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domingo, 4 de mayo de 2014

El observador (Ane)

EL OBSERVADOR
-         Lugh y la piedra Whermella


Humanos y dioses... Una relación a ser observada, sin duda. Siempre me encantó ver como se portaban el uno con el otro... Unas veces con respecto y admiración y otras con desprecio y repudio. En todos los siglos que tengo observando, muchas historias podría contar sobre ellos. Yo aprendo con ellas y podría transmitirlas a los demás para que no cometiesen los mismos errores. Pero los humanos son tontos. Además, ese no es mi trabajo... Pero me gusta contar una que otra historia cuando hay alguien para escucharla.
Más o menos en el año 700 D.C., en las tierras de Erinn, un hombre recibió una gran lección de los dioses. Su nombre es Lugh, hijo de Gunnar, el ladrón...


***************


_ Por todos los dioses... ¡Ya me aburrí de esto! – gruñía un chico rubio mientras caminaba por los pasadizos del castillo – Yo estaba tranquilo, cuidando de mi vida, pero esa maldita piedra tenia que empezar a brillar. “El llamado de mi Diosa” – exclamó estirando las manos al alto – ¿Mi diosa? ¡JÁ! Mi dueña... – el chico recordó a la joven y hermosa mujer de cabellera dorada como el sol y ojos verdes y profundos. ¿Como tanta belleza podía guardar también tamaña astucia y crueldad?.
En otra parte del castillo se escuchaba la conversación de dos jóvenes dioses.
_ ¿Estas seguro Frey? - insistía la joven rubia.
_ Pues si - contestó bastante molesto el hombre mientras se levantaba rápidamente y chasqueaba sus dedos haciendo aparecer sobre su traje una lujosa capa, una espada con su vaina en su cintura adornada con exquisitas gemas y parte de una armadura la cual brillaba como el oro.
_ ¿Y por que esa actitud conmigo? - insistía la hermosa joven
_ Disculpa es que tengo cosas que hacer...
_ ¿Y a donde vas se puede saber?
_ Ya lo sabrás mi querida, ya lo sabrás - En eso el joven hombre haciendo un gesto de despedida cruzó la puerta.
_ Es claro que si hermanito... Y más rápido de lo que imaginas... – Sonrió la joven satisfecha. En eso un ruido a su espalda la hizo voltearse – Al fin llegas Lugh. Estás atrasado. Tengo un nuevo trabajo para ti. Frey acaba de salir, síguelo, pero que no te vea. Descubre lo que esta tramando – con un gracioso gesto la diosa tocó la piedra en el pecho del joven, la cual ahora tenia una coloración roja como la sangre – ¿Mi tonto hermano cree realmente que yo no percibo cuando tiene algo entre las manos? Demasiado ingenuo… ¿No crees? Vete, y mándame información lo más pronto posible – y con otro gesto de su mano le indicó la retirada al joven rubio que salió apurado en busca de Frey.
_ ¡¡¡¡Maldición!!!! Ahora soy un espía – gruñó el joven para si, al mismo tiempo que seguía su blanco – Frey esta demasiado contento, y como dice su hermana, con certeza trama algo. Ahora… ¿Porque YO tengo que estar metido en eso? Uffffffff los dioses y sus líos. ¿A quien le importa? – sus pensamientos fueron interrumpidos cuando el dios llegó al tercero piso del castillo y entró en una habitación. – Bien... Las cosas se ponen más complicadas. No puedo entrar. Pero siempre hay una solución y no fui uno de los mayores ladrones de mi época si no consiguiera invadir cualquier sitio que me diera la gana – y poniendo en acción sus palabras el chico entró en la habitación contigua a la que entrara Frey y mirando por el balcón percibió que un joven con trenza abría la ventana.
_ Genial. Camino libre ahora – y saltando del balcón consiguió apoyarse, no muy cómodo, en una saliente bajo la gran ventana. Escuchó el ruido de una pelea. ¿El dios estaría castigando a aquel joven? Se posicionó para escuchar mejor lo que pasaba adentro.
_ Ahora veremos si eres tan rápido como dices... Prueba el UNISEN-KEN
Silencio... ¿Y ahora que pasa? ¿Porque tan callados? – pero en ese mismo instante el joven Lugh escuchó las risas del dios y el sonido de ¿aplausos?
_ Jajajaja... Bravo, bravo, has escondido tu presencia perfectamente... No solo estoy conforme contigo, ¡Estoy mas que satisfecho! Pero aún no puedes esconderte de mi
Escuchó el ruido de un golpe seco – Auch... eso debio doler... pobre chico... – Pero ahora hablaban demasiado bajo para que Lugh pudiera comprender sus palabras. Resolvió acercarse más a la ventana, su diosa le había ordenado que descubriese lo que pasaba y eso es lo que haría.
_ Tú... Tú eres el tipo que... hizo el pacto... con mi...
_ Así es, yo soy el que hizo el pacto con tu padre y ahora tu alma me pertenece, pero como aun no es tiempo de tu muerte pensé en quedarme también con tu vida, puede ser más conveniente para mis planes...
Las palabras de Frey penetraron en la mente de Lugh como una daga, haciéndole expresar una muñeca de dolor – Eso me trae recuerdos... – pensó triste.


**********


Ethlinn lloraba mientras sujetaba firmemente su mano. Lugh ya sentía que la vida abandonaba su cuerpo, sentía el veneno corriendo en sus venas. Iba a morir, de eso tenía certeza. Un sentimiento de pena le dominó. Tan poco tiempo con Ethlinn, para cuidarla, amarla, protegerla. Eso parecía tan injusto. Fue por ella que decidió abandonar su vida anterior. Su pureza, su dulzura, su amor lo hicieran desistir de su “carrera” de ladrón, y eso que tenía el mejor de los maestros: Su padre.
Gunnar era el ladrón más famoso y temido por todo Erinn. No había sitio que no pudiera invadir o tesoro que desease que no consiguiera robar. Dominaba el uso de las dagas con tal destreza que no necesitaba de una espada para defenderse. Y todo eso se lo había transmitido a Lugh. Por cierto que no era tan bueno como su padre, pero era solo una cuestión de tiempo y entrenamiento. Él también sería un gran ladrón y su padre sentiría mucho orgullo de él.
Entonces conoció Ethlinn. La chica tenía largo pelo castaño y ojos del mismo color, penetrantes, brillantes y llenos de una alegría que contagiaba. Su sonrisa era cautivante y en poco tiempo Lugh estaba completamente enamorado de ella. Deseaba con todas sus fuerzas que ella fuera suya pero también sabia que para eso debería de cambiar de vida. No ser más un ladrón, pues deseaba que ella estuviera orgullosa de él y sabía que ella jamás se sentiría orgullosa de un ladrón.
No es necesario decir que su padre no reaccionó muy bien con la noticia... Tan fuerte y violenta fue su reacción que el joven resolvió huir en la noche, llevando consigo su hermano menor Armegin, para que no recayese sobre él el deber de convertirse en un ladró. Le daría la oportunidad de tener una vida decente con él y Ethlinn.
Y por unos pocos meses fue feliz al lado de su linda esposa y de su hermano. Vivian tranquilamente en la Colina de Tara, donde creía que no serian encontrados. Fueron los mejores meses de su vida, pero un día escuchó el grito de su esposa y corrió en su búsqueda encontrándose con lo que más temía. Su padre los había encontrado.
Era obvio que él no había dejado de buscarles un solo día, el rencor de haber sido traicionado por su hijo prendió una llama que clamaba venganza contra la causante de todo su dolor: Esa maldita bruja que había hechizado a su hijo debía morir y ellos regresarían con su padre y todo seria como antes. Y ahora la víbora estaba delante de él y Gunnar no perdería esa oportunidad. La mataría. Una sonrisa cruel cruzó su rostro y lentamente sacó una de sus dagas...
El golpe fue rápido y certero pero algo estaba mal. Para desesperación de Gunnar, entre él y la bruja, estaba su hijo Lugh, que interponiéndose entre ellos, tenia la daga clavada en su pecho, cerca del corazón y su daga tenia un fuerte veneno que solo se atrevía a usar con los peores y más fuertes enemigos para asegurarse la victoria. Gunnar sintió perder sus fuerzas mientras miraba una de las escenas más aterrorizantes de su vida: Su hijo perdiendo la vida por obra de sus propias manos.  Quería gritar, pero no conseguía emitir ni un sonido. Solo miraba en shock como la mujer sostenía el cuerpo inerte de su hijo que palidecía más y más.
Y ella lloraba.
Ethlinn amaba con desesperación a aquel hombre. Él era su vida, su amor, su todo. Y ahora estaba en sus brazos sangrando y ella no podía hacer nada para ayudarlo. Por su mente pasaban las imágenes de ese hombre cortejándola, con sus palabras dulces y sus gestos cariñosos. Tenía la certeza que se enamoró de él desde el primer momento en que le vio y sabia en lo más intimo de su ser que sería aquel joven quien la haría la más feliz de las mujeres. Una noche, él apareció nervioso en su casa, diciendo que la amaba y que quería casarse con ella pero que para eso tenían que huir esa misma noche. Ella no dudó ni por un segundo, buscó las pocas pertenencias que tenía y se fue a una nueva vida con Lugh y su hermano. Ellos vivían felices en una pequeña cabaña en Tara. Pero su felicidad duró solo unos cuantos meses. Su marido, el gran amor de su vida, estaba muriendo en sus brazos. Y mientras sus lágrimas corrían por su rostro, ella clamaba por ayuda a los dioses.
_ Si hay algún dios que se interese por la vida de los mortales, yo le suplico que me escuche – dijo entre sollozos – Si quieren que yo crea que hay misericordia en la morada de los dioses, yo ruego que al menos uno atienda mi pedido.
En ese momento un gran resplandor envolvió a todos y una linda joven rubia surgió como magia delante ellos. Sin duda era una diosa. Ella se aproximó a la pareja y tocó levemente la cabeza de la joven haciéndole una suave caricia en el pelo.
_ ¡Yo te escuche mi niña! Y puedo atender tu pedido, pero te advierto que hay un precio a pagar...
_ ¡Cualquier cosa que quieras Señora! Solo te suplico que no lo dejes morir.
Los ojos de la diosa brillaron por unos momentos y con una sonrisa ella hizo una pequeña invocación haciendo que surgiera en el pecho de Lugh una piedra roja con un brillo intenso al mismo tiempo que la herida producida por la daga sanaba bajo la misma invocación mágica. El joven abrió sus ojos confuso. Miraba el rostro de su amada Ethlinn y de la diosa completamente confundido. ¿No iba morir?
_ ¡Esta hecho mi niña! Y como pediste, el joven ya no va a más a morir. Esa piedra en su pecho se llama Wermhella y va a mantenerlo con vida su vida hasta que él encuentre una manera de curarse. 
_ No comprendo mi Señora...
_ Ese es el precio mi pequeña, él joven no esta muerto, pero tampoco hay vida en él. Su cuerpo esta preso en el instante exacto del pasaje de la vida a la muerte.
Los jóvenes la miraban incrédulos a la diosa que ahora desvió su atención hacia el causante de ese desastre.
_ Tú, aquel a quien llaman Gunnar y que te vanaglorias de tus proezas. Tus actos son considerados horrendos por los dioses pues debido a tus acciones tu hijo encontró la muerte. Por eso yo te condeno a vagar por el mundo sin los recuerdos de tu vida, todo tu pasado será borrado de tu memoria permaneciendo en ti solamente la conciencia de que un día fuiste grande pero que ahora eres nada – y tocando la frente de Gunnar, en su piel apareció un símbolo como marcado en fuego, causándole una gran dolor. La diosa seguía hablando - Y no habrá misericordia para ti pues ahora llevas en tu frente la señal de los olvidados por los dioses. Vete de mi presencia – con los ojos apagados y sin cualquier expresión en su rostro, aquel que otrora era conocido como  Gunnar, el ladrón, partió a su viaje sin destino.
Mientras eso, Lugh hacia uno gran esfuerzo para entender lo que le pasaba, no estaba muerto, sin embargo no estaba vivo. Era algo confuso.
_ Percibo que aún no entiendes tu nueva situación mi joven. – la diosa extendió su mano hasta tocar el rostro de Lugh - ¡Hice un pacto con tu esposa y ahora tu alma me pertenece!


