cama, pero Ranma no se lo
permitió, ni siquiera alejarse. Akane no paraba de decirle que se detuviera,
que no fuera malo. La situación llegó a tal punto que ella le tiró del pelo
azabache y no le soltó hasta que se calmó.
-Eso está mejor- sonó Akane una vez que se miraban, respirando
agitados, todavía con la mano en su cabeza, aguantándole.
Deshizo la tensión en el cabello de él, que tampoco había sido
tanta, sólo la necesaria para que la dejara de atacar con las cosquillas. La
mirada continuó, convirtiéndose en una de aquellas profundas en las que se lo
expresaban todo. Akane acarició su cabeza ahora de forma maternal, con cariño y
le aproximó a ella, como si hubiera decidido atraerle para besarle, pero paró a
medio camino. Los ojos de ambos no buscaban otra dirección, ni otro sentido,
sólo derretirse en las retinas del otro. Akane habló en su mente, “Te quiero”,
y pensó en decírselo, sabía que era un buen momento. Se habían relajado y
estaban cómodamente juntos, desnudos, sobre el colchón, abrazados, hablando,
jugando, divirtiéndose, estando con el otro. Sin embargo, esas palabras nunca
se oyeron. Imaginó erróneamente que ese ‘te quiero’ podría estar fuera de lugar
porque haría el momento demasiado sensible, delicado, demasiado azucarado
después de toda la juerga que se habían montado. Ranma no varió tanto sus
pensamientos en comparación a los de ella: la deseaba, la quería, la adoraba,
la amaba… Estaba sumamente encaprichado con Akane como si la hubiera conocido
de unas semanas atrás. El hombre llevaba tatuado en su cuerpo, en su aura, en
su mirada, que ella y sólo ella era su obsesión y prioridad. El caso era que si
no le estaba diciendo que la quería en ese instante era porque estaba tan a
gusto mirándola y perdido en sus ojos acaramelados que se olvidaba. Akane fue
quien rompió aquel silencio tan amoroso a falta de palabras.
-¿Te acuerdas de la primera vez que lo hicimos?- preguntó aún devolviéndole
la intensa observación que se daban.
Él cambió sus facciones como saliendo de una ensoñación.
-¿Cómo?- dijo agachándose levemente a la vez que pegaba su brazo
más alejado al de ella, rozándole con un vaivén de la mano el hombro.
-¿Qué si recuerdas nuestra primera vez?- volvió a repetir en un
tono agradable.
Él ya había roto de hacía unos segundos la conexión visual. Miró
hacia un lado como haciendo esfuerzos por recordar, arrugando la frente. Akane
no se lo podía creer, en su rostro no apareció desilusión, pero si asombro.
-¿No me digas que no te acuerdas?- bufó en su resoplido sobre su
chico –Pero si alguna vez más lo hemos comentado…- terminó esperando a ver la
contestación que le daba. Ranma estaba resultando ser creíble.
-Pero es que lo hemos hecho tantas veces cari…- la miró mientras
por su cabeza se representaban miles de imágenes de ella y él acostándose, en
un lugar, en otro, en una postura, en otra, había muchas diferentes y que le
gustaban, que le excitaban de sólo recordarlas. Pero por nada del mundo se
olvidaba de cómo perdió la virginidad, ni tampoco de con quien lo hizo.
-Que fuerte que te hayas olvidado…- dijo Akane algo seca mirando
hacia abajo, ignorándole por un momento.
No estaba enfadada, en realidad, aquello no le afectaba mucho, lo
importante era el ahora, el estar con él. El que se acordara o no, no era
motivo de discusión, así que le quitó importancia –Bueno, da igual- y posó una
de sus pequeñas manos sobre su fornido hombro.
Ranma, que ya había visto la cara de su amante, intervino algo
ofendido porque le creyera así, que de verdad pensara que él no se acordaba.
