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jueves, 16 de enero de 2014

AQUELLO QUE NOS UNE (Akanesan)

Lo primero, dejar claro que ninguno de los personajes me pertenece, aunque seguro que eso ya lo sabían…
Y que únicamente escribo por diversión y en ningún caso con ánimo de lucro, así que no me denuncien!  XD




AQUELLO QUE NOS UNE

Ranma despertó a medianoche debido a unos ruidos que nadie más en la casa percibió. Todos los habitantes del Dojo Tendo dormían plácidamente, todos excepto los más jóvenes de la casa.
Ranma siguió el sonido que lo había sacado de sus sueños y fue a parar al Dojo. Su curiosidad lo hizo acercarse despacio y allí descubrió a Akane, no osó entrar, ni siquiera hacer el menor ruido para que ella no lo sorprendiera allí, prefirió contemplar a oscuras desde detrás de la puerta que hacía su prometida a esas horas de la noche.
La chica estaba cubierta por una capa de sudor que hacía que su piel brillara a la luz de la luna, su respiración era agitada y su cabello estaba revuelto. Ranma dedujo que llevaba rato entrenando, aunque ahora se encontraba arrodillada en el suelo, con sus puños fuertemente apretados.
Ranma no pudo dejar de mirarla desde su escondite, en parte por la preocupación que sintió al ver a la chica en esa situación y en parte porque sus ojos no podían alejarse de la brillante piel de su prometida.
Era verano y el calor era intenso, la pequeña de los Tendo no vestía su habitual gi, lo había cambiado esta noche por una camiseta de tirantes que dejaba al descubierto todo su abdomen, y por un pantalón a juego similar al que usaban en el instituto para hacer gimnasia. El conjunto ya era ajustado, pero con el sudor casi parecía estar pegado a su cuerpo. El pelo le caía hacia abajo debido a su postura y daba una apariencia muy sensual a la chica desde el ángulo en el que Ranma se encontraba. El sudor, la luna reflejada en el cuerpo de la chica, esa ropa, y el esbelto cuerpo de Akane sumieron a Ranma en un estado de inmovilidad y deseo que él no lograba entender. Se sentía confuso, pero no podía dejar de mirar a su prometida.
Un cambio en la postura de Akane hizo que el joven saliera de su ensoñación y de nuevo primase la preocupación por su prometida. Ahora ella abrazaba con sus delicados brazos sus rodillas enterrando su cabeza en ellas. Ranma juraría que ella lloraba.
Su primer impulso fue ir hacia ella, preguntar quién y qué le habían hecho y matar al responsable de esas lágrimas, pero algo le hizo permanecer allí, tras la puerta, sin atreverse a descubrir su presencia.
La chica se levantó, hizo un gesto para secar sus lágrimas y apartar el cabello de su rostro, muestra de orgullo, y empezó de nuevo a encadenar ataques al aire con piernas y brazos.
Realmente estaba concentrada y sus movimientos eran casi perfectos. A pesar de parecer exhausta, a ningún golpe le faltó fuerza y todos ellos eran ejecutados con una técnica impecable. Ranma estaba sorprendido. La chica jamás actuó así ante él, siempre sus movimientos eran bruscos y torpes, y jamás técnicos como los que estaba viendo ahora. ¿Era posible que Akane llevase varias noches entrenando duro? El joven Saotome seguía allí quieto, pensando qué se le estaba escapando esta vez. Él siempre se enorgullecía de creer saber como se sentía su prometida, pero esta vez se sentía perdido.
Primero tan sensual, después llorando y luego demostrando una habilidad increíble en las artes marciales. ¿Acaso ella era realmente así de buena pero su impulsividad y furia la cegaban y la volvían torpe?  La culpabilidad hizo que Ranma bajase la cabeza y dejase de mirar, por primera vez, a la chica. Eran tantas las veces que él se había burlado de Akane que era normal que ella no fuese capaz de concentrarse ante él.
Pero al devolver la vista hacia ella sintió una oleada de orgullo atravesarle el cuerpo y esbozó una tierna sonrisa. Akane era así, imprevisible. Era un torbellino de emociones y eso lo volvía loco. Le encantaba como la furia más extrema de la chica podía convertirse en la más dulce de las sonrisas sólo con una frase acertada por parte de él. Le impresionaba como la fuerza bruta de su prometida y sus movimientos descoordinados se transformaban ante sus ojos en encadenamientos complejos ejecutados con precisión. Y lo dejaba sin respiración el contemplar que “la chica más fea de toda Nerima, marimacho y pecho plano” se convertía en la persona más hermosa que jamás hubiese visto. Su cuerpo delicado aunque fuerte gracias al entrenamiento, cada parte de éste definida a la perfección. Akane no tenía las medidas de una chica exuberante como las que solían salir en televisión, ella simplemente parecía hecha a medida para él, para sus brazos y sus manos. Su cara, con rasgos dulces y sonrisa de ensueño, adornada ahora por traviesos mechones húmedos a causa del sudor y la brisa que jugaba con ellos… era  lo que él podía considerar perfecta.
Si, ésta era SU Akane, la chica por la que realmente valía la pena arriesgar la vida una vez tras otra, la chica de la cual era incapaz de permanecer alejado.
Ranma siempre trataba de negárselo a si mismo, pero cada vez que la pequeña Tendo no estaba a su lado, sentía la necesidad de buscarla con la mirada o seguirle el rastro hasta dar con ella y asegurarse de que permanecía a salvo.
Eran tantas veces las que casi la pierde que sus únicas pesadillas se centraban en el hecho de estar alejado de ella.
Pero todo esto era algo que sólo dormía en el lugar más reservado de su corazón. Se engañaba convenciéndose de que su preocupación y devoción por su prometida no era más que una cuestión de honor y de valor. “No puedo dejarla sola ni un momento por que sólo sabe meterse en líos”, solía decirse mentalmente, aunque en realidad sabía que no se trataba simplemente de que le ocurriese algo a ella, ya que solo cuando estaban juntos él sentía paz, la que le proporcionaba su compañía (aunque esta paz se encontrase tras mil y una peleas e insultos, claro ^ ^ ).

