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domingo, 4 de mayo de 2014

Es eso que llamamos amor (Ane, Ayame, Iory, Jazmín y Mourisan)

Hoy es un día especial que requiere actitudes distintas, entonces por esa vez la dedicatoria viene antes del fic...

Un pequeño grupo de autores y admiradores de esta grandiosa página que es El Portal se reunió para hacer un fic-regalo para esas dos chicas tan especiales que son Danae y Nemesis.
Para agradecer todo el trabajo que tuvieron ellas en estos cuatro años, por permitirnos publicar nuestras historias en el Portal y encima de todo por ser grandes amigas, escribimos en conjunto un fic de los personajes de Ranma ½ e Inuyasha.
Aprovechando el cuarto aniversario del Portal, colocamos a las parejas que tanto nos encantan en una misma situación: “¿Qué pasaría si después de cuatro años descubriesen que su boda no es válida? ¿Su amor sería autentico para que siguiesen juntos o descubrirían que debían de se separarse?”
Lo cierto es que muchas cosas pueden pasar en cuatro años y lo que hemos visto con ‘las chicas del Portal’ es que en estos cuatro años han demostrado cuanto les gusta mantener esta página y cuanto les gustan los fics. Por eso, de corazón, les dedicamos esta historia y esperamos celebrar muchos mas aniversarios del Portal juntos.

Ane, Ayame, Iory, Jazmín y Mourisan.

P.D.: También lanzamos un desafío a Danae y Némesis para que descubran que pareja nos tocó escribir a cada uno de nosotros!  ^_~ Suerte chicas y un gran abrazo.



Eso que llamamos amor



“... Por el poder que a mí se me ha conferido, yo los declaro marido y mujer...”

Con esa frase, empieza una nueva vida de dos personas con muchos sueños y un largo camino para andar juntos. Y tal como dice la ley: “El matrimonio es un contrato solemne, por el cual, el hombre y la mujer se unen actual e indisolublemente, por toda la vida, con el fin de vivir juntos, de procrear y de auxiliarse mutuamente”. ¡Son dos personas que se unen para siempre!, ¿Siempre?


Ilmo. Sr. Oficial de Registro Civil del Distrito de Nerima:



Venimos por medio de esta carta, teniendo en cuenta el proceso administrativo nº 15785145-2000, comunicándole que este tribunal, en decisión pronunciada el 22/05/2005, juzgó procedente la demanda propuesta por el Ministerio Público para declarar la inutilidad de todos los actos practicados por V. Sa., la condición de Oficial de Registro Civil, en el período de 20/05/2001 hasta el 22/05/2001, por lo tanto todos los matrimonios ocurridos en ese periodo son anulados por el incumplimiento de la determinación legal de la obligatoriedad del Oficial de residir en la misma comuna de cualquiera de los dos cónyuges, antes de los tres meses efectuado el casamiento.




Hatsue Akamatsu
         Juez




_ Uffffffffffff....- gimió Shiori Kanesaka después de leer, por la décima vez, la carta que acabara de recibir – esa es sin duda una mala noticia...
_ ¿Qué pasa Shiori? – preguntó su esposa acercándose curiosa.
_ Pues, que tengo un problema.... ¿recuerdas que solo hicimos nuestro cambio de residencia una semana después de que empezara a trabajar como Oficial de Registro Civil en el distrito de Nerima?
_ Si, claro que recuerdo. El cambio de nuestro departamento no quedó terminado a tiempo y tuvimos que retrasar unos días la mudanza. Pero no veo cual es el problema.
_ El problema es que como yo no vivía en Nerima durante esos 2 días, el Tribunal declaró mi incompetencia en celebrar los matrimonios contraídos en ese período, decretando la nulidad de los matrimonios... Ahora tengo que avisar a cada una de las parejas que ellos no están legalmente casados...
_ ¿Y son muchas?
_ Déjame ver en mi fichero... ¡Solo cinco parejas!, Hasta que el lío no es así tan grande – completo contento.
_ Pues para esas cinco parejas si va a parecer un gran lío. Imagina descubrir, después de cuatro años, que no están casados de verdad.
_ Jejejeje imagino que los hombres van a celebrar el hecho de poder librarse de sus esposas... – dice con una sonrisa burlona.
_ Eres muy gracioso... yo imagino que a las esposas tal vez les encante la idea de ya no tener que permanecer casadas ¡con unos tipejos! Mira que hay cosas que solo se descubren después de un tiempo... – diciendo eso, lo miró fijamente dejando al pobre hombre muy nervioso – la verdad es que las mujeres tienen ideas distintas sobre el matrimonio, entonces imagino que van a querer formalizar su matrimonio de nuevo, ¿tú qué crees?
_ Ejem, a ver, voy a mandar una carta a cada una de las parejas informándoles de lo ocurrido y entonces esperaré a ver lo que van a decidir ellos. Pero si quieres saber mi opinión, digo que van a desistir de formalizar la boda jejejejejeje
_ ¿Es una apuesta, Shiori?
_ Bien, si es para que quede más interesante, diré que después de leer la carta ¡ya no se casan!, ¿Y tú Atsuko?
_ ¡¡¡Que se casan!!!
_ A escribir la carta entonces...




Ilmo. Señor y Señora



Lamentamos informar que debido a problemas judiciales y burocráticos verificados a través del proceso administrativo nº 15785145-2000, les comunico que el tribunal declaró la nulidad de los matrimonios realizados por este Oficial de Registros en el período de 20/05/2001 hasta 22/05/2001, por incumplimiento de uno de los requisitos legales para el ejercicio de la función. Una vez que esta decretada la nulidad, me incumbe informar que su unión matrimonial  nunca existió y el estado civil de ambos es soltero, por lo tanto, podrán contraer matrimonio cuando gusten, en ese caso, solicito que comuniquen a  este Registro Civil su decisión.
Atentamente,



Shiori Kanesaka
Oficial de Registro Civil






Hoy en día la tecnología esta muy avanzada y Dios sabía cuantas veces eso maravillosos aparatos como los teléfonos celulares con cámara integrada, las computadoras y todos los implementos que coadyuvaban a que la vida fuera más fácil le habían ayudado, aunque esta vez…  no le estaban ayudando en nada.
_ Pero como es posible que aparatos que casi piensan por si solos tuviesen ese enorme defecto, no funcionan sino son encendidos ¿Qué nadie pensó en ese pequeño detalle? – Gritó Ukyo furiosa.
Una vez más marco el número, prefirió marcarlo que utilizar el botón  de remarcado, cabía la posibilidad de se hubiese equivocado en algún número, pero la idea se esfumo cuando otra vez escucho la molesta grabación “El número que usted marco esta fuera de servicio, favor de intentar marcar más tarde. Gracias” afirmando la conclusión,  a la cual había llegado hace 20 minutos que llevaba tratando de localizar a su esposo, un arqueólogo con el más absurdo sentido de orientación nunca antes visto aunando el poco cuidado a su celular, quien por descuido otra vez había olvidado encender su celular.
_ ¡Es un tonto! – grito dejando el auricular en su sitio, sin embargo una pequeña punzada de arrepentimiento cruzo por su mente, mirando su vientre, recordando que  a aparte de  casi cuatro hermosos años de infinita felicidad, ahora su matrimonio era bendecido por un  pequeño bebe que creía  poco a poco dentro de ella.
Aún así se preocupo cuando recordó porque necesitaba encontrar a Ryoga urgentemente.

-- Flash Back --


El sonido de la puerta se escucho incansablemente, gritando con mucha insistencia – ¡Señora Hibiki! ¡Señora Hibiki! Abra la puerta, por favor es algo urgente.
A pesar de la urgencia ella se levanto lentamente, reconocía aquella vocecita de Hamanichi, su pequeño y simpático vecino de ocho años – Ya voy, espera un poco.
Conociendo su definición de  urgencia, la cual era simplemente que su pelota se hubiese volado la barda cayendo en su jardín, deteniendo lo que el llamaba el partido del siglo, lo chistoso era que siempre decía eso cada vez que volaba su pelota.
_ ¡Señora Hibiki!, apresúrese es importante.
_ Espera un momento, estoy buscando tu pelota.
_ No, por favor salga no se trata de eso, venga.
Ukyo sin más remedio, se acerco y abrió la puerta -¿Qué sucede Hamanichi?
Ayy Ukyo! ¿Por qué tardaste tanto?
Ante la forma de preguntar de Hanamichi, Ukyo respondió – Porque más, estaba buscando tu pelota, aún que esta vez no cayo en mi jardín.
El niño movió su cabeza en  de descontento - Se nota que acabas de despertar – dijo Hanamichi, señalando el balón que sostenía en sus manos - Esta vez no es por el balón,  y que no se te olvide que es balón no pelota.
_ Lo siento – dijo  en tono cansado - ¿Entonces por qué? - Hanamichi un poco más desesperado señalo a la persona que se encontraba a su lado.
Ukyo quien por fin vio al señor que estaba a lado de su  pequeño vecino, dedujo  por su aspecto que se trataba de  un mensajero, quien sin más le entrego una carta a Ukyo sin decir nada, sólo los usuales saludos de encuentro y despedida.

-- Fin del flash back --


Ukyo tomo la carta nuevamente y le leyó - Tal vez leí mal, he estado tan cansada, seguro fue eso.

o-o-o

Ryoga salía tosiendo y apartando la tierra que saltaban por su rostro por la explosión que había provocado para poder salir de la cueva, buscando vestigios de los antiguos habitantes del Japón.
Observo su celular, estaba apagado –“¿Cómo era posible que se me olvidará encender el celular?” – se preguntó. Aparte de tener un sentido de orientación pésimo empezaba a tener lagunas mentales.
Entonces uno de sus ayudantes fue directamente para asistir a su jefe, para su sorpresa, solo le acerco lo que pudo obtener dentro de la cueva -¿Ryoga, estás bien? tardaste demasiado en salir ¿Ryoga me estas escuchando? Ryoga.
Concluyendo por su mirada perdida en su teléfono, que no le haría caso ninguno, seguramente estaba tratando de localizar a su esposa.
_ ¡Por Kami! ¿Ukyo estará bien? – se preguntó oyendo como el teléfono de su casa empezaba a sonar.

o-o-o

El timbre del teléfono despegó a Ukyo de su concentración en la carta – Ryoga – susurró, tomando sin más el auricular – ¿Eres tu, Ryoga?
_ Si, ¿Estas bien, cariño? – El escuchar la voz de su esposa lo tranquilizo – Perdóname, olvide prender el celular, de todas formas estaba en una cueva, no habría llegado la señal ¿Todo esta bien, verdad? – La preocupación apareció de nuevo al sentir como Ukyo se había quedado muda – ¿Ukyo, sigues ahí?
_ Si… si, lo siento, Ryoga necesitamos hablar.
El tono de seriedad de Ukyo, helo a Ryoga – Lo juro Ukyo, juro que será la última vez….
_ Espera, Ryoga no eso, es que…la carta… -otra vez enmudeció
_ ¿Qué carta?
_ Ya no estamos casados, es decir, nunca lo estuvimos. Eso es lo que dice la carta.
_ Ukyo, no entiendo nada ¿Cuál carta? –pregunto levantando la voz.
Ella no perdió mucho tiempo en explicar como ó quien había traído la dichosa carta, lo importante era el contenido de ella.
_ Ryoga es una carta donde dice que el juez que nos caso no tenía el poder de hacerlo, por lo que en realidad nunca nos casamos, solo fue una boda del tipo que hacen en las ferias, un juego, una mentira. ¿Qué vamos hacer, Ryoga?
Del otro lado de la línea Ryoga no comprendía nada, sentándose en donde pudo, todo estaba confuso y las palabras de su esposa no ayudaban mucho, lo único que sabía es que había convivido con una mujer que por casi cuatro años la había llamado esposa quien no lo era, lo que era un hecho es que ella era la madre de su hijo, de su primer hijo, entonces comprendió todo aunque no estuviese estipulado en un papel, ella era su esposa y si tenía que casarse nuevamente eso no era ningún problema, se casarían.
_ ¿Ryoga, sigues ahí? –Ahora Ukyo le preguntaba – “Tal vez no fue el mejor modo de darle esa noticia” – pensó – Ryoga, por favor dime algo.
_ Ukyo, ahí una manera de resolver esto –dijo con un tono apagado.
Por un momento el corazón de la futura mamá sintió temor.
_ ¿UKyo, quieres casarte con migo? Pero claro, si tu estas de acuerdo, todo será igual que el día en que nos casamos, excepto que ahora no tendremos que esperar cuatro años para aumentar a la familia.
_ Si amor, aunque no son cuatro años.
_ Bueno eso lo será, porque a pesar de todo tu sigues siendo mi esposa y velo como si solo reafirmáramos nuestro amor.
_ Ryoga – hablo con el tono más dulce que podía
_ Bueno, entonces esta decidido nos casa… digo reafirmaremos nuestra boda el día de nuestro aniversario, hasta entonces amor.
_ Sí, hasta entonces te quiero.

o-o-o

Es mismo día Ukyo decidió que lo mejor era comprarse algo lindo, tenía la idea de utilizar nuevamente la ropa que uso el día en que se caso,  aunque después de pensarlo detenidamente, la idea de comprarse algo nuevo era lo mejor, nada ostentoso, algo sencillo que la hiciera sentirse cómoda y linda, la misión  resultaba complicada, sin embargo no era imposible.
Hizo un par de llamadas, no quería ir sola necesitaba la opinión de alguna amiga sincera que le ayudará a escoger. Luego de concertar su cita, tomo su bolso y partió.

o-o-o

Mientras Ryoga convocaba una pequeña reunión con todas las personas que le estaban apoyando su trabajo de exploración.
_ Yo se que faltan dos días para poder irnos de aquí solo que, bueno, siempre surgen contratiempos y en verdad es muy necesario que yo parta ahora, tengo razones  personales muy fuertes que requieren mi presencia en la ciudad de inmediato, no es primordial que yo este aquí, por lo que les pido continúen con su labor hasta cumplir el plazo.
Tomo su tradicional mochila la colgó en su espalda y ante la mirada de todos se encamino hacia la salida.
_ Todo saldrá bien, Ryoga  - su mano derecha, se acerco para apoyarlo  – Buena suerte y saludos a Ukyo.
Ryoga dio vuelta agradeciendo su apoyo – Muchas gracias, Takeshi suerte a ustedes también.
Después de eso corrió sin perder ni un segundo.