-¿Pero cómo me voy a olvidar Akane? Pero si hasta me acuerdo de
cómo te pusiste y lo que dijiste…- e imitando voz de chica empezó a recitar lo
no olvidado –‘Ranma, que a mi eso no me cabe, que me vas a hacer daño’- y
volviendo a su tono de voz –y sólo me había desnudado delante tuya, todavía no
habíamos hecho nada, ni siquiera te había rozado aquí con mi amigo- haciendo un
gesto hacia abajo que indicaba su miembro, mirándola medio riendo incrédulo por su reacción.
Akane, nada más oírle, ya estaba esbozando una gran y hermosa
sonrisa. Sí que se acordaba, pensó. Se rió más al recordar como se puso, los
nervios de aquella primera vez, y se sonrojó avergonzada de su pasada actuación
adolescente.
-La verdad es que la primera vez estaba muy nerviosa por todo,
para mí el sexo había sido siempre algo tabú- dijo Akane con las mejillas
ardientes, mirando a Ranma mientras le hablaba.
-¡Hasta que llegué yo! Jejejeje- en plan gracioso, se echó a reír
de nuevo, dándole un leve beso a su posesión en los labios.
Ella, después de distanciarse, arrugó un poco sus facciones.
-Ya claro…-dejó escapar mirando por un lado de sus ojos y hablando
como si estuviera sola, adrede –Menos mal que tus palabras me calmaron… Fuimos
demasiado silenciosos en nuestra primera vez, ¿no te parece?- pensando y
recordando.
-Sí, ahora que lo dices, creo que hasta nos pasamos y todo de
silenciosos… Ahora la cosa ha cambiado, armamos mucho follón…- Ranma veía a
Akane inmersa en sus recuerdos. Se acercó a ella agachándose encima de su
cuerpo con su torso y su cabeza –Y… ¿Qué fue lo que te dije?- preguntó bajando
la voz. La chica le observó a poco espacio de ella, la tenía acorralada en él,
mirándola escrutadoramente.
-Nada sin importancia- sonriendo tímidamente acariciando la nuca
del hombre con una mano y teniendo la otra sobre su hombro.
-¿Sin importancia y te acuerdas de ello?- estaban muy cerca, él
sólo tenía que bajar un poco para rozar su boca. Akane, mirándole primero y
luego desviando su cara hacia un lado contestó susurrando.
-Me dijiste que me querías- volvió a mirar sus ojos océano para
ver su rostro, la expresión que pondría.
Ranma la miró intensamente, sin equivocación, dándole a las
palabras que ella había pronunciado su veracidad, que la quería. El joven se
mantuvo en silencio, queriendo intrigar a Akane. Ella no sabía que pensar,
quería que Ranma le dijese de nuevo y en ese mismo instante que la quería,
deseaba oír un “te quiero” de la voz de él. No se pudo aguantar ni tampoco
esperar, y dando un apretón a su abrazo pidió lo que su apetito emocional
quería saciar.
-Dime que me quieres…- con voz pausada y llena de afecto, con un
fondo difuminado de ruego y súplica.
-Tú primero- contestó él habiendo formado una pequeña sonrisa
divertida.
Akane sucumbió a su mandato y obedeció sin queja, obtendría lo que
quería aunque fuera al modo de su novio.
-Te quiero- mirándole directamente a los ojos, cargando esas
palabras de cariño, ternura, amor…
Lo pronunció segura y sin vacilación, sintiéndolo dentro sí. Ranma
la hacía vibrar y por eso le era tan fácil expresárselo sin problemas. La chica
esperó a que él le contestase de la misma forma, pero el chico sólo seguía
descubriéndola en esa mirada que le ofrecía de total apego, entusiasmo y
seducción. Akane estaba muy enamorada de él, lo sabía y lo sentía de igual
forma, y el que ella de lo dijera de esa manera lo desarmaba.
-Ahora tú- recordó ella esperando, mirándose ambos. El joven dejó
pasar unos segundos antes de responder.
