Estela de plumas
Sólo cuando notó que
el brillo del sol le impedía abrir los ojos con normalidad, fue cuando Ranma se dio cuenta de que ya era
pleno día. Destapó su sábana, se levantó de su cama, y fue directo a la cocina
a prepararse el café de todos los días. Era en momentos como ese cuando añoraba
la compañía de un compañero de piso en su hogar. Ranma tenía 23 años, y era un
excelente científico. Había sido el primero de su promoción, y acabado la
carrera de química con algunos años de antelación dado su cociente intelectual.
-El café caliente es
el mejor reconfortante que existe... ¡¡qué haría yo sin él!!
Ranma saboreó los
últimos sorbos de su desayuno, y se fue directamente a la ducha, otro de sus
hábitos inquebrantables en su rutina. Se vistió con los vaqueros más cómodos
que tenía y, esta vez, escogió un jersey blanco de cuello vuelto para la parte
de arriba. Miró el reloj: las nueve menos cuarto. Ya volvía a llegar tarde. A
toda velocidad, corrió a su cuarto a por su cartera. Corría como un loco por
toda la casa buscando sus llaves. cuando por fin las encontró (era tan sencillo
como mirar el bolsillo de su gabardina), corrió hacia la cocina, lugar en el
que se encontraba la puerta principal. De pronto, al abrir la puerta, notó una
mirada clavada en su espalda. Se volteó curioso, pero no encontró nada allí...
¿o quizá sí? Ranma se acercó a mirar qué acababa de deslizarse suavemente, hasta
aterrizar en el suelo.
-¿Una pluma? –Ranma
tomó la pluma entre sus manos. Era suave, y ligera, y parecía tener una especie
de resplandor un tanto hipnotizante. El reloj del salón dio las 9.- ¡¡Dios
mío!! ¡¡Llego terriblemente tarde!! –sin pensar más en el tema, Ranma guardó la
pluma en el bolsillo de su pantalón, y salió corriendo por la puerta camino de
su trabajo.
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-Ranma Saotome, vuelve
a llegar tarde.
-Lo sé, lo sé... lo
siento... No volverá a repetirse.
-Ya es la segunda vez
en un mes... ¿¿acaso quiere que le despidamos??
-Vamos Ukyo... no te
hagas de rogar... sabes que no podríais hacer nada sin mí.
-Siempre tan engreído
como siempre... ¡¡y te he dicho mil veces que no me llames Ukyo en el trabajo!!
Que seamos amigos no quita que en el trabajo sea tu jefa...
-Ok jefa, lo siento,
de veras que no volverá a repetirse... ^^ ¿¿Te he dicho lo guapa que estás
hoy?? –Ukyo sonrió de medio lado.
-Por Dios Ranma... No
seas pelota, ya sabes que no puedo resistirme a tus encantos... Anda, date
prisa, ve a donde tendrías que estar...
–Ah bueno, si es por
Dios lo seguiré haciendo... porque no creo que algo que no exista sea capaz de
impedírmelo.
-Vamos Ranma, ¡¡eres
demasiado científico!! ¿¿Acaso tú no crees en NADA que no sea demostrable por
la ciencia??-Ranma negó con la cabeza- ¿Ni en Dios? ¿Ni en Buda? ¿Ni siquiera
en el amor?
-Ni siquiera en eso.
–Ukyo parecía abatida.
-Eso es muy triste Ranma...
ahora me explico por qué nunca has estado con nadie en serio...
-Vamos Ukyo, no
sientas pena por mí, ¡¡no has visto lo feliz que soy!!
-Ah, no crees en el
amor pero sí en la felicidad... ¡¡eso sí que tiene sentido!! –Ranma sonrió
dándose cuenta de la encerrona en la que él mismo se había hecho caer.
-Quizá sea porque la
felicidad sí la he experimentado. Sí tengo indicios de que existe, pero hasta
que no experimente el amor, algo que dudo porque aún no lo he comprobado ni en
mí ni en otra persona, no creeré en su existencia. De todas formas, gracias por
preocuparte por mí-Ranma besó la mejilla de la muchacha, y fue corriendo a su
laboratorio.
-Tan sólo espero...
que te des cuenta de tu error antes de que sea demasiado tarde. Temo que esa
tontería de no creer en el amor te haga dejarlo escapar.
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Eran horas... días...
noches... a veces incluso una semana entera el tiempo que el muchacho pasaba
allí, en su laboratorio, sin ni siquiera pasar por su casa. Conocía el lugar
palmo a palmo, y no había rincón que se escapase de sus conocimientos. Se
colocó su bata blanca, sus gafas y sus guantes para protegerse de posibles
imprevistos, sacó sus papeles de la cartera, y continuó con el trabajo por el
mismo sitio en el que lo había dejado el día anterior. Alguien le observaba de
cerca, escondido tras una esquina. Tenía un aire tan interesante... el
flequillo caía sobre su rostro, mientras con expresión firme su cabeza parecía
funcionar a mil por hora. Ranma notó esta presencia, y se giró. El lugar estaba
vacío, nadie había allí pero, a pesar de todo, algo parecía moverse en una de
las esquinas. El muchacho se acercó al lugar.
-¿¿Qué?? ¡¡Otra vez!!
Esto es muy extraño... –tomó entre sus manos dos sedosas plumas que caían
suavemente al suelo- ¿Me estaré volviendo loco? Creo que necesito más
descanso... Me tomaré el día libre, no creo que Ukyo ponga ninguna objeción...
Con un poco de suerte a lo mejor ni se entera...–Ranma recogió sus cosas, colgó
la bata del perchero, y escapó pasando lo más desapercibido posible. Era
primera hora de la mañana, apenas había pasado un par de horas en el trabajo, y
todo el mundo parecía estar lo suficientemente ocupado como para no pasear, ya
que no había ni un alma en la calle. Sin embargo, según iba caminando, Ranma
notaba que algo le envolvía. Cerró los ojos, y se dejó acariciar por aquella
sensación que le recorría todo el cuerpo. Eran como ligeras cosquillas, casi imperceptibles,
pero de esas que hacen erizar los pelos de tu nuca, y te ponen la carne de
gallina. Tan reconfortante era aquella sensación que, por esta vez, decidió no
coger el autobús y prefirió volver a casa andando. continuaba con los ojos
cerrados, pero algo le hacía tomar la dirección adecuada, y no chocar con nada.
De pronto, en la inmensidad de la oscuridad, le pareció ver una figura... una
figura que le resultaba familiar, como si formase parte de un sueño...
Asustado, abrió los ojos, pero mayor fue aún la sorpresa cuando se encontró
rodeado de plumas por todas partes. Plumas que flotaban y caían lentamente al
suelo, y que anteriormente le habían envuelto en una especie de nube. Seguía
sin haber nadie a su alrededor. Tan sólo un anciano sentado en un banco, dando
de comer a unas palomas.
-Señor... ¿¿ha visto
eso?? Tiene que decirme que sí... –el anciano no contestaba- Por favor, ¿podría
contestarme? Necesito saber que no estoy volviéndome loco...
-¿Ver qué? –por fin,
el viejo pareció reaccionar. Seguía sin mirar a Ranma a los ojos, y continuaba
con su tarea de alimentar a los pájaros.
-Pues... lo que acaba
de pasar...
-No señor Saotome, no
lo he visto... ver las cosas no es algo que esté a mi alcance. En todo caso,
las siento. –Ranma parpadeó un par de veces atónito.
-¿¿Cómo sabe usted mi
nombre??