**********


Lugh despertó de esa ensoñación en que había calido por las palabras de Frey. – Malditos dioses – dijo bajito para si mismo. Pero el silencio en la habitación que debía de estar vigilando demostró que algo había pasado. Se levantó lo suficiente para poder mirar por la ventana. La habitación estaba vacía. – Rayos. Freya se va a molestar. Pero al menos tengo algo para contarte. Parece que Frey tiene un nuevo juguete... – y subiendo por la ventana, salió de la habitación para encontrarse con su señora.


Los días pasaban tranquilamente y la nueva misión de Lugh era descubrir todo sobre ese protegido de Frey, que según sus investigaciones se llamaba Ranma, debiendo seguirle a todo y cualquier sitio, auxiliándole en sus intentos inclusive, pero debiendo interferir lo mínimo posible para no ser descubierto. Freya quería saber cual era el propósito de Frey con ese rapaz.
Lo que desde luego se podía constatar era que ese chico era muy fuerte, bastante imprudente, pero realmente muy fuerte, como se pudo ver en la pelea que tuvo con varios soldados y con el poderoso Belenus. Su agilidad era extraordinaria y sorprendió a todos cuando recibió la katana Dragón de las propias manos del capitán de los Dragones Rojos.
Ahora era el pupilo de Belenus y entrenaban continuamente en el jardín trasero de la casa de Frey. Ese día no seria distinto, Lugh, desde su escondite, miraba sin mucha atención la nueva sesión de entrenamiento.
_ ¿Eso es todo lo que tienes Ranma? - preguntaba Belenus en un tono burlón - Si sigues peleando así, no se como sobrevivirás otra semana mas en Asgard.
El rapaz parecía agotado, así apoyado en su katana dragón, parecía incapaz de poder vencer la defensa de Belenus. Pero sacando nuevas fuerzas empuñó nuevamente su espada y se arrojó al ataque dando un rápido corte horizontal el cual Belenus desvió con su espada.
_ Vaya estuvo cerca, no esta mal para ser un niño.

_ “Un niño...” – pensó Lugh


**********


_ ¡Lugh! ¡Mira eso! – gritaba Armegin contento – ¡Voy a atinarle a la manzana con la daga desde aquí! – su hermano menor siempre se sentía orgullo de la habilidad que tenían su hermano mayor y su padre con las dagas y ya no podía esperar por tener clases del uso de esa arma. Por ahora, solo jugaba, fingiendo estar bajo un riguroso entrenamiento, con sus ojos brillantes y sus pequeñas manos imitando los movimientos de Lugh...



Aún recordaba mucho a su hermano, lo extrañaba. Hacia siglos que había muerto. Así como Ethlinn y todos los demás que conociera. Esa maldita piedra Wermhella lo mantenía en ese estado de vivo/muerto y lo había transformado prácticamente en un inmortal. Ver el tiempo pasar mientras sus personas queridas envejecían y morían fue una experiencia muy dolorosa y desde entonces se quedó más en Asgard que en Midgard. Solo por mandato de su señora iba a Midgard y regresar a su hogar siempre le traía tristes recuerdos.
_ “¡Maldición!” – se había distraído y ahora Ranma y Belenus ya no entrenaban. Buscó apresuradamente a los dos y los encontró charlando bajo un árbol. – “Allá están” – suspiró aliviado. Tenía que poner más atención a lo que estaba haciendo. Últimamente se descuidaba de su misión. Notó que el hada Millia corría hasta donde estaban ambos.
_ Amo Belenus... Amo Ranma... – el hada se veía nerviosa - El amo Frey los llama urgente, dice que es una emergencia.
Rápidamente los dos hombres siguieron a Millia.
_ ¿Qué pasó Millia?, ¿Que es tan urgente?
_ No lo se amo Ranma, pero el amo Frey me dijo que era algo relacionado con el mundo de los mortales, dijo algo de Nerima...
_ ¿Nerima?... ¡Akane!... – Lugh miró que los tres corrieron rápidamente en dirección a la casa y desde su escondite buscó un lugar desde donde pudiese descubrir lo que estaba por pasar.  Por una ventana Lugh pudo ver el gran salón central de la casa de Lord Frey. Estaba oscuro, la única luz del salón venia de una fuente de agua en el centro del salón. Los tres hombres estaban alrededor de ella. Frey, acercándose a la fuente, extendió su mano por encima de la agua mientras decía...
_ Este es el espejo de agua, bueno una réplica del original que tiene Lord Odin, aunque no tiene el mismo poder es capaz de mostrarnos lo que sucede en el mundo de los mortales.
_ Lord Frey usted nos mando a buscar diciendo que algo malo ocurría en Midgard – preguntó Belenus.
_ Así es Belenus, observa – Frey hace un nuevo movimiento encima del espejo y mientras tanto Ranma se acerca a Belenus.
_ Belenus... ¿Qué es Midgard? – preguntó Ranma.
_ Es como se le llama al mundo de los mortales – contestó en un susurro. Lugh observaba todo atentamente. Pasaba algo en Midgard y parecía que envolvía al joven Ranma. Un nuevo destello en el espejo de agua hizo que Ranma se acercase rápidamente. La expresión en el rostro del joven de trenza era de desesperación. Lugh se puso receloso.
_ ¡No!...¡MALDICIÓN NO PUEDE SER!
_ Ese es nuestro problema - dijo Lord Frey.


**********


Ahora Lugh estaba delante de la dama Freya, narrándole todo que había presenciado desde la llegada del joven Ranma a Asgard. La diosa escuchaba atentamente haciendo una que otra pregunta sobre algún detalle, unas veces sonriendo y otras frunciendo la frente.
_ Bastante interesante mi joven Lugh... Yo sabía que Frey se tenía algo entre las manos. ¿Por qué ese chico está en Asgard? ¿Qué tiene él de especial? Tienes que descubrir eso Lugh. Y también lo que pasa en Midgard. Si él va a regresar allá tú también tienes que ir. Prepárate para el viaje entonces mi joven. Y tráeme buenas noticias. – Y con un ademán despidió a Lugh, que rápidamente se puso en marcha a hacer los preparativos para su misión.
_ “A Midgard... por todos los dioses, yo no quería regresar allá. ¿Será que Freya no entiende lo que me pasa? ¿O entiende y no le importa? Me pregunto cuanto es que en verdad se interesa por los humanos...” – el chico llegó a su habitación y rápidamente reunió lo necesario para quedarse en Midgard, al menos hasta que su señora lo llamase de nuevo. – “Una condición más para el uso de esta piedra maldita... puedo quedarme en Midgard mientras la diosa lo permita. Cuando me necesita, me llama, la piedra se pone blanca y después... Regreso automático a Asgard.” – Miró la piedra en su pecho – No eres una bendición... al contrario... ¡Haría cualquier cosa para sacarte de allí! – le dijo a su reflejo en el espejo – Definitivamente hay que tener cuidado con lo que se pide a los dioses... ellos tienen un raro sentido del humor... Si Ethlinn hubiera imaginado lo que me esperaba, no hubiera clamado a los dioses – suspiró profundamente y se fue a buscar Ranma. Aún le quedaba descubrir a que sitio de Midgard debería ir, y él sabía bien quien podía darle esa información.
Caminó hasta la casa de Frey y encontró en el jardín a la chica de larga cabellera plateada y alas translucidas que se movían graciosamente manteniendo a la linda hada a unos pocos centímetros de suelo.
_ Hola Millia – exclamó alegremente.
_ ¡Lugh! ¡Hace mucho que no te veo por aquí! ¿Cómo estás? ¿Tu señora necesita algo?
_ Mi señora está bien. Yo fui quien decidió disfrutar del poco tiempo de descanso que tengo lejos de su casa. Sabes como ella es... si me mira siempre tiene algo que ordenarme. – guiñó el ojo a la joven haciéndola reír con gusto. – Además, escuche que aquí en la casa de Frey hay un nuevo guerrero de gran valor y destreza. ¿Es cierto?
_ Sip, lo es. Se llama Ranma y ha demostrado gran fuerza. Mi señor esta muy satisfecho con él.
_ ¡Ahhhhhh! Ya veo. ¿Y donde esta ese admirable guerrero para que yo pueda conocerlo?
_ Se fue en una misión, a Midgard. Su hogar esta siendo atacado... y él teme por su familia que está allá.
_ Vaya, que mal eso. Pero si es tan poderoso como escuché, entonces va a conseguir salvar a todos en... ¿Como dijiste que se llama su hogar?
_ Nerima.
_ Eso, ¡¡¡Seguro salvara no solo a su familia sino a todos los habitantes de Nerima!!!
_ Ojalá sea así mi querido amigo.
_ Bueno, mi preciosa hada, me temo que mi señora ya debe de estar en mi busca. Tengo que regresar a casa – e inclinándose en dirección de Millia, se despidió y partió.
_ “Mas fácil de lo que pensé” – el chico sonrió triunfalmente – “¡A Nerima entonces!” – y como por arte de magia Lugh desapareció en el aire.


_ Rayos – gimió Lugh – Nadie me dijo que Nerima sería así de grande. ¿Cómo voy encontrar a Ranma? – En ese mismo instante el joven pudo mirar una tremenda cantidad de energía que salía disparada hacia el cielo – Yap... parece que ya se donde están. Y echó a correr en dirección de lo que parecía ser un gran ataque de energía y en pocos instantes se encontraba en el frontis de la escuela Furinkan.
Llegó justo a tiempo de presenciar a una gran pelea entre Ranma y un gran demonio. Ellos luchaban a gran velocidad y con enorme furia mientras el capitán Belenus apenas miraba desde un extremo. Lugh entrecerró sus ojos, el capitán parecía tener algo en la mano. Era brillante pero pequeño... no conseguía identificar lo que era. Se concentró de nuevo en la pelea. Ranma cruzó como un rayo por delante del demonio dando un golpe vertical en todo el pecho del demonio haciendo con su armadura se partiese en varios pedazos al mismo tiempo que el monstruo lanzaba un gemido de dolor.
Terminando el golpe, Ranma cayó de pie dando espectaculares giros en el aire mientras el demonio caía inerte en el suelo dejando un pequeño cráter en aquel sitio.
_ Estuvo más difícil de lo que pensé – dijo Ranma.
_ JAJAJAJAJAJA – la risa tétrica de la criatura se hizo escuchar y un Lugh muy sorprendido vio la bestia levantarse con dificultad, mientras que trozos de su armadura destrozada caían a su alrededor
_ Al fin lo entendí... el mortal del cual me advirtieron no era él – el demonio miró de reojo a uno chico con una bandana amarilla inconsciente en el suelo.
_ ¡Eras TU!  - Reía la bestia confiadamente - No eres un einjergar....¡ERES UN MALDITO MORTAL! ... si... ya puedo sentir tu esencia!
_ “¿UN MORTAL?” – los ojos de Lugh se abrieran como platos. ¿Desde cuando Frey reclutaba mortales para sus servicios? – “un mortal...” – repitió el joven mientras nuevos recuerdos invadían su mente.