o-o-o

Las horas seguía transcurriendo, tiempo suficiente para que el estuviese cerca del pueblo donde ellos compraron las últimas provisiones para empezar a trabajar en la exploración, miro su reloj – ¿Cómo fue posible? – Golpeo duramente el volante  _ Estoy perdido de nuevo y con poco combustible.
Recargo su rostro en sus brazos, meditando la situación – Ni hablar, será como en los viejos tiempos, Ukyo –abrió la puerta de su viejo carro sacando todas sus pertenecías – Ten paciencia llegaré.
El ambiente comenzaba cada vez más a  bajar su temperatura, el viento frío calaba los huesos, que más podría hacer en ese momento: nada, sentarse y encender una fogata para poder pasar la noche y reanudar su trayecto al día siguiente.

o-o-o

El sol despunto, Ukyo aporreo al despertador con una almohada que se  encontraba a un lado de su cama, realmente odiaba despertar con ese espantoso sonido, no era para nada  un buen reemplazo del como Ryoga suele despertarla por las mañanas con un calido y cariñoso beso, acompañada de unos “Buenos Días, amor”
Se sentó en su cama y miro el deslumbrante y sencillo vestido color blanco que se pondría para su boda, realmente fue sumamente complicado encontrar algo que por las palabras del vendedor dijo - Molto Bene, é bella segnorina molto bella -  Que a decir verdad sí ella no algún conocimiento de italiano, le hubiera sonreído tontamente, sin embargo dio las gracias por el halago y salió del centro comercial junto a su amiga con una gran satisfacción por su compra.
Acarició su pequeño vientre con ambas manos –Yo se que le gustará a tu padre – últimamente su bebe era su compañero de charlas, no tenía mucho tiempo de embarazo a lo mucho dos meses, sin embargo ella solía contarle todo lo que cruzaba por su mente estando sola o acompañada.
Tomo el teléfono y comenzó a marcar, empezó a sonar esperando ansiosamente que contestarán.
Ryoga preparaba su desayuno, una lata de atún de esas que ya hasta tiene la verdura picada y que solo hay que abrí para poder comerla, cuando contesto el teléfono.
_ Hola, Buenos días Ukyo ¿Cómo va todo?
_ Buenos días, Ryoga. Muy bien y a ti ¿Cómo te va? ¿Cuándo llegas?
_ Mmmm, Supongo que al final del día. Pero llegaré a tiempo.
Ukyo bajo las escaleras hasta la cocina, soltando una pequeña risita – Eso quiere decir que te perdiste ¿cierto?
_ No, no nada de eso, solo unos pequeños contratiempos sin importancia – trato de excusarse Ryoga.
_ No mientas – continuo riendo – Te conozco perfectamente y pudo asegurarte que estas totalmente sonrojado, porque te he caído en la mentira, bien sabes que el mentir no se te da.
Resignado al hecho, Ryoga confeso -  Lo se muy bien, lo único que quería es que no te preocuparas.
_ Yo confió en ti y se que tu llegarás, como sea pero llegarás. Solo recuerda que la ceremonia será  donde fue la primera vez, ya arregle todo y Yamakawa esta de acuerdo, todo será casi idéntico, ya lo verás, la misma hora, el mismo lugar, pero el mismo juez no, esta vez tendrá que enseñarme su licencia certificada.
En ese momento la comunicación se corto, el celular se quedo sin batería, Ukyo trato inútilmente de volver a marcar, sin éxito alguno. Por su lado Ryoga maldijo su teléfono y lo guardo en su mochila.
_ Bueno bebe, se que tu padre vendrá. Ahora a terminar los preparativos.

o-o-o

Pasaron menos de 5 minutos, cuando Ryoga ya se encontraba bien desayunado y estaba recogiendo sus pertenecías para continuar con su viaje. Echando una mirada alrededor no le pareció tan desconocido el lugar, tenía la idea de haberlo visto antes, pero donde.
Se quito su ropa para poder por lo menos cambiarse y estar un poco más presentable, cuando escucho un sonoro grito de una anciana mujer, quien lo golpeaba con su bastón gritándole que era un descarado y pervertido, atrayendo a todas las personas que se encontraban cerca del lugar,
Desde un policía hasta unos reporteros que grabaron todo, entrevistando a la victima del pervertido del parque. Y sin dar tiempo a explicaciones el policía lo  llevo a la delegación más cerca.

o-o-o

Quien iba a decirlo, se encontraba en el parque nacional de Japón a pocos kilómetros del Distrito de Nerima.
_  Por favor, señor. En verdad no tenía idea de donde estaba, déjeme salir.
_ ¡Ja!, eso es lo que suelen decir todos los tipos como usted. Su nombre
_ Señor, por favor escúcheme. Si tan solo me deja hacer una llamada todo esto se arreglará – Ryoga suplico a la persona que estaba en frente de él.
_ Eso será después, por el momento, déme su nombre – ordeno el Policía.
_ Ryoga Hibiki.
Luego de recabar todos los datos necesarios para el expediente, le fue permitido realizar su llamada, para su mala suerte Ukyo nunca respondió, solo pudo dejar un tonto mensaje en la contestadora, seguro la habría encontrado en el celular, pero no les era permitido hacer llamadas a celulares solo llamadas locales.
_ Bueno señor, veo que no tuvo suerte.
_ Así es ¿Puedo hacer otra llamada?
_ ¿Esta loco? Eso sería un privilegio para usted, y estando en la situación donde se encuentra eso esta prohibido, ahora por favor acompáñeme, lo dejaré en un lugar más cómodo.
Así fue como Ryoga terminando tras las rejas por el cargo exhibicionista y pervertido.

o-o-o

Las horas pasaron como agua, el preparar una reunión modesta, podía llegar a ser tan complicado como una gran recepción, el antiguo trabajo de Ukyo fue el lugar donde se llevo acabo la ceremonia que a comparación de hace cuatro años fue todo un acontecimiento.
Su antiguo jefe y ahora socio de Ukyo y gran amigo de Ryoga. Le ayudo en todo hasta en el más mínimo detalle, lo único que faltaba era el novio.
Ukyo no se encontraba preocupada, conocía a su esposo y sabía que llegaría en el momento más indicado, el se lo había prometido y nunca faltaba a sus promesas.
Se despidió de Yamakawa, para poder alistarse para la ceremonia ya solo faltaban cuatro horas. Tiempo suficiente para que él pudiera llegar a tiempo, porque sino, llegaría pero a su funeral.

o-o-o

En la delegación faltando media hora para la Boda.
_ Señor por favor, hoy me caso, no puedo faltar a mi boda, podemos arreglarlo de algún modo.
El guardia retiro la vista de su periódico para poder observar al preso – ¿Casarse?, pero usted dijo en su declaración estar casado.
_ Si, lo que pasa es que, no me case, resulto que la boda no se llevo a cabo porque el juez no era juez
El guardia hizo una mueca – Ayy amigo, yo que usted cerraría la boca, sí eso lo hubiera escuchado el licenciado, agregaría cargos por falso testimonio y peor aún por fraude, no me extrañaría que lo demandarán
Ryoga hablo con desesperación – Mire señor, todo esto es un gran mal entendido, yo no soy culpable de nada y se lo puedo demostrar, permítame realizar otra llamada.
_ Sí me dieran una moneda cada vez que alguien se dice inocente, sería rico – Rió fuertemente retomado su lectura – Tenga paciencia, tendrá tiempo de demostrarlo en el juicio.
_ ¿Jucio? ¿De que esta usted hablando?
El hombre cambio de página y dejo de prestar completamente la poca atención que tenía en Ryoga y concentrarla en los resultados deportivos.

o-o-o

 Al mismo tiempo en el restaurante
Ukyo se encontraba lista y preparada, para iniciar todo, estaba complacida, todo estaba de maravilla, excepto el pequeño detalle de Ryoga.
Los invitados que eran solo amigos íntimos estaban felicitando a Ukyo, y preguntándose por Ryoga, fue entonces que Takeshi entro con todo el equipo de exploración, la novia sintió un vuelco creyendo que en cualquier momento aparecería Ryoga, pero nada.
Ukyo no perdió más tiempo y fue directo a Takeshi para preguntarle donde estaba su esposo, quien le confirmo lo que sabía, que estaba en camino y lo más seguro es que se había perdido.
El nerviosismo la estaba llevando a los extremos incluso  llego a pensar que él a lo mejor se había arrepentido – “No, eso no puede ser, él jamás haría eso”
Uno de los presentes sitiándose aburrido, decidió encender una de las televisiones del Restaurante, justo cuando pasaban la noticia del exhibicionista pervertido que le gustaba desnudarse en el Parque Nacional, gritando su nombre - ¿Ryoga?
Todas las personas fijaron su mirada en el televisor y Ukyo sintió que sus piernas no le respondían, Así que esa era la razón por la que Ryoga no llegaba ¡Estaba preso!
Olvidándose de todo, fue en busca de su esposo.

o-o-o

Ryoga, por su parte  solo caminaba alrededor de la celda, maldiciéndose a si mismo por no estar en ese momento con Ukyo.
Fue entonces cuando se acercó nuevamente el guardia, Ryoga no queria perder otra oportunidad, sí tenía que rogarle, lo haría.
_ Por favor, solo escúcheme, todo es….
_  Esta libre – dijo mientras abría la puerta.
_ ¿Cómo dijo?
_ ¡Qué esta libre! Su esposa aclaro todo, ahora vete y casate.
_ ¡Ukyo! ¿Dónde está? – Salió corriendo en busca de su esposa.
Cuando llego a ella, corrió y la abrazo con todas sus fuerzas – Ukyo, mi amor.
_ Ryoga – Saco unas cuantas lágrimas – Estaba tan asustada, pensé… pensé
Ryoga termino la frase – ¿Qué me había arrepentido?
_ No eso nunca, pensé que estarías en alguna montaña, perdido y sin ninguna idea de como regresar.
La mirada que lanzo su esposa fue desaprobatoria, para convertirse en una mirada tierna y llena de amor seguido de una risotada – Por eso me enamoré de ti, ahora vayamos que una boda nos espera.
_ Si, Ryoga, yo también estoy enamorada de ti.
Fue así como el juez, un juez que podía casarlos, formalizo aquel matrimonio entre Ryoga y Ukyo Hibiki.

o-o-o

Ya en su casa contemplando la magnificencia del cielo y las estrellas Ryoga y Ukyo las observaban por su balcón.

_ Ahora sí, son cuatro años de estar a tu lado y me siento la mujer más feliz de todas.
_ ¡Feliz! siempre lo he sido  y más ahora que seré padre, lo seré aún más – besando a su linda esposa, susurrándole - Te amo.
_ Yo también te amo, Ryoga.



Es gracioso como los recuerdos aparecen de sorpresa en momentos que nunca esperamos. Toda su vida fue dedicada a coquetear libremente con todas las chicas que encontraba en el camino sin importar si eran rubias, morenas o pelirrojas... si eran mujeres ya le bastaba... bueno... bonitas por cierto... siempre fue exigente con la especie femenina.  Un cuerpo bien torneado, una piel maciza, una voz suave, una mirada tímida... todas esas características le encantaban y lo atraían como una abeja a una flor. Flores... así miraba las mujeres, como lindas flores, de variados colores y perfumes en un gran jardín que era este mundo y solo esperando por ÉL!!!!
No es que tuviera un gran ego pero sabía que tenía sus encantos, además, siempre fue muy bueno con las palabras y conseguía decir exactamente lo que cada mujer necesitaba escuchar. En verdad, era un gran experto del alma femenina. Le bastaba un pequeño análisis de una mujer, de su manera de vestir, su confianza en el caminar o su manera de mirar a las personas en un bar para de manera casi mágica descubrir sus debilidades, sus intenciones, sus deseos...
Por eso pasaba tanto tiempo en los bares, conociendo el objeto de sus “estudios” y perfeccionando su “arte de conquista”. Era famoso entre sus amigos por la cantidad de mujeres que ya había conquistado y su agenda de teléfonos era codiciada por todos ellos... bueno... ¿Qué hombre no codiciaría una agenda de teléfonos donde desde la A hasta la Z habían al menos el nombre y número de una docena de chicas???
Su agenda era su tesoro más precioso. Una especie de trofeo donde cada nombre representaba una conquista – su victoria sobre la resistencia femenina. Tenía el orgullo de decir que nunca una mujer se le resistió más que un par de días. Bueno... al menos hasta el día que la conoció a ella...
Maldijo y agradeció miles de veces el día en que ella entró en aquel bar. Su pelo largo castaño moviéndose suavemente, caminando entre las mesas, atrayendo la mirada de todos los hombres del lugar, dejando tras sí un perfume maravilloso, afectando todos sus sentidos... Y él la quiso.
Se dirigió hacia ella, con todo el plan de conquista listo, y tenía la certeza que en dos horas estaría rendida a sus pies. Lo que pasó enseguida fue asombroso. Ella lo ignoró. Lo ignoró a él!!! ¡¡¡A MIROKU!!! Nunca antes una mujer se le había resistido y ahora ESA mujer ¿¿¿Se atrevía a rechazarlo???
Miroku no sabía si estaba más sorprendido u ofendido con la actitud de esa chica. Y lo que lo dejó completamente conmocionado fue verla después platicar animadamente con un hombre y luego de pocas horas salir con él.
Fue un duro golpe para su ego. NUNCA lo habían rechazado... y esa no sería la primera vez. Salió detrás de ellos y los siguió de la manera más discreta que pudo. Como un espía acabó por descubrir donde vivía la chica y día tras día se quedaba delante su departamento, aprendiendo mas de sus hábitos, horarios y costumbres. Una y otra vez intentó acercarse sin éxito, pero también sin desistir. Seguía buscando una brecha en su duro corazón para conquistarla.
Lo que Miroku tardó mucho en notar es que él había sido el conquistado y ahora amaba desesperadamente a esa mujer. Sango... ese era su nombre... Y lo que había empezado como un desafió ahora era una cuestión de vida o muerte para él.
Al destino le gustaba hacer bromas. De eso estaba seguro. ¿¿¿Como podía haberse enamorado perdidamente de la única mujer que no conseguía conquistar???
Insistía una y otra vez y todas las veces ella lo rechazaba. Le hizo promesas, intentó mostrar que era una persona interesante, le decía que estaba enamorado y cuanto la quería pero solo escuchaba un “No me interesa”, “Conozco bien el tipo de hombre que eres” o el peor de todos “No me gustas...” seguido de una mirada de desprecio.
Un día, presa de la desesperación, le preguntó en medio de la calle:
_ ¿Qué quieres que haga para convencerte de que te quiero mas que a nada en el mundo? ¿Qué tengo que hacer o decir para que creas en mi?
_ Quiero tu agenda... – contestó Sango con una tierna sonrisa.
_ ¿Cómo?
_ ¿Crees que no te conozco? ¿Qué no se la fama que tienes? ¿Quieres probar que me quieres? Quiero tu agenda de teléfonos... ahora...
Miroku pestañó algunas veces antes de mostrar alguna reacción.
_ Mi agenda... ¿Si te entrego mi agenda vas a creer en mí? – preguntó incrédulo.
_ No es solo una agenda... es un tesoro...
Ahora tenía la seguridad: Algún amigo lo había denunciado a Sango. ¿De que otro modo ella iba a saber que llamaba tesoro a su agenda? Bueno, si ese era el precio a pagar... ¡Que así sea!