-Jajajaja... –por fin,
el hombre levantó la mirada. Tenía unos ojos vacíos, como si fuese ciego. Pero
lo más extraño de todo aquello era que, a pesar de su presunta inexpresividad,
aquellos ojos en blanco parecían transmitir muchas cosas... puede que
demasiadas, pero Ranma no era capaz de descifrarlas... al menos por el momento-
Sé muchas cosas Ranma... Soy ciego, y eso hace que el resto de mis sentidos se
agudicen. Al no tener nada que hacer, me dedico a escuchar a los demás... No es
la primera vez que pasas por aquí, ni la primera vez que nos encontramos. Lo
que pasa es que, contrariamente a mí, tú no te habías dado cuenta de mi
presencia hasta hoy.
-Lo... lo siento...
–ni siquiera sabía por qué se estaba disculpando. Quizá se sentía culpable de
ignorar en cierto modo el mal ajeno.
-No tienes de qué
disculparte joven... He dicho que no es la primera vez que nos encontramos, no
que el resto de las veces hayas podido verme... –Ranma hizo una mueca.
-¿A qué se refiere?
–el viejo sonrió una vez más, antes de volver a agachar la cabeza.
-Pronto lo
entenderás... muy pronto. Ahora te aconsejo que vayas a casa, allí encontrarás
la solución al problema que buscas. Y cuando la encuentres, echarás de menos
esas plumas acariciando tu piel... de hecho, echarás de menos cualquier cosa
que en su día acariciase tu piel. –sin llegar a comprender nada de lo que el
viejo decía, y llegando a la conclusión de que probablemente era un tarado con
mucho tiento a la hora de adivinar nombres, Ranma continuó su camino a casa.
Sin embargo, había algo en aquel viejo que le hacía pensar que lo que decía, no
era sin sentido... Él sabía lo de las plumas. Aún no era consciente de que hay
cosas que la ciencia, no puede responder.
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Al entrar por la
puerta, Ranma arrojó sus cosas a la silla más cercana, y se dejó caer en el
sofá.
-Lo más seguro es que
haya dormido demasiado poco... ayer me quedé hasta demasiado tarde viendo
Crónicas Marcianas... (NdlA: Un programa nocturno de España, que por
cierto veo todas las noches :P Así llego a la mañana siguiente al colegio...
¬¬) Lo mejor será que descanse por
hoy. –Ranma cerró los ojos de nuevo. No es consciente de cuándo tiempo fue el
que se mantuvo así, sin hacer nada, mientras aquella sensación de roce con algo
extraño le invadía de nuevo. Eran tan placentero... tan sensual... que le daba
miedo abrir los ojos por si todo aquello terminaba. De nuevo esa extraña figura
comenzó a distinguirse en la oscuridad. Era una mujer. Llevaba amplios ropajes
de seda, que caían sobre su cuerpo, pero resaltando perfectamente su figura.
Parecía delicada, como si a la propia tela le asustase el contacto con su piel
para no lastimarla. Su cabello corto y azulado flotaba en el aire, y su mirada
parecía clavarse en los ojos del muchacho. Pero... había algo extraño. Eran...
Ranma abrió los ojos.
De nuevo estaba completamente rodeado de plumas. Pero esta vez, las plumas
seguían un camino. Se dirigían hacia la cocina. Ranma se levantó curioso del
sillón, y despacio, sin perder la pista de ninguna, comenzó a seguir el camino
de plumas. Al llegar allí, un resplandor le cegó. Ranma se tapó la cara con la
mano, intentando evitar que la luz incidiese directamente sobre sus ojos. Y
entonces, la vio. Vio a la misma mujer que en sus sueños. La misma mujer
delicada, y extremadamente bella. Flotaba en el aire, ligera como una pluma. Y
entonces vio más claro que nunca aquello que no encajaba: dos hermosas y densas
alas fabricadas con las plumas que en los últimos días se habían cruzado en su
camino se encargaban de mantenerla en el aire. Poco a poco, la luz se fue
disipando, y la chica, sin borrar la sonrisa de la boca, fue descendiendo poco
a poco hasta que sus pies contactaron con el suelo. Al hacerlo, el azulejo
sobre el que pisó se iluminó, y a cada paso que daba, se apagaba aquel en el
que había permanecido anteriormente, iluminando un nuevo azulejo. Ranma
observaba perplejo. Eso se escapaba a cualquier indicio de razón. La chica
sonrió y volvió a clavar su intensa mirada en los ojos de Ranma.
-Por fin me ves... Ya
era hora Ranma.
-Quién.. o más bien...
QUÉ eres.
-Bueno... creo que
está bastante claro, ¿no? Soy un ángel. –Ranma parpadeó un par de veces antes
de soltar una estruendosa carcajada.
-JAJAJAJAJAJA... –el
ángel frunció el ceño bastante molesta.
-¿¿Se puede saber de
qué te ríes?? Esto no es ninguna broma... –Ranma paró de reír como pudo, se
sujetaba el estómago de dolor de tanto reír. ¿Un ángel? ¡¡Qué tontería era
aquella!!
-A ver... los ángeles
NO existen. –la chica colocó los brazos en jarras.
-¿Ah no? ¿Y entonces
yo que soy? ¿¿¿Un oso???
-No, supongo que serás
producto de mi imaginación... no sabía que fuese esquizofrénico, creo que
tendré que ir a un psiquiatra...
-¡¡No eres
esquizofrénico!! ¡¡Yo soy real!!
-No, NO LO ERES. Yo no
creo en nada que no esté probado científicamente... y que yo sepa, de momento
la ciencia no ha descubierto nada acerca de la existencia de seres
extraterrestres, como por ejemplo los ángeles... Por lo tanto, no existes. Y si
no estoy loco, simplemente estoy soñando...
-¡¡No, no estás
soñando!! ¡¡Yo soy real!! Has tardado mucho tiempo en descubrir mi existencia,
en saber que te estaba observando, me ha costado mucho hacerte consciente de
que estaba ahí, ¡¡y ahora no voy a permitir que niegues mi existencia!!
-Lo siento, pero no
puedo creerte... –Ranma se sentó en una de las sillas de la cocina, y cruzó
brazos y piernas, como si se tratase de una rabieta de niño pequeño.
-No te muevas... –Ranma vio como el ángel se acercaba cada
vez más y más a él. Desprendía un olor a jazmín muy agradable, y cuando más
cerca estaba de él, más a gusto se encontraba. De pronto, el ángel extendió con
ternura uno de sus brazos, y depositó su mano sobre la mejilla de Ranma. A
pesar de que no era un contacto físico, ahí había algo. Un cosquilleo, un roce
casi imperceptible, algo que le hacía sentirse seguro. Ranma, sin saber por
qué, iba girando ligeramente su cabeza, invitando al ángel a que le acariciase.
Ésta deslizaba su mano suave, lenta y ligeramente por su mejilla. Al llegar a
sus labios, y cuando el joven ya había entrecerrados sus ojos para poder
disfrutar más el momento, el ángel pasó sus dedos resbalando desde el labio
superior hasta el inferior, y despegó la mano del muchacho. Ranma abrió los
ojos asustado, sin saber qué pensar. Estaba excitado, emocionado, respiraba a
mayor velocidad, el pulso se le había acelerado, y sus ojos parecían brillar
más que nunca al mirar de nuevo al rostro de la muchacha. Ésta sonrió
tímidamente, satisfecha de su actuación- ¿Y eso? ¿Tampoco fue real?
Completamente
sonrojado, Ranma no sabía que contestar. Estaba seguro de que aquel contacto
había sido real. No podía tratarse de un sueño, tampoco de su imaginación, era
tan real como el mar de dudas en el que nadaba ahora.
-Qué... qué está
pasando aquí... Por qué hay un ángel en mi casa.
-Vaya, así que por fin
aceptas que soy un ángel.
-Es porque... voy a...
¿morir?
-JAJAJAJAJA... –al ver
reír a carcajada limpia a la chica, Ranma no pudo evitar sonrojarse de nuevo.