**********


_ ¿¿¿INMORTAL??? ¿Esta diciendo que ahora no voy morir jamás? – Lugh estaba en shock. Esa nueva información le había cogido por sorpresa.
_ ¡No mi pequeño! Aún podrías morir... algún día. Yo dije desde un principio que tendrías que pagar un precio por mi ayuda. Yo impedí tu muerte regalándote esa joya que llevas en el pecho. La Piedra Wermhella te impedirá de morir, pero en tu cuerpo aún hay el veneno de la daga, pero no existe en Midgard una medicina capaz de curarte, por ahora…
_ Entonces voy quedarme con esa piedra...
_ ¡Hasta el día en que encuentres una cura! Entonces, mientras estés en Midgard busca esa medicina que te puede traer la condición de mortal de nuevo.


**********


_ “¡Por todos los dioses! Yo no paré ni un día siquiera de buscar esa maldita medicina que me permitiría finalmente morir en paz y encontrar a Ethlinn y Armegin. Y Freya nunca me dejó en Midgard el tiempo suficiente para encontrar la cura. Una misión detrás de otra, sin descanso y casi sin tiempo para mi familia.” – sus ojos se ensombrecieron – “Mi familia... ¡como los extraño! Como extraño a Ethlinn... como la amaba, creo que aún la amo. Y ella sufría imaginando que la dejaría de querer por estar envejeciendo. Pero nunca deje de quererla, disfruté cada momento a su lado, el poco tiempo que mi señora permitía quedarme con ella, hasta su muerte. Ella tenía 87 años entonces... y sus brillantes ojos aún me cautivaban. Ella estaba enferma ya varios días y Armegin cuidaba de ella, era como un hijo para Ethlinn. Tuve la bendición de conseguir despedirme de ella, sosteniendo su frágil y arrugada mano y mirándole con toda la adoración que tenía por ella.
Y ella sonreía.
_ Mi amor – susurró ella – en toda mi vida nunca amé tanto a alguien. Estoy feliz de que estés a mi lado en el momento de mi partida de esta vida. – Ethlinn con una mano trémula acarició mi rostro – Nunca comprendí porque te quedaste conmigo por todo ese tiempo, cuando la juventud y vitalidad me abandonaran... cuando me quedé vieja demás hasta para caminar a tu lado... – su voz tembló y una pequeña lágrima cayó por su mejilla – permaneciste joven mientras yo me hacía vieja... ¿Porque permaneciste conmigo Lugh?
_ ¡Porque te amo Ethlinn! Siempre te ame, siempre te amare.
_ Nunca me olvides... – dijo en un último susurró.
Y yo lloré.
Perdí a la persona que más amaba en el mundo, el dolor fue tan fuerte que pensé que el poder de la piedra no conseguiría mantenerme vivo. Pero ese fue solo el inicio de mis perdidas... una a una, vi morir a las personas que conocí en la vida. Vi mi hermano partir en una batalla y nunca más regresar. Algunos años después descubrí que había muerto en combate...
Pero yo ya no tenía más lagrimas.
Él era afortunado, tuvo una vida y una muerte dignas. No era un esclavo de los dioses...


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-¡NOOOOOOOOOO! - el grito del demonio lo hizo regresar sus pensamientos a la batalla de nuevo. Ranma tenía su katana clavada en el pecho del monstruo.
_ ...¿Por qué?...- murmuro Ceniza, haciendo que Ranma le sonriese de una manera fría.
_ ...te puedo perdonar el que quieras matar a mis amigos, el que quieras destruir mi hogar...mi mundo, aun te puedo perdonar el que quisieras acabar con mi vida y mi alma... ¡PERO JAMÁS TE PERDONARE EL QUE LASTIMARAS A AKANE!
Y con ese último grito Ranma presionó su katana haciendo que atravesara el pecho del demonio haciéndole gritar de dolor, y apartándose del demonio con un pequeño salto hacia atrás, cruzó sus brazos por el frente de su pecho y en un rápido movimiento los estiró en dirección del moribundo Ceniza con un grito
_ ¡HURACÁN DEL TIGRE! – y una inmensa esfera de energía que salió de las manos de Ranma produjo una poderosa explosión que liquidó el cuerpo del demonio.
_ “GUAU! ¡Ese chico es muy poderoso! ¡Ya veo porque fue el elegido de Lord Frey!” – pensó Lugh mientras miraba como la esfera de luz que estaba con Belenus  salía volando haciendo que los dos guerreros la siguiesen. – “Sea lo que sea esa esfera de luz, parece importante. Mejor los sigo.” – Y en pocos minutos Lugh pudo ver como esa pequeña esfera entraba en una ventana de una gran casa. – “Dojo Tendo” – murmuró Lugh mirando el cartel en la portada. Pero los guerreros no entraron allí, se quedaron en el tejado de una casa vecina, lo cual le causó extrañeza al joven Lugh. ¿Porque no entraban en la casa? Los vio preparándose para regresar a Asgard y decidió que seria una buena idea quedarse un poco más en ese Dojo Tendo...


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_ ¡Y eso es todo mi señora!
_ ¿Akane dijiste? Debemos descubrir más sobre esa chica y cual es su papel en esta historia... A decir verdad, ¡Yo misma voy a verificar eso! Tú permanece en Asgard y vigila de cerca de ese joven Ranma. Aún estoy sorprendida de que un mortal tenga tanto poder, hay que descubrir todo respecto a él Lugh. Te llamaré a mi regreso – y diciendo eso, la diosa desapareció delante del joven Lugh.
_ Seguir vigilando... ¡¡¡Esto ya se está poniendo aburrido!!! – gruñó mientras salía de la casa.


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Lugh se acercaba al cuartel de los Dragones Rojos pues seguro que el joven Ranma estaría allí ya que ahora andaba con Belenus y desde lejos se podía escuchar el escándalo que provenía del gran edificio.
_ Es la hora de la comida – dijo despreocupadamente – Mejor... así me será más sencillo pasar desapercibido – sonrió para si mismo satisfecho, acomodándose en una gran ventana del salón. Por cierto, todos los hombres que estaban allí, gritaban, reían y discutían haciendo gran ruido. ¿¿¿ESOS eran los grandes Dragones Rojos????
Era simplemente asombroso imaginar a esos glotones agitadores como valerosos soldados. Y no pasó mucho tiempo para que se armase uno lío. Lugh miró perplejo como una valkiria golpeaba a uno de los soldados con una bandeja mandándole al otro lado del salón haciendo que todos se burlasen del pobre. – “¿¿Uno de los suyos es atacados y así reaccionan?? Son locos... ¡Todos locos!” – Aún más asombrado se quedó cuando otro soldado caía desmayado resultado de un plato en medio la cara. En pocos segundos una gran confusión se armó en todo el salón. Todos empezaron a luchar entre sí haciendo que los platos y botellas volasen por encima de todos, una verdadera guerra. – Definitivamente son locos... – gimió Lugh balanceando su cabeza en señal de desaprobación. En ese instante una de las botellas se rompió en el aire mojando completamente a Ranma transformándole en una linda chica pelirroja. Todos los soldados se quedaran paralizados por la impresión. – “¡¡¡¡UNA CHICA!!!! ¿Que tipo de fenómeno es ese chico?” – Aún en shock, Lugh escuchó atentamente la explicación de Ranma sobre su maldición y esa fantástica transformación. ¡Eso era increíble! ¿¿¿Cuantos secretos más tenia Ranma???
_ ¡JAJAJA!... así que además eres un bastardo travestido - dijo un soldado gigante burlándose de Ranma haciendo que el chico reaccionase y reiniciase la pelea. Los demás solo siguieron peleando unos contra otros y los platos y botellas volvieran a volar por encima de todos e incluso una de las valkirias resolvió participar de la pela empuñando su enorme espada. Para espanto general, la pelirroja destruyó la espada apenas usando golpes de sus manos dejando a todos en shock por la segunda vez.
_ No esta mal para una chica – dijo uno de los soldados.
_ Uffffffff – gimió Lugh – Ya va a empezar otra pelea – pero para su sorpresa todos empezaran a reír y a celebrar la llegada de Ranma a su escuadrón – una gota de sudor corrió por la cabeza de Lugh – “Dementes... son todos dementes...” – y  murmurando palabras de desaprobación se fue en dirección a la calle. Definitivamente necesitaba de un trago...


**********


Los días se pasaron con relativa tranquilidad... si es que se puede decir que hay algo de tranquilo dentro del cuartel de los Dragones Rojos.
_ Pelean demasiado entre ellos. Me admira que aún no se hayan matado los unos a los otros...” – en ese instante la piedra en su pecho cambió de color y una voz se escuchó dentro de su mente:
_ “¡Lugh, necesito de tus servicios!” – susurró una voz femenina.
_ Ufffffffffff ¿A donde irá a mandarme ahora? – gimió el joven mientras desaparecía en el aire por obra del encantamiento de la piedra roja.


_ Muy bien Lugh, tú vas a continuar siguiendo al joven Ranma,  y creo que esta misión te tomará mucho tiempo allá. – le dijo la diosa rubia.
_ Mucho tiempo – murmuró Lugh.


**********


Ethlinn adoraba las flores y siempre que le era posible Lugh le regalaba las más hermosas flores que encontraba en el camino a casa. Con solo mirar su sonrisa, el brillo en sus grandes ojos marrones, olvidaba la maldición que era su vida.
_ ¿Flores? – dijo feliz la joven abrazando el gran ramo de flores amarillas. – Me mimas Lugh. Gracias. – Le dio un suave beso en los labios volviéndose en dirección a su cabaña.
El toque de esos labios dejó a Lugh congelado. Esa mujer tenía ese efecto sobre él. Lo dejaba sin acción. Pero solo por poco tiempo. Saliendo de la ensoñación en que el beso de Ethlinn le dejara, rápidamente fue al encuentro de la joven, abrazándola por la cintura y atrayéndole fuertemente contra sí.
_ Te amo. – Le dijo besándole el cuello.
_ Yo te amo más. – Respondió ella entre risas besando a Lugh en los labios de nuevo.
_ Ustedes se están poniendo cada día más cursis... - La llegada del pequeño Armegin hizo con que los dos se separasen sonrosados.
_ ¿Y que sabe tú de cosas cursis? – fingiéndose de molesto, Lugh caminó en dirección a su hermano menor, haciendo que empezasen una carrera en dirección a la cabaña entre risas y “amenazas”.
_ Son dos niños... – reía Ethlinn abrazando fuertemente sus flores y con un suspiro se fue atrás de los dos hombres que ciertamente ya habían empezado otra de sus “grandes batallas” dentro de casa.