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Akane decidió dejarlo por esa noche, y sin percibir la presencia de su prometido, que se pegó a la pared cuando ella pasó por su lado, se dirigió al baño a darse una ducha.
Llevaba una semana entrenando duro por las noches, desde que las otras “prometidas” de Ranma la habían vuelto a insultar y a atacar, y después de que el chico en cuestión la hubiese “salvado” de las tres chicas reprimiéndola por pelear con ellas, ya que  no estaba a la altura e iban a hacerle daño. Él siempre la humillaba, olvidaba que ella también era una artista marcial y tenía derecho a aceptar los retos de sus oponentes, siempre se la llevaba del lugar de la pelea como si fuese una chica tonta que no puede defenderse, y encima la criticaba delante de sus enemigas, que se reían de ella porqué el chico no la creía a su altura.
Todo esto hizo que Akane prefiriese entrenar sola, cuando todos dormían y cuando nadie pudiese reírse de ella o molestarla, diciéndole que no valía la pena que se esforzara, que por mucho que entrenase nunca igualaría la fuerza y habilidad de la amazona ni de la cocinera.
Ya estaba harta de ser la prometida torpe a la que hay que proteger porque no puede ni dar un paso sola sin meterse en algún lío. Ella era una Tendo, y demostraría que no necesitaba la protección de nadie, y mucho menos si ésta era fruto de una cuestión de honor.
Cuando terminó de ducharse se fue directamente a la cama, y ya no pudo pensar más porque el cansancio la dominó y la sumió en un profundo sueño.
En cambio Ranma no pudo pegar ojo, la visión de su prometida lo había desvelado. Su cabeza se debatía entre descubrir qué era lo que le pasaba a Akane y en sacarse la sexy imagen de su prometida del pensamiento.


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A la mañana siguiente se encontraba toda la familia alrededor de la mesa desayunando. Ranma miraba a Akane de reojo, esperando encontrar en su mirada el por qué de su actitud, pero la chica se mostraba como de costumbre.
Después Kasumi se dedicó a sus tareas, Genmá y Soun a su partida de shogi y Nabiki se fue a revelar un par de carretes de fotos.
Ranma y Akane se fueron al dojo, él entrenaba y ella lo observaba atentamente.
La chica no se perdía ningún movimiento de su prometido, con la esperanza de aprender todo lo que le fuera posible y practicarlo esa misma noche. Así llevaba unos días actuando, estudiaba los ejercicios de Ranma y se esforzaba en repetirlos a solas, sin presión ni burlas.
Ranma había notado como ella lo observaba y adivinó lo que estaba haciendo, ella intentaba aprender de él. Eso lo hizo sentirse mal, ya que recordó las veces que Akane le había pedido que la enseñara, y él, en vez de ayudarla a ser la mejor para que nadie pudiese hacerle daño, se había negado una y otra vez. Pero eso debía cambiar, él debía encontrar la forma de hacerle saber a su prometida que él le daría clases y que no descansarían hasta que ella se convirtiese en la mejor, después de él claro… (Ya sabemos que la modestia no es la mayor virtud del chico, ¿verdad? ^ ^ ).
Cuando terminó de entrenar le dirigió una dulce mirada a Akane y ella le respondió con una sonrisa, esto pilló al chico por sorpresa y se ruborizó al máximo. Ella se rió.