Era tan hermosa... Su sonrisa parecía hipnotizarle, y el ambiente parecía más
mágico cuando su risa resonaba por toda su cocina. Era como un eco celestial
que invadía el ambiente.- Tranquilo... no es que te vayas a morir... –Ranma
suspiró aliviado- al menos hoy. –Ranma cayó de espaldas.
-Pero entonces... eso
significa que voy a morir pronto.
-Bueno... la verdad es
que la vida de los humanos es muy corta así que sí, podría considerarse que
morirás pronto. Teniendo en cuenta que los ángeles vivimos eternamente...
-Pues... si no has
venido a buscarme, ¿a qué has venido aquí?
-Mi nombre es Akane, y
he venido para hacer que creas.
-¿Qué crea?
-¡¡Claro!! Siempre has
negado la existencia de Dios... de cualquier cosa que la ciencia no ha
demostrado. Incluso del propio amor. Sólo estoy aquí para que veas, que la
ciencia no es la única explicación a las cosas. ¿O acaso la ciencia puede darle
un sentido a tu vida?
-¡¡Claro que se lo
da!! Vivo para la ciencia... Si realmente existe Dios, o el amor, o cualquier
cosa de ese estilo... desde luego la ciencia lo rellena. Cuando estoy en mi
laboratorio, con mis pócimas, realmente me siento completo. Y el pensar que con
mi trabajo estoy ayudando a las personas, hace que me siente orgulloso de mí
mismo, y no necesito nada más para ser feliz...
-Pero... llegará un
momento en el que la ciencia avance tanto que ya no puedas descubrir más cosas,
¿qué pasará entonces? –Ranma sonrió de medio lado.
-Como tú misma has
dicho... la vida de los seres humanos es muy corta. Dudo mucho que mi vida dé
para tanto. –Akane sonrió divertida ante la audacia del muchacho.
-Pero siempre quedará
la jubilación... siempre tendrás problemas que no podrás resolver... ¿qué te
llenará entonces?
-Pues el deseo de
encontrar solución a esos problemas. –Akane agachó la mirada, sus alas
parecieron cerrarse modestamente y, aunque parecía estar sentada sobre otra de
las sillas de la cocina, realmente se encontraba a un palmo de esta. Sus pies
colgaba, y tenía sus manos entrelazadas. Todo ese brillo que desprendía,
parecía haberse apagado de pronto y por alguna extraña razón, Ranma no
soportaba aquella situación.- ¿Qué te ocurre?
-Es sólo que... me da
mucha rabia tu actitud.
-¿Rabia por qué? –de
pronto, Akane levantó la mirada. Sus hermosos ojos oscuros se habían enturbiado
y plagado de lágrimas, que parecían ir a aflorar de un momento a otro. Ranma se
echó ligeramente hacia atrás, mientras volvía a respirar con dificultad, y a
sentir su corazón como si fuese a escapársele de su pecho. Esa vulnerabilidad,
hacía a la chica aún más hermosa, y ahora tan sólo tenía deseos de estrecharla
entre sus brazos, de protegerla para siempre. ¿Qué era esa extraña sensación?
¿Por qué a él? ¿Por qué ahora? Y lo más importante... ¿por qué ella?
-Porque nosotros, los
ángeles, no podemos sentir... no podemos amar, ni echar de menos. Ni siquiera
seré capaz de recordarte cuando termine mi misión... –ese comentario fue como
una fría puñalada en el corazón de Ranma- Sí, mientras dure puedo reír, puedo
confiar en ti, puedo ser feliz a tu lado... pero tarde o temprano lo olvidaré.
Porque Dios ha reservado los sentimientos para los seres humanos, ellos tienen
ese privilegio, no nosotros... –de nuevo, la chica volvió a bajar la mirada.
Ranma permaneció en silencio durante unos segundos, pensativo... Finalmente, se
levantó, y colocó su mano sobre el hombro del ángel. No podía sentir su piel,
no podía notar el roce con su cuerpo, pero sí podía notar su presencia. El por
qué, es algo que se escapaba a la razón. Pero sabía que era real, aunque no la
pudiese tocar.
-Bueno... en ese caso
intentaré creer en el amor lo más tarde que pueda, para que disfrutes de tus
sentimientos el mayor tiempo posible... –Akane sonrió.
-¿Significa eso que
vas a intentar creer? –Ranma colocó sus manos tras la nuca, y cruzó sus
piernas.
-Bueno... es lo menos
que puedo hacer después del viaje que habrás tenido que realizar hasta llegar
aquí... –el ángel Akane volvió a sonreír.
-Es bueno oír eso
Ranma... tienes un gran corazón, aunque pareces muy cabezota.
-¡¡No soy cabezota!!
-“¡¡No soy cabezota!!”
–el ángel imitó el tono del muchacho, dándole a entender con aquel gesto
irónico, que precisamente en aquella frase se notaba que ella tenía razón.
Ranma sonrió, e intentó cambiar de tema lo antes posible.
-Y dime... ¿cuánto
tiempo llevas observándome?
-Pues... diría yo que
cosa de un mes. –Ranma abrió los ojos como platos.
-¿¿Tanto tiempo??
-Sí, y no había
conseguido que notases mi presencia ni siquiera en tus sueños, ¡¡y eso que
supuestamente los ángeles podemos entrar en los sueños de todos!!
-Jeje... soy un hueso
duro de roer... –el muchacho pareció erguirse orgulloso.
-Bueno... no tanto. Ya
ves lo poco que he tenido que hacer para que me des una oportunidad una vez me
has visto –Ranma se deshinchó y sonrojó.
-“Maldita sea... ¿¿por
qué me sonrojo?? Ella no es real Ranma... no existe...”
-¡¡Ya estamos otra vez
con eso!! ¡¡Te he dicho que sí que existo!! –Ranma dio un salto levantando una
pierna y su brazo correspondiente de cuyos dedos el pulgar, el índice y el
meñique estaban estirados (NdlA: ¿¿Sabéis a qué postura me refiero???)
-¿¿Acaso lees mis
pensamientos?? –Akane asintió como si fuese lo más normal del mundo.
-¿Es que los humanos
no os leéis los pensamientos los unos a los otros? –Ranma negó efusivamente.
-“Eso significa que he
de tener cuidado con mis pensamientos cuando ella esté delante...”
-No tienes por qué
tenerlo. Así conseguiré conocerte mejor. –una gota resbaló por la cara de
Ranma.
-Creo que como sigamos
así, pronto aprenderé a pensar en voz alta, para el caso va a ser lo mismo...
–pasaron unos incómodos segundos de silencio. Para la chica, no parecían nada
del otro mundo, sin embargo estaban siendo eternos para el joven. Ella tan sólo
le miraba sonriente, y él no podía evitar reaccionar de esa forma tan extraña
cuando veía su sonrisa.-Bueno y... ¿vas a quedarte aquí? ¿En mi casa? –Akane
negó con la cabeza.
-Tú no sabrás donde
estoy... de vez en cuando apareceré, y podrás verme. Y así hasta que por fin
admitas mi existencia, y la existencia de todo lo demás...
-Bueno, al menos
avísame, ¿no?
-¿¿Avisarte?? ¿¿Por
qué??
-Bueno... –Ranma se
ruborizó-.. no es nada personal, pero no me gustaría que de pronto aparecieses
cuando estoy cambiándome de ropa o algo por el estilo.
-¿Y qué tiene eso de
malo? Bueno... si te hace sentir incómodo yo puedo quitarme la ropa ahora mismo
y así estamos en paz... –la chica comenzó a bajarse la túnica dejando sus
hombros al descubierto. Ranma, rojo como un tomate, tapó sus propios ojos con
una de sus manos, y estiró el otro brazo moviéndolo de un lado a otro para
evitar que la chica hiciese alguna tontería.
-¡¡¡¡No, no, no!!!!
¡¡Créeme que no es necesario!!
