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sábado, 3 de mayo de 2014

CENICIENTO SAOTOME (Jordi)

CENICIENTO SAOTOME
 
 
  
Erase una vez, en un país muy lejano, vivía un rey. El rey y la reina tenían tres hijas. Dos de ellas ya se habían casado con unos príncipes de otras regiones y se habían marchado. La hija pequeña, Akane, era muy torpe, pero también era la más bonita del reino.
Pero un día sus padres decidieron que había llegado el momento de que se casara, condición indispensable para heredar.
Pero a la princesa Akane no le interesaba casarse, lo único que hacía era luchar contra todos los caballeros.
Pero el rey y la reina habían hablado con una familia rica para emparejar a sus hijos.
Los reyes presentaron a Akane y a Tatewaki Kuno. Él quedó prendado de ella al instante, pero ella no podía ni verle. No era de su tipo.
Al día siguiente le dieron un ultimátum a la princesa: o buscaba un hombre para casarse y heredar o lo buscarían ellos. Le daban de plazo un mes.
La princesa no sabía qué hacer, y decidió consultar con su mejor amiga, la dama Ukyo.
Hablaron largo y tendido sobre el tema, pero no encontraban remedio.
 
Akane salía en secreto cada noche a visitar el pueblo, buscando retos, junto a su amiga Ukyo. Y un día lo encontró. Era un joven, de pelo negro, con una trenza, y unos ojos azules que la cautivaron. Se acercó al chico y trató de hablar con él para retarle. Al principio no se entendían muy bien, pero poco a poco entablaron amistad, todo hay que decirlo, entre pelea y pelea. Naturalmente, nadie sabía que era la princesa.
Durante una semana fue a verle cada vez que él iba a buscar leña al bosque. La princesa se fue enamorando poco a poco del joven. Al principio, no le dijo que era la princesa, pero al descubrir que él sentía lo mismo que ella, acabó por decírselo.
Akane ordenó a una de sus damas, Ukyo, que la mantuviera informada de todo lo que le pasara al joven.
 
La consejera Cologne aconsejó al rey celebrar una fiesta en la que la princesa debería elegir a su futuro marido.
 
Así fue como se convocó la fiesta.
Las invitaciones fueron llevadas a cada casa en la que había un joven en edad de merecer.
 
En una de las casas vivía Ranma.
Ranma era el menor de los hijos de Nodoka Saotome. Nodoka había quedado viuda cuando Ranma era pequeño, y hacía unos años que había vuelto a casarse con el viudo Kuno. Poco después, ella murió de una enfermedad desconocida.
Esto hizo que Tatewaki, y Ryoga se convirtieran en sus hermanastros.
Los hermanastros le hacían trabajar todo el día como un esclavo: Ranma limpia esto, Ranma barre aquello, Ranma friega allí...
Cuando llegó la invitación todos se prepararon para conquistar a la princesa Akane, especialmente Tatewaki, que no la volvería a dejar escapar, aunque tuviera que secuestrarla. Pero Ranma no podía permitir que ninguno de esos 2 intentara seducir a su princesa, aunque tampoco podía impedirlo puesto que no le dejarían ir a la fiesta.
Los 2 hermanos se compraron uno trajes para la fiesta, y le dejaron a Ranma unos harapos para hacerse uno.
 
Llegó la noche de la fiesta, y Ranma no pudo ir, ya que le habían dejado un montón de tareas para hacer y, además, no tenía nada que ponerse.
 