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Después de ducharse Ranma buscó a Akane, la encontró en el jardín tumbada en una toalla tomando el sol. El chico casi se queda sin aliento al ver a su prometida en bikini, con los tirantes de la parte superior de la minúscula prenda aflojados para que no le dejasen marcas en los hombros. La chica se había remojado un poco con una manguera y su piel brillaba al sol, recordándole a Ranma la visión de la noche anterior. Se quedó inmóvil contemplando como las gotas recorrían ese cuerpo tan deseado por él.
Ranma empezaba a admitirse a sí mismo que Akane era, sin duda, la chica más guapa que había visto jamás. Sen sentía extraño ante sus propios pensamientos ya que su imaginación volaba mucho más allá de lo que él consideraba normal, y ese deseo incontrolable que sentía desde la otra noche estaba empezando a preocuparle. ¿Qué demonios tenía de interesante una simple gota de agua? Nada, no tenía nada de interesante. Entonces, ¿Por qué demonios no podía dejar de seguir su recorrido? El chico se ruborizó cuando la gota se perdió en la parte inferior del bikini de ella, y tuvo que salir de allí para dejar de imaginarse que él hacía ese mismo recorrido con sus manos.
Akane abrió los ojos y observó como su prometido se alejaba dándose golpes en la cabeza y susurrando algo que no pudo llegar a entender. Se encogió de hombros y continuó tomando el sol.

El chico seguía dándole vueltas a la idea de entrenar a Akane, pero no se atrevía a proponérselo directamente. Y menos ahora que parecía obsesionado con ella y que no hacía más que imaginarse las mil y una formas de besar y acariciar a su prometida. Pero él era Ranma Saotome y sus fantasías no podían vencerle, o al menos eso creía. Así que esa noche volvería al dojo y de forma casual le propondría a la chica ayudarla con su entrenamiento.

Akane, por su parte, decidió salir y reunirse con sus amigas que estaban en una cafetería cercana al instituto.
Se encontraba a mitad de camino cuando su instinto hizo que saltase para evitar ser derribada. Efectivamente unas palas de cocinar okonomiyakis aterrizaban en ese instante junto a sus pies. Ukyo se sorprendió de que la joven Tendo hubiese esquivado su ataque sorpresa, pero pensó que se trataba de un golpe de suerte, eso antes de contemplar como también esquivaba los bomboris de Shampoo.
Al parecer la chica violenta ha estado entrenando, pensaban las dos jóvenes. Y pronto se lanzaron al ataque.
Akane se defendía bien pero no tenía tiempo para atacar ya que las dos chicas eran demasiado rápidas como para encontrar la ocasión.  Tendo seguía esquivando y parando golpes, pero cada vez le resultaba más difícil.
Las dos chicas empezaban a cansarse y eso le dio ocasión a Akane de golpear con acierto a Ukyo, que cayó pesadamente al suelo. Esto la enfureció mucho y volvió a la carga con más fuerza. Akane ya no podía detener todos los golpes y empezó a ser golpeada, aunque también pudo colocar  varios ataques.
Ranma llegó al lugar alertado por una amiga de Akane que había visto la pelea. Se acercó corriendo y gritando el nombre de su prometida, a la vez que ordenaba a Shampoo y a Ukyo que la dejaran.
Akane le pidió que no se metiera, que la dejara, pero él no atendió lo que ella decía y apartó a las otras dos chicas a la vez que la tomaba en brazos. Ella lo golpeó para deshacerse de su abrazo y salió corriendo de allí, una vez más sintiéndose humillada por la intervención de Ranma.
Corrió hasta llegar a la consulta del doctor Tofu, sin darse cuenta de que su prometido la seguía. Entró en la consulta y se abalanzó a los brazos del doctor, el cual se limitó a acariciarle el cabello y esperar a que se calmara y le contase lo sucedido. El doctor sabía perfectamente que no conseguiría nada si le preguntaba por qué estaba así, debía dejar que ella descargase toda su tristeza y luego ya se encargaría de curar esas heridas que sangraban en la delicada piel de la chica.
Ranma no se atrevió a entrar, se quedó quieto, viéndola desde su escondite. Se sentía desesperado por no poder hacer nada. Todo era culpa suya, ya que la amazona y la cocinera habían atacado a Akane por él. No sabía como parar aquello, conseguir que nadie se volviese a interponer entre él y la única prometida que deseaba tener. Y no había llegado a tiempo para evitar que la chica resultase herida, y además estaba llorando, y eso era algo que él no podía soportar. Quería salir corriendo, gritar a todo el mundo que no se atreviesen a acerarse a Akane o se las verían con él, coger a la chica y estrecharla entre sus brazos y jurarle que nunca nadie volvería a hacerle daño. Deseaba poder decir tantas cosas que no comprendía como podía seguir allí callado, viendo como era otra persona la que abrazaba y consolaba a la pequeña Tendo. Estuvo a punto de huir de ahí cuando Akane empezó a hablar entre sollozos:

-         Ay doctor! Lo ha vuelto a hacer… - el doctor la acercó a la camilla para que tomase asiento y la alentó a seguir – Ranma siempre se mete en mis peleas y me saca de ellas como si yo fuese una inútil. No me cree a la altura de sus otras prometidas y eso me duele más que una derrota. Las heridas del combate no se pueden comparar con la impotencia de que te vengan a rescatar a cada momento y te regañen delante de las que te han retado… me siento como un estorbo, como una caricatura de artista marcial que no puede hacer otra cosa que huir de cada pelea en los brazos de su prometido. – Ranma escuchaba sorprendido lo que la chica confesaba al doctor Tofu y no sabía si sentirse ofendido o profundamente culpable.- Yo sé que Ranma cree que lo hace por mi bien, pero no sé da cuenta de que me humilla delante de las chicas que no me creen a su altura. Ellas son mejores que yo en todo, y él me lo recuerda delante de ellas cada vez que tiene ocasión. – la chica dejó de hablar unos segundos por que no podía dejar de llorar. Ranma llevó sus manos a la cabeza como si este gesto le ayudase a pensar mejor. – yo… llevo entrenando a escondidas en las noches para poder aceptar el reto al que me han desafiado Shampoo, Ukyo y Kodachi… pero me temo que Ranma no me dejará pelear por ser su única prometida, y tendré que seguir aguantando ser el hazmerreír de todas las otras.- la chica hizo una pausa y cambió su expresión a una algo más alegre. -  ¿Sabe doctor? Esta vez no les ha sido nada fácil ganarme, y eso que eran dos- esbozó una tierna sonrisa que dejó K.O a Ranma y que fue correspondida por otra del doctor Tofu.- Creo que estoy mejorando bastante… - el doctor sabía acerca del entrenamiento de Akane, él mismo la había animado a entrenarse en serio tras ser testigo y confidente de lo mal que se sentía su pequeña amiga.
                                       
                                                                             

Ranma salió de allí, ya había escuchado todo lo que necesitaba para darse cuenta de que no había actuado correctamente. Su obsesión por proteger a Akane sólo la había herido, y eso era lo último que él quería. Él como artista marcial debería haberse dado cuenta de que ella prefería perder una pelea y superarse a sí misma antes que sentir la humillación de una retirada forzosa. Pero no estaba todo perdido. Ahora que sabía lo que preocupaba tanto a la chica ya podía ayudarla como debería haber hecho desde un principio.
Era hora de valorar a Akane como una persona valiente, pues lo había demostrado. Ella nunca se escondió tras él ni le pidió que la protegiese, solo le pidió que la ayudara a entrenar para poder ser ella la que luchase contra cualquiera que tratase de hacerle daño. Ella jamás buscó peleas, ni abusó de su fuerza como lo hacían las demás. Ella jamás trató de conseguir nada de él ni de nadie usando trucos sucios. No, ella realmente era única.
Por primera vez en mucho tiempo Ranma se sintió en paz al saber que por fin iba a hacer lo que debía. Ya no iba a ser un cobarde, ella no merecía que él lo fuese.
“Por cierto, ella ha dicho que quería pelear por ser mi única prometida?” Ranma sintió como se le aceleraba el corazón ante este pensamiento. “ ¿Es posible que ella me…?  Noooo!” Y de nuevo volvió a hacer gestos extraños con la cabeza y murmurando incoherencias.

Al llegar a casa Ranma preguntó por Akane. Kasumi le respondió que ella estaba tomando un baño de agua caliente, ya que había llegado muy magullada y necesitaba relajarse. La mayor de las Tendo preguntó al chico si sabía que era lo que le había ocurrido a su hermana. Él solo le respondió que no se preocupara, que esta sería la última vez  que alguien lograba vencer a Akane. Kasumi sonrió, pues conocía la expresión que Ranma mostraba y no pudo más que confiar en sus palabras.
La cena transcurrió silenciosa. Ranma evitó mencionar el incidente y se mantuvo callado. Akane trató de parecer normal, pero sus ojos dejaban ver lo mucho que había llorado y lo avergonzada que se sentía por su nueva derrota. No levantó la vista del plato, como si encontrarse con la mirada de cualquier otra persona pudiese herirla, como si temiese que de pronto alguien se burlase o la reprendieran por enfrentarse a personas más fuertes que ella. No quería oír que estaba loca por tratar de defenderse. Y no quería que nadie sintiese lástima por sus notables heridas. Aunque en el fondo estaba orgullosa de haberse enfrentado a las dos chicas a la vez y haber estado a la altura de la situación. Sentía que había mejorado mucho desde que se propuso entrenar duro cada noche e imitar el entrenamiento de su prometido. Ukyo se quedó tan sorprendida cuando la alcanzó… Sí, la verdad es que el combate no había estado mal, y menos teniendo en cuenta que eran 2 contra 1. Si Ranma se hubiese quedado al margen tal vez se hubiese dado cuenta de que ella no estaba actuando como una debilucha… ojalá el confiara un poco más en ella en vez de tratarla como a una inútil.
                                      