-Sabes de sobra que no necesito decírtelo, ya lo sabes, o es que
no notas que te…- y paró de hablar acordándose de que no le quería dar el gusto
a ella, que la haría sufrir un poco.
-¿Qué me quieres?- inquirió Akane con ojos audaces y entendedores
de la situación.
-Sí, eso, justo, mucho más que antes claro- contestó jugando,
riendo y asintiendo.
-Pero entonces no me lo vas decir ¿no?- continuó ella queriendo
llegar al final del tonto juego, cambiando su semblante. Sabía que Ranma se
estaba entreteniendo, que lo hacía para enrabietarla, pero aquello en parte la
mosqueaba.
-No Akane, no- lo dijo muy normal, aún sabiendo que a su chica le
molestaba que no la correspondiera con las mismas palabras que ella le había
brindado.
Vio la cara que puso, como rebufó en frente de él y como evitó
mirarle, pero Ranma siguió hablando, le encantaba picarla.
-Además, he aprendido a hacerte el amor no sólo en la cama si no
que casi de cualquier manera y en casi cualquier situación, y eso espero que sí
que lo hayas notado o al menos sentido- la joven prestó atención al nuevo y
enigmático mensaje –…te hago el amor al cogerte de la mano, al pasear juntos,
al hablar contigo, al sonreírte, al acariciarte, al rozarte, al estar en la
misma habitación aún separados, te hago el amor con la mirada-
Ranma apreció el aturdido y a la vez fascinado gesto de Akane, la
estaba impresionando.
-Y eso, creo que nadie más es capaz de hacértelo-
Akane estaba muda, no sabía que decir, asimilando y traduciendo el
significado de todo aquello. Ranma la amaba en secreto, en los detalles que
para muchos carecían de importancia. Sus pómulos se volvieron a tornar del
color de las cerezas y su cuerpo fue testigo del cosquilleo que se siente
cuando te dicen algo hermoso y digno de escuchar.
Ranma evaluó a su chica, a la mujer a la que había encandilado con
sus palabras. Como vio que no reaccionaba la hizo partícipe.
-Akane, para mí es muy gratificante el…- dejó de hablar para que
lo hiciera ella, le hizo un gesto para que pronunciara la palabra
correspondiente, tardó en responder pero lo hizo.
-¿El quererme?- dijo cuestionando insegura.
Ranma vio que le seguía y que encima acertaba casi de pleno.
-Lo mismo pero con la A…- haciéndola pensar, se estaba divirtiendo
viendo a Akane seguirle el rollo, ponía expresiones angelicales combinadas con
la duda y la incertidumbre.
-¿Amarme?- soltó ella de la misma manera, esperando que esta vez
fuese la respuesta correcta.
-Sí, eso… Como se nota que eres mi chica…- se arremolinó sobre
ella, yendo hacia su cuello para besarla tentadamente, provocándola a ella
sensaciones que iban camino de las cosquillas. Akane encogió el cuello riendo,
resistiéndose. Cuando Ranma se distanció para volver a hablar:
-Pues eso, que lo que has dicho es muy gratificante para mí-
mostrando una bella y sincera sonrisa a su novia.
Akane no sabía si tirarse a abrazarle como nunca o simplemente
hacerse la indiferente para ver si él le decía ese “te quiero”. Pero el joven
habló sin dejarla actuar.
-Al menos ahora tengo esa habilidad- dijo como si nada
observándola y el teléfono volvió a sonar, tal y como lo había hecho cuando
ambos estaban acostándose.
“Ringgg” y al primer tono Akane preguntó:
-¿Cúal?- con la cara en un interrogante.
-La de amarte y hacerte el amor donde y cuando yo quiero-
respondió el hombre arrastrándose después por encima de ella, rozando sus
cuerpos desnudos, para llegar hasta el otro lado de la cama y coger el aparato
inalámbrico.