Desconsolado, se puso a maldecir en el jardín.
De pronto oyó una voz:
-         Ranma ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás enojado? – le dijo una voz femenina.
Ranma se giró para ver quién le hablaba. Era una joven de cabello negro, ojos marrones y de una belleza cautivadora. Llevaba un vestido largo de color rosáceo y el pelo suelto le llegaba hasta casi la cintura.
-         ¿Quieres ir a la fiesta verdad? – le preguntó.
-         ¿Y tú cómo lo sabes? – le respondió el harapiento muchacho.
-         Porque soy tu hada madrina. ¿Qué necesitas para ir a la fiesta?
-         Pues un traje. Pero solo tengo unos harapos que me han dejado mis hermanos.
-         No te preocupes. Ponlo sobre la mesa y apartarte – el hada movió su varita mágica y un espeso humo rodeó la mesa. Al disiparse, un traje de gala yacía sobre la mesa.
-         Es perfecto
-         Pues póntelo ya o llegarás tarde.
-         Gracias, pero no puedo ir andando a la fiesta.
-         No te preocupes. Un carruaje te está esperando en la puerta para llevarte al castillo.
-         ¿Cómo puedo agradecerte lo que haces por mí?
-         Sé feliz con la mujer que elijas. Pero procura elegir bien. Me han dicho que la princesa busca marido ¿Es eso lo que quieres?
-         Sí. La princesa y yo nos amamos en secreto.
-         Pues ve por ella.
Después, el hada desapareció en una cortina de humo.
 
Una hora después Ranma llegaba con el carruaje al castillo.
Todo el palacio quedó enmudecido al contemplar la belleza del joven que acababa de entrar.
Este debía acercarse a la princesa disimuladamente, puesto que nadie sabía que se conocían.
La princesa, al verle, dejó a los invitados con los que estaba y se dirigió a él.
Era aún más bonita de lo que jamás había imaginado. Parecía un ángel bajado del cielo.
Corrió raudo y veloz hacia ella y se abrazaron.
Los reyes se alegraron al ver que su hija se había decidido y ordenaron que sonase la música.
La pareja empezó a bailar dejando boquiabiertos a los invitados.
Los más rabiosos fueron Tatewaki, y Ryoga. Habían intentado seducir a la princesa toda la noche sin éxito.
Más tarde, la princesa presentó a Ranma a sus padres, y les dijo que era el elegido para ser su marido y futuro rey.
Los reyes aceptaron muy felices y lo proclamaron a los 4 vientos.
Akane llevó le llevó a sus habitaciones.
-         ¿No me dijiste que no podrías venir? – le preguntó ella.
-         Sí, pero... no te lo creerás. Aún no me lo creo ni yo. Apareció un hada y transformó mis harapos en este traje y me dio un carruaje.
-         Cuanto me alegro. Pero es increíble.
-         Yo no creo en hadas, ni en esas tonterías. Me parece raro. Pero lo importante es que estoy aquí contigo. Y ahora ¿Qué vamos a hacer? ¿Me quedó ya en el castillo?
-         No. Mis padres son muy chapados a la antigua. Hasta que no se celebre la boda no podrás venir a vivir aquí.
-         ¿Y si les explicamos cómo me tratan allí no me dejarían quedar?
-         No creo. Aunque podemos intentarlo.
Fueron a proponérselo a los reyes, pero esto se negaron.
-         Sólo podría quedarse si te hubieras dejado... en cinta. Pero eso no es posible, puesto que os acabáis de conocer.
-         ¿En cinta? ¿Y eso qué es, futuro padre?
-         No seas tonto, muchacho, quiere decir embarazada.
Los dos jóvenes se miraron. No lo tenían previsto, pero a ambos les atravesó la idea. Volvieron a los aposentos de la princesa.
-         Ya lo has oído. No habrá manera.
-         Sí que la hay – dijo con una sonrisa pícara mientras se acercaba al joven para besarle.
Un rato después, la fiesta terminó. Ranma despertó sobresaltado. Recordó que tenía que volver a casa o los reyes se enterarían y sus hermanos también.
-         Akane, despierta. Tengo que irme.
La joven le abrazó de nuevo y le besó.
-         Anoche no decías eso... – dice ella pícaramente.
-         Vamos, Akane, no es el momento, yo también disfruté anoche, pero se hace tarde. Nos van a descubrir.
Ranma se vistió y salió por un pasadizo secreto que sólo conocía la princesa. Se subió al carruaje y salió hacia casa.
Unas horas después, los reyes llamaron a su hija.
-         Akane, lo hemos pensado mejor y hemos decidido que nuestro futuro yerno no puede vivir en esas condiciones, así que saldrás de inmediato en su busca. ¿Dónde vive?
-         No sé dónde vive, padre. – dijo la princesa. No podía revelar que hacía semanas que le conocía, ni que bajaba al pueblo de noche.
-         ¿Por qué no se lo preguntaste? ¿Qué clase de hija tengo, que no interroga a su novio?  Pero no hay problema, buscaremos casa por casa hasta dar con él. ¿Le reconocerás sin aquel traje?
-         Supongo que sí.
-         Muy bien, entonces organizaré una comitiva enseguida y saldrás en su busca.
 