Por su parte el chico estudiaba cada expresión de su prometida, como tratando de leer su pensamiento. Notó que la chica tenía moratones en los antebrazos y dedujo que se los había hecho parando los golpes de Ukyo y Shampoo. En cambio no tenia ninguna marca de bomboris ni de palas de cocinar. Akane se había defendido bien, estaba seguro. Tampoco había caído al suelo, no tenía señal alguna de ello, había recibido algún golpe, si, pero sin importancia. Quizás Akane tenía razón y él no debería haberse metido, pero era difícil no detener a cualquiera que quisiese golpear a la chica, pues le dolía más a él que a ella. Se sentía orgulloso, pues aunque apenas había visto nada del combate era evidente que había luchado bien, y más teniendo en cuenta que ellas eran dos, y dos de las buenas. Ahora más que nunca sabía que Akane tenía posibilidades de superar a cualquiera, ya que aunque solo fuese por cabezonería era capaz de ponerse a la altura de una amazona loca y una cocinera resentida. Si ella sola había conseguido aguantar un combate así, ¿de qué no sería capaz si él la ayudaba? Tal vez hasta ahora había estado equivocado tratando de evitar que la chica se defendiese sola y metiéndose en todas sus peleas en vez de enseñarla y orientarla para que nadie pueda apartarla de su lado como estuvo a punto de pasar con en el Monte Fénix. Él mejor que nadie sabía cuan fuerte podía ser su prometida, pues era objeto de sus golpes más temibles, solo que le faltaba canalizar toda esa fuerza bruta para convertirla en energía controlada e imparable. Ella era increíble. Y él sonrió para si.

Después de la cena Akane salió al jardín. Había sido un día bastante duro, y además, esa noche debía entrenar, pues aún le quedaba mucho que aprender. Esa mañana observando a Ranma memorizó técnicas nuevas que estaba deseando poner en práctica, así que ahora quería descansar un poco al fresco mientras esperaba a que todos se retiraran a dormir. Estaba ensimismada recordando la pelea cuando notó una mano en su hombro. Se volteó sorprendida, pues no había sentido ninguna presencia.

-         Oye Akane… Quería disculparme- empezó Ranma.
-         ¿Uh?- la chica no se esperaba en absoluto una disculpa. Al contrario, tal vez una reprimenda.
-         Sí, debo disculparme ya que creo que no debería haberme metido en tu combate. Tú jamás me has interrumpido en ninguna de mis peleas, siempre has confiado en mí. Y yo debería haber hecho lo mismo.- se sonrojó.
-         … - la chica se había quedado sin palabras. Por primera vez él la estaba tratando como a una artista marcial, sin menospreciar sus retos.
-          Yo solo quería decirte que aunque no pude ver prácticamente nada del combate estoy seguro de que lo llevaste muy bien- ella le regaló una sincera sonrisa antes de bajar la vista al suelo. Guau, él la estaba felicitando… El chico se dio cuenta de que la conversación se le estaba yendo de las manos  y más después de ver la hermosa sonrisa de Akane y el rubor de sus mejillas. Ya se veía a sí mismo tomando a la chica en sus brazos y … - Bueno, quiero decir que para ser una torpe sin remedio aún estás viva, ja,ja…- Ranma volvió a escoger la salida fácil, que era desaparecer de allí gracias a un potente mazazo gentileza de Akane. La chica movió la cabeza sintiéndose estúpida al esperar que Ranma fuese amable con ella. Ese imbécil…

A un par de kilómetros del Dojo Tendo, Ranma aterrizaba en un tejado. La caída no fue demasiado dura, pues el chico estaba más que acostumbrado a recibir esa clase de golpes. Se sentó y pensó por qué demonios no le había propuesto a Akane entrenar juntos como tenía planeado en vez de insultarla de nuevo. Era consciente de que le había entrado miedo, siempre le pasaba cuando estaba tan cerca de ella, o cuando la veía sonreír, o cuando la rozaba y podía sentir su tacto… Por más que se empeñase en ocultárselo a todo el mundo empezaba a ser evidente para él lo que sentía por su prometida, pero ¿cómo afrontarlo? ¿Cómo arriesgarse a no ser correspondido? ¿Cómo poner fin a sus otros compromisos? Al chico le resultaba demasiado difícil ser sincero con sus sentimientos y aceptarlos, pues siempre le habían hecho creer que éstos le hacían débil. Pero cada vez le costaba más ignorarlos, y ya estaba cansado de huir de ellos mediante insultos que no hacían más que lastimar a Akane. Estaba harto de ser un cobarde, ese no era su estilo. Él y su bocaza… ¿Estaría ella enfadada? Ojalá las cosas fueran más fáciles… En fin, le debía una disculpa, así que saltó por los tejados de Nerima hasta llegar a casa.