-Bueno... como tú
quieras... –Ranma entreabrió los dedos de la mano que ocultaba su mirada, y vio
cómo la chica terminaba de subirse la túnica. Tan sólo había podido ver una
pequeña porción de sus hombros, pero su forma redondeada, suave, con la curvatura
adecuada y la textura perfecta, le hacían estremecerse. Tenía un aspecto
aterciopelado, como de piel de melocotón. Además, el tono de su piel era
liviano, y eso la hacía aún más vulnerable. Se le había quedado mirando
embelesado, tanto, que por primera vez en todo ese tiempo, el ángel también se
sonrojó- ¿Pasa algo? –Ranma sonrió, y movió ligeramente la cabeza.
-No... tan sólo
pensaba que, existas o no, eres preciosa. –el rubor de la chica se acrecentó, a
la vez que se preguntaba por qué no había sido capaz de leer aquellos
pensamientos.
-Bueno, estarás
agotado... volveremos a vernos. –Akane se acercó a él, y besó levemente su
mejilla. A continuación, y notando cómo el pulso del chico se aceleraba cada
vez más, se alejó de él unos pasos- Hasta pronto. –una luz inundó el cuerpo de
la joven, que desapareció dejando a su alrededor una estela de plumas. Ranma se
acercó, se agachó lentamente, y tomó una de aquellas plumas, jugando con ella
delicadamente entre sus dedos. Nunca se había dado cuenta hasta ahora, pero
aquellas plumas, desprendían una agradable fragancia a jazmín.
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-¡¡Ranma!! ¡¡Ranma!!
¡¡Despierta!! –cuando el chico entreabrió los ojos, se encontró el rostro del
ángel a tan sólo unos centímetros de él.
-¡¡¡¡¡AHHHHH!!! –dio
un salto del susto, y cayó de cabeza desde su cama.
-¿¿¿Será posible???
¡¡Ya te avisé de que volvería!! ¿¿A qué viene este susto ahora??
-¡¡A que no me
esperaba que precisamente AHORA fuese a aparecer!! Además, no en ESTE lugar.
–del susto, la parte de arriba del pijama de Ranma se había desabrochado,
dejando al descubierto su perfecto torso tan bien contorneado, y con aquel
pecho musculoso (NdlA: Chicas, creo que todas sabéis a lo que me refiero,
¿¿verdad?? Jujuju...) La bella Akane,
se quedó mirándolo extrañada. Estaba suspendida en el aire, y poco a poco fue
descendiendo, hasta quedar de rodillas en el suelo junto al muchacho. A
continuación, agachó la cabeza, colocándola justo en el corazón. TOC TOC....
TOC TOC... TOC TOC... un latido perfecto, acompasado, tan bello y musical...
-Vaya... es así como
suena... –la chica sonrió, pero Ranma pudo observar en su rostro la misma
sensación que había percibido el día anterior cuando le habló de aquello de que
los ángeles no tenían sentimientos. Vio esa mezcla de melancolía y ternura, y
de nuevo ese brillo en sus ojos, como de irse a ponerse a llorar de un momento
a otro.
-¿Te refieres... al
corazón? -Akane asintió, pero seguía sin despegar su cabeza de allí.
-Es una música tan
hermosa...
-Es que... ¿tampoco
tenéis corazón? –Akane se incorporó, y negó con la cabeza. Ranma también se
incorporó, y se colocó de rodillas enfrente de ella.-Pero... eso no puede
ser... todos los seres vivos tenemos corazón.
-Compruébalo por ti
mismo. –Ranma extendió la mano hacia el pecho (NdlA: Un poco más arriba de ahí,
no me seáis más pensados que os conozco... ¬¬), pero atravesó al ángel por
completo. Podía observar su mano al otro lado, verla moverse.
-No hay nada ahí... En
realidad, no hay nada en todo mi cuerpo. Yo no estoy hecha de materia como la
que tú conoces, es la fe de las personas la que constituye mi cuerpo.
-¿La fe de las
personas? –Akane asintió.
-Y tú poco a poco
estás empezando a creer... ¡¡y antes de lo que pensaba!!
-¿A qué te refieres?
-Ayer me colocaste la
mano en el hombro, ¿lo recuerdas? –Ranma asintió- No sentías mi cuerpo... pero
sabías que estaba allí.
-¡¡Sí!! ¡¡Eso es
exactamente lo que sentí!!
-También sentiste mi
mano acariciar tu rostro... ¿no es verdad? –ahora Ranma agachó la mirada
compungido al recordarlo.- Sin embargo ahora... no puedes tocarme. Eso
significa que estás empezando a creer, que mi misión está terminando... y que
pronto desapareceré.
-¿¿Qué?? ¡¡No puedes
irte!!
-Bueno... eso es algo
que todavía queda muy lejano.
-Pues no dejaré que te
marches, me gusta tu compañía. –Akane se ruborizó, y ya era la segunda vez
desde que conocía a aquel muchacho. Era una sensación totalmente nueva para ella...
En realidad, no lo sabía, quizá ya lo había vivido antes, pero no era capaz de
recordarlo... por lo tanto, era completamente nueva.
-Que... ¿te gusta mi
compañía?
-La verdad, esta casa
es demasiado grande para una sola persona. Había días en los que la casa se me
venía encima... sobretodo por las noches. Sin embargo, ayer ni se me pasó por
la cabeza. Siempre tardo HORAS en quedarme dormido, y ayer me bastaron unos
minutos... porque sabía que había alguien por ahí cuidando de mí, ¡¡y ese
alguien eras tú!! Es por eso por lo que me gusta tu compañía. –Akane sonrió.
-Si es así, estaré
siempre a tu lado... siempre podrás verme. Porque yo sólo quiero, que seas
feliz.
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Ranma había decidido
ir andando al trabajo. Pensó que sería lo mejor para el ángel, que desde que
tuvieron aquella conversación por la mañana, no se había separado de él ni un
segundo(NdlA: ¿¿Ni un segundo?? ¿¿Ni siquiera en la ducha?? ¡¡Maldita
sea cuánto te envidio!!!). El autobús iba
lleno de gente en demasiadas ocasiones, y el bajo techo podía llegar a dañarla.
Akane revoloteaba a su alrededor, sorprendiéndose ante cualquier pequeño
detalle.
-Vaya, ¿y qué es
aquello?
-¿Te refieres a lo que
están tomando esas personas? Se llama café... es un buen estimulante para
empezar con buen pie la mañana...
-¿Y aquello?
-Aquello es un banco.
La gente va allí para depositar su dinero, y para sacarlo cuando lo necesita...
–Akane se paró en seco.
-Oye... no te
ofendas... pero la gente piensa que estás loco.
-JAJAJAJAJA... –Ranma
reía divertido. Era la primera vez que le veía reír, y se veía más lindo que
nunca, y era en momentos como aquel cuando comprendía cuán importante era su
misión, y cuán importante era completarla lo antes posible... por mucho que le
doliese- ¡¡Yo también lo pensaría!! Ellos no te ven a ti... ¡¡pensarán que
estoy hablando solo!! –pero Akane ya no escuchaba al muchacho. Miraba en otra
dirección. Ranma siguió su mirada- Eh... eso es una escuela. Allí es donde van
los niños, donde les educan. –pero Akane seguía sin mirarle. Observaba
atentamente a una niña de unos cuatro años, que lloraba en una esquina. Se
acercó hasta ella, y atónito, Ranma vio como la niña miraba directamente al
ángel a los ojos. Asustado, se fue acercando al lugar.
-Señorita... ¿es usted
un ángel? –Ranma parpadeó un par de veces confuso y aturdido.
-Akane... esa niña...
¡¡te ve!! ¡¡Te está hablando!! –por fin, la mirada de Akane se cruzó con la de
Ranma, pero ya no preguntaba, ya no sonreía, ahora era severa y fría.