Era feliz. Podría decir que tenía todo para ser el hombre más feliz del mundo. Tenía una linda esposa, tenía a su hermano menor viviendo con él, en su casa en las montañas, vivía tranquilamente. ¿¿¿Vivía??? Ese era exactamente el problema. Nunca conseguía permanecer en su casa el tiempo suficiente para participar de los eventos importantes de su familia.  La primera vez que Armegin consiguió montar a caballo sin ninguna ayuda, él no estaba presente. Cuando Ethlinn fue la responsable por el festival de la primavera en la aldea, él no estaba allí. Su señora necesitaba demasiado de sus servicios y parecía no recordar que él tenía una familia y una vida en Midgard. ¿Vida?  Su vida ahora estaba en las manos de la diosa Freya y le debía de estar eternamente agradecido por haberle regalado la Piedra Whermella. Eternamente...


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Odiaba caminar en la nieve... era algo difícil, agotador y sin duda aburrido cuando se estaba solo. Seguía a los Dragones Rojos desde lejos para no ser percibido ya que no había donde esconderse en ese camino. Su ropa totalmente blanca era su manera de ocultarse en esas heladas tierras. Los soldados descansaron un rato en la torre que Lugh reconoció como la torre de Norte. Seguro buscaban información. Eran impresionantes las cosas que se decía del enano. Pero solo se quedaron allí tiempo suficiente para un descanso porque muy pronto seguirían su viaje en dirección a la frontera de Asgard con Nilfheim.
Caminaban lentamente y Lugh mantenía su cautelosa distancia. No muy cerca para no ser detectado, tampoco demasiado lejos para perderlos de vista. Consideraba su posición bastante segura y cuando los Dragones Rojos se adentraron en Jotumheim, el joven Lugh resolvió quedarse aún más atrás. Cuando estuviesen en medio del valle, no tendría donde ocultarse, lo ideal seria mantener una distancia mayor por ahora y buscarlos después. Además, ellos no estaban precisamente intentando ocultar su rastro, podría seguirlos fácilmente después de que cruzasen el valle. Lo que inquietaba al joven Lugh era la actitud extraña de Belenus. Estaba separando a su grupo en dos, debía de sospechar de alguna emboscada, y el valle era el sitio perfecto para eso. Ahora si tenía certeza que lo mejor seria quedarse en la entrada del valle.
Poniéndose cómodo por primera vez en días, Lugh miraba como la mitad de los soldados atravesaban despacio el peligroso vale de Jotumheim. No pasó mucho tiempo cuando pudo escuchar el ruido de trompetas, lo cual llamó su atención hacia el medio del valle. Los Dragones Rojos estaban siendo atacados por una gran cantidad de muertos vivientes y trolls, y lo que parecía que sería una masacre de soldados, en poco tiempo se convirtió en una masacre de bestias. La furia de los Dragones Rojos era asombrosa y en poco tiempo acabaron con cualquier resistencia que pudiesen oponer esas criaturas venidas de los infiernos de Hel.
_ “Luchan bien esos tipos... y como manejan bien las espadas.” – Lugh nunca aprendió a luchar con la espada, su arma siempre fueron las dagas. Cuando era necesario usaba la espada, pero no le agradaba en lo más mínimo. – “Esa batalla parece que va a llevar un tiempo. Mejor me doy un descanso, además, si muere ese chico ahora, puedo regresar a casa y se acaba esta estúpida misión.” Y pensando en eso, Lugh buscó un refugio para el frío y el viento que le helaba hasta los huesos.

Algunas horas pasaron hasta que Lugh despertó sobresaltado. – Rayos – gruñó para si mismo, había dormido por horas. Ya era noche y le era imposible precisar cuanto tiempo había pasado desde que tomara la estúpida decisión de descansar un rato. La verdad es que estaba exhausto, había estado vigilando prácticamente todos los días y todas la noches haciendo pequeñas siestas, apenas para recargar fuerzas.
Pero ahora había hecho algo imprudente. Había descuidado su misión pero a lo mejor, si corría bastante, los alcanzaría y así empezó una carrera siguiendo los rastros de los soldados de Belenus.
Atravesó el valle lo más rápido que sus piernas le permitieron y grande fue su espanto al mirar la enorme cuantidad de cuerpos de trolls y trozos de muertos vivientes dispersados por el suelo, pero ningún soldado. Los Dragones Rojos merecían la fama que tenían.
Al lejos, escuchó el ruido inconfundible de una batalla y para su gran sorpresa, se encontró con un Alvheim en llamas. La increíble ciudad de los elfos estaba siendo atacada.
_ “No se que traman los dioses... pero esto ya está fuera del control...” – y acelerando el paso, siguió en dirección de la batalla.
Entrar en la ciudad fue relativamente sencillo ya que la pelea se concentraba delante el palacio. Lugh sabía que sus órdenes eran de no interferir en los acontecimientos, pero no podía quedarse de brazos cruzados mientras inocentes  eran masacrados. El joven desenterró una espada del cuerpo de un troll muerto y rápidamente se posicionó en la pelea. No era un gran espadachín pero aún conseguía derribar unos cuantos adversarios, principalmente porque se sentía bastante motivado. No era cosa de todos los días el poder patear a las bestias de Hel.
_ ¡Regresen al infierno de donde vinieron monstruos! – y con golpes certeros fue liquidando a varios oponentes. Pero Lugh se descuidó por unos segundos, lo que fue el tiempo suficiente para que un troll se le acercase y clavase una espada en medio su pecho.
_ ARGHHHHHHH – gritó el joven mirando la sonrisa malévola de la bestia que tenía delante de si y lentamente, para espanto de los enemigos que le rodeaban, Lugh empezó a retirar la espada clavada en su cuerpo. – Eso dolió – gimió al mismo instante en que delante un troll boquiabierto, su herida cicatrizaba casi instantáneamente por obra de la Piedra Whermella – Esta cosa no me permite morir pero no me quita el dolor – se quejó.
_ ¡Que especie de fenómeno eres tu! – gritó la bestia aturdida.
_ ¿Yo un fenómeno? Tienes que ver lo que hace aquel chico de trenza cuando se moja – dijo apuntando hacia Ranma y con un rápido golpe decapitó al troll que estaba delante él. Seguía peleando con todas las fuerzas que aún tenía pero se espantó enormemente al percibir que los monstruos salían en retirada. No era normal que desistiesen de una batalla que ya estaba prácticamente ganada. Algo tenían entre manos. Miró con desconfianza la retirada de los enemigos y después de un rato se encogió de hombros y empezó a caminar en dirección del castillo – “al menos nos dan un tiempo para descansar...”

Tenía que ser discreto, no era un elfo y tampoco era uno de los Dragones Rojos. Durante la batalla había conseguido mantenerse desapercibido, pero eso ya no sería posible pues al parecer, los elfos estaban dándoles mucha atención a los soldados de Belenus. Mantener su cabeza bajo el capuz de su capa sería, por ahora, la menor manera de disfrazarse, eso, además de ocultarse en las partes más oscuras de la ciudad. Lo malo de todo eso era que los soldados ahora estaban dentro del castillo y como la misión debía de ser cumplida a cualquier modo, él debería de hacer el gran sacrificio de entrar al salón que por cierto olía exquisito, y él estaba hambriento.
Cuando entró en el salón en busca de un plato caliente de comida, percibió que en el inicio de la fila había un gran alboroto que involucraba a un gigantesco soldado y Ranma.
_ “Por todos los dioses... ¿Este tipo tiene que estar metido en todos los líos que pasan?” – Lugh miró con atención la manera como Ranma tenia su katana apuntando al medio de la cara del gran soldado y la manera en como le quitaba el plato de comida que tenía en las manos y  se lo entregaba a una anciana en la fila. Al parecer ese Dragón Rojo creía que tenía mas derecho al plato de sopa que la anciana que estaba delante de él. El interés de todos estaba en los dos soltados. El rostro del gigante estaba desfigurado por la furia. Sin duda el joven Ranma lo había humillado.
Ahora la atención de los elfos en el gran salón estaba volcada a los humanos... eso sin duda era malo. Lugh no podía arriesgarse a llamar la atención, su apariencia lo denunciaría y si había algo que no conseguiría hacer sería explicar su presencia en aquel sitio.
_ “Mejor marcharme de aquí y buscar comida en otro lugar. De cualquier modo, no estoy con hambre...” – su estómago en aquel instante decidió denunciarlo haciendo un gran ruido – “Rayos, ¡A quien quiero engañar! Tengo hambre, lo cierto es que no voy a morir por eso, pero este maldito estómago va a hacerme pasar vergüenza.” – Y maldiciendo su estomago, Lugh caminó discretamente hacia fuera del salón, hacia las calles fuera del castillo.
_ “A ver, necesito comida y agua. Mejor sería un vino... pero el agua estaría bien. Si tengo suerte encontraré alguna casa abandonada con algunas provisiones”. – y poniendo en práctica sus palabras, el joven empezó a buscar alguna casa que no estuviese en ruinas o en llamas después del feroz ataque de las bestias de Hel. La  mayoría estaba en una situación lamentable, y adentrarse sería un riesgo innecesario. No sería sensato quedarse atrapado en un derrumbe solo porque su irritante estómago no le dejaba en paz  – “¡¡Alguna maldita casa debe de haber quedado entera!!” – gruñó furioso el joven Lugh mirando la destrucción a su derredor. – Y TU CALLATE – gritó mientras miraba a su ruidoso estomago. Siguió buscando por unas horas mas,  finalmente encontró una cabaña relativamente intacta, sus moradores seguramente se encontrarían al abrigo del castillo. Entró despacio, verificando la seguridad de las estructuras de la cabaña, parecía que no había peligroso en entrar. Los armarios y cajones fueron sus primeros blancos en su búsqueda de alimento, y hasta el momento, parecía que todo era en vano. Al parecer, los dueños habían tenido tiempo suficiente para llevarse lo que tenían de valor y las provisiones. Cuando ya desistía, miró una pequeña bolsa en un extremo de la habitación que indicaba haber sido olvidada. Cuidadosamente examino el contenido de la bolsa y verificó que, para su felicidad, contenía un pequeño pan y algunas frutas, además de algunos utensilios de cocina. Los cuchillos le serian útiles, los guardaría con cariño.
_ Muy bien... primero el pan, después las frutas ¡Y por fin una siesta! – dijo satisfecho mientras comía el pequeño pedazo de pan como si fuera un manjar de los dioses, pero antes de “atacar” las frutas, escuchó las trompetas de batalla que resonaban a lo lejos. – ¡RAYOS! No es justo en medio de la cena... – su expresión molesta demostraba que el próximo encuentro con los Trolls seria aun menos agradable.
Él salió de la pequeña cabaña lo más rápido posible, Lugh con su espada en mano, buscaba las señales de donde provenía la batalla. Escuchaba los gritos y miró con asombro que el nuevo ataque venía del cielo. Un gran navío volaba arriba del castillo y una gran cantidad de muertos vivientes descendían a través de cuerdas invadiendo el palacio.
_ Muy bien malditos, interrumpieron una buena cena... ahora estoy molesto y pretendo retornar a la pelea y matar más criaturas. – y sonriendo satisfecho se fue en dirección de la batalla. En el camino derribó algunos trolls que forzaban su entrada en la puerta del castillo. Mató al menos una docena antes de llegar en el patio de entrada del palacio. Miró con admiración como unos pocos Dragones Rojos y guardias del palacio mantenían una línea defensiva en el patio mientras los demás guardias parecían escoltar los habitantes de la ciudad hacia el interior del palacio. Uno de ellos se acercó a Lugh, lo tomó por el brazo y prácticamente lo arrastró hacia el interior del castillo.
_ Señor, venga por aquí. Los civiles deben salir inmediatamente.
_ Oye... yo voy a luchar, me quedaré aquí mismo. – contestó molesto, jalando su brazo con rabia. – ¡No soy uno de los débiles que deben de ser protegidos!
_ Por favor señor, escúcheme, estamos haciendo una maniobra evasiva, abandonaremos el castillo. Los civiles irán primero, los soldados se quedaran aquí para asegurar el éxito. Es mandato de nuestra reina, hágame caso ¿si? – dijo el soldado apuntando en dirección al interior del palacio. – aquí solo se quedaran los soldados de Alvheim y los Dragones Rojos...
Lugh asintió derrotado. No era una buena hora para discutir. La orden era pasar desapercibido, y discutir con un soldado no era una manera de ser discreto. Con la cabeza baja, caminó en la dirección indicada hasta llegar a la entrada de un túnel. Caminó despacio entre los elfos cuyas expresiones de tristeza y desolación le tocaron en lo profundo del alma. Esa gente perdió todo que tenía, sus casas, su ciudad, amigos y familiares, no había consuelo para ellos. Al menos no por ahora. Los pasos eran lentos y arrastrados, como si fuera demasiado difícil levantar los pies. Los ojos de todos estaban apagados y sin brillo, la desesperanza estaba estampada en cada rostro. Pasados algunos momentos, se escuchó un fuerte estruendo tras de si, a la entrada del túnel.
_ Mamá, mamá, ¿Qué pasa? ¿Los monstruos vienen por nosotros? – lloró un pequeño elfo, abrazado al cuello de su madre.
_ No querido, tenemos soldados valientes defendiéndonos, no hay que temer por ahora. – La elfa acariciaba suavemente la cabeza de su hijo, mientras lágrimas aún corrían por sus mejillas.
Lugh se acercó al niño, y así como su madre, le hizo una pequeña caricia en el pelo.- Tranquilo chico, yo imagino que solo sellaron la entrada del túnel, para que no nos alcancen. Ahora todos estaremos seguros. – y sonriendo le guiñó el ojo.
_ ¿Y tú quien eres?
_ ¿Cómo? – Lugh lo miro extrañado.
_ No eres uno de nosotros, veo eso por tus orejas, pero tampoco eres uno de los Dragones Rojos o estaría usando uno uniforme ¿No es verdad?
_ “Maldición, ¡Que descuido!” – de un tirón, la capucha estaba cubriendo su cabeza nuevamente. – Eres un chico muy listo. Pero no puedo contarte quien soy... es un secreto – Lugh hablaba en voz baja, lo que parecía divertir el niño.
_ ¿¿¿Un secreto??? ¿Eres un espía?
_ ¿Prometes que no le vas a contar a nadie? ¿Ni a tu madre?
_ ¡¡¡Claro que si!!!! – los ojos del pequeño brillaron por la expectativa.
_ Pues soy un mensajero de los dioses, para asegurar que tu pueblo saldrá victorioso. Están aguardándome para recibir mi relato, y voy a decirles que nunca vi en toda mi vida, un pueblo tan valeroso y soldados con tamaño coraje con el de Alvheim. Los dioses se quedaran orgullosos de ustedes y seguro los recompensaran con una nueva y linda ciudad.
_ ¿¿¿¿¿En serio????? ¿Los dioses se preocupan por nosotros?
_ ¡Claro que si! Por eso estoy aquí. - “Ufffffff ya siento las puertas de los infiernos abriéndose debajo de mis pies por tamaña mentira...”  - ahora se valiente y cuida a tu mamá ¿Okis?
_ Claro! Los dioses estarán orgullosos de mí también. – y diciendo eso se fue en busca de su madre.
_ Pobre inocente... si hay algo de lo cual los dioses no se preocupan es por nuestras tontas vidas... – Y antes que proseguir su camino, miró como algunos Dragones Rojos pasaban a su lado con una camilla. Allá tumbado estaba el objetivo de su trabajo. El joven Ranma parecía muerto. – “Bien” – suspiró – “Parece que se termina mi misión”.