La chica se quedó un poco a cuadros, tendría que haberle abrazado,
pensó. Ranma contestó a la llamada habiéndose sentado en el borde de la cama.
Fue diciendo monosílabos un rato. Akane quedó tendida de repente. Su chico se
había llevado el calor que la protegía. Le miró, estaba de espaldas a ella,
algo encorvado hacia delante, apoyado sobre sus muslos, con el cabello negro
suelto algo ondeado por llevar siempre la trenza, sujetaba el teléfono con su
mano derecha.
Ella también se levantó, dudaba que después de tanto parón
reiniciaran algo de sexo, así que saliendo por el borde inferior de la cama, se
puso de pie y de uno de los muebles cogió su vestido pijama: cómodo, ligero,
sedoso, de tirantes y corto, por la altura de sus muslos en un color azul
marino. Le quedaba muy sexy, Ranma ya se lo había dicho alguna vez. También se
puso unas bragas que sacó del cajón, aunque pensó en que debería de ducharse de
nuevo, la actividad sexual no es que la hubiera dejado precisamente limpia.
Ranma la observó mientras hablaba, la siguió con la mirada, viendo
como se le escapaba su presa, aquella que había subyugado y cautivado.
Apartando el auricular y tapando la parte baja del mismo con la otra mano, se
dirigió a su novia:
-Akane, es Kiato, dice que si nos queremos pasar por su casa. Por
lo visto ha montado una pequeña fiesta a último momento ¿Te apetece ir?- dijo
rápido para no dejar al interlocutor y amigo esperando mucho tiempo.
Akane percibió en Ranma las ganas de asistir, así que asintió:
-Si tú quieres, por mí está bien-
Tras eso encendió la luz grande del dormitorio y comenzó a ordenar
un poco la ropa que habían amontonado al principio de la tarde. Ranma volvió a
su llamada y confirmó la invitación, para al final colgar.
-¿Fue quien llamó antes cuando estábamos…?- le miró de manera
cómplice para recordarle cuando los interrumpieron y lo que estaban haciendo,
aunque él agregó rudamente.
-¿Follando?- cuestionó basto poniéndose de pie y acercándose a
ella.
La joven cambió su cara amorosa a una de conformismo cuando le
escuchó Ranma podía ser a veces tan romántico y otras tan realista quitándole
la chispa al momento que había creado, pero así era él, y no le cambiaría por
nada del mundo. Él continuó hablando:
-…sí, creo que sí, pero no
le he dicho nada… Habrá que decirle esta noche que llame a otras horas, que las
tardes en esta casa suelen estar ocupadas…- y rió por las insinuaciones.
Aproximándose todavía desnudo como había estado todo el ocaso de
sol a la mujer con la que hacía realidad sus sueños, tanto mundanos como
eróticos, estando por detrás de ella, la besó en la zona de sus cervicales,
deslizando sin querer el tirante del vestido que la chica se había puesto hacía
un momento.
-¿Me voy a duchar vale?- comentó separándose.
-Vale- respondió Akane doblando una camiseta.
Ranma, mientras se iba, recordó una de las conversaciones.
-¿Quieres venirte?- sugiriéndola que se fuera con él.
Ella sonrió por la proposición, pero mirándole como si fuera una
profesora le rechazó.
-Otro día ninfómano…- sonriendo contenta, viendo como se iba,
contemplando inconscientemente la parte trasera de su cuerpo. Sabía desde hacía
bastantes años que Ranma se encontraba comodísimo yendo por casa desnudo, pero
en casa, y sin cosas o personas que pudieran sorprender.
-Anda que no te lo pasarías bien conmigo… Me debes una ehhhh…-
dijo él antes de cruzar el umbral.
Pasaron unos largos segundos en los que el alrededor de Akane se
quedó en silencio, y de nuevo le volvió a escuchar.
-¡AKANE!- le oyó gritar desde donde estuviera, ya fuera el baño o
el pasillo
.
-¡¿Qué?!- alzó ella la voz para que la escuchara.