-Será mejor que te
alejes Ranma... esto no es agradable, ni siquiera para mí, que debería estar
acostumbrada a ello. –asustado ante la rigidez de su expresión, Ranma se alejó
unos cuantos metros hacia atrás. Los suficientes para que Akane no se sintiese
incómoda por su presencia... pero también para poder escuchar lo que la niña le
decía.
-Eres un ángel,
¿verdad? Estoy segura de que lo eres... mi madre siempre me dijo que los ángeles
eran muy hermosos, y con alas... y eso son alas, ¿verdad? –Akane sonrió, y
asintió.
-Eres una pequeña muy
inteligente... ¿cómo te llamas?
-Ran. Me llamo Ran.
-Ran... es un nombre
precioso.
-Señorita ángel, ¿qué
me ocurre? Me encuentro muy mal...
-Bueno... lo que
ocurre es que te estás haciendo mayor. Vas a terminar una etapa, y vas a
comenzar otra nueva, eso es todo.
-Pero no volveré a ver
a mi madre en esta nueva etapa, ¿verdad? Tampoco veré a mis hermanos... ni a
mis amigos... –Akane negó abatida.
-No pequeña... no
volverás a verlos, en mucho tiempo. Sin embargo, tarde o temprano os volveréis
a reunir, y podrás contarles lo bien que te ha ido en esta nueva vida.
-¿En serio?
-¡¡Claro que sí!!
-Y en esta nueva
etapa... ¿estaré curada de mi enfermedad? –Akane volvió a sonreír con ternura.
-Y no volverás a
recaer nunca.
-¡¡Vaya!! ¡¡Eso es una
gran noticia!!
-Claro que lo es...
Ahora ven conmigo, todo va a ir bien. –Akane tomó a la niña entre sus brazos,
la acunaba maternalmente, y sin borrar la sonrisa de sus labios. Al pesar su
manos por su rostro, la niña cerró los ojos. Akane seguía balanceándola de un
lado para otro. Finalmente, agachó ligeramente la cabeza, y la besó en los
labios. El cuerpo de la niña pareció perder todo asomo de vida de pronto, y sus
bracitos cayeron pesadamente hacia abajo. Akane la depositó en el suelo con
cuidado, y todo el cariño de su rostro desapareció, volviendo esa firmeza con
la que había hablado a Ranma anteriormente. Se acercaba a él poco a poco. Éste
la observaba sin saber qué decir, boquiabierto, y sobretodo asustado. Pensó que
se pararía a su lado, y que volvería a verla sonreír como si nada hubiese
pasado. Deseaba con todas sus fuerzas que esa fuese su reacción, porque él
quería olvidar aquello que había sucedido, y si ella no se comportaba como si
nada hubiese pasado, tampoco él podría. Pero en lugar de eso, Akane pasó de
largo, sin ni siquiera percatarse de la presencia del muchacho.
-Oye... niña...
¿¿estás bien??
-No se mueve...
-¡¡¡LLAMAD A UNA AMBULANCIA!!!
¡¡RÁPIDO!! –pronto la gente comenzó a aglomerarse alrededor de la chica,
algunos preocupados por ella, otros curiosos por saber qué había pasado... la
cuestión es que todo aquel entorno mágico, parecía haber desaparecido de
pronto. La gente corría a su lado, pero Ranma no les veía. Sólo podía pensar en
Akane. Sólo podía pensar en que ese era su trabajo. Sólo podía pensar en su
mirada hacia aquella niña, y a cuánto le debía doler aquel trabajo.
-¡¡Akane!! –cuando por
fin reaccionó, corrió hacia el lugar donde se había ocultado el ángel. Era un
callejón oscuro, con cubos de basura, y algunos gatos buscando su ración de
comida diaria. En la esquina del callejón, yacía Akane, hecha un ovillo sentada
en el suelo, agarrando con fuerza sus rodillas. Podía oír su llanto y Ranma no
recuerda haber escuchado un llanto con mayor tristeza jamás.- Akane... –la
chica no levantó su mirada.
-Sé que no debería
llorar... sé que es mi trabajo... sé que en cuanto tú creas en algo más a parte
de la ciencia olvidaré lo ocurrido, pero no puedo evitar llorar... No puedo
evitar sentir repugnancia por lo que hago...
-¡¡Pero no es tu
culpa!! ¿¿O acaso tú sí querías matar a aquella niña??
-¡¡Claro que no!! –por
fin, Akane levantó la cabeza. Sus lágrimas brillaban cual diamantes, y
resbalaban elegantemente por su cara.- Él me lo mandó... fue Él quien me lo
indicó.
-¿Él? ¿Quién es Él?
-Dios. De vez en
cuando, mientras cumplimos nuestra misión, nos manda recoger un alma...
entonces es cuando morís. Es una voz que retumba en nuestra cabeza... “Ha
llegado la hora de aquella niña... debes recoger el alma de Ran, Akane” Y por
mucho que quiera, yo no puedo negarme a ello... ¡¡es mi destino!! ¡¡¡Y ODIO mi
destino!! ¿¿¿Por qué he tenido que ser un ángel??? ¿¿Por qué tengo que vivir
eternamente con este sufrimiento?? ¿¿Por qué no puedo ser un humano normal como
vosotros?? –de nuevo ocultó su rostro entre sus rodillas, y se echó a llorar
amargamente. Su cuerpo rebotaba levemente por los sollozos. Ranma estaba de pie
en frente de ella, y de pronto notó algo que nunca había sentido. Sintió la
necesidad de agacharse a su lado, tomarla fuertemente entre sus brazos, y de
dejar que se desahogase sobre su hombro. Quería esperar a que se calmase, y
secar sus lágrimas con su mano. Quería notar su aroma. Quería protegerla
costase lo que costase, evitar que alguien pudiese aprovecharse de aquella
fragilidad. Quería sentir la leve caricia de sus cabellos al contacto con su
mejilla, quería susurrarle palabras de apoyo al oído, mientras notaba su cuerpo
apretarse cada vez más al suyo. Ranma se agachó, dispuesto a abrazarla.
Dispuesto a cumplir con todo aquello que estaba pensando, pero cuando fue a
hacerlo, vio como sus brazos atravesaban la silueta de la chica, encontrándose
consigo mismos. Ella ni siquiera se había dado cuenta de aquel pequeño detalle.
Desalentado, acercó sus manos aún abiertas hacia sí. Las observaba como si se
tratasen de monstruos inútiles, como si no sirviesen para nada. Se dejó caer,
quedando a cuatro patas, y una lágrima translúcida, resbaló por su mejilla,
chocando precipitadamente contra el suelo.
¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬
Ranma aguardó a que la
muchacha se tranquilizara a la entrada del callejón, sentado y apoyando su
cabeza y su espalda sobre una pared de ladrillo. Al cabo de unos 15 minutos, el
ángel apareció intentando mostrar que nada había ocurrido. Sonriendo
falsamente. Ranma la miró, y esta vez eran sus ojos los que preguntaban. Se preguntaban
qué decirle, cómo reaccionar.
-No hace falta que
digas nada... no hay nada que puedas decir o hacer, ese es mi destino Ranma...
Debería estar preparada para aceptarlo, pero ya ves que no es así. No soy más
que una torpe, que no sabe hacer nada...
-¡¡ESO NO ES VERDAD!!
–Ranma se levantó efusivamente- No digas eso, porque no es verdad... ¿Crees que
alguien más a parte de ti le importa llevarse el alma de las personas? No
conozco más ángeles, lo admito, ¡¡pero estoy seguro de que no!! Y es precisamente
eso lo que te hace especial... así que nunca te avergüences de ello, ¿vale?
Porque es así como yo... –Ranma guardó silencio.
-¿Es así como tú?
-No... nada. No era
nada importante. –el silencio reinó en el lugar durante algunos segundos.
