CENICIENTA
TENDO
Érase una
vez, en un país muy lejano, vivía un rey. El rey y la reina tenían un hijo,
Ranma, que era muy gandul, pero apuesto, valiente y fuerte. Era un caballero.
Pero un día
sus padres decidieron que había llegado el momento de que se casara, condición
indispensable para heredar.
Pero el príncipe
Ranma no le interesaba casarse, lo único que hacía era luchar contra todos
los caballeros.
Pero el
rey y la reina habían hablado con una familia rica para emparejar a sus
hijos.
Los reyes
presentaron a Ranma y a Kodachi. Ella quedó prendada de él al instante, pero
él no podía ni verla. No era de su tipo.
Al día
siguiente le dieron un ultimátum al príncipe: o buscaba una mujer para
casarse y heredar o la buscarían ellos. Le daban de plazo un mes.
El príncipe
no sabía qué hacer, y decidió consultar con su mejor amigo, el caballero
Ryoga.
Hablaron
largo y tendido sobre el tema, pero no encontraban remedio.
Ranma salía
en secreto cada noche a visitar el pueblo, buscando alguna bella doncella. Y
un día la encontró. Era muy hermosa. Esos cabellos azulados, esos ojos café,
esa sonrisa angelical... le cautivaron. Aunque llevaba una ropa harapienta y
sucia, le pareció la mujer más bella del mundo. Decidió que aquella sería
su princesa.
Durante
una semana la observó para conocer sus costumbres. Se disfrazó de
trotamundos y habló con ella. Su voz era dulce y melodiosa.
Ella, al
principio, no sabía que era el príncipe, pero él se lo dijo al descubrir
que ella sentía lo mismo que él.
Ranma
ordenó a uno de sus vasallos que le mantuviera informado de todo lo que le
pasara a la joven.
El
consejero Happosai aconsejó al rey celebrar una fiesta en la que el príncipe
debería elegir a la futura princesa (aunque su verdadera intención era
reunir a todas als jóvenes del reino para su disfrute personal y para poder
aumentar su colección de ropa íntima).
Así fue
como se convocó la fiesta.
Las
invitaciones fueron llevadas a cada casa en la que había una joven en edad de
merecer.
En una de
las casas vivía Akane.
Akane era
la menor de las hijas de Soun Tendo. Soun había quedado viudo cuando Akane
era pequeña, y hacía unos años que había vuelto a casarse con la viuda
Kuno. Poco después, él murió de una enfermedad desconocida.
Esto hizo
que Kodachi, Ukyo y Shampoo se convirtieran en sus hermanastras.
Las
hermanastras le hacían trabajar todo el día como una esclava: Akane limpia
esto, Akane barre aquello, Akane friega allí...
Cuando
llegó la invitación todas se prepararon para conquistar al príncipe Ranma,
especialmente Kodachi, que no lo volvería a dejar escapar, aunque tuviera que
atarlo. Pero Akane no podía permitir que ninguna de esas 2 arpías intentara
seducir a su príncipe, aunque tampoco podía impedirlo puesto que no la dejarían
ir a la fiesta.
Las 2
hermanas se compraron uno hermosos vestidos para la fiesta, y le dejaron a
Akane unos harapos para hacerse un vestido.
Llegó la
noche de la fiesta, y Akane no pudo ir, ya que le habían dejado un montón de
tareas para hacer y, además, no tenía nada que ponerse.
Desconsolada,
se puso a llorar en el jardín.
De pronto
oyó una voz:
-
Akane ¿Qué te pasa? ¿Porqué lloras? –
le dijo una voz femenina.
Akane se
giró para ver quién le hablaba. Era una joven de cabello rojo com el fuego,
ojos azules y de una belleza cautivadora. Llevaba un vestido largo de color
rosáceo y el pelo suelto le llegaba hasta casi la cintura.
-
¿Quieres ir a la fiesta verdad? – le
preguntó.
-
¿Y tú cómo lo sabes? – le respondió
la harapienta muchacha.
-
Porque soy tu hada madrina. ¿Qué
necesitas para ir a la fiesta?