o-o-o

Ya llevamos casados cuatro años y todo es paz y tranquilidad en nuestras vidas. Tenemos una bonita casa en la ciudad, tengo un buen empleo y Sango es una excelente ama de casa.
Nunca me imaginé casado hasta el momento en que conocí a Sango. ¿Cómo puede una mujer hacernos cambiar de conceptos y hacernos negar nuestra verdadera naturaleza? La idea de casarse siempre lo había asustado... Tenía planeado que cuando encontrase una mujer que le gustase simplemente iban a vivir juntos y listo. Nada de ceremonias, testigos, promesas, NADA. Solo lo que podía llamarse “unión libre” lo que evitaba cualquier compromiso real. Al no estar casado, cuando las cosas se pusiesen mal, podría salir de esa relación sin los problemas de los tramites legales. Esa era la ventaja de la “unión libre”: La total ausencia de compromiso. Pero se había casado con Sango... Al menos eso era lo que creía hasta esa mañana.
Miró nuevamente el sobre que tenía en sus manos y leyó una vez más. Las palabras penetraron en su mente como fuego y él aún era incapaz de creer en ello. ¡NO ESTABA OFICIALMENTE CASADO CON SANGO! Cerró sus ojos y se acostó en el sofá, pensativo. ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Cómo le contaría a Sango?
Y escuchando los pasos de su esposa viniendo en su dirección, escondió bajo si la carta y fingió que dormía. Con todos sus sentidos en alerta, la sintió acercarse y suavemente poner su mano en su rostro en una tierna caricia y después alejarse en dirección a la cocina.
Bueno, ella siempre fue una mujer cariñosa, de eso no podría quejarse nunca. Y en todos esos años ella había demostrado eso. Cuidaba de él y de la casa con extremo cuidado, siempre atenta, preguntándole por su día en el trabajo y le escuchaba con atención mientras le narraba su día. Le gustaba salir a bailar o salir a cenar y después caminar en el parque como si fueran novios, tomados de las manos o abrazados. Y a él le gustaba eso. Le gustaba sentirse cuidado y mimado. Y al fin consiguió comprender que quería estar solo con ella.
Suspiró de nuevo.
Sus instintos ahora estaban alertas. ¿Cuando había sido efectivamente domado? ¿Qué tenía esa mujer para nublarle la razón y ahogar su instinto para que no quisiera a nadie más? ¿¿¿Como había conseguido convencerle a casarse??? ¿A estar PRESO a una solo mujer?
Desde el día en que le entregó su agenda y con terror la observó quemarla, página por página, entendió que ahora estaba en un camino sin vuelta atrás. ¿O no?
Buscó la carta escondida y la miró nuevamente. De a pocos empezaba a creer en lo que estaba escrito y ya no pensar que era una broma de su imaginación por un deseo reprimido. Estaba bien claro: NO ESTABAN CASADOS. O sea, estaba libre... y ella también…

o-o-o

_ ¿Como así que tenemos que casarnos?
_ Pues si... ¿Que pensabas?
_ Pues que solo querías la agenda y que íbamos a vivir juntos y todas esas cosas de pareja y bla bla bla.
_ A veces me impresiona cuan idiota puedes ser... Yo no creo en eso de vivir juntos...
_ Yo prefiero llamarlo unión libre...
_ Llámalo como quieras, pero yo pienso de manera distinta. Eso de unión libre es cosa de cobardes.
Ahora ella había tocado un punto sensible... ¿Como que “cobarde”? ¿Acaso ahora a los hombres les gustaba ir a la cárcel de manera voluntaria? ¿Desde cuando? Somos bígamos e infieles por naturaleza ¡Y una boda no combina con los hombres! Todos sabemos que el certificado de casamiento en las manos de una mujer se transformaba en un “Certificado de propiedad”, es un “Soy tu dueña”  o aún peor, un “¡¡¡¡Quiero que sea ilegal que te acuestes con otra”!!!! ¿Como se les puede ocurrir que un hombre en su sano juicio estaría de acuerdo con eso?
Como percibiendo mis temores (bueno, pánico sería la palabra mas apropiada), Sango se acercó a mi y me besó en los labios. Cerré los ojos. Sin retirar sus labios de mi piel, empezó a moverlos en dirección a mi barbilla y subiendo después hacia mi cuello dando pequeños besos uno tras otro y subiendo hasta mi oreja donde terminó con un mordisco. Yo seguía con los ojos cerrados, sólo sintiendo el suave toque de sus labios y de sus manos que ahora enlazaban mi cuello y entre mordiscos, susurraba en mi oído.
_ Te quiero, y mas de que lo puedes creer.
Y yo estaba perdido. En aquel momento sentí un collar imaginario alrededor de mi cuello y noté que aceptaba tener una dueña... Es gracioso como pueden manipularnos con palabras tiernas y besos... Definitivamente somos débiles... o estúpidos... Pero prefiero pensar que somos débiles...

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Cuatro años. Cuatro largos años con la misma mujer. Un record sin duda, al menos para él. No conseguía recordar la ultima vez que entró en un bar solo o cuando salió a algún sitio sin Sango. Nunca más las salidas solo para tomar y coquetear. Nunca más conocer mujeres interesantes y sensuales.
Empezó a recordar las peleas y discusiones que tuvieron en esos años. Esa era otra cosa que empezó a enfrentar solo después de casado. Nunca se daba el trabajo de discutir con una mujer. Si las cosas no iban como le gustaba, se iba y listo. No valía la pena gastar tiempo y palabras con una mujer molesta.
Pero de sango no podía alejarse por una pelea... Había aprendido a discutir, después a calmarse, luego a platicar el motivo de la pelea y por fin a disculparse o perdonar. Era así que se portaban los casados y así debían portarse ellos también.
Bueno, ya no estaban casados, tenía la prueba en sus manos y aún no sabía como contarle a Sango. ¿Como reaccionaría ella? ¿Y como reaccionaría EL?

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_ Y si pudieras cambiar algo de tu pasado, ¿Qué harías?
Sango y yo estábamos acostados platicando, ella recostada sobre mi pecho, y yo apoyando mi cabeza sobre mi brazo mientras con el otro brazo le rodeaba los hombros. A veces hacíamos eso, pasábamos toda la noche haciendo el amor, con pequeñas pausas para descansar y platicar y los temas mas diversos se nos ocurrían a esas horas.
_ Viajar... eso haría. Siempre pensé que iba tener mucho tiempo para viajar y conocer al menos una docena de países.
_ ¿Y sería algún sitio en especial?
_ Pues... creo que solo saldría sin rumbo, escogiendo donde quedarme en el camino.
_ Pero no pudiste realizar ese sueño...
_ Porque algo mejor apareció en mi vida... – y la besé.

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Tanta cosas por hacer, sitios y personas por conocer, aventuras por vivir y había cambiado todo eso por una mujer. Abdicar una promoción solo porque significaba una transferencia a China y a Sango le dio pánico la idea de salir de Japón... Perdió una gran oportunidad en la empresa y Miroku tenía certeza que otra oportunidad como esa no iba a aparecer tan pronto. Pero no era solo eso. Había todas aquellas pequeñas cosas, como no tener un convertible porque “no eran seguros” además de “arruinar el pelo”...
Nadie le había avisado que el matrimonio significaba abrir la mano a tantas cosas. ¿Y a cambio de que? ¿Compañía? ¿Sexo? Lo que antes había sido un acto impulsivo de su parte ahora debía ser bien medido y pensado. Nada de actitudes impulsivas esta vez y la elección era simple: quedarse o irse.
Se sentó muy erecto en el sofá, mirando por enésima vez la carta y repasó todos los acontecimientos de los últimos cuatro años de convivencia con Sango, todos los que consiguió recordar y tomó su decisión.
_ Sango – dijo muy serio, caminando hacía la cocina – tenemos que hablar...

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Sango comprendió bien la situación y mi posición acerca de lo que debíamos de hacer. Se quedó en la cocina mientras yo subía a la habitación a preparar las maletas...
Unas cuantas llamadas de mi móvil mientras subía la escalera eran suficiente para arreglar lo necesario: Un taxi y un hotel. Unos diez minutos después Sango entró a la habitación y miró las maletas.
_ ¿Ya hiciste las maletas? – preguntó sorprendida.
_ Bueno... Solo coloqué lo estrictamente necesario.
_ Entiendo... – contestó ella.
_ Además, ya llamé un taxi que debe llegar en cinco minutos.
_ Esta bien, si quieres hacerlo de este modo...
_ ¡Decidimos que era lo mejor bajo estas circunstancias!
_ ¡No! Tú decidiste yo solo concordé.
_ Es lo mejor – un sonido delante de la casa llamó nuestra atención – debe ser el taxi – y agarrando la maleta empecé a caminar en dirección a la puerta.
_ Espera Miroku... ¿Y yo?
_ Tú estarás bien – el cerró los ojos mientras dejaba la maleta en el suelo – Ven acá – le dijo y esperó hasta que Sango se acercó – todo lo que necesitamos esta dentro de esta maleta. Ahora vamos a entrar en ese taxi, ir al aeropuerto, comprar boletos para el primero vuelo a Sodegaura, que yo se que te encanta esa playa, y allá nos casaremos... de nuevo y esta vez oficialmente.
Sentí como Sango me abrazaba y recostaba su cabeza en mi pecho con un suspiro.
_ Cuando pienso que no puedes hacer nada más para sorprenderme...
_ ¿Y que querías? – con mi mano levanté su rostro hasta que la pude mirar a los ojos – ¿Que te mostrase la carta y te diera tiempo suficiente para pensar al respecto y decidir que ya no quieres estar casada conmigo? Hoy viajamos y mañana nos casamos y pienso mantenerte muy ocupada esta noche como para pensar al respecto... No te daré la oportunidad de escapar de mi, jamás. Pensé mucho hoy sobre nosotros ¿Y sabes a qué conclusión llegué?
_ ¿Cual? – pregunto Sango tímidamente.
_ Que no puedo vivir sin ti. Ahora vamos, que el taxi esta esperando.



Otro día de intenso trabajo para el señor Hayata. La verdad, es que ser el director y principal accionista de un de los mayores bancos de Japón le tomaba mucho tiempo, hacía que trabajara una media de 12 horas por día, teniendo poquísimo tiempo para quedarse en su casa en la compañía de su esposa. Pero ese mismo trabajo era lo que le daba la oportunidad de darle la vida llena de lujo que ella tanto merecía. Estaba perdidamente enamorado de su esposa, desde el día en que se casaron hace ya cuatro años y no pasaba ni un momento sin pensar en ella y en una manera de agradarle o hacerla feliz.
Se había enamorado de ella a primera vista, había quedado petrificado cuando la miró en una cena en la casa del embajador de Inglaterra, no conseguía creer que ella se acercara a él para platicar. Tenía una voz dulce y ronca como de uno gato, sus movimientos, sea de brazos, piernas o manos, también cumplían con las características felinas por su liviandad y gracia. Lo cierto era que se había enamorado de ella en esa misma noche y  la invitó a cenar en la noche siguiente.
Pasó solo un mes antes de casarse, allá mismo, en Nerima, en una ceremonia pequeña, pero lujosa, desde entonces, Mouse Hayata se sentía como el hombre más feliz del mundo.
Después de un largo día de trabajo solo pensaba en volver a su mansión y estar en los dulces y amorosos brazos de su esposa Shampoo. Caminando en pasos rápidos, después de que el chofer lo dejara en la entrada de su casa, se dirigió a la gran habitación del segundo piso en busca de su amada esposa para encontrarla acostada con un lindo vestido de seda mirando sus uñas bien tratadas con una expresión distante.
_ Hola mi amor – le dice cariñosamente mientras le besaba suavemente los labios.
_ ¿Cómo pasaste tu día? – preguntó ella aún admirando sus uñas.
_ Bien, bien, como siempre, con mucho trabajo, pero vale la pena – contestó Mouse mientras sacaba su corbata y la dejaba sobre la cómoda.
_ Yo estaba pensando, que éste miércoles es nuestro aniversario de bodas, ¿recuerdas?
_ Claro que si mi amor. ¿Cómo me olvidaría de eso?.
_ Pero tú dijiste ayer que tienes un viaje de negocios que hacer...
_ Es cierto, pensaba en llevarte a cenar el jueves para celebrar.
_ mmmmmmmm pues yo tengo una idea mejor... – dice Shampoo caminando lentamente sobre la cama en un sensual movimiento, acercándose a su esposo – iras a Okazaki, ¿no es cierto?
_ Sip – respondió su marido mirándola con atención – ¿qué tienes en mente?
_ Pues pienso que esta vez YO iré a encontrarte allá.
_ ¿Hu? Pero si estaré trabajando todo el día...
_ Lo sé tontito, por eso iré en la noche. Pero quiero que sea especial, ¿sigues hospedándote en Ritz Hotel?
_ Si, como siempre, y siempre en la misma habitación. Lo sabes.
_ Entonces, por esta vez, quiero que sea en el Plaza, para que no sea una rutina, quiero que sea una noche especial.
_ Es una idea realmente interesante, amor.
_ Entonces está hecho. Tu llegas y te hospedas en el Plaza por esta vez, no olvides registrarme también cariño, no quiero que me impidan subir... – ahora si parecía completamente una gata ronroneando y con los ojos brillantes, lo que hacía a Mouse perder todo auto-control.
_ Por supuesto que no, mi amor. Será exactamente como tú quieras – en ese momento Shampoo lo abrazó sensualmente, jalándolo hacia bajo riendo con malicia y un gran brillo en los ojos.
_ Lo sé... es por eso que me casé contigo...