-Sea como sea, muchas
gracias Ranma. ¿¿Ves?? Ya me he vuelto a equivocar... te dije que nada de lo
que me dijeses iba a ayudarme, pero no es verdad... me ha ayudado mucho lo que
me has dicho, muchas gracias ^^. –de nuevo esa sensación en Ranma. De nuevo esa
aceleración de su corazón, de nuevo ese sonroje en sus mejillas, esas ganas de
abrazarla... demasiados pensamientos en su cabeza, demasiadas dudas, y muy
pocas respuestas.
-Discúlpame un
momento... no te muevas de aquí, ¿de acuerdo? Ahora mismo vuelvo..
-Pero... ¡¡¡a dónde
vas!!! –demasiado tarde, Ranma ya había echado a correr. Por fin llegó a su
destino: de nuevo su laboratorio. Normalmente, aquel lugar constituía toda su
vida. Sin embargo, en todo el día anterior, y en lo que llevaba de éste, ni
siquiera se había acordado de él. Empujó la pesada puerta. Estaba seguro de
quién iba a estar allí esperándole.
-Llegas tarde Ranma...
-Lo sé Ukyo.
-¿¿Y pensabas que no
me iba a dar cuenta de que ayer te escapaste??
-No.
-¿¿Y a qué viene esa
expresión tan seria?? No vas a conseguir engañarme... ¡¡esta vez no Ranma!!
-Ukyo, ¿recuerdas la
conversación que tuvimos ayer? –por primera vez en toda la conversación, Ukyo
se paró en la mirada de su amigo. Nunca había visto esa expresión tan seria, ni
había sentido aquella madurez implícita en ella.
-S...sí...
-Pues me equivoqué
Ukyo... el amor existe, y yo estoy seguro de ello... –la chica estaba
completamente sorprendida. Ranma parecía irse a poner a llorar de un momento a
otro.
-¿Qué ha ocurrido
Ranma?
-El amor existe, y es
maravilloso que con su sola presencia, pueda sentir tantas cosas a la vez, y es
maravillosa la forma en que me mira, y cómo su sonrisa hace estremecerse hasta
el último rincón de mi cuerpo. Porque es su sola presencia la que hace que me
sienta bien, y... “porque es así como yo me he enamorado de ella” –por fin,
Ranma terminó la frase que no había tenido valor a terminar minutos antes. Ukyo
sonrió tiernamente.
-Vaya, sí que te ha
dado fuerte...
-¿Qué puedo hacer
Ukyo? ¿Qué puedo hacer si es imposible que el único ser al que amo permanezca a
mi lado?
-¡¡Lucha por ella!! No
la dejes escapar Ranma... ¡¡tómate el resto del día libre!! ¡¡O el resto de la
semana!! ¡¡O toda la vida si es necesario!! Pero no puedes permitir dejar
escapar al amor de tu vida, ahora que por fin lo has encontrado... Te conozco,
desde hacer mucho tiempo además, y nunca te había visto como te veo ahora... Tú
la quieres, ¡¡lucha por ella!! –Ranma correspondió las palabras de apoyo de la
chica con una sonrisa.
-Claro Ukyo... lucharé
por ella hasta el máximo de mis fuerzas... Porque yo... la quiero. Realmente la
quiero. No esperaba menos de ti, gracias Ukyo, muchas gracias. Ahora podré pasar a su lado, y SÓLO a su
lado, el poco tiempo que me queda de mi compañía. Porque cuanto más la voy
queriendo... más la pierdo. –Ranma se fue, y una extraña sensación recorrió el
cuerpo de Ukyo, una sensación que le indicaba, que esa era la última vez que
vería a su gran amigo en mucho tiempo.
¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬
Ranma corría en
dirección a donde había dejado a Akane. Tan sólo había ido a ver a Ukyo para
pedirle un par de semanas libres... y su amiga era tan buena, que ni siquiera
había hecho falta decírselo. Ella se lo había ofrecido por sí misma. A su vez,
le iba dando vueltas a esa última frase. Cuando más quería a Akane, más la
perdía. Porque cada vez era más consciente de que ella era real. Ya ni siquiera
podía tocarla... ¿qué sería lo siguiente? Por fin llegó al lugar en cuestión,
pero el sitio estaba completamente vació.
-¿¿Akane?? Mira que la
dije que no se moviera de aquí...
-Pero si estoy aquí
Ranma. No me he movido ni un centímetro... –Ranma miró a la pared de ladrillo.
Esforzó su vista al máximo, y consiguió ver una silueta prácticamente
invisible. Era ella. Casi no podía distinguir sus facciones ante el intenso
color rojo de la pared, pero sí pudo distinguir mucha tristeza en sus gestos-
Ya casi no puedes verme, ¿verdad? –Ranma intentó mentirla, pero no podía, y
negó abatido- Me lo temía... creo que dentro de poco no volveremos a vernos.
-¡¡NO!! Creo que tú
existes... creo que estás aquí, a mi lado. Y...
-¿Y?
-Y gracias a eso
precisamente, a que creo en tu existencia, también empiezo a creer en la
existencia del amor.-Akane se sonrojó. ¿Por qué ella reaccionaba así? Había
entendido la indirecta... o eso le parecía. Aunque en realidad, no le hubiese
gustado entenderla nunca, porque ella poco a poco, también creía cada vez más
en el amor. Porque al mirar a Ranma, notaba una sensación de seguridad que no
notaba con nadie más. Creía cada vez más en el amor, porque éste empezaba a
formar parte de ella también... porque se estaba enamorando, de un humano. Era
un amor imposible, y ella lo sabía. Sabía que en cuanto terminase la misión
todo terminaría, y todo rastro de ese amor desaparecería de sus recuerdos, pero
ese era precisamente su problema: ella no quería que aquello terminase.
-Eso es bueno Ranma.
Muy bueno. –Akane sonrió falsamente. El chico no podía enterarse de que era
correspondido, porque cuando ella desapareciese, cuando dejase de formar parte
de su vida, ella lo olvidaría todo, pero el corazón de Ranma quedaría hecho
pedazos.
-¿Bueno? No estoy yo
muy seguro... Al menos me queda el consuelo, de que aún no creo en la
existencia de Dios.
-Pero empezarás a
creer. Ya prácticamente del todo... es por eso por lo que casi no me ves.
-Tienes razón... pero
mientras, disfrutaré al máximo de tu compañía. He pedido unos días libres, te
enseñaré todo lo que es nuestro mundo, ¿quieres? Sé que luego no podrás
recordarlo... pero al menos podrás sentirlo mientras estés aquí, eso mejor que
nada, ¿no?
-¿¿Qué?? ¿¿Me hablas
en serio??
-Es lo que quieres,
¿verdad? A ti te gustaría ser humana... sentir lo que sienten los humanos. Pues
lo serás por unos días. Ellos no podrán verte, pero yo sí. Te enseñaré todo lo
que los humanos hacemos habitualmente, ¿te parece?
-¡¡Claro que sí!!
¡¡¡Es fantástico!!! –Ranma notó que el ángel revoloteaba de un lugar a otro, llena
de alegría.
-Jajajaja... vamos,
para, para... Empezaremos por ir a la montaña. Te gustará.
Ranma y Akane
caminaban rumbo a la estación. El chico caminaba en silencio, mientras el ángel
volaba sobre su cabeza. Ranma decidió no pensar en nada... tan sólo quería
pasar con Akane el mayor tiempo posible, aunque sólo fuese observándola
mientras sus sentidos se lo permitiesen. Akane por su parte, estaba sumida en
sus propios pensamientos, dándole vueltas a lo mismo, y cada vez más
consciente, de que aquello no tenía solución. Ranma compró su billete, y se
sentó en uno de los bancos de la estación. Ya casi era invisible, pero notó
cómo Akane se sentaba a su lado, sonriéndole. Ranma correspondió la sonrisa,
aunque realmente de lo que tenía ganas era de llorar. Ya casi no veía su
rostro... y no podía dejar de pensar que ella realmente existía. No podía dejar
de pensar, que Akane era buena, que sufría llevándose las almas de la gente, y
que en realidad era Dios quien le mandaba hacer aquello. Ya no quería volver a
mirarla, porque cada vez que la miraba, la chica parecía más invisible.