-
Pues un vestido. Pero solo tengo unos
harapos que me han dejado mis hermanas.
-
No te preocupes. Ponlo sobre la mesa y
apartarte – el hada movió su varita mágica y un espeso humo rodeó la
mesa. Al disiparse, un bonito vestido blanco yacía sobre la mesa.
-
Es precioso.
-
Pues póntelo ya o llegarás tarde.
-
Gracias, pero no puedo ir andando a la
fiesta.
-
No te preocupes. Un carruaje te está
esperando en la puerta para llevarte al castillo.
-
¿Cómo puedo agradecerte lo que haces por
mí?
-
Sé feliz con el hombre que elijas. Pero
procura elegir bien. Me han dicho que el príncipe busca princesa ¿Es eso lo
que quieres?
-
Sí. El príncipe y yo nos amamos en
secreto.
-
Pues ve por él.
Después,
el hada desapareció en una cortina de humo.
Una hora
después Akane llegaba con el carruaje al castillo.
Todo el
palacio quedó enmudecido al contemplar la belleza de la joven que acababa de
entrar.
Esta debía
acercarse al príncipe disimuladamente, puesto que nadie sabía que se conocían.
El príncipe,
al verla, dejó a los invitados con los que estaba y se dirigió a ella.
Era aún más
bonita de lo que jamás había imaginado. Parecía un ángel bajado del cielo.
Corrió
raudo y veloz hacia ella y se abrazaron.
Los reyes
se alegraron al ver que su hijo se había decidido y ordenaron que sonase la música.
La pareja
empezó a bailar dejando boquiabiertos a los invitados.
Las más
rabiosas fueron Kodachi, Ukyo y Shampoo. Habían intentado seducir al príncipe
toda la noche sin éxito.
Más
tarde, el príncipe presentó Akane a sus padres, y les dijo que era la
elegida para ser la futura princesa.
Los reyes
aceptaron muy felices y lo proclamaron a los 4 vientos.
Ranma llevó
a la futura princesa a sus habitaciones.
-
¿No me dijiste que no podrías venir? –
le preguntó él.
-
Sí, pero... no te lo creerás. Apareció
un hada y transformó mis harapos en este vestido y me dio un carruaje. Mira,
hasta me dejó unos zapatos de cristal.
-
Cuanto me alegro. Pero es increíble. Yo no
creo en hadas.
-
Ni yo. Hasta hoy. Y ahora ¿Qué vamos a
hacer? ¿Me quedó ya en el castillo?
-
No. Mis padres son muy chapados a la
antigua. Hasta que no se celebre la boda no podrás venir a vivir aquí.
-
¿Y si les explicamos cómo me tratan allí
no me dejarían quedar?
-
No creo. Aunque podemos intentarlo.
Fueron a
proponérselo a los reyes, pero esto se negaron.
-
Sólo podría quedarse si esuviera... en
cinta.
-
¿En cinta? ¿Y eso qué es, padre?
-
No seas tonto hijo, quiere decir
embarazada.
Los 2 jóvenes
se miraron. No lo tenían previsto, pero a ambos les atravesó la idea.
Volvieron a los aposentos del príncipe.
-
Ya lo has oído. No habrá manera.
-
Sí que la hay – dijo con una sonrisa pícara
mientras se acercaba al príncipe para besarle.
Un rato
después, la fiesta terminó. Akane despertó sobresaltada. Recordó que tenía
que volver a casa o los reyes se enterarían y sus hermanas también.
-
Ranma, despierta. Tengo que irme.
El joven
la abrazó de nuevo y la besó.
-
Ranma se hace tarde. Nos van a descubrir.
Akane se
vistió y salió por un pasadizo secreto que sólo conocía el príncipe. Se
subió al carruaje y salió hacia casa.
Unas horas
después, los reyes llamaron a su hijo.
-
Ranma, lo hemos pensado mejor y hemos
decidido que la futura princesa no puede vivir en esas condiciones, así que
saldrás de inmediato en su busca. ¿dónde vive? ¿Cómo se llama?