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_ “Bien que dicen que hierba mala no muere....” – gruño Lugh. – Desde que regresó de la batalla de Nilfheim, su señora no le dejaba en paz. Quería todos los detalles. TODOS. Quién luchó, quien huyó, quien murió... ¡Como si por todos los demonios el fuera capaz de saber eso! Seguro que la diosa tenia como conseguir esa información ¿Y para que quería saber de eso? ¿Porque saber los detalles de la batalla? Como lucharan los Dragones Rojos... ¿Que importaba? ¿Como era ese Ranma luchando? ¿Que importaba como luchara ese tipo? ¿Y quien comandaba el ejército de Hel? Y eso lo molestaba... ¿¿¿COMO PODRIA SABER DE ESO??? Estaba luchando con los elfos y no con los trolls si bien recordaba... ¿¿¿Como saber quien era el comandante??? ¿Que quería ella al final? ¿Anunciar a todo Asgard que sabía todo de la batalla? – chismosa... – refunfuñó. Estaba cansado y con frío. Descansó unos pocos días en el palacio de Freya antes que ella le convocase de nuevo. Estaba apreciando un bueno vino, cuando la maldita piedra roja en su pecho empezó a tornarse blanca. El hormiguero que sentía por todo su cuerpo cuando el encantamiento era hecho, era por demás incomodo. Y él estaba en el palacio. Bastaba llamar y él iría a su encuentro... ¡CAMINANDO! Y ella sabia que él odiaba esa sensación de hormiguero. Creo que le divertía ver el aburrimiento de Lugh.
_ ¡Maldita bruja!
_ ¿Bruja? – la melodiosa voz de la diosa le despertó del estado de ensoñación en que estaba. – ¿De quien hablas Lugh?
_ De Hel por cierto. Estaba en medio de un brindis cuando su alteza me invocó. – Y levantando la mano que aún mantenía su vaso de vino dijo – ¡Vida larga a los Dragones Rojos para luchar hasta la victoria contra la maldita bruja! – sonrió. – “siento las puertas de Hel abriéndose bajo mis pies de nuevo...”.
La diosa asentió feliz – Muy bien mi joven Lugh. Tengo la certeza que ese es el deseo de todos por aquí. ¡Pero ahora tengo nueva tarea para ti! Escúchame con atención...


_ Nueva tarea... ja y ja! Es exactamente la misma. Seguir a ese tipo, no interferir, no dejar que detecten mi presencia – enumeraba contando en sus dedos. – ¿Qué hay de diferente con la “otra” misión? Solo el hogar. Estoy en Midgard. De nuevo! Siguiendo a ese chico como su sombra. – Lugh ¡La Sombra! – dijo bajito con una voz fantasmagórica y de manera teatral cubrió su rostro con su capa dejando solo sus ojos al descubierto. Suspiró. – Estoy cansado y ya estoy delirando. Mejor me acomodo, pues al que parece voy a pasar toda la noche en este árbol.”
La noche avanzaba sobre Nerima y el viento frío no parecía perturbar los habitantes del Dojo Tendo que platicaban animadamente mientras un joven rubio intentaba sin mucho éxito ponerse cómodo en uno de los árboles del patio.