-Ranma... no debes
estar triste. Ya sabías que este momento llegaría...
-Oh... olvidé que lees
los pensamientos.
-Mírame Ranma... no te
dé miedo, y mírame. –Ranma miró a la chica. Efectivamente, era aún más
invisible que la vez anterior. Ahora tan sólo podía ver sus ojos, un poco de su
rostro, y prácticamente nada de su cuerpo. Los ojos de la chica parecían
clavarse en los suyos.- Quiero que sepas, que he sido muy feliz estando a tu
lado. Que ojalá pudiese recordarlo todo, porque me has hecho sentir tantas
cosas... me has abierto tantas puertas, me has enseñado tanto... Has hecho que
no me repugne lo que hago, por muy malo que pueda parecer... que me sienta
útil, que me sienta hermosa... y que me sienta querida. –al decir esto, el
ángel se sonrojó y bajó la mirada. Ranma se sentía tan insignificante... ¡¡no
podía hacer nada!! Cada minuto que pasaba, su tumba se iba cavando más y más
honda...
-¡¡¡No puedes irte!!!
–gritó a la vez que se levantaba efusivamente apretando fuertemente sus puños.-
¿Qué voy a hacer yo ahora? ¿Qué voy a hacer sin ti? Porque yo... –Ranma no pudo
terminar la frase. Notó como el ángel se levantaba, y le rodeaba con sus
brazos. Su pulso había alcanzado un ritmo inimaginable, el calor le recorría
todo el cuerpo, empezando desde la planta de los pies, y terminando en un
tímido sonroje en sus mejillas. Miles de mariposas batían sus alas en su
estómago.
-Ya sé que no puedes
tocarme Ranma... pero me sientes, ¿verdad? –Ranma asintió.
-Claro que te
siento... te siento mejor que a cualquier persona con la que tenga contacto
físico.
-Entonces no hagas
nada... sólo déjame abrazarte... por favor. Sólo quiero estar aquí, contigo...
no me hace falta nada más para ser feliz. –Ranma cerró los ojos para poder
sentir mejor aquel cálido abrazo, tan inexistente como real. Dejó caer sus
brazos, y aspiraba aquel aroma a jazmín que caracterizaba a Akane. Nunca
olvidaría aquel aroma, porque para él, ese era el aroma del verdadero amor. El
tren entró en la estación, y Ranma notó como Akane se despegaba de su cuerpo.
-Hasta siempre... –el
humo de la chimenea del tren empezó a envolver el cuerpo de Akane, que poco a
poco se fue confundiendo con el mismo para desaparecer. Ya no notaba su
presencia, ya no podía verla, no podía sentirla, ella no estaba allí.
Desesperado, Ranma negó con la cabeza, intentando convencerse a sí mismo que
aquello no era real, que no estaba sucediendo. Pero no lo consiguió. Aquello
era real. Desesperado, se dejó caer de rodillas al suelo, con los ojos abiertos
de par en par, y sin respiración.
-No... por favor...
¡¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOO!!! –el grito de Ranma resonó por toda la estación, y los
pasajeros del tren se estremecieron al escucharlo.
-Mamá, ¿qué le ocurre
a aquel señor que está tirado en el andén?
-No le mires hijo,
está loco.
-Se equivoca señora...
no está loco. –respondió un viejo ciego que se sentaba en frente de ambos- Es
que le han roto el corazón.
¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬¬
Tras parar unos
minutos en la estación, el tren reanudó su marcha. Un joven de trenza negra y
mirada apagada, se mantenía cabizbajo en el vagón, apoyando todo el peso de su
cuerpo sobre una barra. Todo el mundo le miraba con lástima... parecía tan
abatido. Con tan sólo mirarle, el corazón de la gente parecía encogerse en su
interior. Finalmente, llegó a su destino, y arrastró su cuerpo como pudo hasta
la salida. Nadie más se bajó en aquella estación. Era un lugar muy solitario,
en medio de la montaña, sin nada ni nadie alrededor. Quizá precisamente por
eso, el lugar favorito de Ranma cuando necesitaba relajarse o pensar. Había tan
sólo un frondoso árbol en la cima, desde el cual podía verse un paisaje tan
solo comparable con el mejor de los sueños. Veía las nubes bajo sus pies,
suaves y esponjosas. En ocasiones, y si no fuese por sus conocimientos
científicos, sentía el arrebato de lanzarse al vacío, y de que su caída sería
frenada por aquellas nubes tan hermosas. El sol se iba escondiendo tras el
horizonte, tiñendo el cielo de colores rojos y anaranjados.
-Te dije que en poco
tiempo echarías de menos aquel contacto de plumas Ranma... ¿me equivocaba?
–Ranma se giró asustado.
-¡¡Es usted!!
-Sí... aquel viejo
ciego psicópata con mucho tiento para adivinar nombres, ¿no es cierto? Sin
embargo este viejo te advirtió... y al parecer todo lo que te dijo se cumplió,
¿no es así? –Ranma volvió a mirar al suelo.
-Márchese y déjeme en
paz. –el viejo sonrió.
-Lo siento Ranma... de
veras lo siento. Quizá hice mal en enviarte a Akane, ella es realmente linda,
una chica encantadora. –de pronto, el viejo volvió a centrar toda su atención.
-¿A enviármela?
-Exacto, ¿aún no sabes
quién soy?
-Yo más bien diría,
QUÉ es...
-JAJAJAJAJA... las
carcajadas del viejo hacían eco por todo el lugar- Siempre tan preciso... eso
es bueno.
-Déjese de bromas,
¡¡quiero una explicación!!
-Bueno señor
científico, ¿sabe usted refranes?
-Claro que sí. Una
cosa es que sea de ciencias, y otra que sea un ignorante de todo lo demás...
-¿En abril? –Ranma
hizo una mueca molesto.
-¿¿Cree que esto es un
juego para mí?? –el viejo volvió a sonreír.
-Tampoco lo es para mí
Ranma... limítate a contestar. ¿En abril?
-Aguas mil.
-¿El que se pica?
-Ajos come.
-¿Más vale pájaro en
mano?
-Que ciento volando...
-¿El amor es...?
-Cie... –Ranma guardó
silencio dándose cuenta de todo- ...ciego. El amor es ciego. –una pícara
sonrisa volvió a dibujarse en el rostro del viejo.
-Exacto, como puedes
ver, soy totalmente ciego...
-Quiere decir... ¿qué
usted es el amor?
-Vaya, chico listo...
-Pero... ¡¡es
imposible!! El amor son sensaciones... sentimientos... –Ranma, que hasta
entonces había estado sentado apoyando todo su cuerpo en el susodicho árbol, se
levantó enérgicamente- Es el querer compartirlo todo con una persona, el querer
protegerla a costa de tu propia vida... –poco a poco se fue relajando, y su
rostro parecía iluminarse por momentos- Es el ver su sonrisa y sentir como te
abandonan las fuerzas, cómo tus piernas de pronto parecen estar hechas de
mantequilla, sentir tu pulso acelerarse, mariposas en el estómago, rubor en tus
mejillas... ¡¡eso es el amor!! No usted... para mí el amor era ella y...
-Y ya no está contigo,
¿verdad? Por lo tanto ya no existe...
-Usted lo ha dicho, no
yo.
-¿No te das cuenta
Ranma? Ella se ha ido, y aún la amas... El amor es algo muy surrealista, es
cierto, pero existe. Y perdura por encima de todo. Y nunca volverás a verla,
pero siempre la amarás, ¿no es cierto? –Ranma asintió- Yo me encargo de eso. Me
encargo de hacer que el amor se mantenga vivo en las personas... siempre y
cuando encuentren a su media naranja, ese amor nunca se apagará.