Estaba metiendo la ropa que había doblado en los armarios,
alternándose entre el de ella y el de él.
-¡TE QUIERO!- fue lo primero.
A Akane se le volcó el corazón nada más escucharle y esbozó una
gran sonrisa de satisfacción, se lo había dicho…
-¡Y MUCHO!- añadió él en la
lejanía.
Ella volvió a sonreír, cada vez con más ganas.
-¡INFINITO!- agregó por último.
Akane no se resistió, al acabar de colocar las prendas salió
disparada de la habitación en dirección al baño para encontrar al culpable que
derramaba tanto amor en el aire. Le encontró cogiendo el mango de la bañera
para ponerlo en la zona superior en la que se sujetaba, aunque no le dio tiempo
porque ella apareció.
-¿Y me lo dices ahora Saotome?- preguntó Akane en tono grave y
seductor apoyándose en el umbral de la puerta con los brazos cruzados y mirada
fruncida, totalmente felina, eso le encantaba a Ranma.
Él, como la persona más tranquila del mundo posicionó el mango
riendo abiertamente. Volvió a salir de la amplia bañera y abriendo los grifos
para escoger la temperatura del agua con la que se ducharía habló dándole la
espalda.
-Como sabía que sólo querías que te dijera esas dos palabras… como
te conozco…- sonriéndose más de la pura verdad.
Se irguió dejando correr el agua en forma de ducha y no para un
baño, atrajo las cortinas del otro lado y las extendió casi hasta cerrar el
lateral de la bañera, impidiendo que el agua se saliera fuera. Dándose la
vuelta para encararla, se la encontró perfilándole con ansias, con deseo, pero
a la vez distante.
-Mejor tarde que nunca- sonó con voz apaciguada con una cara de
niño bueno, siendo agradable.
Empezó a mirar el cuerpo femenino comprobando sus curvas, aunque
estuviera delante de ella, verificando las carnes que antes había hecho suyas,
siendo preciso y minucioso en la mirada que daba. Cuando inyectó su azul
cobalto en los ojos arenosos de Akane interpretó bien, ella le estaba llamando
a voces silenciadas, pero la joven no lo quiso reconocer.
-Tienes un morro…- dijo sin remedio cambiando su postura, poniendo
sus manos en su cintura y soltando un resoplido.
La estaba poniendo nerviosa el cómo la miraba, supo que había sido
un error el ir a verle. Tenía muchas ganas de lanzarse a él y comérselo, era tan
guapo, y estaba tan bueno, y encima la seguía conquistando sin necesidad, pero
se reprimía todo aquello, tenían que arreglarse para ir a casa de Kiato. Ranma
rió de manera extraña, levantó una ceja levemente penetrando ahora con la
mirada a Akane. Levantó la mano y mostró un tres con sus dedos hacia ella,
luego la dejó caer. La joven frunció su rostro, no entendió de primeras.
-Dos- dijo él siguiendo la cuenta atrás.
La chica dio un pasó en dirección opuesta a su hombre, él de
momento no hacía nada, parecía más bien una estatua.
-Uno- sonó la varonil voz nuevamente.
Dejando pasar apenas tiempo gritó tensándose enteramente:
-¡Cero!- y fue a por ella sin inhibición alguna.
Ella, para cuando se quiso
dar cuenta del propósito y darse la vuelta para correr, estaba ya en sus
garras. Rió estrepitosamente cuando Ranma la agarró por la cintura. La besó de
forma melosa por la nuca y parte del cuello, la apretó para afianzarla.
-Mía- susurró en su oreja –Y mira que te he avisado…- en el mismo
tono abrasador.