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Lugh dormía profundamente. En sus sueños, escenas de la batalla de Alvheim. Espadas, fuego, destrucción, sangre, muerte, gritos, muchos gritos.
-¡AHHHHHHHHHHH! – El joven rubio se movió incómodo - ¡AHHHHHHHH! - otro grito pero ahora seguido de una explosión - ¡NO FUE JUSTO! – el subconsciente de Lugh se agitaba, no parecían los gritos de una batalla - ¡NUNCA! - Mas gritos -¡TE TENGO! – Los Trolls no gritaban así, tampoco los Dragones Rojos ... – HEY!... ¡eso fue sucio!
_ “¿Sucio?” – Ya no parecía más un sueño.
_ ¡En la guerra y en la comida todo se vale!
_ “¿¿¿Comida???” – definitivamente ya no estaba soñando... Lugh abrió sus ojos despacio, pestañando varias veces hasta acostumbrarse a la luz del sol en su rostro. ¿Qué sueño raro estoy teniendo ahora?
_ ¡¿COMO SE TE OCURRE ENTRENAR A ESTAS HORAS DE LA MAÑANA?! – El grito fue tan alto y fuerte que Lugh, impresionado, perdió el equilibrio y cayó al suelo.
_ ¡¡¡¡RAYOS!!!! – gruñó mientras masajeaba la parte afectada – “un grito así espantaría a las mas valientes bestias de Hel...”  - entre la vegetación, busco el mejor sitio para espiar lo que pasaba en patio de los Tendo. La novia de Ranma parecía furiosa y el chico parecía demasiado nervioso por eso. ¿¿¿Estaría con miedo??? ¡Eso seria espantoso! ¡¡¡¡El mejor soldado de los Dragones Rojos con miedo de una simple chica!!!! En ese instante Akane se acerca al joven Ranma y le da un tremendo golpe con su mazo dejando el pobre chico enterrado en el jardín
_ ¡¿COMO SE TE OCURRE ENTRENAR A ESTAS HORAS DE LA MAÑANA?! – gritó la chica molesta.
_ “GUAUUUUUUUUUUUUUUU!!!!!!!!!! ¡¡¡Es una chica a respetar!!! No es por gusto que Ranma  le tiene miedo... – Lo que le parecía raro a Lugh era que la familia sonreía ante tan atroz escena. El chico estaba ENTERRADO en el jardín, por obra de una chica violenta con un mazo gigante. – “¿¿¿Y donde rayos saco ese mazo???” 
_ El desayuno ya esta listo – gritó la hermana de Akane. Y con espanto Lugh miró atónito como nadie hacia caso a lo ocurrido y pasaban tranquilamente a la mesa.
_ Son locos... completamente locos... – dijo para si. Mientras pensaba en la locura de los Tendo el pobre estómago de Lugh resolvió protestar, necesitaba buscar comida. Pensándolo bien, no solo necesitaba de comida. Sus ropas de Asgard llamarían mucho la atención, además que las dagas de su cinto seguro le traerían problemas. Mejor cambiar de ropas también. Tenía unas cuantas joyas de Asgard que seguro conseguiría cambiar por dinero midgardiano. Sólo le faltaba buscar un mercado. Dio sus primeros pasos y paró bruscamente. No debía alejarse de Ranma, eso era contra las normas de su misión. Pero la verdad es que ya estaba harto de seguirlo a todos  sitios como su sombra… Además el salir en busca de ropas de Midgard  también era parte de la misión. Una de las órdenes de su señora era la de no llamar la atención. Y si en el camino encontraba algo rico para comer mejor, pues era cierto que cuando se estaba bien alimentado se trabajaba mejor.
Recordó aquella vez en que su señora le mandó robar una joya misteriosa guardada en la caverna de un dragón en lo alto de una gran montaña. Lady Freya decía con lágrimas en los ojos que necesitaba de esa joya, que era un caso de vida o muerte y así pasó tres semanas sin comer ni beber nada en busca de aquel precioso tesoro. Es claro que tuvo éxito en su misión. Regresó exhausto y con unos cuantos kilos menos, como si por falta de comida, su estomago hubiera resuelto comerse sus tripas. Llegó abatido y hambriento al palacio de su señora que lo recibió con gritos de alegría quitándole la joya de las manos. Admiró la intensidad de su brillo y con gran satisfacción dijo:
_ Muy bien mi querido Lugh. Llegaste justo a tiempo para el baile de hoy. Con esta joya no va a haber diosa que me llegue a los pies.
_ ¿Baile? – balbuceó Lugh. ¿Había pasado tres semanas miserables para conseguir un ADORNO para ella? – Perra... – gruñó el joven y se fue a la cocina a saciar su hambre.
Desde aquella vez, Lugh ya no ponía toda su dedicación y esfuerzo en las misiones. Si podía tornar sus misiones con más comodidad, así lo hacía. Y, por ahora, decidió que cambiarse de ropas era de importancia vital para la misión y eso haría. Además, no se quedaría haciendo eso todo el día. ¿Qué podía pasar en algunas horas? Decisión tomada, se puso en marcha.
Primero a vender algunas joyas.  – “Será una operación simple y rápida” – pensó. Y no demoró mucho en encontrar una calle con unas cuantas tiendas de orfebres. En alguna conseguiría un bueno precio por uno o dos anillos. En la primera tienda, el dueño le miró con cierta desconfianza, tal vez por sus vestimentas, tal vez por la expresión de ingenuidad en el rostro del joven.
_ “Una presa fácil!” – pensó para si. – En que puedo servirle mi joven?
_ Tengo algo para vender... – contestó Lugh cautelosamente.
_ ¿Y que será?
_ Anillos de oro. Dos.
_ ¿Y me podría mostrar las joyas? Para poder hacer una tasación
_ Claro que si – y colocando un pequeño paquete de paño sobre el mostrador esperó pacientemente a que el vendedor abriese el paquete. Los ojos del vendedor no consiguieron esconder su sorpresa al mirar las dos joyas. Eran preciosas. Acercó una de ellas para mirarla mejor y constató, aún más estupefacto, que eran de oro puro. Tenía que obtener esas piezas de oro. Fingiendo poco interés, empezó a hablar con Lugh.
_ Buenas piezas mi joven. Pero doy máximo 50.000 yenes por ellas.
Lugh miró al vendedor con una mirada divertida y agarrando los dos anillos, los colocó en uno de sus bolsillos. – Gracias por la oferta pero voy a buscar una segunda opinión. – Y caminó en dirección a la puerta.
_ Espere joven – el vendedor fue a alcanzarle – No seamos apresurados. Seguro llegaremos a un acuerdo que será satisfactorio a ambos. Puedo ofrecer 100.000 yenes por los dos anillos.
_ Es poco... – Lugh hizo el gesto de abrir la puerta.
_ ¡Espera! ¡400.000 yenes! Es mi última oferta.
Lugh solo sonrió con malicia. Diez minutos después, salía de la tienda con 3.000.000 en los bolsillos y una expresión victoriosa en el rostro. Ahora tenia dinero para comprar las ropas y comer bastante. Era todo lo que necesitaba. Caminaba despacio y encontró una tienda de ropas masculinas, entró y en pocos segundos ya tenía una linda chica para atenderle.
_ ¿En que puedo ayudarle? – dijo ella con una linda sonrisa mirando el chico de arriba a bajo detenidamente. Su manera de vestirse era extraña. Debía de ser extranjero.
_ Pues, necesito pantalones y una camisa y me encantaría que me sugiriera algo.
_ Muy bien, a ver... Yo tengo algo que le quedará perfecto. Entre al vestidor y pruébese estas piezas. – En poco tiempo Lugh se cambió de ropa y se miró espantado en el espejo.
_ mmmmmm señorita.... la camisa esta bien, realmente me gustó, pero los pantalones parecen que están defectuosos...
_ jijijijijiji – “definitivamente es extranjero” – Esa es la ultima moda en jeans – aclaró la chica – son rotos apropósito.
_ Vaya. ¿¿¿Ahora pagan por ropa rasgada??? “Pues bien, estoy en Midgard, haré como los Midgardianos...” Voy a llevármelos entonces – le dijo a la vendedora.
_ Pero, ¿Y que tal un par de tenis? Esas botas definitivamente no combinan con su ropa nueva... – la chica le dio otra encantadora sonrisa.
_ ¿Tenis? – la miró confuso – “¿Qué diablos es eso?”


Había comido rico. Lugh estaba más que satisfecho por haber tomado la decisión de alimentarse bien y ponerse ropas midgarianas, ahora podría caminar tranquilamente sin preocuparse por llamar la atención de nadie. Y por cierto que estaba muy cómodo con las botas-tenis midgarianas.
_ “¡Muy cómodas!” – pensó mientras  masajeaba su estómago lleno. Era claro que su paseo le tomó toda la maña, pues también había que comprar una mochila para guardar sus pertenencias.  – “son pocas pero son mías y no se quedaran tiradas por allí” – se levantó de la mesa y estirando los brazos bostezó. Necesitaba de una siesta y lamentablemente, tendría que ser en el árbol, de nuevo. Ese pensamiento era extremamente desagradable pero trabajo es trabajo y no tenía muchas ganas de enfrentarse a una diosa furiosa. Tomaría una pequeña siesta y después se concentraría de nuevo en su misión.
En poco tiempo llegó al Dojo Tendo y se acomodó de la mejor manera posible en su rama/cama, pero el cansancio lo venció y se durmió por muchas horas...

La temperatura bajaba rápidamente, despertando al joven Lugh, haciéndole estremecer. Eso no parecía un fenómeno natural, podía sentir la energía maligna que venía junto con el viento helado.
_ Rayos, ¿Cuanto tiempo me quedé dormido? ¿Y que esta pasando? – saltó ágilmente hacia el suelo y empezó una carrera hacia donde parecía ser el centro de la energía siniestra que sentía. – Claro, me pasé días y días de puro tedio siguiendo al chico como me ordenaron, como si fuera un perro detrás de su dueño, pero decido descansar un ratito y algo tiene que pasar... Por mil demonios, Freya se va molestar... – se detuvo en seco cuando percibió que empezaba a nevar.  Definitivamente algo pasaba y lo mejor era averiguar... ¡Y pronto!
Empezó a correr lo más rápido que sus piernas le permitían, tenía un mal presentimiento, sentía que algo trágico iba a pasar. Lamentablemente la nieve que caía se convirtió en un gran obstáculo, cada paso mas y mas difícil, además que el viento helado parecía cortarle el rostro. A medida que corría, conseguía sentir la energía que emergía de un lugar cerca de donde estaba. El sonido de una gran pelea ya se podía escuchar. Lugh se puso aún más nervioso. Fuerzas poderosas estaban moviéndose en ese momento y ni el mas fuerte de los einjergards podría hacerle frente.
La escena que ocurría delante sus ojos era avasalladora. Un gran demonio luchaba con los tres einjergads de manera asombrosa. Pero lo más sorprendente era ver como el joven Ranma enfrentaba el enemigo con un poderoso golpe.
_ ¡CAIDA CELESTIAL! – gritó Ranma. Lo que siguió fue imposible de ver pues el brillo del golpe cegó a Lugh que no pudo hacer más que esconder su rostro de la intensa luz. Con el rostro cubierto, Lugh escucho el sonido de una gran explosión que hizo remecer el suelo casi derribándole, seguido por un sepulcral silencio.
Pestañó unas cuantas veces sus adoloridos ojos antes de conseguir ver con claridad lo que había delante de si. Rashell y Méril cargaban a un Ranma aparentemente malherido en dirección de Akane.
_ “Seguro que esta bien... Parece que a este chico nada le puede pasar. Ya empiezo a entender la elección de Lord Frey.” – pensó Lugh. En ese preciso instante el demonio que pensaba había sido derrotado por Ranma resurgió para asombro de todos.
_ ¡Me has sorprendido mortal! Confieso que no me esperaba que contraatacaras con un ataque tan formidable, aunque lamento decirte que fue inútil en mi.
La ira estaba estampaba en el rostro del joven Ranma - ¡Maldito demonio ahora si acabaré contigo! – pero la amenaza sonaba inútil para el demonio Escarcha.
_ ¡¿Estas acabado y aún así pretendes desafiarme mortal?!... que divertido – y diciendo eso desapareció en el aire pero aún se podía escuchar su aterrorizante voz - Para hacerlo más divertido aún les daré hasta la media noche, los esperaré en el mismo lugar donde murió mi hermano Ceniza... ¡Así mi venganza será completa jajaja!
Y así se fue Escarcha, dejando tras de si a los chicos en shock mirándose los unos a los otros como queriendo entender lo que acababa de pasar
_ ¡No puede ser, yo pensé que lo habías derrotado con ese ataque Ranma! - dijo un Méril muy sorprendido.
_ Yo también amigo, yo también – contestó Ranma mostrando todo su cansancio en su voz.
Lugh miraba los rostros desilusionados de los chicos y sintió pena de ellos. Parecía que estaban condenados a luchar por siempre sin tener un momento de paz y tranquilidad. Pero ese era el precio por al servicio de los dioses y él sabía muy bien que era un trabajo penoso... y eterno. Hacía ya muchos años que se había hecho a la idea de que no había una cura para su maldición. Buscó por muchos años a alguien con conocimientos en hechizos y maldiciones que fuera capaz de sacarle la maldita piedra roja de su pecho y liberarlo de una vez de esa vida de esclavitud. Era un esclavo de la promesa de Ethlinn, era un esclavo de la Señora Freya y lo que mas deseaba era conseguir su tan ansiada libertad y morir en paz. Si tenía certeza de algo era de que no deseaba ya vivir. ¿Vivir para que? ¿Y por quien? Ya no tenía a Ethlinn o Armegin o cualquier otro motivo para seguir viviendo. Toda su era había pasado y él había quedado maldito e inmortal. Sus memorias lo asaltaron y recordó a su pequeño hermano que era como el hijo que no pudo tener, esa era una de las cosas que mas le entristecía... un hijo con Ethlinn, con sus grandes ojos castaños y brillantes; con el pelo del mismo color, la piel clara, la sonrisa... extrañaba demasiado a Ethlinn. Quería verla de nuevo con todas sus fuerzas, con todo su ser.
_ Ethlinn... – susurró, una pequeña y cristalina lagrima cayendo por su mejilla – voy a quererte por siempre.