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Aquel miércoles fue difícil para Mouse concentrarse en el trabajo, a cada momento pensaba en el romántico encuentro que iba a tener con su esposa dentro de pocas horas en lo hotel.
Con mucha emoción llegó al Hotel Plaza, se registró como el señor y la señora Hayata y encomendó que la recepción mandase el mejor champagne y dos docenas de rosas rojas para su habitación. Además de eso, había comprado una linda joya para regalarle a su esposa, él sabía lo mucho que a ella le encantaban los diamantes y un collar de diamantes con certeza la haría feliz.
Era su cuarto año de casados y Mouse estaba muy feliz. Tenía suerte de tener a una esposa tan linda y dedicada como Shampoo, agradecía a Kami todos los días por tenerla a su lado.
Un suave toque en la puerta lo hizo sentir un escalofrió. ELLA había llegado. Emocionado se dirigió a la puerta en pasos rápidos y con una gran sonrisa la abrió para encontrar a... ¿¿¿una extraña???
_ ¿Eres el señor Hayata? – preguntó bruscamente mientras entraba en la habitación.
_ Si, por supuesto. ¿Y la señora es?
_ ¿Dónde puedo cambiarme de ropa?, ¿Está allá el baño? – apunto ya caminando en aquella dirección.
_ Si es allá, pero señora, no creo que eso sea una buena idea porque mi esposa ya viene y... ¿cómo sabe mi nombre? – en ese momento la mujer cerraba la puerta del baño frente a su cara.
_ ¡Auch! – gimió frotando su nariz – “¿quién es esa mujer?” - Pero antes de conseguir cualquier respuesta, un nuevo toque en la puerta le llamó la atención. -  “Ahora es Shampoo”- se apresuró en abrir la puerta, pero nuevamente fue sorprendido por extraños. Esta vez eran dos hombres que entraban, uno con un traje oscuro, un largo bigote y una cicatriz en la faz, seguido por otro hombre con el uniforme del hotel.
Mouse estaba confundido. Los hombres entraron antes de que él pudiera pedirles que se identificaran. El primer hombre le habló de manera muy arrogante.
_ ¿Dónde está ella?
_ ¿Ella quién? – contestó Mouse.
_ Sabemos que ella esta aquí, no intente esconderla.
_ ¿¿ELLA QUIÉN?? – preguntó Mouse exasperado.
_ ¿Cómo que ‘ella quién’?... ¡ELLA! - Gritó el hombre apuntando hacia la puerta del baño que ahora estaba abierta, de allí salía la mujer que había invadido la habitación hacía cuatro minutos atrás, usando un diminuto negligé.
Tan sorprendido se quedó Mouse que ya no conseguía pronunciar palabra. Solo se quedó de boca abierta mirando la bizarra escena. La mujer caminaba ahora en pasos lánguidos en su dirección y rodeándole el cuello con su brazos, rozó suavemente sus labios en su rostro mientras hablaba bajito.
_ ¿Quienes son ellos, querido?
En ese exacto instante, el hombre saca de su bolsillo una cámara y empieza a sacar fotos mientras le gritaba al hombre de uniforme.
_ ¿¿Estás mirando eso??, ¡Eres testigo de este adulterio! – el otro hombre apenas asentía con la cabeza sin emitir sonido alguno. Mouse, aún atontado, no esbozaba ninguna reacción.
Con la misma velocidad que entraron a la habitación, los dos hombres dieron la vuelta y salieron al mismo tiempo que la mujer volvía al baño y cerraba la puerta.
Mouse no se había movido ni siquiera un milímetro, aún así petrificado intentaba comprender lo que acababa de ocurrir. En poco tiempo escuchó nuevo ruido en el baño, la mujer había salido vistiendo ahora normalmente, caminó en su dirección y esbozando una pequeña sonrisa le dice:
_ Mucho gusto en conocerte señor Hayata y siento todo esto. Hay que entender que no tengo nada contra usted, solo es trabajo.
_ Oh, cierto, cierto. No te apures – dice mecánicamente mientras acompañaba a la mujer hasta la puerta y la cerraba ahora con llave. Caminó en dirección al pequeño bar de la habitación y se sirvió  una generosa dosis de wisky. Con el vaso en la mano, se sentó en la cama y con la expresión mas confundida del mundo pensó:
_”¿QUÉ DIABLOS PASÓ AQUÍ?”  

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Al siguiente día Mouse estaba pésimo. No había conseguido dormir pues los sucesos de la noche anterior lo habían dejado preocupado, además, su esposa no apareció en toda la noche. Ahora algo en su mente le decía que estaba con problemas. Con graves problemas.
Tomó su vuelo como había planeado anteriormente y fue hacia su casa solo para encontrarla vacía. Ahora si tenía un mal presentimiento, sentía que algo muy malo iba a pasar e inmediatamente pensó en Shampoo. ¿Dónde estaría su esposa?, ¿Por qué no estaba en casa? Y como si algo en su interior le avisase, se fue a su habitación y antes de abrir la puerta del closet de su esposa, sabía que lo encontraría vacío... las últimas horas habían sido de lo más raras. Mouse aún no había asimilado muy bien todo lo que ocurrirá. Con un suspiro resignado resolvió que lo mejor que podría hacer ahora era ir a su trabajo, al menos su cabeza se ocuparía en otra cosa y no en esa angustia que ahora sentía.
Llegar al fin a su trabajo le dio un gran alivio, aún más al encontrar a su secretaria, la señorita Yumiko lo recibió con una discreta sonrisa mientras le decía un “buenos días señor Hayata” además de pasarle el periódico del día.
_”Bueno, al menos por aquí todo está normal...” – pensó con un suspiro. Pero su paz duró solo esos pocos segundos, porque sin siquiera ser anunciado pero si perseguido por la secretaria, el extraño hombre de bigote entró acompañado del otro hombre, que ahora sin uniforme, invadían su oficina. Para su sorpresa, su esposa estaba con ellos y su mirada era fría y distante, lo que dejo a Mouse muy aturdido.
_ Perdona señor Hayata, pero no conseguí detenlos y entraron antes de que yo pudiera anunciarlos.
_ No hay problema señorita Yumiko, al menos ahora voy a descubrir de una buena vez lo que pasa... – y mirando fijamente a los dos hombres, les habló -  muy bien señores, ¿a qué debo su presencia?
Sin contestar, el hombre de bigote le alcanzó un sobre que Mouse miró con curiosidad ya adivinando su contenido, pero de manera automática se puso a mirar su contenido. Unas cuantas fotos de él con aquella extraña mujer que también había invadido su suite en el hotel.
_ Creo que no es necesario decir que la señora Hayata quiere el divorcio basada en esas pruebas de adulterio... antes que todo, deja presentarme, soy el abogado de la señora Hayata.
_ Ahhhhhhhhh y su cómplice también... bien, ahora todo tiene sentido... Muy bien... antes de tratar sobre cualquier cosa, quiero hablar a solas con mi esposa – miró a Shampoo que consintió con un gesto de cabeza haciendo que su abogado y el otro hombre salieran de la sala. La puerta se cerró, Mouse dirigió la mirada hacia Shampoo que le devolvió la mirada desafiantemente.
_ Entonces ¿es eso Shampoo? Ahora me doy cuenta... ¿armaste todo eso? La mujer, el abogado acompañado de un testigo, fotos... 
_ Lo siento Mouse, pero era necesario...
_ Si ya no me amabas y  querías partir, solo tenías que pedírmelo Shampoo...
El rubor que apareció en el rostro de su esposa le hizo comprender lo que nunca había percibido antes.
_ Entiendo – dice pausadamente – nunca me amaste... ¿Y por qué te acercaste?, ¿Por el dinero?, ¿Status?, ¿No encontraste a otro hombre rico y lo suficiente tonto como para que cayera con tus encantos? – el rostro de Shampoo se puso aún mas rojo – pero ¿por qué toda esta trampa?
_ Por el 50% - contesto Shampoo.
_ ¿Qué?
_ Porque quiero la mitad de todo, por eso aguanté estos cuatro años..., por eso necesitaba las pruebas o ningún juez me daría todo eso...
_ Ya veo... – por un instante se sintió mareado. ¿Cómo pudo ser tan estúpido y haberse enamorado así de esa vil criatura? – mira... – contestó cansado – llama a ese farsante que tienes por abogado y vamos a terminar de una buena vez con esto. Dame solo cinco minutos para ordenar mis pensamientos y ya regreso –  diciendo eso, salió de la sala con un increíble dolor de cabeza.
Miró con repulsión al abogado que entraba nuevamente a la sala, seguido del perrito ese que tenía como testigo, Mouse caminaba hecho un animal enjaulado intentando pensar en una manera de dar una lección a esa perra que le había engañado por todos esos años. 
_ Señor Hayata, hay una correspondencia para usted y tiene el sello del gobierno... – la voz de la señorita Yumiko lo sacó de su estado de ensoñación, automáticamente extendió su mano para agarrar el sobre.
Lo abrió y leyó una y otra vez sin todavía creer lo que tenía en sus manos. Cerró el papel que sujetaba y a los pocos segundos empezó a reír suavemente, la que poco a poco se trasformó en una carcajada que asustó a la pobre secretaria que lo miraba confusa.
_ ¿Una buena noticia, señor?
_ ¡La mejor señorita Yumiko! La mejor. ¡Ahora estoy listo para platicar! – y con pasos decididos entró en la sala.
Aún sonriendo caminó en dirección de su esposa y su abogado, frotando las manos dice animado:
_ Muy bien, ¿qué tenemos que hacer ahora? – su ánimo dejó a Shampoo medio aprensiva y miró nerviosa a su abogado.
_ Que bien que está resignado señor Hayata, así todo se resolverá pronto. Su esposa tiene una relación de todo el patrimonio para hacer la divición... lo mejor que usted puede hacer es verificar la lista y corregir cualquier error.
_ Muy bien, déjame mirar eso – y leyendo atentamente los papeles que tenía delante si, emitía, de tiempo en tiempo, unos pequeños sonidos que eran imposibles de distinguir si eran de desagrado o de rabia. Al haber pasado unos minutos, Mouse levantó su rostro y miró a sus interlocutores – muy bien, ya leí todo y tengo algunas restricciones que hacer. Préstame un bolígrafo por favor – dice extendiendo su mano en dirección del abogado que desconfiado le pasó la pluma.
Poniendo los papeles sobre la mesa empezó a corregirlos.
_ Mira, sip, hay tres Ferraris pero te olvidaste de poner también los dos Mercedes, como sé que no estas muy al tanto de la cantidad de los coches voy a anotarlo aquí – el comentario hizo que Shampoo agrandara sus ojos por la sorpresa – y además de la mansión donde vivimos, nuestro nido de amor, hay otra en Kobe y diversos departamentos por todo Japón, solo que no se exactamente cuantos, es algo que tengo que pedirle a mi secretaria, pero es cosa de un día o dos para hacer el levantamiento de todos los registros inmobiliarios – completó con una tierna sonrisa.
_ Estoy impresionado con su ánimo de ayudar señor Hayata... generalmente los maridos no piensan en  dividir nada en estos momentos.
 _ Naaaaa, lo que es justo es justo y mi esposa merece que yo sea justo. Seguimos ¿si? Percibo que ella anduvo investigando mis inversiones – y levantando la mirada le dice burlón – niña mala, te dije varias veces que no menearas el cofre... – y con una risita continuó – aquí, donde tiene el valor de las acciones de dos millones de dólares, debes cambiarlo a cinco millones, esta desactualizada esa avaluación. Tengo que decir que también hay una cuenta en uno banco de Suiza con un poco mas de tres millones – y mirando al abogado con una expresión de complicidad, agregó – sabes como es... para una emergencia – el comentario hizo que los  hombres rieran con ganas, Shampoo, ya mas tranquila, empezó a reír con ellos también.
_ Que bien Mouse, que no estás resentido conmigo. Eres realmente un hombre muy honesto y justo.
_ No sabes cuanto querida. Bueno, de cualquier modo, voy a mandarle un rol completo y actualizado de todo el patrimonio, en dos días ¿puede ser? – mirando la expresión de afirmación del abogado, prosiguió – ahhhhh por cierto, antes que me olvide, llegó hoy una correspondencia destinada a nosotros Shampoo. Yo ya la leí y te la paso ahora –  diciendo eso le entregó el sobre bajo la mirada curiosa de Shampoo – bueno, me despido ahora y voy a providenciar los documentos. Mucho gusto en conocerlo señor – y saludando efusivamente al abogado, se retiró de la sala mientras que Shampoo abría el sobre. Caminó solo lo suficiente para cerrar la puerta detrás de sí y automáticamente colocó su cabeza en la puerta para escuchar mejor lo que pasaba allá dentro. No demoró mucho en escuchar un grito ahogado con algo que le pareció ser un “por el gran Kami” y un ruido sordo de un cuerpo cayendo al suelo.
_ Bueno... era una cabeza hueca... seguro que no le dolió nada... – y tarareando, agarro su abrigo y se fue.



Se había secado. Su alma. Sus lágrimas. Su risa. Todo...... todo en su interior estaba seco.
Nunca quiso imaginar lo que se sentiría si sucediera, pero ahora, que por dentro solo es hilachas escurridas, jamás creyó quedarse sin términos para definirse. Porque de eso se trata: no logra definir sus dolencias, puesto que innumerables son  y todas luchan por ser la primera en hacerse notar.
Su cuerpo tendido en el lecho imita caóticamente la inercia. Ojos fijos pegados al cielo, respiración mínima, flacidez en los miembros.  Frío incontrolable en las entrañas, soledad vacilante disfrazada de brisa y quietud.
Y , tal si arrastrara una aguda pena, un ‘por qué’ le encadena la boca.
Un por qué confuso, resentido y triste.

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Las manos le tiemblan, retorciendo involuntariamente el papel. Un nefasto aviso se luce entre el membrete y las ostentosas firmas.
Lo que por años creyó suyo, ya no existía... Nunca existió.

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Ahogó un nuevo suspiro. Se le atragantó éste dentro de su urgente dolor. ¿Cómo olvidar y seguir?...... ¿Cómo?.

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_ Entonces, ya no eres mi esposo. –había mencionado entre temblores y desfallecimientos internos -¿Qué vamos a hacer?
Y él a propósito ignoró las súplicas dedicadas. A propósito la evitó porque él ya no aguantaba mirarle, más cuando ella dejó que sus propios ojos se diluyeran.
_ Nada –contestó infame –Yo me largo.

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Y la ancha espalda del que antes llamara esposo se le clavó inmisericorde en la razón, y ésta imagen se repetía una, dos, tres veces. La martirizaba cuando trataba de canalizar sensatamente sus emociones o cuando la noche repartía su presencia color índigo.  
Desde ese acontecimiento son cinco días los transcurridos, incluyendo sus noches.
¿Qué se iba a imaginar esa situación?. ¡¡Hallarse ahora más soltera que nunca, al igual que él!!. Tal parece que la vida de repente se ensañó con ella, después de hacerla vivir dentro de un cuento por cuatro años, mismos en los que se creyó mujer de alguien.......... y un día, una notificación arriba  para romper lo construido.
Cuatro años después se vienen a enterar de que su unión no es verdadera, que ante la ley son únicamente dos personas viviendo en un mismo techo, punto.
Pero de las dos opciones que dio el comunicado , el hombre – a quien se dedicó en alma y corazón- eligió la más fácil : Dejarla. 

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_ Eres demasiado tonta para entenderme –siseó - ¡¡Nada te ofrecí!!, y no voy a hacerlo ahora.
_ ¿Es tan fácil pisotear lo que hemos vivido, InuYasha?
_ No sé qué es lo que viviste conmigo, mujer, ni quiero calcularlo. Yo únicamente reconozco que debo seguir... sin ti. ¡¡Entendiste!!