Todos se habían acostado ya en el Dojo Tendo y Akane empezó su entrenamiento. Hacía calor, de modo que también hoy optó por un conjunto más cómodo que el traje de entrenamiento. Un top elástico de deporte se le ajustaba completamente al cuerpo sujetando su pecho para evitar molestias durante la realización se sus ejercicios, además de restarle un poco de calor, pues dejaba su abdomen al descubierto. Unas mallas ajustadas que le permitían moverse  perfectamente era el resto de su ropa. Ella no era consciente de lo provocativo de su atuendo, pues solo le importaba el resultado de su sesión y la comodidad y frescura que le proporcionaba su nuevo uniforme. Tampoco esperaba visita…
En eso llegó Ranma dispuesto a disculparse, pero fue incapaz de hacerlo ya que volvió a quedarse parado en la puerta del dojo como un tonto. Tenía una disculpa muy bien ensayada, pero se quedó sin habla. Akane lanzaba golpes al aire cargados de rabia, seguramente imaginando que él estaba delante… Él pensó que aún debía estar muy enfadada, y así era.
El estúpido de Ranma la había vuelto a insultar, justo cuando creía que por fin la tomaba en serio. Parecía como si por primera vez él la respetase como artista marcial. ¡Incluso le pidió disculpas! Pero claro, él tuvo que fastidiarla de nuevo. Si tan solo él se diese cuenta que todo lo hacía por él… Ella quería aceptar el reto y ganarlo para convertirse en la única prometida de Ranma, pero eso no iba a admitirlo. Además, también lo hacía por ella, ya que deseaba mejorar y convertirse en la mejor, y así poder luchar junto a su prometido en el alocado día a día en el que vivían. Pero él siempre tenía que hacerla enfadar… ¡Ese tonto!
La chica decidió usar toda la rabia acumulada para entrenar, seguro que así se desahogaría un poco.
Saotome seguía en la puerta sin atreverse a entrar. No sabía como reaccionaría ella. Seguramente estaba tan enfadada que no querría ni verlo. En eso se dio cuenta que lo que la chica estaba haciendo eran los mismos ejercicios que él había realizado en la mañana. Era increíble, los había memorizado a la perfección. Él conocía cada movimiento que ella estaba realizando, de modo que, de una forma casi inconsciente, se colocó al lado de Akane y comenzó la técnica por donde ella iba. Ella pareció no darse ni cuenta, y si se dio no le importó la presencia de Ranma, pues continuó con la misma dedicación. Ambos llevaban el mismo ritmo, su respiración estaba acompasada, la misma fuerza en cada golpe, parecía que lo hubiesen entrenado juntos durante meses.
La técnica era larga y compleja, ambos sudaban, las respiraciones se entrecortaban, pero la concentración era máxima. Sus pies se movían con maestría a cada paso, calculando las distancias, hasta finalizar la técnica, quedando situados uno en frente del otro. Se saludaron inclinando sus cuerpos hacia delante, con las manos extendidas a cada lado de sus cuerpos. Después se sonrieron. Realmente había sido algo maravilloso y ambos lo sabían. Para un artista marcial, el encontrar a la pareja perfecta era algo casi imposible aun entrenando muchísimo, y ellos habían logrado una compenetración absoluta sin haber practicado ni una sola vez. Se sentaron en el suelo del dojo para recuperar el aliento, sin atreverse a hablar para no romper la magia del momento.
Ranma recordó en silencio el día en que llegó a Nerima y entrenó por primera vez con Akane. En aquel instante sintió que aquella encantadora chica sentía el mismo amor que él por las artes marciales. A ellos no les movía la venganza, como a Ukyo o Ryoga, ni unas estúpidas leyes, como a Shampoo, para practicar a ellos les movía un sentimiento mucho más intenso, era su vida. Se sonrió ante este pensamiento, pues nuevamente no pudo mas que admitir que lo que acababa de ocurrir no hacía más que demostrarle que la chica sentada a su lado, junto con las artes marciales, era toda su vida.
Akane no podía creer que hubiese estado a la altura de realizar una técnica tan compleja con su prometido. Por fin, por fin él la había tomado en serio y ella le pudo demostrar que valía, que adoraba el arte tanto como él.

-         Vamos, sígueme con esto- le dijo Ranma rompiendo el silencio y tendiéndole una mano a ella.
-         Vamos! – la chica aceptó la mano de él, que tiró de ella hasta quedar los dos de pie.

Él empezó con otra técnica nueva y ella lo seguía, copiando sus gestos y movimientos. Practicaron hasta quedar exhaustos y al finalizar quedaron tendidos en el suelo, mirando hacia el techo, disfrutando del merecido descanso. Fue Akane la que decidió que era hora de darse una ducha e irse a la cama, pues eran las dos de la madrugada, dio unos golpecitos en el hombro a Ranma, que se había quedado dormido y ambos subieron las escaleras.