Ella se rindió, sería inútil querer escapar, Ranma era mucho más
fuerte, rápido y tozudo. Pero sorprendiéndola, dejó de ejercer fuerza a su
alrededor, se quedó a su lado pero sin estar pegados. Akane se dio la vuelta
para mirarle, era rara aquella actitud, pensó que la quería para él y ahora la
soltaba. En cuanto se situó de frente a él su condena cayó como un rayo, el
joven se tiró a besarla enardecido, lleno de pasión, en llamas, cogiéndola por
las caderas metiéndolos a ambos hacia dentro, en el cuarto de baño. Había sido
una trampa, dedujo tarde ella sucumbiendo a los besos y las caricias feroces de
sus manos. Respondía de la misma forma. Ranma ganaba, había ganado desde el
principio, se sintió en éxtasis por la repentina subida de adrenalina. Akane reflexionaba
a veces si Ranma se tomaba los asaltos sexuales y subidas de tono como desafíos
de artes marciales, como luchas que debía vencer, parecía incluso que se
planeaba lo que haría, y el caso es que si así lo hacía, lograba su objetivo de
pleno. Ella respiró a contratiempo mientras él la empezaba a devorar. Consiguió
separarlos a ambos de golpe, hecho que dejó a Ranma con las manos vacías. Se
miraron y Akane pudo notar la atracción y ganas de él. Su hombrecito quería
enzarzarse otra vez en los pecados de su libido, quería infringir una vez más
su precioso y divino cuerpo.
-¡Mira Romeo, los ataques de lujuria para otro momento!-
respirando entrecortada, recuperándose falsamente ante la osadía de su hombre.
Él ya sólo pensó en convencer.
-Vamos Akane…- y se acercó para cogerla de una mano para ir
tirando de ella hacia la bañera, mirada en súplica.
Quería hacerla suya fuese como fuese habiendo ya abusado en la
tarde.
-Va, va, métete conmigo, va cariño…- y la pegó a él mientras ella
se dejara.
Volvió a hacer uso de sus besos para encenderla y llevarla con él
al camino de la perdición.
-Ranma noo…- intentaba ella decir cada vez que encontraba hueco
entre los labios de su depredador.
-Que te quiero Akane, y te quiero ahora, porfaaa, que estoy a tono…
Vamos, entrégate a mí…- murmuró lo suficientemente audible y creíble para que
la chica dejara de oponerse.
Reaccionó cediendo ante el que la pervertía. Abrazó el robusto
cuerpo y se dio rienda suelta para disfrutar los placeres reales e interiores
que colmaban por salir y ser expresados.
Al verla zambullirse en él, Ranma redujo su tensión y halagándola
imperceptiblemente, la fue susurrando complicidades y comentarios que la hacían
reír, volviéndose esclavo de nuevo, buscando complacerla a cada segundo.
Terminaron juntos en la bañera, bajo el agua de la ducha, ella mojándose las
prendas tempranamente y él obteniendo su objetivo.
Apoyada Akane contra la pared bajo merced de su gran compañero,
recibía besos deslizantes en agua de la boca entreabierta de Ranma. Sin poderse
evitar, comenzó otra excitante melodía de sonidos no permitidos.
-Te amo- oyó susurrar a Ranma subiendo de merodear sus senos en
una cascada inversa de caricias y besos mullidos en piel y tela.
Akane, que le escuchó, dejando que la experimentara sólo como él
sabía hacerlo contestó dándole una tarea:
-Vale, pero cierra la cortina que no quiero tener que limpiar esto
después…- entre suspiros, pero con la clara idea de que impediría que el baño
se convirtiera en una piscina.
Ranma obedeció, pero maldijo interiormente no entender a su mujer,
ahora que le decía que la amaba no le hacía ni caso… Pero así era la persona
con quien compartía su vida y de quien estaba eternamente enamorado, su Akane.
Terminando como empezaron aquella tarde, en el cuarto de baño,
Ranma y Akane repitieron su propia aventura sexual, dotándola de cariño, amor,
pasión, lujuria… convirtiéndola en otra bomba de relojería.
Uufff q intenso!!! Mucha pasión pero sobre todo amor!!! Excelente fic!!!
ResponderEliminarHermosa
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