-¿¿Y de qué me sirve
haberla encontrado si no podré estar con ella??
-Bueno, suponiendo que
realmente no puedas estar con ella, te queda su recuerdo, ¿acaso no te parece
de eso lo suficientemente valioso?
-Más que el mayor de
los tesoros... –el viejo volvió a sonreír.
-Veo que ella cumplió
bien su misión...
-Usted la trajo hasta
mí, ¿no es cierto?
-Así es.
-¿¿Y no podría traerla
de vuelta?? Daría mi vida por volver a verla... aunque sólo sea un minuto. –tan
absorto estaba en sus pensamientos, que no se dio cuenta que algo flotaba tras
su espalda.
-Me temo que no hará
falta Ranma... no desaproveches esta oportunidad. Al parecer el amor ha
superado cualquier frontera establecida... y yo me encargaré de que esa llama
no se apague nunca. –Ranma hizo una mueca de extrañeza.
-¿Qué ha superado
cualquier frontera establecida? No le entiendo...
-Date la vuelta
Ranma... y hasta pronto. –por fin, Ranma fue consciente de que una extraña luz
iluminaba sus espaldas. Allí, flotaba Akane, totalmente desnuda, con los ojos
abiertos y tumbada horizontalmente cubierta tan sólo por una sábana. Sin
embargo, había algo diferente en ella... ya no tenía alas. Ranma la miraba
desconcertado, fascinado, y emocionado. Sin poder reaccionar. La luz comenzó a
apagarse, y Akane caía poco a poco. Al verla a punto de caer, por fin Ranma reaccionó,
y corrió a sujetarla con sus brazos. El viejo ciego, se fue difuminando poco a
poco, hasta desaparecer con una ráfaga de viento.
-¡¡Akane!! ¡¡Despierta
Akane!! ¡¡Soy yo, ¿¿me recuerdas??!! –Akane comenzó a abrir los ojos.
-¿Ranma? ¿Eres tú?
–Akane estiró su mano para acariciar la mejilla del muchacho. Esta vez, la
sintió. Sintió su mano, y esta vez no se trataba únicamente de saber que ella
estaba allí, no se trataba simplemente de un cosquilleo, sino que además de
eso, la notaba materialmente.- Sí, eres tú... ¡¡oh Ranma!! –Akane se lanzó a su
cuello, y echó a llorar. Ranma sonreía, mientras aspiraba su olor a jazmín, y
mientras acariciaba su cabello dulcemente. Ahora podía protegerla, podía sentir
su corazón, podía sentir el contacto con su cuerpo... Akane estaba entre sus
brazos y, esta vez sí, Ranma no pensaba dejarla machar nunca.
FIN
Nota de la
autora: Vale, me va a
tocar una nota bastante larga... Bueno, antes que nada... ¡¡FELIZ 2003 A
TODOS!!! He escrito la palabra “Fin” a los pocos minutos después de volver de
fiesta (me pregunto cómo lo conseguí dado el nivel de alcohol que llevaba en
sangre...), así que es el primer fic que escrito en este nuevo año!! Ueeee. A
lo mejor hasta es el primer fic que se termina en este nuevo año en todo el
mundo, os imagináis??? jajajajaja...
Ese era mi
propósito (es de que este fuese el primer fic que terminase en el 2003), y lo
he conseguido, así que estoy muy contenta ^^, ¡¡espero que os haya gustado!! La
verdad es q es un tanto lioso.. así q vamos a aclarar conceptos.
Como habréis
notado, Akane ha conseguido ser humana y volver con Ranma. El motivo de esto,
es que el amor que sentía por el muchacho era tanto, que seguía recordándolo a
pesar de que su misión había terminado, y hay una norma que indica que, si en
algún momento los ángeles son capaces de recordar algo, de guardar un
sentimiento, en ese momento se cumplirá su mayor deseo. El mayor deseo de Akane
era ser humana para poder estar con Ranma, y su deseo se cumplió. Esta historia
pensaba contarla en la historia, pero me imaginé que estaríais hartos de leer,
dado que el fic es un poco largo... ¬¬
¿Ha quedado más o
menos claro? Bueno, si tenéis cualquier duda... ¡¡ya sabéis donde encontrarme!!
A saber qué hará ahora Ranma con Akane desnuda en medio de la montaña... jujuju
:P.
Por cierto, la
historia es totalmente ficticia, y no tiene nada que ver con ningún tipo de
tradición ni nada, la inventé yo toda. Tampoco está relacionada con la religión
católica ni nada por el estilo... aunque tenga cierta similitudes.
El fic en principio
iba a llamarse “Camino de plumas” pero luego vi que se parecía bastante al
título del fic de Diana “Camino al cielo”, y es por eso que decidí llamarle
“Estela de plumas” (este comentario es una tontería que seguramente no interese
a nadie, pero así aprovecho para hacer publicidad del fic de Diana que me
encanta!!!)
Bueno, este fic
está dedicado a todos vosotros, para que paséis un 2003 plagado de ilusiones y
de sueños que poco a poco se van haciendo realidad. Se lo dedico especialmente
al foro del portal, al que acabo de entrar hace poco y aún no he dedicado
ningún fic ^^. También al ML de ranfics, a RM deseándole mucha
suerte dado que precisamente hoy ha tenido que dejarnos... a Chris-kun por ser tan fiera, tan buen escritor y tan
buen amigo (ya sabes que te adoro muack!!),
a Andrea-chan por ser tan encantadora en todo momento y
situación, a Noe-chan por estar siempre tan dispuesta a contestar
a mis mails, a Diana porque consigue que hable sin parar por
cualquier tontería, a Nerea para ver si con esto consigue aclarar todos
sus líos amorosos, para Iory por interesarse tanto por mis fics y para
que siga escribiendo los suyos, a Usako por haberse
atrevido a ser la moderadora durante la ausencia de RM, a Pess por vivir en una ciudad tan chula, a Slayer porque tengo que hacerle la pelota por... en fin, cierto
motivo (ya sabes, sigo postrándome a tus pies), a Danae y Nem por haber llevado tan bien los premios del
portal, a ran-fan para ver si volvemos a hablar pronto, dado
que hace mucho que no hablamos, a Ane por todo su apoyo
y disposición en todo momento, a Krysta para ver si puedo
disfrutar pronto de su compañía que hace mucho que no la veo (y eso q eres mi
hija...), a Carlos para felicitarle por su fic una vez más, a Dulce su mismo nombre lo dice, por ser tan dulce, a Lucy por ese pedazo de fanart de Harry Potter que me mandó el
otro día, a Umi por vivir en una ciudad tan extraordinaria,
a Leaf suplicando su perdón por no haberla escrito
en tanto tiempo, a Ryoko que siempre será mi clon y que nunca la
olvidaré ^^, a Sandra,
Seika, Noemi, Bell, Jo-chan, lunadecristal, a vicky, Paola, ak-ofelia, etc, etc... y a todo el ML de ranfics en
general, que os adoro a todos.
Bueno, y aquí lo
dejo pq si me descuido acaba siento la nota de la autora más larga que el
fic... que ya es largo de por sí!! Para cualquier tipo de sugerencia o
comentario, no dejéis de escribir a hikaru_akane@hotmail.com y si esta
está saturada a soyeldobledeameria@yahoo.es Prometo
contestar a todos los mails!! Muchos besos
01/01/2003
OMG LO AMEEEEE FUE HERMOSO Y EL FINAL ERA LA CEREZA DEN PASTEL BUAUUUUUU GENIAL MUY GENIAL TE QUEDO *-*
ResponderEliminarAaa que lindo el detalle de la escritura, lo detallaste todo tan padre Aaa que bonito me encanto
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