Continuaron entrenando duro todas las  noches. Se encontraban en el dojo cuando todos dormían, y por el día se mostraban como siempre, aunque sus peleas habían cesado. Lo único que decepcionó un poco a Ranma fue el que Akane volviese a usar su gi para entrenar, aunque también lo alivió ya que no se creía capaz de actuar con cordura si la tenía tan cerca y con ropa tan ligera…
Su complicidad creció durante sus entrenamientos. Él la corregía durante sus combates y consiguió que la chica dejase de pelear dejándose llevar por la furia. Estaba aprendiendo a controlar su energía y a utilizarla en forma de ataques.
Mientras ella aprendía a mejorar en el arte Ranma empezó a aprender a no perder los papeles con la cercanía de su prometida, de halagarla si lo merecía y a reprimirla sin insultarla cuando cometía errores.
Ella no solo estaba mejorando, también aprendió a no enfadarse a cada momento con el chico, a controlar un poco su temperamento y a reconocerse a si misma lo que sentía por Ranma.

Akane había salido de compras con Kasumi cuando volvió a toparse con las otras prometidas de Ranma, incluida la autoproclamada prometida Kodachi. La pequeña de las Tendo se puso enseguida delante de su hermana por si acaso a aquellas locas se les ocurría atacarla y también le hiciesen daño. Pero esa no era la intención de esas tres.

-         Tranquila Akane- dijo Ukyo- solo venimos a decirte que la semana que viene se decidirá cual de nosotras se quedará con Ranma.
-         ¿Y se puede saber quién os creéis que sois para decidir por él?- fue la respuesta de Akane . Kasumi la apoyó en esto.
-         Ranma no decidirse nunca. Nosotras estar cansadas de esperar. Yo ser esposa de Ranma después de combate.
-         ¿Un combate?- preguntó la pequeña de las Tendo. Su hermana se llevó la mano a la boca, temía por Akane ya que aquellas chicas le parecían unas lunáticas.
-         Si, el lunes, en el patio del instituto, como no hay clases nadie nos molestará - fue la respuesta tajante de Ukyo- si quieres a Ranma mas te vale estar allí, si no la ganadora jamás permitirá que vuelvas a acercarte a él - y se fue.
-         No hacer falta que chica violenta venir, Shampoo ser mejor que todas. Yo casar. – y se alejó del lugar muy segura de su victoria.
-         Pobre Akane, yo de ti dejaría de ignorar a mi hermano, porque si no te vas a quedar solterona, jo,jo,jo! Está claro que solo yo soy digna de casarme con Ranma. No tenéis ninguna oportunidad. Jo,jo,jo!- y también se marchó dejando una lluvia de pétalos de rosas negras.

Akane no dijo nada, apretó su puño con fuerza bajo la atenta mirada de Kasumi. Luegó se relajó y le sonrió a su hermana.

-         Vamos a casa, se está haciendo tarde- dijo Akane muy tranquila, como si nada hubiese ocurrido.
-         ¿Lucharás?- preguntó Kasumi.
-         Si, y no tienes de que preocuparte porque ganaré.
-         ¿Ranma te ha estado ayudando, verdad?- sonrió Kasumi ante la mirada sorprendida de Akane.
-         ¿Cómo lo sabes?
-         … - la chica no respondió, volvió a sonreír dulcemente. La pequeña Tendo decidió no volver a preguntar. Su hermana siempre lo sabía todo. Volvieron a casa.

Esa noche la expresión de Akane era de completa determinación. Ranma lo notó y preguntó que ocurría, ella le contó lo ocurrido en la tarde. El chico asintió y le dijo muy serio que ella sería la ganadora. La chica se sonrojó, y él al darse cuenta de que él era el premio, también.
Faltaban cuatro días para el combate y no había tiempo que perder.
 Entrenaron muy duro, y el chico fue muy exigente con Akane. Quería con toda su alma que Akane demostrase que era la mejor, que nadie la volviese a derrotar ni a humillar jamás. Trabajaron con la velocidad, la potencia y la resistencia. Ranma usaba técnicas de entrenamiento bastante raras, similares a las que él realizaba de pequeño. Con sus trucos de maestro improvisado la chica consiguió dejar a un lado su famosa torpeza y ganó una habilidad sorprendente, así como un gran dominio del combate aéreo. Le enseñó el truco de las castañas y otros ataques de energía. Ella aprendía a pasos agigantados. Y ya no solo entrenaron de noche, también lo hacían durante el día.
                                           
La noche antes del combate Ranma no quiso cansar mucho a la chica. Ella había hecho un buen trabajo, así que hoy se limitarían a intercambiar unos cuantos golpes.
Akane entró al dojo con el conjunto que llevaba la primera noche que Ranma la vio entrenar, él se sonrojó al máximo y ella supo por qué.

-         ¿Te importa si no me pongo el traje? Es que hoy hace mucho calor y… - la chica empezó a arrepentirse de haberse decidido a vestirse así al percibir el deseo en los ojos de su prometido
-         En absoluto Akane. La verdad es que estaba deseando volver a verte así vestida.- Ranma se sorprendió mucho de sus palabras y del tono seductor que había usado. Ella se quedó sin habla.
-         Será mejor que entrenemos un rato, o mañana me van a dar una paliza, ja,ja.- Akane decidió cambiar de tema porque no sabía si podría evitar echarse en los brazos de Ranma si seguía hablándole y mirándola así.