Unas horas después, Akane salía del castillo con un carruaje, en dirección al pueblo.
Sabía perfectamente dónde buscarle, pero debía disimular ante los cortesanos que le acompañaban. Aún así decidió empezar la búsqueda por la casa más cercana a la de su amado.
Después de 2 horas de búsqueda, llegaron a la casa de Ranma.
Los hermanos no dijeron a Ranma que venía la princesa, sobretodo porque no había ido a la fiesta (o eso creían ellos).
Pero Akane preguntó por él. Dijo que sabía que vivía allí, que sus hombres lo habían visto.
Entonces entró en la sala Ranma.
Ranma y ella se miraron. Era evidente lo que pasaba. Los hermanos no daban crédito.
Ambos salieron de la casa, abrazados. Así se fueron al palacio.
 
Tres meses después se casaron, y seis meses después la felicidad de los reyes se hizo aún mayor con el alumbramiento de los gemelos.
Echando cuentas descubrieron que se casó embarazada y la pareja les explicó lo que sucedió la noche de la fiesta.
 
La historia acabaría aquí, de no ser porque, un día, Ranma encontró a una de las damas de la princesa, que se parecía mucho a su hada madrina.
-         Akane ¿Quién esa doncella?
-         Es una de mis damas de compañía. Se llama Ukyo. ¿Porqué?
-         Porque, ¿recuerdas lo que te dije sobre un hada madrina? Pues es idéntica a ella.
-         Será una coincidencia.
-         Yo no creo en coincidencias. Es muy sospechoso. Tampoco creo en hadas.
-         Está bien. Verás, cuando me dijiste que no podías ir a la fiesta estuve pensando una manera de ayudarte, y una amiga me dio la idea. Así que, como yo no podía salir del castillo esa noche, la envié a ella.
-         ¿Y cómo sabías que estaba solo?
-         Uno de mis guardias te vigilaba para tenerme informada.
-         ¿Me estuviste espiando?
-         Bueno, es una forma de decirlo. ¿Te has enfadado?
-         Debería estarlo. Pero como lo hiciste para ayudarme... te lo perdono.
-         ¿Qué habrías hecho tú en mi lugar?
-         No sé, quizá...
-         Quizá qué...
-         Quizá me hubiera disfrazado yo mismo para ir a ayudarte.
-         ¿Te hubieras disfrazado de hada madrina para ayudarme? Jajajajajajajjajajajaj...
-         ¿Qué es eso tan gracioso?
-         Te imagino vestido de mujer... y no puedo parar de reírme, jajajajajjajajajaj
-         ¿Ah sí? Pues, venga aquí, princesa, que le enseñaré a reírse del futuro rey...
Y se abalanzó sobre Akane haciéndole cosquillas. Después empezó a besarla.
 
Nueve meses después nacieron otros dos gemelos.
 
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
 
¿Os ha gustado?
 
Dedicado a Ori, Noe, Rakane, Paola, Ofelia, Dulce y a todo el ML.
También a Slayer, Arashi y todos los del ML
 
UN SALUDO
JORDI
jordi2c@latinmail.com
jocali@3xl.net

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