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Horrible discusión la de aquella noche.
Tenía una perspectiva distinta de lo que había sido ese tiempo compartido, ¡¡ella bien lo sintió feliz!!, ¡¡Ella comprobó cuánto de su amor le era correspondido!!........y sin embargo, aquellas palabras pegaban como dagas porque fueron sorpresivas, tanto como tramposas.
¿Cuánto de lo escuchado era verdad?...¿cuánto era mentira?.... De los fragmentos disfrazados de duros motivos, ¿cuáles eran meras pesadillas?... ¿cuáles realidad?.
Aún así lo amaba. La ausencia le provocó amarlo más, así mismo le condujo a derramar interminable su dolor a través del llanto, a tal punto de dejarla seca.... con los ojos fijos en el cielo entablillado y el cuerpo derramado en el colchón.
Higurashi Kagome, ese es su nombre.....el de siempre.... el que nunca fue alterado legalmente.
Sin más, medita y reconoce que es Higurashi Kagome, ‘a la que le queda sólo uno de los dos empleos que poseía’ y ‘la que pronto perderá algo más que a un compañero’. Es la Higurashi Kagome endeudada........es la que ha hipotecado al parecer más que una propiedad con casa y santuario. Es la mujer atada de manos y pies, sin salida ni soluciones viables para rescatar su hogar. Es la que misteriosamente se ha sentido vigilada desde el martes y a la que dejaron sin el trabajo mejor remunerado. 
Ella se pregunta ¿cómo le va a hacer con un único empleo? .... ¿cómo cubrirá una deuda tan grande?.
Más que resignación y tristeza es lo que anida en el corazón....más que una pérdida afectiva. Literalmente le han arrancado las ganas de vivir, le han pisoteado lo que por mucho tiempo denominó esfuerzo.
Sin embargo, Intentaría defender hasta lo último lo poco que le quedaba. No importa si se queda en la calle, lo primordial es luchar hasta lo último, aunque de golpe comprendiera nuevamente que es frágil y enclenque o que siempre tuvo las de perder. ...... en todo.
¡¿Qué puede decir acerca de su vida?!....Que ha sido una lucha constante desde que quedó sin familia. Que entre pelea y pelea por defender lo que le fue heredado conoció al que le brindó más que una cálida alegría.... y que estando ciega de amor ella le propuso matrimonio.
_ Jamás pensé que aceptaras... –murmuró a la nada.
Una gota salada, sin esfuerzo alguno, salió de su cristalina cárcel .
Así aconteció. Ella, firmemente le preguntó si deseaba desposarla. No se mentalizó en recibir  un sí, pero tampoco se preparó para oír un ‘De acuerdo’ repleto de emoción.
¡¡Que locura la de aquel momento!!. Abrazos febriles, besos encendidos, caricias turbulentas, promesas revoltosas entremezcladas entre bulliciosas promesas de amor.  Una noche de delirio predecesora a otra todavía más tórrida.
Cada día se pintaba de un color más brillante, aunque las dificultades a ratos hicieran su aparición y quisieran opacarlos....... pero de repente, la cruda realidad oprimió.
La elección de InuYasha trajo consigo el desprecio de su familia y el ser despojado de su patrimonio correspondiente....

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No podía evitarlo. Su mirada herida  bailaba ante la otra implacable, de color dorado.
_ Ya que eres libre.... podrás gozar de....
_ ¡Por supuesto! –la interrumpió- ...mi padre no permitirá que pase más hambre.
Maldita boca......¡insolente y despiadada!....¡¿Es así como le pagaba?!...¡¡¿¿con desprecio??!!.
Tristemente en aquella infernal madrugada comprendió que él no la amaba, no como ella lo hacía, no como ella estaba dispuesta a hacerlo.  Comprendió que –después de todo- una propuesta hecha por una mujer para muchos no vale nada.

_ Bien- alegó con la voz pendida de un delgado hilo- en ese caso, me alegra por ti...Me alegra saber que estarás bien.
Y su corazón se iba cayendo en pedazos, más cuando trataba de sonreír ante él para demostrarle que no había problema, ninguno para variar..... y que la única que seguiría muriéndose de hambre sería ella, solamente  ella.

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_ Te casaste con una pordiosera....¡¡¿Eso quisiste decir, InuYasha?!!
Lo supo a cada instante. Él trató de hallar en ella a la que una vez en el pasado había amado, a la mujer que le cambió por una fortuna más grande y un apellido más ‘sonado’. 
Eso que llamó ‘matrimonio’ fue una pesadilla, ¡no para ella!....pero sí para él. El darse cuenta de ello la tenía más en trance de lo que debería, porque en cierta manera se culpa por no tener el suficiente encanto para retenerlo, o como mínimo, las suficientes armas para demostrarle que es una mujer hecha y derecha..... y no simplemente una ciudadana al borde de la pobreza.
Tiene mil regalos que darle, todos provenientes del corazón, entregados con sinceridad y la más infinita devoción... Regalos que él rechazó de un tajo, porque pesaba más la situación económica......porque su unión nunca completó la cuota monetaria. 
_ Puedes refundirte en tus millones....esposo mío.
Hiriente temblor tomando control de sus pequeñas manos, posadas ahora sobre el rostro, tapándolo, para que su espíritu no se avergonzara ante tanto dolor.
Sus ojos rastrearon humedad, por el momento descubrió que no se hallaba tan seca. Entonces lloró, derramándose las gotas salinas por horas interminables, antes de acabarse.
Su pecho se vació por entero.  Es la ironía fastuosa. Lejos del alivio, lo que experimenta es aún más peso.
Voltea pesadamente la espalda, persiguiendo sus párpados hinchados el movimiento.
Ya no mira hacia arriba, ahora se centra en el armario vacío frente a ella....en ese mismo que resguardó las pertenencias masculinas.
Sin habla interna se quedó. No más pensamientos. No más conjeturas.
Tan sólo el cansancio la embarga....Tan sólo le gobierna una esperanza convertida en frase:
-Vuelve a casa

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Abstraída, estática tal si fuera una estatua de mármol.
Cuarenta y cinco minutos habían transcurrido y ella todavía se halla en coma, sentada en la banca más próxima que encontró al parque.
“Sucedían cosas raras”; es el pensamiento que le ronda desde días atrás, para ser precisos, desde que InuYasha la abandonó.
Un acontecimiento parecía unirse a otro, o por lo menos, ser consecuencia del anterior. Macabro e inexplicable.
Hacía una hora y media que tuvo la reunión ‘definitiva’ con su abogado y con la ‘gente’ del banco. Gente importante  de saco y corbata, ¡de esos que solo visten gracias a diseñadores exclusivos!.
Lo raro es, ¿por qué la atendieron en tan altas y pomposas oficinas, si ella solo era una tipa cualquiera, endeudada hasta la coronilla como muchos otros?.
Resulta que esa pregunta se la respondieron casi al instante:
El ‘mensajero’ vestido de gerente general - al lado del vicepresidente del banco -, le comunicó con un rictus pronunciado que todas sus cuentas fueron saldadas de un tajo.
Absolutamente todas.

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_ ¿Cómo es posible? ... yo no...
_ Un buen samaritano, señora Higurashi. No puedo decir más
A ella le pareció una broma pesadísima e ilógica; sin embargo, los gestos casi molestos del gerente le hablaban sobre la veracidad del asunto.
_ Bueno, pero los intereses...
_ Ya no los tiene – fue interrumpida - Ya usted no nos debe nada – habló el otro hombre con un tono tan conciliador que Kagome pensó se trataba de su mismo abuelo.
Ella le sonrió entre agradecida y atontada por la noticia.
Sus ojitos brillantes en curiosidad iban a dar el siguiente paso ante los caballeros, preguntaría ¿quién fue su salvador?... pero a pesar de su interrogante, de nuevo el hombre mayor tildado de vicepresidente se le adelantó.
_ Lo sentimos pequeña, nos es prohibido develar la identidad de la persona que hizo esto.
_ Entiendo.

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¡¡Y era mentira!!....¡¡no había entendido ni una mísera palabra!!. Comprendió a medio camino que realmente sí le cubrieron las deudas, que éstas no existían más, ¡¡¿¿pero cómo??!!....¡¡¿¿quién??!!.
De las cuatro ‘rarezas’ acontecidas en su vida durante la pasada semana, ¡¡ésta era la quinta y la más absurda de todas!!.
Inmóvil en aquella banca, dejaba que el viento le enmarañara de vez en cuando su largo cabello.
Inhaló profundo.
Recordó el primer acontecimiento con el mensaje legal de que su matrimonio etc, etc..... Si ese cuento ya se lo sabía de memoria.
El segundo, ocurrió en el restaurante donde laboraba por las noches: una de las salas VIP   ‘solicitó su presencia’.

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Nunca en sus tres años de trabajar allí se sintió tan nerviosa como en aquel momento.
La presencia de ese sujeto solitario la tenía al borde de un colapso. Como una niña intimidada, evitó del todo mirarle. Nunca, ni para servirle el sake, levantó la cabeza.
...... pero él habló con la necesidad de satisfacer su curiosidad – que es lo obvio - y ella se limitó a responder con una franqueza pasmosísima.
_ Entonces, usted no logró terminar los estudios. ¿En medicina, me dijo?.
_ Sí, en medicina – contestó de inmediato, siempre sin levantar la mirada  - ... pero al casarme los tuve que dejar. Las propinas que obtengo aquí más el salario básico de mi otro empleo pasaron a ser el sustento de los dos en casa.
_ y él, ¿no trabaja?
_ Ahhh, ¡¡sí claro!!. Verá, mi esposo es muy fuerte, por eso trabaja en construcciones. Se marcha muy temprano y regresa a casa cuando el sol se va. Yo por lo general soy la que se llega más tarde, a veces a las 2am.
_ Juntan los salarios y de eso viven.
Afirmó el hombre en toda su imponente formalidad, y ella se limitó a aceptar lo dicho moviendo asertivamente su cabeza.
_ Pero... usualmente no alcanza.
_ Dos empleos.... – habló el hombre en actitud pensativa - ...¿por qué su marido no hace lo mismo que usted?
_ Su trabajo es más desgastante que el mío - afirmó con solidez.
Kagome le escuchó respirar profundo. Quizás ella le contestó demasiado brusco y él se molestó por ello.
Tanto más guardó silencio educadamente, mientras llenaba la copa de sake de aquel intrigante cliente, por quinta vez.
_ Él... – retumbó la profunda voz del individuo - ¿... le permite trabajar aquí?.
Rió inocente, como si le hubieran dicho algo agradable; luego, contestó:
_ Es muy posesivo, si eso pregunta...y no, no le agrada en absoluto que trabaje aquí. Ha tenido encontronazos con mi jefe, para tratar de que no me ‘explote’..... pero mi esposo no entiende que de aquí yo saco la mayor parte del dinero que necesitamos.
Ella terminando de hablar y es el silencio el que se afianza tal si su lugar estuviera en aquella sala privada.
Kagome con una mano apoyada en la mesa, observó sorprendida como la alianza en su dedo anular brillaba gracias a la luz suspendida sobre ella.
Un peso inenarrable le conllevó el contemplar al delicado anillo.
Semejante a un resorte, por primera ocasión, levantó el rostro para reconocer el otro que se hallaba cerca.
El impacto le aguó el ánimo.
Un par de ojos bruñidos, dorados, se clavaban en su mano pálida pero resplandeciente gracias al anillo.
Un par de ojos idénticos a los de su antes llamado esposo.

Dio una disculpa enrevesada antes de alejarse del hombre elegante, con pinta aristocrática;  y con un nudo en la garganta, continuó atendiendo a la clientela.

o-o-o

La visita de esa noche se extendió a la siguiente, y sin más - por orden de su jefe Kouga -, ella se vio acorralada entre el deber y el querer. Nuevamente el cliente elegante llegó al restaurante y deseaba ser atendido nada más y nada menos que por Higurashi Kagome.
......... pero esa vez fue diferente. El hombre de tez madura y de acongojantes ojos dorados no venía solo.
Un joven de incalculables años le acompañaba...... y bien lo notó ..... y bien supo que eran familia, puesto que semejante belleza no podría ser más que heredada.
 Uno era la versión núbil del otro................... y ella pensaba que InuYasha era el único poseedor de cabellos color plata y ojos abrumadores, tan brillantes y opresivos.
Esa noche tragó duro, fue amable como siempre, contestó más preguntas de las que una mesera está acostumbrada a contestar, y por último, defendió a su esposo.....es decir.... a su antes esposo a capa y espada cuando el más joven de los hombres se refirió a él de forma irrespetuosa.

o-o-o

_ ¡¿Cómo puede insultarlo?!... soy yo quien comparte la vida con él, no usted.
El tipo de melena larguísima y mirada afilada, sin dejarla de requisar malcriadamente, se dirigió a su padre:
_ Dos seres de la misma calaña definitivamente deben estar juntos.
_ Suficiente Sesshomaru.... – y la fuerte advertencia acalló las ganas del joven por sobresalir en la justa verbal - ...Discúlpanos, ya muchas molestias te causamos. Puedes marcharte.

o-o-o

Ahora recordaba que ni siquiera se despidió de los dos y que su carrera pudo más que la buena educación. 
Dejándolos atrás, supo que había traspasado los límites y que esa acción traería represalias.
Inaudito no mencionarlo, pero, eso exactamente sucedió. El día siguiente, siendo sábado – el mejor día para las propinas - a las cinco de la tarde, fue despedida. Despedida por aquel jefe que se negaba a dejarla ir, pero que ahora era más que obligado.

o-o-o

_ Lo siento Kagome, no quiero hacerlo, pero me lo han ordenado y no puedo desobedecer.
_ ¡¡¿¿QUÉ DICES?!! – gritó al borde de la desesperación - ...¡¡Naraku no puede hacerme esto!!...Yo necesito el trabajo Kouga.
_ Ya lo sé..... ya lo sé. Dime, ¡¿quién más que yo desea que te quedes?!. Estás sola y ya tenía la oportunidad para conquistarte Kagome, ¿crees que iba a desperdiciar ese regalo?.
_ La orden es de ‘arriba’.
Lo notó asentir decaído. Lo notó acercarse a ella lentamente para después tomarla en un fuerte abrazo.
Se sorprendió ante la osadía de su ‘jefe’ y la confusión inhibió la respuesta gestual por su parte.  Después le oyó murmurar:
_ Parece ser que seguirás siendo mujer de un solo hombre....