Era increíble como el tiempo pasaba cuando recordaba su vida mortal. No sabía cuanto tiempo se había quedado de pie en la calle, recordando el rostro amado, pero se dio cuenta que un largo tiempo había pasado.
_ IDIOTA!se regañó – ¡Gran idiota! Ellos se fueron mientras tú estas aquí lloriqueando por una vida que no vas a tener jamás. Y lo mejor: No sabes a donde fueron porque mandaste tu estúpido cerebro a ese tonto viaje en el tiempo... – Lugh tenía ganas de golpearse, si eso no fuera algo tan estúpido. Además eso no resolvía su problema actual: ¿Donde estaban todos? Habían partido y él ni siquiera se había dado cuenta. Cada vez se estaba descuidando más de su misión. Fue en dirección al Dojo Tendo pero no había nadie -  “Ranma parecía malherido, entonces, tal vez lo hayan llevado a un hospital. Mejor empezaré mi búsqueda por allí” – Y partió en su búsqueda.
Todo hubiera sido más fácil si no hubiera tanta nieve que hiciera que cada paso fuera realizado con gran esfuerzo, además ya oscurecía y como esa tempestad de nieve había causado muchos daños en la ciudad, muchos sitios no tenían luz. Recorría las calles buscando alguna persona que le pudiera indicar el camino pero no había nadie, como si las fuerzas siniestras que causaban la tempestad de nieve también infundiera a todos gran temor. A veces conseguía mirar unos rostros en las ventanas los cuales rápidamente se alejaban cuando Lugh se acercaba. Tenían miedo y el joven les daba la razón. La atmósfera de la ciudad estaba siniestra y opresora y era imposible no sentir algo de miedo.
Lugh pasó horas en su búsqueda pasando por varias calles desiertas, casas que parecían abandonadas y personas aterrorizadas que huían con la proximidad de cualquier otro ser humano.
Estaba cansado y con frío y su humor estaba pésimo. Si tuviera la oportunidad, él mismo enfrentaría a ese Escarcha... tenía ganas de desquitar toda su frustración en alguien y si ese alguien era un demonio... ¡Mejor! Después de la muerte de su hermano y de Ethlinn, cuando nada más en su vida parecía tener sentido, él intento desesperadamente librarse de la piedra maldita, sentía que si conseguía sacar la piedra de su pecho podría morir en paz. Ya ni anhelaba morir y encontrar su seres queridos, si la condición para sacar la maldición de la piedra Vhermella era el dejar de existir, de que su alma fuera destruida, no le importaría con tal de dejar de ser esclavo y fantoche de Freya. Era lo que más odiaba en su existencia. Estar al mando de los dioses manipuladores y crueles, jugando con las vidas de los humanos como bien les antojaba. Eso lo hizo intentar rebelarse una vez.


**********


_ Lugh, tengo una misión para ti!dijo Freya despreocupadamente mirando por la ventana – tendrás que ir hasta...
_ Mi señora – interrumpió Lugh – No voy a ir esta vez. La verdad es que no iré más a ninguna misión. Creo que mi deuda ya esta pagada y que puede liberarme de ese compromiso. Yo se que no encontré la cura para mi enfermedad, pero prefiero la muerte a quedarme en este estado de muerto-viviente.
La diosa lo miraba incrédula. Sus mejillas se cubrieron de un suave color rojo y poco a poco la risa de la diosa se pudo escuchar por toda la sala. Con gestos graciosos, Freya caminó en dirección del joven Lugh hasta pararse delante él y entrecerrando los ojos le susurró suavemente:
_ ¿Crees en verdad que te libraré de esta obligación? – Paso el dedo índice por el rostro de Lugh – Eres útil para mi y mientras yo quiera, serás mío y vas a hacer todo lo que te mande.
_ Pero ya pasaron siglos... No hay deuda que dure para siempre.
_ La tuya no es eterna, ya te dije, estarás libre cuando obtengas tu cura.
_ NO hay cura y lo sabe... No quiero más esa piedra en mi pecho, puede sacarla de mi, puede dejarme morir, puede quitarme de la existencia pero hágalo – la voz del joven temblaba, así como sus manos, ya estaba casi sin fuerzas y lo sabía. No soportaba más la situación en que vivía. Tenía que ponerle fin a todo eso.
_ Muy bien, si quieres que te retire la piedra lo puedo hacer... Pero hay una condición. Es una joya muy peculiar esa – la diosa paso su mano por el pecho de Lugh acariciando la piedra color de sangre – y su secreto está en cambiarla de un cuerpo a otro, como un regalo de un dios. Y aquel que la vaya a recibir, estará a servicio de los dioses, porque siempre se debe pagar un precio por recibir la eternidad.
Lugh estaba en shock. Entonces antes que él otro había cargado la maldita piedra, y tal vez antes que él había otro y otro y otro. Sintió un profundo odio por la mujer que estaba en su frente; y la manera divertida en que le miraba, hacia su sangre hervir de rabia. Respirando profundamente consiguió calmarse para seguir hablando.
_ Haga como quiera, señora. Ya no me importa. Lo que decidas estará bien para mi.
_ Pues bien... aún hay una promesa que cumplir y si no quieres cumplirla tú, buscare a alma de  tu amada Ethlinn para que la cumpla en tu lugar... Darle un nuevo cuerpo no seria ningún trabajo para mi...
_ ¿Qué? ¿Ethlinn?
_ Alguien tiene que cumplir lo prometido y si no eres tú, será ella.
_ “Ethlinn...” – No podría condenar a Ethlinn a esa vida de esclavitud en que vivía y Freya sabía eso. Bajó la cabeza derrotado, sería por siempre un esclavo, por Ethlinn... siempre por Ethlinn...


**********


Parecía que su búsqueda quedaría frustrada porque no había ni rastro de los chicos pero un brillo distante le llamó la atención. Sabía reconocer bien el brillo producido por magia y si allá había magia, allá estarían los chicos que buscaba.
Llegó a tiempo de ver una de las escenas más espectaculares de su vida. El demonio Escarcha había atrapado a dos de los chicos en un torbellino, teniendo al otro preso en una trampa de hielo, pero lo que más llamaba la atención era una chica con la pose de una autentica guerrera, con un arco en las manos y determinación en sus ojos. Su ataque con la flecha fue tan fuerte que rompió la barrera mágica que tenía el demonio provocando una gran explosión.
_ Vayaaaaaaaa. ¡Seguro que esta vez murió! Ese ataque fue terrible y cargado con poderosa magia. Esa chica es poderosa y va a acabar atrayendo la atención de los dioses... lo que es una pena – y escondiéndose detrás de un árbol, espiaba lo que restaba de la escena de batalla y a sus valientes combatientes que ahora se reunían en una plática – Pero algo no esta bien... si el demonio fue derrotado ¿porque el clima no regreso a normalidad? Aún hay nieve y frío... – Sus palabras fueron acompañadas por un mal presentimiento.
_ ¡MAAAALDIIITOOOSSSS! – la voz del demonio se hizo escuchar amenazadoramente haciendo con que todos saltasen de la impresión. En el rostro de Escarcha se vislumbraba todo el odio que sentía, aún tenia en su pecho la flecha lanzada por Akane, la cual se sacó de un tirón arrojándola al suelo.
_ “Ya decía yo... hierba mala...” -  pensó Lugh. Su atención ahora estaba puesta en Ranma que furioso desenvaina su katana.
_ ¡MALDICIÓN! – dijo Ranma - ¡¿qué acaso no te piensas morir nunca?!
_ ¡MALDITA CHIQUILLA! – gritó aún mas fuerte el demonio - ¡maldita humana, juro que mientras viva yo te mataré!... ¡TE MATARÉ!
La amenaza del demonio solo provocó una furiosa reacción de Ranma que con katana en puño caminó en dirección de Escarcha con la determinación del mayor de los Dragones Rojos. Ignorando las protestas de su novia, ahora era él quien amenazaba el demonio.
_ ¡¿cómo dijiste?! – preguntó el joven Ranma con una expresión de desprecio y enojo.
_ ¡Dije que MATARÍA a esa chiquilla! – contestó Escarcha poniendo énfasis en la palabra “mataría”, como intentando provocar aún más la ira del einjergard.
_ ¡Acabas de firmar tu sentencia de muerte!... tu no te imaginas todo lo que tuve que sufrir en Asgard, muchas veces estuve apunto de morir, pero debes saber que una sola cosa me mantuvo con vida... si, todo en mi vida es una locura, muchas veces pensé que morir era lo mejor que me podía suceder... pero ahora no, no quería morir, porque a pesar de la maldita vida que tengo ahora se que hay algo más valioso que todos los problemas, maldiciones, prometidas y contrincantes de este mundo juntos. ¡No importa cuanto tuviera que sufrir me prometí a mi mismo volver vivo por aquello que es lo más valioso para mi! – mientras hablaba, Ranma miraba directamente a los ojos del demonio quien le dirigía una mirada furiosa y confundida por todo el discurso del chico, que continuó con voz determinada - ¡Y tú acabas de cometer el mismo error de tu horrible hermano!... ¡ACABAS DE AMENAZAR MI TESORO, MI RAZÓN PARA VIVIR Y VOLVER, LO MÁS VALIOSO PARA MI! ¡JAMÁS TE PERDONARÉ EL QUE PUSIERAS LA VIDA DE MI AKANE EN PELIGRO! – El grito de Ranma resonó por todo el lugar donde se encontraban pero no pareció amedrentar a Escarcha que reía en forma maniática mientras hacía aparecer nuevamente su espada de hielo en la única mano que le quedaba.
_ ¡TU TAMBIÉN PODRÁS MORIR CON ELLA SI LO DESEAS! – y con esa última amenaza empezó una lucha feroz, con rápidos y mortales golpes que impresionaron a todos los que presenciaban la pelea. Los golpes se sucedían uno a uno, aumentando en intensidad hasta que después de un golpe horizontal de Escarcha, Ranma desapareció dejando al demonio completamente sorprendido.
_ ¡¿DONDE ESTAS MORTAL?! – y sintiendo la presencia del joven, Escarcha miró hacia arriba solo para ver caer a gran velocidad a Ranma con su espada empuñada que emitía una intensa aura dorada.
_ ¡DRAGÓN CELESTIAL! - gritó Ranma desprendiendo un gran poder, creando la imagen de un dragón oriental de pura energía a su alrededor. Escarcha reaccionó, atacando con sus lanzas de Nilfheim las cuales eran destruidas por el contacto con el dorado dragón que iba a su encuentro así que no le quedó otra alternativa si no la de intentar bloquear el intenso ataque con su espada. La explosión que se siguió fue tan intensa que estremeció el suelo de los alrededores. Lugh estaba impresionado, ese había sido el mayor ataque que había presenciado. La cantidad de energía necesaria para semejante golpe exigía gran fuerza y poder del atacante y ahora, el joven Ranma tenía toda su admiración. Tal vez esa misión tuviera algo de bueno al final de todo, podría aprender algo con ese chico.
La escena que siguió, dejaría a cualquiera muy espantado: el demonio Escarcha estaba de pie en una posición de defensa con su espada empuñada. Delante de él estaba Ranma, de rodillas en el suelo, con su katana en manos y una gran zanja que se inicia donde cayó el último golpe de Ranma pasando por debajo del demonio hasta varios metros adelante.
_ Subestimé tu poder... mortal... - habló Escarcha sin poder moverse. Su espada de hielo partiéndose dos como primera señal de su derrota, siendo seguida por un brillo vertical en todo su cuerpo que se partió en dos al mismo tiempo que se quemaba por la intensa energía, siendo consumido antes de caer al suelo.
Toda la energía maligna que antes se sentía alrededor ahora se disipó juntamente con el frío intenso que había sido producido por el hechizo de Escarcha y la paz parecía envolver a todos. El demonio fue destruido y la vida seguiría su normalidad. Una tristeza profunda se apoderó de Lugh, sentía una punzada de envidia por el chico de la trenza que ahora, olvidándose de todo, abrazaba su novia en una tierna celebración de su victoria. Lugh sabía que eso motivaba al chico a luchar y vencer, el tener a alguien por quien luchar, tener a alguien por quien regresar después de la victoria. Ranma tenía un objetivo en su vida, algo que buscar y alcanzar y él quería desesperadamente tener algo así en su vida, pero estaba predestinado a empezar siempre un nuevo ciclo, terminar una misión y empezar otra sin significado para él mismo, solo por la voluntad de su Señora. En eso se resumía su vida, servir y regresar a su Señora, su dueña, su maldición. Resignado por su destino, Lugh empezó a caminar en dirección al Dojo Tendo.
_ Hay un árbol esperando por mi – dijo irónicamente recordando la gran rama que le servía de cama y que lo sería por mucho tiempo más.