-
No sé dónde vive, padre, sólo se llama
Akane. – dijo el príncipe. No podía revelar que hacía semanas que la
conocía, ni que bajaba al pueblo de noche.
-
Muy bien. Entonces buscaremos casa por casa
hasta dar con ella. ¿la reconocerás sin aquel hermoso vestido?
-
No padre. No puedo saber cómo era ese ángel
sin arreglar.
-
¿Qué clase de hijo tonto eres? No sabes dónde
vive, ni la reconocerías si la vieras con otra ropa. No sé qué decirte.
-
Padre, acabo de recordar esto – y sacó
uno de los zapatos de cristal de Akane – esto nos servirá para encontrarla.
-
Bien hijo, entonces ve y prueba ese zapato
en todas las jóvenes que asistieron a la fiesta.
Unas horas
después, Ranma salía del castillo con un carruaje, en dirección al pueblo.
Sabía
perfectamente dónde buscarla, pero debía disimular ante los cortesanos que
le acompañaban. Aún así decidió empezar la búsqueda por la casa más
cercana a la de su amada.
Después
de 2 horas de probar el zapato de cristal, llegaron a la casa de Akane.
Las
hermanas se probaron el zapato, pero a ninguna le entraba. Las malvadas
hermanastras no dijeron a Akane que venía el príncipe, sobretodo porque ella
no había ido a la fiesta (o eso creían ellas).
Pero Ranma
preguntó por ella. Dijo que sabía que vivía allí, que sus hombres la habían
visto.
Entonces
entró en la sala Akane.
Ranma y
ella se miraron. Era evidente lo que pasaba. Las hermanas no daban crédito.
Ranma le
probó el zapato de cristal y ella enseñó el otro que tenía.
Así se
fueron al palacio.
Tres meses
después se casaron, y seis meses después la felicidad de los reyes se hizo aún
mayor con el alumbramiento de los gemelos.
Echando
cuentas descubrieron que se casó embarazada y la pareja les explicó lo que
sucedió la noche de la fiesta.
La
historia acabaría aquí, de no ser porque, un día, Akane encontró una
peluca roja y un vestido en la habitación del príncipe.
-
Ranmaaaaa ¿Qué significa esto? ¿ha
estado alguna mujer aquí?
-
No, Akane, sabes que tú eres mi única
princesa.
-
Entonces, ¿qué haces este vestido aquí?
-
Verás es una historia muy larga.
-
Tenemos tiempo. Empieza.
-
Pues, esto... resulta que... ¿recuerdas lo
del hada?
-
Sí ¿Pero a que viene eso ahora?
-
Ya te dije que yo no creía en hadas.
Porque no existen. El hada era yo.
-
¿Qué?
-
Verás, cuando me dijiste que no podías ir
a la fiesta estuve pensando una manera de ayudarte, y una amiga me dio la
idea. Así que me puse el vestido y al peluca y fui a verte.
-
¿Y cómo sabías que estaba sola?
-
Uno de mis guardias te vigilaba para
tenerme informado.
-
¿Me estuviste espiando?
-
Bueno, es una forma de decirlo. ¿Te has
enfadado?
-
Debería estarlo. Pero como lo hiciste para
ayudarme... te lo perdono. Además, te imagino con mi ropa interior y no puedo
enfadarme. Sólo me dan ganas de reír.
-
¿Ah sí? Pues ven aquí, que te voy a enseñar
a reírte de tu rey.
Y se
abalanzó sobre Akane haciéndole cosquillas. Después empezó a besarla.
Nueve
meses después nacieron otros dos gemelos.
Y colorín
colorado, este cuento se ha acabado.
¿Os ha
gustado? Estoy escribiendo la contrapartida de esta historia, es decir, la
princesa Akane y Ceniciento.
Dedicado a
Ori, Noe, Rakane, Paola, Ofelia, Dulce y a todo el ML.
También a
Slayer, Arashi y todos los del ML.
UN SALUDO
JORDI
jordi2c@latinmail.com
jocali@3xl.net
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