o-o-o

Incomprensible frase.
¡¡Incomprensible es su vida!!. ¿qué más podría pasarle?...¡¡Un terremoto quizás y morir aplastada por la gente!!.....¡¡que una avioneta se estrelle en el tejado de su recién salvada casa!!. 
Sentada en la banca, inmóvil aún, continúa enumerando los casos acontecidos.
El tercero se dio ese mismo sábado, luego de su despido.
Subía como autómata la escalinata de su apolillado santuario, percatándose de repente de los tipos fornidos que bajaban a su lado, llevando al hombro pequeños maletines. 
Ellos, de forma educada, le dieron las buenas tardes.
Ella, como loca, subió el resto de escalones en un trayecto agitado, temiendo por su casa, temiendo por su envejecida herencia.
Creyó que el banco era el responsable y que estaban cobrando la deuda, desmantelando nada más y nada menos que su hogar.
Estando en lo alto y divisando el entorno por completo, mucho menos que comprendió.
Al lado del santuario montañas inacabables de materiales sobresalían sin vergüenza alguna. Madera, piedra, tuberías.....maquinas para revolver el concreto.... aparatos, cosas extrañas que nunca había conocido antes, cosas que sólo tienen lugar en una construcción.
Caminó un tanto perdida entre escombros, lodo empozado, clavos, aserrín....hasta que un pelirrojito de ojos vivarachos le apareció de frente, en un instante en el que se hallaba desprevenida.
Gritó asustada y saltó hacia atrás. El niño le sonrió abiertamente.
Mirándolo mejor, Kagome le calculó quizás unos once años, y notando que estaba libre de amenaza, le sonrió de vuelta.

o-o-o

_ ¿Eres Higurashi Kagome?
Inevitable le fue asentir de buena gana. Ese pequeñín de repente la hizo sentir bien, realmente feliz.
_ Disculpa el desorden, pero al acabar te dejaremos el santuario limpiecito.
_ No hay cuidado.....y Dime...
_ ¡¡¡Shippo!!! – lanzó su nombre alegremente, y ella le sonrió otra vez.
_ Dime Shippo, ¿quién ordenó este trabajo?.
_ Mi capataz.
_ Ahh...
Se calló por unos segundos para preguntarse cuán difícil le sería obtener la información deseada. La mayoría de adultos se marchaban ya para sus hogares y el único con ganas de seguir trabajando al parecer era el pequeño.    
Lo contempló de reojo, saltándole a la vista el overol verde que traía y el cinturón de tela repleto de herramientas, entre éstas un martillo enorme. 
Disimuladamente caminó más adelante del niño, bordeando su santuario por la cara oeste, divisando de paso los enormes arreglos realizados en las paredes y en los pilares salientes.     
_ y, ¿quién es tu capataz, Shippo? – se volteó despacio para mirarle directo a los ojos.
Asombrada se percató del cambio brusco en él. Refunfuñó molesto, se cruzó de brazos y solo contestó...
_ Es un perro...¡¡¡ un perro tonto y rabioso!!!....
Ella parpadeó incontables veces. Ahora sí que no entendía nada de nada. 

o-o-o

Ese sábado la noche atracó muy rápido, dando paso a la cuarta vivencia inexplicable:
Shippo le pidió posada y fácilmente ella accedió. Lo ilógico para la mujercita, ocurrió después, cuando el enano abiertamente expresó un:
_ Vaya!!!, es como lo dijo.

o-o-o

Kagome le encaró confundida.
_ Sí, él me dijo que tu aceptarías.
_ ¡¿él?!...
_ SIP.....aunque exactamente dijo que eres “una tonta sentimental”....Pero yo no lo pienso así; creo que solo tienes un corazón noble.

o-o-o

“Una tonta sentimental”.....Esa expresión le sonó siempre tan familiar, y perfectamente podría asociarla con ese alguien que....
NO
...Hacerse ideas fantásticas no la ayudaría en nada.
Siguiendo su recuento, el Domingo fue pacífico. Inspeccionó a fondo los arreglos del santuario siendo guiada por el infante.
Aprovechando la ausencia total de trabajadores y del ‘capataz’, cada detalle lo indagó a fondo, dándose cuenta de las tremendas mejorías del lugar.

o-o-o

_ Entonces Shippo, el arreglo lo comenzaron el viernes ...
_ Correcto. A las nueve de la mañana se organizó todo. Ese día iba a ser el más duro...
El pequeño se perdió en las finas facciones de la mujer, quien a punta de gestos le hacía miles de preguntas.
_ Ese día sería de doble turno para todos. Como el arreglo era demasiado, la labor se extendería durante la  madrugada del sábado. ¡¡Fue todo un espectáculo!!. Trajeron unos reflectores enormes para poder hacer las excavaciones.
_ Es decir que....
_ Sí Kagome, como no llegaste a dormir, se armó el hecatombe. El capataz se puso tan furioso que a todos nos trajo a punta de gritos y si no obedecíamos era peor......hmmm, se puso como loco, ¡parecía un demonio!.
 _ Me sentía muy mal Shippo, por eso no llegué. Salí del trabajo a la 1am y una de mis compañera me llevó a su casa, que queda más cerca.......... Me hubiera gustado conocer a tu ‘capataz’.
_ ¡¡Y yo quería conocerte, Kagome!!....
Creyó a intervalos que la conversación se cubría de surrealismo. ¡¿Hablaban acaso de alguien familiar para ella?!....por supuesto que lo intuía así, pero a veces parecía imposible.
_ Shippo, ¿quién paga todo esto?
El pequeño lo meditó mucho antes de soltar cualquier respuesta. Sus serios mohines  la condujeron al punto de querer abrazarlo sin medida, como si fuera de repente su hermanito o su hijo.
_ Un fiel creyente donó el dinero. Quiere que el santuario se luzca como tal y recobre su importancia para la prefectura.
_ Un fiel creyente.... – repitió absorta, muy despacio - ... y él ‘donó’ una suma fija? O....
_ Dijo que el dinero no importaba. Algunos materiales son muy caros y por ser una construcción antigua se deben mandar a hacer a medida ciertas partes en lugares especializados, aparte de que se está construyendo con lo mejor de lo mejor, Kagome.
_ Tal parece que hacen el trabajo con mucho cariño –afirmó complacida.
_ ¡¡¡No tienes idea!!!
Entonces Kagome supo que el ‘fiel creyente’ era un hombre....La pregunta que le quedó fue ¿cuál  hombre?.

o-o-o

Esa pregunta le proporcionó pensamientos inauditos que terminaron por remolcarla a la perdición. Otra larga madrugada de lágrimas se dio en consecuencia a  lo anterior en conjunción con la presión interna de tener que lidiar al día siguiente con la gente del banco, para pedir una prórroga por su enorme deuda.
Lo demás, ya se repasó.
Volviendo a aquel solitario asiento, Kagome parpadeó imperceptiblemente, saliendo a tientas de su meditación e hizo un resumen: quedarse sin marido, unos sujetos inquietantes, muy parecidos a InuYasha, despedida de su mejor trabajo, arreglos en su santuario sin ella poner ni un yen,  un niño en su casa, cancelación total de sus deudas....................................todo en una semana.
¡¿Qué le aguardaba luego?!...... ¡¿quién le esperaba en casa?!...
Quizás, alguien denominado ‘capataz’. De hoy no pasa....Iba a conocerlo de una buena vez y a convencerse por sí misma que el hormigueo en el vientre es producto de la mera suposición y no de algo tangible.
Aún a costa de su decadente economía, tomó un taxi. La precisa le embarga hasta el punto amenazante de consumirla.
Diez escasos minutos transcurrieron. En un abrir y cerrar se ojos, ella apresurada subía los escalones con furia....con desesperación.
Agitada, tomó aire a medias antes de dirigirse firme hacia el interior de la edificación, donde las múltiples voces masculinas rebotan y se mezclan.
Sus tacones no ayudan mucho, se entierran el la tierra removida y algo lodosa. Quitárselos sería algo peligroso, aunque lo pensó seriamente. 
Capturó la atención de muchos....Es que una mujer en traje sastre, con tacones lo suficientemente delgados para tentar la verticalidad no es común ver entre vigas, y bolsas de cemento.
Cuidadosamente se infiltró en el santuario, pisando la nueva duela instalada aún sin barnizar.
Impresionante labor......¡¿ese era su santuario?!....
Con el puntiagudo zapato rastrilló el entablillado suavemente, comprobando su lisura, así mismo, que el tono cobrizo no era un tinte si no el color natural de la madera.
Mechones rizados en las puntas se deslizaron hacia adelante,  haciendo de cortina simulada. Despacio fue liberándose de ellos, hasta que descubrió por la esquina de su pupila que tenía compañía.
Y le miró esperanzada, sin ocultar la gigantesca emoción al hallarle, sin sentir vergüenza por ser tan obvia al demostrar con su cuerpo entero cuán aferrada está a él.
El pecho se le comprimió, mucho más al comprender que la desolación fue compartida, que ella no fue la única en sentirla.
La sonrisa que le lanzó pegó duro en las pupilas brillantes del otro....... y Kagome observó el desfallecimiento en él tiñéndosele fácilmente de un dorado intenso, afligido, culpable.
_ ¿Te gusta?preguntó el hombre con esa suavidad que ella ya extrañaba – Falta mucho por hacer, pero esto que ves es el comienzo.
Podría interpretar las palabras a como más le placiera. Si le daba la gana secretamente podría jurar que él en acciones dice cuanto no puede.
_ Es más de lo que yo me imaginé. Está estupendo.....¡y eso que dices que apenas empiezan!, pero a como veo todo, parece que llevan prisa en terminarlo.

Otro hombre se acercó a la pareja prudentemente, llamando la atención de InuYasha.
El joven ajeno al asunto llamó a su antes esposo ‘Capataz’....Sonrió abiertamente mientras se permitió perderse en el cuadro que se le pintaba en las narices:
Un capataz firme, respetado.  A esto le siguió la inspección lógica que ella nunca se atreve a  disimular, aquella que siempre la termina sofocando;  y es el conjuntito una camiseta blanca con mangas cortas, rasgadas y unos jeans desteñidos, deshilachados en ciertas partes estratégicas. Se sonrojó y volteó el rostro......Ahora ¿cómo le hacía?.... bien que el solo mirarlo la ponía a mil.... ¿cómo le iba a hacer para deshacerse de todas esas ideas nacidas al empaparse del cuerpo esculpido de su Inu? ..... Juraría que estaría roja a reventar; sin embargo, InuYasha no demostraba aún algún interés por volver con ella.
El ánimo se le vino al suelo.
_ Kagome, ¿estás bien?
De vuelta al mundo ella respondió un escueto sí y se marchó tan rápido a como llegó.
Al atravesar la puerta principal de su casa, tiró los zapatos y subió las escaleras de dos en dos. Se soltó los botones del saco a toda prisa, para seguir con la blusa de seda, después los pantalones.
Es una estúpida creyendo que él ha regresado por ella. Es demasiado ingenua para no entrever claramente que él sólo se está encargando de su santuario por mero agradecimiento.
Un baño....exacto.... un baño de agua bien caliente la dejaría como nueva y lista para emprender un camino de soledad y de independencia....
Un baño para limpiarse de esa tristeza, para arrancarse la angustia y no....
_ Siempre lo he dicho...Eres demasiado tonta.
Como rayo giró. InuYasha, en el instante justo, la atrapó entre un abrazo desesperado, ahogando en él la falta cometida al abandonarla creyendo que al hacerlo todo para ella mejoraría.
_ Ese día Kagome, cuando nos avisaron de que no estábamos casados, me habían despedido del trabajo...... Era el cuarto despido Kag......¡¿Qué demonios te iba a ofrecer?!. Siempre quise darte  mucho y nunca pude...
_ El más tonto es otro – le restregó la nariz en el pecho, luego alzó la cabeza para mirarle directamente - ...¡¿creíste que al irte, estaría mejor?!.....
La respuesta muda y afirmativa de Inu le comprimió el alma.
_ Lo mejor que me ha dado la vida ha venido de ti, InuYasha....- y entre las risas complacidas de ambos, a ella se le ocurrió preguntar -¿quién paga lo del santuario?...
InuYasha aguzó sus pupilas, zambulléndose en la boca de su mujercita. La besó con adoración, pareciendo interminables las beses que se dedicara a acariciar los labios femeninos. La amaba incontrolablemente.
_ Yo lo pago – se oyó su ronca voz - ...Creo que estoy haciendo una inversión muy buena con mi herencia.
Kagome abrió su boca para objetar algo, pero de ella sólo salió una palabra:
_ ¡¿inversión?!.
_ ¿Por qué crees que la remodelación va tan rápido?...
El silencio proveniente de ella lo hizo reír libremente. La atrajo más hacia sí, sintiendo con satisfacción cuánto de las prominentes curvas se pegaban de lleno en su torso.
_ Te diré – continuó él -....Me urge casarme, ¿ahora comprendes?.
Enrojecieron inevitablemente las mejillas de la joven, y no queriendo hacerse la interesada contestó:
_ Mmm.... ¡¿y con quien te casarás?!.
_ Con la antipática mujer que por gusto se hace la estúpida.
_ ohh, ya veo.....Y dime, conocerá esta mujer a tu familia.
_ Si será ciega esa mujer, ¡y bastante lenta!. Ya mi familia la conoce.
Abrió enormemente los párpados. ¡¿Qué decía InuYasha?!. ¡¿En qué momento sucedió?!. Ella bien recordó que la familia de él nunca la aceptó, que siempre se negaron a conocerla, y que el supuesto matrimonio con Inu fue la razón primordial para desheredarlo.
_ ¿cuándo?...
_ Escucha Kagome, ¿cuántas personas pueden tener estos rasgos físicos? – se señaló a sí mismo, entonces le llegó la luz.
Los sujetos de la sala VIP del restaurante.
_ ¡¡Tu familia!! – chilló asombrada
_ Mi padre y mi detestable hermano mayor...
_ Si, tienes razón, ¡¡es detestable!!.
La agilidad de la pequeña mujer le permitió saltar y aferrarse al cuello del hombre, para después enrollar las piernas alrededor de la tonificada complexión masculina.  Besó a su futuro esposo con las ansias acumuladas, agotando casi de repente el aire del otro.
Satisfecha y con cierta malicia en sus facciones quiso saber....
_ Tu padre es quien me dejó sin trabajo, ¿cierto?
_ cierto
_ ¡¿Por qué?!....
_ Porque mi futura esposa no volverá a trabajar más por necesidad, ni andará por las calles en la madrugada, ni atenderá a clientes ‘rabo verdes’. Tan sólo se dedicará a su marido........y por supuesto....... a terminar la Universidad.
_ Ustedes son familia, no tengo duda al respecto – le revolvió coqueta los filamentos plateados de su cabello  -..... Gracias....
_ Nada de gracias – objetó molesto - ¡¿no me dirás BIENVENIDO?!.
_ No InuYasha.....- ella tragó sus carcajadas ante los ojitos de cachorrito triste que él le dedicaba - ..Es que no puedo decírtelo...
_ pero....¿POR QUÉ?
_ Porque tú, nunca te fuiste.
Y es la pura verdad. Él metafóricamente nunca se fue y ella nunca lo dejó ir.
Kagome más tarde recordaría las frases que indiscretamente estuvieron a punto de revelar la presencia de InuYasha en todo, frases como:
_ Un buen samaritano, señora Higurashi. No puedo decir más
_ Lo sentimos pequeña, nos es prohibido develar la identidad de la persona que hizo esto.
_ Dos seres de la misma calaña definitivamente deben estar juntos.
_ Parece ser que seguirás siendo mujer de un solo hombre....