Los días pasaron tranquilos, tal vez por la debilidad de Ranma que se recuperaba de sus heridas. Parecía que nada mas pasaría y el tedio ya dominaba al joven rubio que seguía con su habitual vigilancia. Quería regresar a Asgard de una buena vez porque lo cierto era que los dioses y los demonios habían decidido dejar a Ranma y a sus amigos en paz.
Esa sin duda, era su misión mas difícil, no por el trabajo, pero si, por los sentimientos que despertaba en él. Se identificaba con Ranma, la diferencia entre ellos era que Lugh sabía que era un fantoche de los dioses, pero tal vez, si el chico descubriese eso, se rebelaría contra su Señor y por todo lo que ya había presenciado, Lugh tenía la total certeza que Ranma lograría vencer cualquier intento de servidumbre que el dios intentase ponerle.
Quedarse toda la semana mirando por la ventana la manera en que Akane cuidaba de Ranma también lo dejó aún más melancólico. Eso lo hacía recordar a Ethlinn y en todos esos años, después que ella se fuera, él nunca había sentido tanto su ausencia. En estos últimos días, incluso, podría sentir su presencia, como si su alma estuviera cerca de él para darle ánimo y fuerzas. Sonrió. ¿Como después de tantos años aún la amaba tanto? ¿Como amar alguien que esta fuera de tu alcance y aún así, quererle con la misma intensidad del mismo día en que se enamoró? Hay cosas que no se pueden entender, solo lo hace el destino y los dioses, demasiado irónico.
Le extrañó la intensa agitación en el Dojo Tendo en esa mañana, hablaban alto y caminaban de un lado a otro, lo que picó la curiosidad de Lugh.
_ “¡Un poco de acción al fin!” – se regocijó el joven – “Ya no soportaba quedarme en ese sitio. Unos días más y seguro que me saldrían raíces junto a ese árbol” -  saltó al suelo luego de que los chicos salieran apresurados de la casa, siguiéndoles de cerca despreocupadamente. Miró cuando todos ellos fueron a la escuela y como lamentablemente no tenía un uniforme del Furinkan, lo mejor era vigilar desde los muros. Además, ¿Qué podría ocurrir de malo en la escuela? Al terminar de pensar esto, miró estupefacto lo “malo que podría ocurrir” pasar por los portones del Furinkan.
_ ¿Millia y Nina? ¿Aquí? – Eso era un gran problema, Millia lo conocía y si le encontraba lo delataría y Nina, bien, ¿Quien no conocía a la aprendiz de Valkiria más violenta e insana que jamás había existido? Lo mejor era no cruzarse en su camino.
La presencia de ellas solo lo hacía percibir que los dioses definitivamente no los habían olvidado. ¿Estarían ellas allí para vigilar así como él hacía? Decidió seguir a las chicas manteniendo la mayor distancia posible pero apenas empezó a caminar, la presencia de otra persona le dejó en completo estado de ensoñación. Otra chica cruzaba los portones de la escuela y Lugh no conseguía quitarle los ojos de encima. Tenía que ser una visión o algo salido de sus sueños y recuerdos. El pelo largo y marrón, que iba hasta bajo su cintura. Unos pocos flequillos cayendo delante de sus ojos castaños y brillantes. Caminaba con una determinación que solo podía reconocer en otra persona.
_ ¿Ethlinn? – murmuró.
El tiempo pareció congelarse a su alrededor. De repente todo lo demás no tenía sentido ni importancia. Todos sus sentidos estaban volcados a la chica que caminaba en dirección al edificio principal de Furinkan. De repente se olvidó de todo, misión, Ranma, einjergards, Millia, Freya. Nada mas tenía sentido para él, solo aquella chica. Tenía que seguirla, mirar sus ojos y saber si era SU Ethlinn. Por cientos de años lamentó su perdida y ahora estaba allí, delante de sus ojos y no la perdería de nuevo.
Olvidando toda la prudencia, caminó en dirección de la chica, buscando acercarse lo más posible, pero la campana de la escuela anunciando el inicio de las clases hizo con que todos los alumnos que estaban en el patio se fueran corriendo a sus salones como una manada de animales salvajes. Había perdido a la chica en la multitud, pero no iba a claudicar, la buscaría en todos los sitios de la escuela, eso era todo lo que importaba.
La escuela era grande y Lugh pasó varias horas buscando de sala en sala y ya empezaba a dudar de su sanidad mental. ¿Habría sido una trampa de su imaginación? ¿Su intenso deseo de verla le hizo tener alucinaciones? El timbre anunciando el intervalo para el almuerzo hizo a Lugh salir de su ensoñación a tiempo de ver a la chica que buscara toda la mañana, pasar delante de él en dirección al patio. La siguió dispuesto a llamarle y hablar con ella pero con sorpresa vio que la chica caminaba en dirección al grupo que más debía de evitar por ahora. ¿Sería posible que fuera amiga de Ranma y sus compañeros? Lo mejor ahora era mantener distancia para no ser descubierto pero no le quitaría los ojos de encima, pasase lo que pasase.
_ ¡RANCHAN! - llamaba Ukyo que ahora corría hacia el grupo. Pero la distancia no permitía a Lugh escuchar de lo que hablaban solo percibía que la chica estaba nerviosa con ese encuentro mirándolos a todos con una expresión de incomprensión.
Como siempre pasaba en ese grupo, no pasó mucho tiempo sin que empezase una nueva pelea solo que ahora entre los protagonistas no habían demonios u otras criaturas de las tinieblas sino que era Nina, que por algún motivo que Lugh no conseguía comprender, desafía a Ranma a quien vio dirigirse con su katana al otro lado del patio de la escuela en lo que parecía ser su nuevo duelo.
Al poco tiempo, parecía que todos los alumnos estaban en la cancha de la escuela mirando con gran satisfacción lo que sería una pelea memorable. Desde la aparición de la chica, Lugh no conseguía pensar en nada más y tenía toda su concentración en ella, en sus gestos, en su rostro, en el mover de sus labios mientras hablaba. La pelea era una buena oportunidad para acercarse y hablarle, pues nadie le haría caso con todo el tumulto que había allá. La pelea seguía intensa y el joven percibió como la chica mantenía sus ojos fijos en Ranma y eso desconcentró a Lugh. ¿Qué tenía ella con Ranma que aún no había percibido? ¿Sería lo mejor esperar e intentar descubrir cual era la relación entre ellos? ¿Porque ella tenía la mirada tan angustiada? Las dudas estaban acabando con su voluntad y el miedo empezó a poseer a Lugh. Tal vez ella no fuera su Ethlinn, pero era increíblemente parecida a ella, y cuanto más pensaba, más ganas tenía de gritar. Ella estaba muerta, hace siglos que había muerto entonces, o tenía delante si a un fantasma o esa no era ella. Recordó entonces, que la Dama Freya le había dicho una vez que sería sencillo para ella crear un nuevo cuerpo para Ethlinn. Pero ¿Porque ella haría semejante cosa? ¿Para torturarlo aún más o para darle una oportunidad de ser feliz al fin?
Tan inmerso estaba en sus pensamientos que ni notó que la pelea había acabado, los gritos de los alumnos lo hicieron percibir que algo había pasado en aquel momento y miró que al centro de las atenciones estaban Ranma y Akane en un apasionado beso ocasionando muchos gritos de los que les veían.
Ukyo, que también observaba el combate, había caído en un estado de shock al ver como Akane besaba a su Ranchan delante  todos en la escuela, pero lo que más la espantaba era ver como Ranma respondía el beso, causándole un gran dolor que le partía el alma. Su mirada se desvió de ellos, no seguir mirando lo que le causaba tanto dolor.
Lugh, aprovechando los gritos de los alumnos, caminaba entre ellos en busca de aquella chica que había capturado toda su atención. No podía esperar más, necesitaba tocarla, sentirla, saber si era su Ethlinn. Miró con desesperación que la chica lloraba y que en su rostro estaba estampada una expresión de gran sufrimiento y desesperación y eso le partió el corazón. Casi a su lado, escuchó su voz que decía entre sollozos.
_ ... ella... siempre fue ella, él se sacrificaba por ella, peleaba por ella... – el joven extendió el brazo para sujetarla - yo lo sabía... pero seguí creyendo que... – Lugh estaba muy cerca, casi conseguía tocarla - ... tonta... siempre lo supiste...- y la piedra en su pecho empezó a emitir un suave brillo blanco.
_ ¡NO! ¡Ahora no! – se desesperó el chico mientras escuchaba la voz de su Señora en su mente.
_ Lugh, tengo una nueva misión para ti.
Y estirando su brazo en un ultimo intento de tocar a la chica, percibió demasiado tarde que ya empezaba a desvanecerse mientras la chica se alejaba de allí pasando en medio de sus compañeros. Al menos tengo que tocarla para saber si es real y juntando todas las fuerzas que tenía, colocó toda su resistencia al llamado de la diosa, un intenso dolor partiéndole el pecho y en ese estado de desvanecerse alcanzo a tocar a la joven.
Ukyo dio unos pocos pasos cuando paró al sentir un suave toque en su hombro, como una caricia. Se volteó pero no había nadie.


**********


Humanos y dioses... Los siglos que pasé observándoles fueron más que suficientes para comprender que nada bueno podrá pasar entre ellos. Pedir algo a los dioses puede ser algo demasiado arriesgado pues el precio a pagar a veces se torna demasiado grande como para ser soportado. Si la joven Ethlinn al clamar la ayuda de los dioses hubiese imaginado que para salvar la vida de su amado tendría que condenarlo a una vida de esclavitud, tal vez lo hubiera dejado morir. Hay que tener mucho cuidado con que lo que se pide a los dioses, porque ellos podrían atenderlo... Como en la historia de Lugh, hijo de Gunnar, el ladrón...


El Observador


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          Notas y agradecimientos:

          Yo conocí el  “universo de Crónicas de Asgard” en su 4º capítulo y desde entonces soy fan incondicional de esa historia y de su creador y siempre tuve ganas de poder participar de algún modo de esa historia que tanto me encanta. Por esa razón decidí escribir ese fic que puede ser llamado “historia apócrifa de Crónicas”...
          Mientras escribía, percibí cuan difícil era poner un personaje en ese universo sin afectar los acontecimientos narrados en la historia original y sin interferir tampoco en el futuro planeado por el autor.
          Creo que esta es la manera que encontré de demostrar mi admiración por ese trabajo y también de homenajear a Andy por el 3º aniversario de FFE.
Cis - Ane


Junio/2004

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