_ y, ¿quién es tu capataz, Shippo?
_ Es un perro...¡¡¡ un perro tonto y rabioso!!!....
_ Vaya!!!, es como lo dijo.
_ Sí, él me dijo que tu aceptarías.
_ Sí Kagome, como no llegaste a dormir, se armó el hecatombe. El capataz se puso tan furioso que a todos nos trajo a punta de gritos y si no obedecíamos era peor......hmmm, se puso como loco, ¡parecía un demonio!.
_ Tal parece que hacen el trabajo con mucho
_ ¡¡¡No tienes idea!!!
En todo momento él estuvo pendiente de ella...... y para rematar..... el conocer al ‘capataz’ junto con el encuentro en el santuario pasaba a ser la sexta rareza vivida a lo largo de toda la semana.
En cambio, InuYasha más tarde recordaría ‘la paliza pendiente para Shippo’.... quien llegara a interrumpir momentos ‘algo’ candentes. Especialmente cuando al pequeño se le había dispuesto un: “No quiero ser molestado por nadie, y nadie es NADIE”. 


Un animado murmullo podía escucharse tras las enormes puertas de aquel dojo. Algunos transeúntes se detenían intrigados ante aquel barullo que era más digno de un carnaval que de un sitio de entrenamiento respetable como era aquel. Muchos otros pasaban sin más, acostumbrados ya a la singular forma de operar del dojo Saotome-Tendo, que a pulso había ganado el honor de ser llamado el mejor de toda Nerima y Japón.
Un honor y un orgullo que les había costado mucho esfuerzo, dado que las artes marciales en aquellos días habían perdido el significado sagrado de los tiempos ancestrales.
Sus dos jóvenes instructores, sin embargo, se habían encargado de mostrar el verdadero significado del arte a sus estudiantes. No radicaba en la violencia o el afán de ser más fuerte para abusar de los demás, sino en lograr una conexión auténtica entre el cuerpo y el espíritu; aquella que brinda al ser humano la posibilidad de hacer lo que sea.

o-o-o

_ Bueno, una última vez – pidió el joven instructor a su grupo de alumnos, cambiando su despreocupada sonrisa por una mueca de seriedad. Las risas desaparecieron en el acto. Con una asombrosa sincronización, adoptaron una perfecta posición de combate, tras lo cual procedieron a ejecutar una serie de complicadas katas. El instructor los observaba atentamente, sin poder reprimir una sonrisa de satisfacción, no tanto por la perfección de los movimientos, sino por la mirada de sus alumnos. Había en los ojos de cada uno un fulgor especial, ese que sólo aparece cuando se está haciendo algo que realmente nos gusta.
Terminó la rutina y el joven los felicitó efusivamente, logrando que sus alumnos se ruborizaran un poco. A veces ni ellos mismos creían lo que habían aprendido a hacer en tan corto tiempo. De hecho, cualquier persona estaría sorprendida… aún más considerando que los estudiantes eran niños no mayores a 12 años. Algunos ni siquiera pasaban de los 7.
_ Terminamos por hoy. Los veré la próxima semana.
_ ¿Porqué hasta la próxima semana? –preguntó un pequeño con una tierna cara caprichosa, recibiendo un inmediato codazo de su compañero de lado.
_ ¡Tonto! ¿Qué no recuerdas que irá al torneo de artes marciales nacional? ¡Los va a vencer a todos como el año pasado!
_ Cuando sea grande, seré Ranma Saotome.
_ ¡No! ¡Yo seré Ranma Saotome, el hombre más fuerte de Japón!
_ No es el hombre más fuerte de Japón, sino de todo el mundo. ¡Además seré yo!
Y se armó un nuevo alboroto. Los niños se debatían el honor de ser llamados como su querido instructor, mientras que las niñas alegaban ser el clon miniatura de la bella instructora, Akane.
Todo esto ocurría ante los ojos del joven Saotome, quien no podía dejar de ruborizarse ante la idea de saberse admirado de forma tan sincera por aquellos pequeños. Aquel sentimiento casi paternal era nuevo en su vida.
_ Vaya que hace calor hoy. ¿Qué les parece si vamos todos a la sala a tomar un poco de jugo en lo que llegan sus padres por ustedes? – se escuchó una melodiosa voz femenina en la entrada del dojo.
Los niños olvidaron instantáneamente su pequeña discusión para asentir al unísono con un animado grito. Después hicieron una formal reverencia hacia su maestro y salieron corriendo en tropel, dejando tras ellos un eco de risas.
La chica se introdujo en el dojo sonriendo hacia el instructor que aún no podía librarse del rubor.
_ Debería estar orgulloso de que sus alumnos lo admiren tanto, sensei.
El joven cambió su cara avergonzada por una sonrisa de complicidad.
_ Vaya, ¿me lo dice la instructora cuyos alumnos no dejaron de quejarse hoy porque no pudo acompañarnos en la práctica? Sé que les dijiste que había un buen motivo, pero para serte sincero, también yo quisiera saber qué es eso tan urgente que tenías que hacer.
Ahora fueron las mejillas de la muchacha las que se cubrieron de carmín.
_ ¿Vamos a la sala? Los niños deben estarnos esperando.
Él la miró fijamente, pero decidió no insistir. Después de todo más tarde lo sabría, estaba seguro de ello. Sin decir nada la atrajo hacia sí y la besó tiernamente.  ¿Cómo había resistido tanto tiempo junto a ella, sin poder besarla cada vez que su corazón lo deseara? No lo entendía aún.
Cuando se separaron, ella le sonrió con esa sonrisa que tanto amaba y ambos salieron rumbo a la casa, de la que ya se escuchaba un nuevo alboroto.

o-o-o

Después de que se casaron, Ranma y Akane adquirieron la responsabilidad de hacerse cargo del dojo. En un principio no sabían por dónde empezar; después de todo, era un universo nuevo para ellos. Su fama como artemarcialistas se había extendido por todo el país, pero ella no les ayudaría demasiado para llevar las riendas del dojo. Haría falta mucho trabajo.
Con el tiempo, su perseverancia dio frutos. Llegó el momento en que el dojo se hizo pequeño ante tantos alumnos. La forma dinámica y sencilla que tenían de transmitir sus conocimientos sobre el arte llegó a ser el mayor aliciente entre sus alumnos.
Estaban muy orgullosos de los que habían logrado, pero decidieron que no querían detenerse ahí.
Por eso es que decidieron impartir lecciones para niños durante el verano. La idea era inculcar el amor hacia el arte desde la infancia, pues no era sólo un ejercicio, sino que se debía ver como un modo de vida.
Los primeros niños en escribirse fueron aquellos que llevaban los padres ansiosos por deshacerse de ellos durante el verano, a falta de campamentos o cursos escolares.
No fue fácil en un principio, pero ellos estaban acostumbrados a tratar con gente miles de veces más problemática que un grupo de niños traviesos. Al final lograron cumplir su propósito y el impacto de sus clases fue tal entre los pequeños, que muchos de ellos insistieron en seguir tomando lecciones, aún en tiempos de escuela, por las tardes.
Los padres observaron asombrados como la actitud y mentalidad de sus hijos cambiaba tras cada nueva lección. El rumor de que había un dojo capaz de convertir al niño más rebelde en una personita bien portada y deseosa de aprender, llegó a interesar a padres y adultos sin hijos por igual. Muchos empezaron a creer que las artes marciales de verdad ayudaban tanto a la mente como al espíritu y no sólo al cuerpo; justamente lo que Ranma y Akane querían.
Pese a que tenían demasiada gente deseosa de tomar lecciones en su dojo, ellos siempre se daban tiempo de atender a un grupo de niños, convencidos de que representaban el futuro del arte en Japón. Además, ambos habían sufrido en carne propia el hecho de tener que aprender solos (como Akane) o de forma muy poco ortodoxa (como Ranma) las artes marciales y estaban dispuestos a darles una adecuada instrucción a aquellos pequeños, para que no pasaran por lo mismo.
Lo estaban logrando y las cosas no podían ir mejor en sus vidas. Sus padres aún lloraban de alegría, bendiciendo el día en que finalmente se casaron, porque estaban convencidos de que había sido su unión la que había llevado tanta prosperidad a ambas dinastías.
Ahora vivían solos en el dojo; Kasumi se había casado con Tofú unos años atrás, al igual que Nabiki con Kuno (sí, hubo varios desmayos en la familia cuando se enteraron del noviazgo). Nodoka y Genma se habían mudado a su propia casa y Soun había ido a vivir con ellos. Tendo al principio no quería aceptar, pero se dejó convencer con el argumento de su buen amigo Saotome, quien deseaba corresponderle tantos años de hospitalidad. Hapossai vivía con ellos y Nodoka se encargaba de mantener su “cariñoso” carácter a raya.
Todos eran felices, y cuando se reunían nuevamente en el dojo Saotome-Tendo, recordaban viejos tiempos con una sonrisa en los labios.
Era increíble que aquellos que, el día de la boda de Ranma y Akane lucharon hasta el fin para impedirla, ahora recordaran riendo la locura de esos días. Fueron aventuras que no olvidarían.
Pero esa es otra historia.
En cuanto los niños se fueron, Akane se levantó y fue directo a la cocina. Ranma sintió entonces un vacío en el estómago.
No es que su esposa aún fuera la peor cocinera de Japón; de hecho, ahora cocinaba comidas que eran realmente deliciosas. Él mismo la había ayudado en algunas ocasiones hasta que ella logró repetir sola las recetas.
Sin embargo, aún sobrevenía la catástrofe cuando ella intentaba improvisar un nuevo platillo.
Su espíritu creativo le valía a Ranma varios días de dolor estomacal. Lo peor es que a pesar de todo, ya no podía negarse a seguir probando sus inventos. Para variar, Akane había inventado una fórmula para dejarlo incapacitado para negarse.
Ranma decidió entonces levantarse e ir donde Akane. Deseaba descubrir a su esposa preparando los deliciosos panes al vapor que tanto le gustaban, y no algún clon de la comida de Marte.
A medida que avanzaba por el pasillo, la segunda opción fue haciéndose más probable, dado el extraño olor que percibía.
Entró a la cocina y ¡fatalidad de fatalidades! Encontró a Akane de espaldas, dándole los últimos toques a lo que parecía ser un pastel que lucía poco menos que escalofriante.
El chico decidió entonces que lo más prudente era emprender la huída antes que ella se percatara que él estaba sobre aviso y pusiera en práctica su plan.
Mientras caminaba de puntitas, creyó ver la puerta a kilómetros de distancia y por poco se dio por vencido. Pero no. Un Saotome jamás se rinde.
Avanzó unos cuantos pasos más y creyó que había logrado su propósito cuando logró llegar al umbral de la puerta. Se dio su tiempo para esbozar esa sonrisa de triunfo que tanto lo caracterizaba, hasta que ocurrió.
Una delicada mano lo detuvo por los hombros. No le quedó más remedio que voltearse y ahí estaba su esposa, con una reluciente sonrisa y portando en sus manos una charola con el fatídico pastel.
El sonrió nerviosamente, mientras su cabeza repasaba miles de soluciones al problema. Ninguna útil, para su desgracia. Sobretodo si…
_ Mira, mi amor. Me tardé toda la mañana pero finalmente lo logré. Lo hice especialmente para ti.
Golpe bajo. Su esposa sí que era perversa. Finalmente había descubierto el acomodo perfecto de las palabras: “Mi amor” “me costó mucho trabajo” “es sólo para ti”, acompañadas de su más dulce sonrisa. Aquel método infalible siempre lo dejaba imposibilitado para reaccionar según su instinto de conservación (romper la ventana y salir corriendo). Cuando lograba hacerlo, sin embargo, a Akane siempre le quedaba la opción de utilizar “otros métodos”. Y entonces él terminaba con dolor de estómago por la comida y con una terrible jaqueca producida por el mazo de su esposa o cualquier objeto duro que ella tuviese a la mano. Su puntería siempre había sido formidable.
El chico suspiró. Le volvió a sonreír a Akane, maldiciendo por dentro el hecho de que la cocina no tuviese ventanas. Entonces dirigió su dedo índice al betún del pastel, preparando a su paladar para la ola de sabores desagradables que seguirían. Sin embargo, antes de que llegara a tocarlo, el timbre sonó.
_ Deben ser Kasumi, Nabiki, papá y los demás. Llegaron temprano.
_ Sí, se suponía que los habíamos citado más tarde, ¿no? Sin embargo deben estar más impacientes por celebrar que nosotros.
_ El cuarto aniversario de la unión de las dinastías es una fecha que merece ser celebrada una semana entera – dijo Akane imitando el tono de voz de su padre, entre sonrisas.
_ Exacto, recordemos el día en que nuestros hijos finalmente decidieron hacer felices a sus padres – contestó Ranma, emulando a Genma.
_ Yo abro – dijo finalmente Akane dejando el pastel sobre la barra de la cocina – la comida está lista de todas formas, así que no creo que no haya problemas en adelantar un poco las cosas.
_ Y yo espero que Kasumi haya traído el postre… - murmuró Ranma bajito.
Para suerte suya, Akane no lo escuchó, pues ya había acudido a recibir a sus visitas.
En cuanto la joven abrió la puerta, su padre se abalanzó a ella llorando mientras repetía algo así como: “Muchas felicidades, mi niña. Ya son cuatro maravillosos años”. La pobre no sabía si sonreír a su padre, saludar a sus hermanas, invitar a pasar a sus suegros o darle la mano a sus cuñados. ¿Quizá todo a la vez?
Por suerte Ranma llegó al rescate y después de una nueva ola de felicitaciones y abrazos, todos pasaron al comedor.
Comieron panes al vapor, menú favorito de Ranma y actual especialidad de Akane. La charla de sobremesa se centró en la formidable forma de ambos para sacar adelante al dojo. Y ese tema dio pie a otro que últimamente había sido muy frecuente.
_ Realmente es maravilloso lo que hacen al entrenar niños – comentó Kasumi sonriéndoles dulcemente.
_ Deben tener mucha paciencia – empezó a decir Nabiki en un tono malicioso – y eso es muy bueno; Han demostrado que serían buenos padres.
_ Por cierto hijo, ¿cuándo nos darán nietos? – preguntó Nodoka mirando fijamente a Ranma.
Sobra decir que tanto él como Akane enrojecieron al instante. Ranma incluso empezó a menear la cabeza enfáticamente, como si quisiera negar su culpa en un caso de asesinato.
_ No es para que reacciones así, Saotome – opinó Kuno – Los hijos traen mucha felicidad al hogar ¡jajaja! – y empezó a agitar un par de abanicos con la bandera de Japón al compás de su singular risa.
La distracción de aquel espectáculo dio tiempo a que los aludidos se calmaran un poco.
 – Creo que hay tiempo para todo. Ranma y yo queremos aprender muchas cosas más antes de ser padres – tras decir esto, la chica buscó la mirada de su esposo y le sonrió dulcemente – ¿no es cierto?
El joven Saotome asintió con la mirada antes de devolverle la sonrisa. Contrario a muchas parejas, ellos se demostraban su amor con pequeños detalles como esos. Algunos opinaban que eran demasiado reservados con las muestras de cariño, pero en ello diferían los ojos experimentados.
_ Demasiada azúcar, y aún no llegamos al postre – dijo pícaramente Nabiki.
_ ¡El postre! ¡Casi me olvidaba! – Akane se levantó rápidamente y se dirigió a la cocina, de la cual regresó portando su glorioso pastel.
Una ola de silencio se abatió sobre la mesa. A nadie se le escapaba ese olorcito peculiar que despedía.
_ ¿Y estás segura que deseas ofrecernos? Quiero decir… seguro que lo hiciste sólo para Ranma, como regalo de aniversario – argumentó Nabiki, siendo respaldada por los asentimientos enfáticos de su padre y su tío.
_ No creo que a Ranma le moleste compartir un poco con ustedes – contestó sonriente, mientras paseaba sus brillantes ojos cafés por los invitados.
_ No, claro que no me molesta – contestó él – De hecho me harían un gran favor terminándoselo antes de que llegara mi turno de servirme. Pero considerando la cara que tiene todo mundo, creo que eso es demasiado pedir – se percató de que nadie tomaba la iniciativa y de que esto ya había sido percibido por Akane, cuyo rostro empezaba a mostrar signos de desilusión – ni hablar, voy a tener que sacrificarme…
Ranma tomó un pequeño cuchillo y cortó una rebanada, lo bastante grande para que Akane no sospechara que estaba forzado, pero lo suficientemente pequeña para no matarlo de indigestión.
_ Es por Akane, es por Akane – se repetía a punto de meter el pastel a su boca, tan concentrado que no se percataba de que todas las miradas estaban puestas en él.
Finalmente le dio una mordida. Su estómago lo resintió en el acto. Sin embargo, eso no lo detuvo y continuó comiendo el pastel hasta terminarlo. Forzó una cara de satisfacción y volviéndose hacia Akane dijo:
_ Está delicioso.
Akane sonrió como respuesta. Los demás, que sabían muy bien como identificar cuando el “está delicioso” encerraba el mensaje de “es tóxico” prefirieron abstenerse de probar el postre saliendo al paso con las más ingeniosas excusas. En un santiamén todos se encontraban distribuidos por la casa, como en los viejos tiempos. Soun y Genma jugando shogi, Nodoka y Kasumi recogiendo los platos porque “la festejada no debería realizar trabajos ese día”, Nabiki y Kuno mirando televisión mientras Sasuke les preparaba bebidas, el maestro Hapossai planchando prendas que había dejado olvidadas en su antigua habitación; hasta Tofú encontró distracción con los libros del estante (sí, aquellos que ya sabía de memoria).
Akane permaneció estática en la mesa, con una sonrisa ausente en sus labios. Finalmente, como despertando de una meditación, le anunció a Ranma que iría a guardar el pastel para comerlo después. Él aceptó con una risa nerviosa.
Mientras se dirigía a la cocina, la chica se llevó un poco de betún a la boca. Como sospechó, sabía asqueroso. Para variar, ni siquiera se había tomado la molestia de probarlo antes de servirlo. Algunas cosas nunca cambiaban.
Lo que le dolió no fue el fracaso de su “invento”, sino el hecho de que Ranma no había tenido el valor para ser sincero con ella. Le había mentido para no herir sus sentimientos, pero si ella no sabía en qué se estaba equivocando… ¿cómo podría mejorar?
_ A veces preferiría que tuviera la suficiente confianza para decirme exactamente lo que piensa… creo que nos falta trabajar en eso.
En esas meditaciones estaba cuando regresó de la cocina. Miró a Ranma, quien leía un papel con una seriedad que no era usual en él. Sin hablar, se sentó a su lado y tomó el sobre que estaba sobre la mesa. El remitente era el Oficial de Registro Civil en Nerima.
_ Ranma, ¿qué pasa? ¿qué dice esa carta? ¿es importante?
Sin hablar, el joven le pasó la carta. La leyó en silencio, sin poder creer lo que estaba escrito. Lo miró sin saber que decir. Él se mantuvo en mortal silencio sosteniendo la mirada.
_ Aquí dice… que no… estamos casados – dijo Akane por fin, dejando la carta sobre la mesa.
_ Así es – notó por su mirada que estaba al borde del shock. Entonces, controlando su propio asombro, decidió tratar de calmarla – pero no te preocupes. Debe ser una broma de alguna persona con demasiado sentido del humor. Incluso Nabiki…
Como si poseyera una alarma que le avisara cuando alguien mencionaba su nombre, la aludida se hizo presente en la sala. Su intuición le avisó que algo importante estaba pasando. La mirada seria de ambos terminó de confirmarlo, junto con la presencia de un papel de aspecto oficial sobre la mesa.
Haciendo caso omiso de la presencia de ambos, tomó el papel entre sus manos y lo leyó, con la mueca que dedicaba cuando debía analizar un negocio importante.
_ Es una obra tuya, ¿verdad? – preguntó Ranma, sin poder contener un dejo de ansiedad – me parece que la broma no fue graciosa esta vez.
Nabiki dejó el papel donde lo había encontrado antes de mirar fijamente a su hermana y a su cuñado. Lo que vio en ellos le hizo desear no tener que decir aquellas palabras.
_ No fui yo. Y estoy segura que no es una broma. El documento es auténtico.
_ ¿Y tú cómo sabes eso? – ahora fue Akane la que habló con cierta desesperación.
_ Porque conozco al remitente. Shiori Kanesaka, el encargado del registro civil en Nerima. Además, este documento está validado con un sello oficial.
No tuvieron tiempo ni de reaccionar por la aseveración cuando como por arte de magia llegaron todos. Nabiki los puso al corriente de la situación en pocas palabras. Soun y Genma no quisieron escuchar razones y rompieron en un escandaloso llanto. El resto, un poco más sensato, trató de buscar una solución.
_ En realidad no existe problema. Sólo acuden al registro civil a que los casen de nuevo. – opinó Kasumi.
_ Estoy de acuerdo – coincidió con su esposa Tofú  Se cometió un desafortunado error, pero ustedes pueden solucionarlo. Volveremos a festejar su boda.
_ Claro, si es que después de tantos años viviendo juntos aún quieren casarse – bromeó Nabiki.
El joven Saotome no dijo nada. Lucía muy pensativo. Akane lo notó y sacando como siempre conclusiones apresuradas, salió corriendo del lugar. Todos la observaron asombrados, menos Ranma.
Anochecía en Nerima. Akane recién regresaba al dojo, después de caminar horas y horas por la ciudad, tratando de ordenar sus pensamientos. Al fin había logrado calmarse.
En cuanto leyó la carta, volvió a sentir ese sentimiento olvidado desde que se “casó” con Ranma: duda.
No le pasaba desapercibido que las circunstancias les brindaban la oportunidad de hacer como si aquel matrimonio no hubiese existido jamás.
Por su parte no dudaba que Ranma era lo que más necesitaba en la vida, pese a sus ronquidos nocturnos y su mal humor por las mañanas.
Pero… ¿ella era lo que Ranma necesitaba? Podía simplemente casarse nuevamente con ella, pero también tenía la opción de dejarla y hacer una nueva vida. Ahora era un artemarcialista famoso, mucho más famoso que cuando estaban comprometidos. Podía viajar por el mundo que podía ofrecerle más que un simple dojo en una pequeña ciudad.
Habían estado “casados” cuatro años. En ese tiempo él bien podía haber cambiado de parecer y decidido que ella no era lo que él buscaba.
Tal vez él no decía nada para no herir sus sentimientos…
_ No, no, no. Akane, ya deja de pensar esas bobadas. Fuiste una tonta en salir corriendo así. Lo mejor que podrías hacer es ir a pedirle disculpas a Ranma para que juntos fijen la fecha en que pueden ir al registro civil a celebrar nuevamente su contrato matrimonial –se dijo a si misma, mientras entraba a la habitación que habían compartido cuatro años. Se congeló al notar que había una maleta sobre la cama. La abrió con dedos temblorosos. Era la ropa de Ranma. Al instante supo lo que eso implicaba. Y lloró.
Ranma se encontraba sobre el tejado, mirando las estrellas. Los últimos sucesos de ese día lo habían perturbado considerablemente, pero después de pensar por horas, decidió que la mejor solución era obvia. Había sido un tonto al no verla desde el principio.
Ahora sólo faltaba que Akane regresara para decírselo. No había querido seguirla porque sabía que necesitaba estar sola. Regresaría más tranquila y dispuesta a conversar, estaba seguro. Aunque temblaba con la sola idea de pensar qué diría ella cuando… no, no era algo que lo hiciera sentir seguro.
Cual si la hubiese invocado, Akane apareció trepando la escalera. Se sentó lentamente junto a él. Pese a la oscuridad de la noche, no le pasó desapercibido que tenía los ojos enrojecidos. Sin embargo, prefirió no comentar nada.
Se mantuvieron en un incómodo momento de silencio, que ella rompió repentinamente.
_ Ya tomaste una decisión, ¿no es cierto?
Ranma decidió que era necesario escoger muy bien sus palabras, a juzgar por la seriedad de Akane.
_ Sí, ya lo hice. Pensé mucho en todo y finalmente me decidí. De hecho no podría ser de otra manera. Y quiero decírtelo, pero me es muy difícil – trató de no mirarla y se entretuvo jugando con sus pulgares de forma nerviosa.
Akane sintió como una ola de dolor se iba adueñando de su cuerpo. Aún así buscó su mirada.
_ Está bien, puedes decírmelo. Sea lo que sea yo lo entenderé.
_ Cuando me enteré de que no estamos legalmente casados, me desconcerté. Creo que sentí como si me hubiesen dado un buen golpe. Y cuando Nabiki sugirió la posibilidad de que ignoráramos todos estos años junto con el supuesto matrimonio, me puso a pensar seriamente.
Cuatro años es un tiempo muy corto, pero suficiente para cambiar de parecer en muchas cosas. Traté de imaginar mi vida si nunca me hubiera casado contigo y… – el chico parecía indeciso a continuar, pero finalmente lo hizo – también traté de imaginar mi vida si ahora mismo decidiera rehacer mi vida en otro lugar.
Akane permaneció quieta junto a él, escuchando cada palabra como si viniese de muy lejos. Él estaba siendo sincero, justo lo que había deseado tan fervientemente esa misma mañana… ¿no debería estar feliz?.... ¿entonces porqué deseaba tanto romper a llorar?
Cerró los ojos dolorosamente, tras una triste sonrisa, esperando esas palabras que le dolerían más que otra cosa, a pesar de que ya las imaginaba.
_ Pero por más que lo intenté no pude hacerlo, Akane…
La joven abrió los ojos de golpe, sorprendida.
_ La respuesta a todo fue que a pesar de las peleas, los malentendidos, nuestras diferencias y los golpes que me das mientras duermes, no deseo que te separes de mi lado.
Akane no podía creer lo que estaba escuchando.
_ P-pero… ¿y la maleta que está sobre la cama? – preguntó sin entender.
_ Para el viaje que haré hacia el torneo de las artes marciales, si es que mi esposa quiere acompañarme.
Akane sonrió de la forma más dulce que lo había hecho. Dejó escapar una risa con la que se libraba nuevamente de todo la inseguridad que tanto la torturaba.
_ Según la ley no soy tu esposa.
_ Pero eso tiene solución – contestó Ranma completamente rojo – esto pensaba dártelo como regalo de aniversario. Sé que no es lo más apropiado para esta ocasión pero… – sacó una pequeña cadena con un hermoso dije en forma de clavel de su pantalón. Iba a empezar a ponerlo en el cuello que Akane sumamente emocionada le ofrecía cuando lo retiró súbitamente, con aire serio– antes tienes que contestarme algo…
Akane asintió, preocupada por el cambio de actitud.
_ ¿Me aceptarías de nuevo como tu esposo? – preguntó tímidamente, sintiendo tanto nerviosismo como la primera vez. E igual a la primera vez, ella no contestó, sino que se arrojó a sus brazos tras un grito de alegría.
_ Pero con una condición, Ranma Saotome – dijo ella separándose, poniendo una cara seria.
_ ¿Cuál?
_ Que de ahora en adelante me ayudes a darme cuenta de las cosas en las que estoy fallando. Sólo así podré al menos hacer un esfuerzo de mejorar, ¿no crees?
_ Siempre y cuando tú hagas lo mismo – contestó abrazándola.
Así juntos contemplaron las estrellas, preguntándose cómo habían sido tan tontos como para haberse preocupado por ese asunto. Si en sus corazones, las cosas estaban más que claras.
Y aún cuando según la ley no fuera válido, su matrimonio era más auténtico que muchos otros, porque lo avalaba algo más importante que un simple papel: el amor.
_ Akane…
_ ¿Sí?
_ El pastel estaba asqueroso…
Akane Saotome sonrió como respuesta mientras abrazaba más a su esposo, disfrutando de la calidez de aquellos poderosos brazos.
Una estrella surcó el firmamento y en el patio se escucharon gritos de celebración.
Lo bueno de la familia era que nunca era necesario molestarse en darles las buenas nuevas.


_ ¿Entonces, Shiori? Alguna noticia de las parejas?
_ ¿Nada de nada, Atsuko? Ya me late que gané la apuesta y que de nuevo no se casan...
_ ¿Eres tonto o qué??? Por supuesto que se casarán!!!
_ Pero no volverán aquí... – completó molesto.
_ Jejejejeje ¿y crees realmente que después de recibir tu carta volverían a
celebrar una nueva boda contigo???
_ Eso es!!! Les mandaré otra carta preguntándoles que han decidido!!!! – contestó
con jubilo.
_ Estás mal de la cabeza??? Menudo lío les metiste cuando les mandaste la carta, imagínate ahora lo que les pasaría al recibir una nueva carta tuya...
_ Es cierto... Entonces nunca descubriremos lo que paso con ellos.
_ No te apures, cariño, sólo confía en que harán lo correcto...

Fin










   








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