Ambos seguían ruborizados, pero empezaron con el entrenamiento. Se lanzaban golpes mutuamente, sin llegar a tocarse. La verdad es que en parte evitaron cualquier tipo de contacto, ya que ninguno se atrevía a rozar el cuerpo del otro. El combate se fue calentando y los golpes ya llegaban a su destino. Los antebrazos de Ranma paraban los puñetazos de Akane con cuidado de no hacerlo demasiado fuerte. La visión de la chica lanzándole golpes con aquella seria expresión se le antojó sumamente sexy y el chico empezó a perder la concentración. Aprovechando la distracción de él, Akane barrió al chico que cayó al suelo. Ranma alcanzó la mano de ella, en un acto reflejo, al vuelo haciéndola caer sobre él. Se quedaron inmóviles mirándose directamente a los ojos. La chica estaba encima de él y se apoyó en sus brazos para incorporarse. Él se lo impidió, sujetándola de la cintura, ella no se resistió.
Ranma sintió el aliento de su prometida y su carita asustada, no pudo evitar desearla con todas sus fuerzas.
Akane estaba hipnotizada, había perdido todo control sobre su cuerpo, de pronto sintió como la mano de Ranma subía desde su cintura y se posaba en su cuello, ejerciendo una ligera presión para acercar su rostro al de él. Ella cerró los ojos invitándole a seguir el breve camino hacia sus labios. Él aceptó encantado y besó a su prometida dulcemente, dándose el gusto de saborear por fin aquello que tanto había deseado y que siempre tuvo prohibido. Ninguno daba crédito a lo que es estaba sucediendo, se estaban besando y no parecían querer dejar de hacerlo nunca.
Ranma rompió el beso para susurrarle a Akane que la amaba con todas sus fuerzas. Akane le regaló una sincera sonrisa y le dijo en un susurro que ella también lo amaba. Él le apartó un mechón de la cara y lo colocó detrás de su oreja, también sonrió.
Tras esta declaración ambos se sintieron liberados. Lo que tanto les había costado esconder dejó por fin de ser un secreto, lo que tanto habían temido jamás ocurrió. No había rechazo, solo un amor intenso por parte de los dos. Sonrojados se rieron por todas las veces que se lo habían tratado de ocultar mutuamente. Se quedaron así por unos minutos, sin decir nada, disfrutando del descanso de haber podido sacarse de encima el peso de amar en silencio y de saber que eres correspondido.
Se había hecho muy tarde, así que decidieron irse a dormir. El chico acompañó a Akane a su habitación y la despidió con un tierno beso. Los dos repasaron cien veces lo que les había sucedido antes de conseguir dormirse, con la más feliz de las sonrisas en sus rostros.

Al día siguiente una flecha con una nota le indicó a Akane la hora del duelo, y también la despertó. Por un instante, al recordar lo ocurrido la noche anterior, dudó si había sido real o simplemente un sueño. Habían sido tantas las veces en las que había soñado que Ranma la tomaba entre sus brazos y le confesaba que la amaba que temía que de nuevo se tratase de otra de sus fantasías, pero no, ella sabía que esta vez no era así. Su felicidad provocó que la chica casi ignorase la nota, pero pronto recobró un poco el sentido  del orgullo y la volvió a coger. Se sonrió ante el espejo con seguridad, después de lo ocurrido, nada ni nadie la separaría de SU prometido.
Ranma seguía durmiendo con una estúpida sonrisa en la boca cuando fue despertado bruscamente por su padre, gritándole algo así como que era un vago y estaba descuidando su entrenamiento. El chico se incorporó e ignoró a su padre, dirigiéndose al baño mientras silbaba una canción. Genma pensó que el calor estaba trastornando a su hijo, que no se había despertado tan contento nunca.

En la mesa del desayuno la joven pareja se dedicó un par de miradas y sonrisas cómplices que nadie percibió. Tal vez Nabiki se habría dado cuenta si no hubiese estado ausente.
Ranma descubrió la nota en la mano de su prometida y se la quitó para ver que decía. El duelo era en un par de horas.

-         ¿Tú quieres hacerlo? ¿De verdad quieres pelear con ellas?- le preguntó a Akane.
-         Si, debo hacerlo.- Dijo en un tono de lo más serio. Él solo asintió en forma de aprobación.
-         Estás más que preparada- ella le sonrió. Él le devolvió la sonrisa.

A la hora exacta Ranma y Akane llegaban al patio del Furinkan, donde se celebraría el combate. Las chicas se habían encargado de conseguir testigos para sus victorias. Todas ellas estaban tan seguras de ganar que habían corrido la voz de que habría un duelo por el amor de Ranma, y como era de esperar, no faltaban curiosos. Casi todos los compañeros de instituto estaban allí para ver si Akane perdía y se quedaba libre de nuevo. Otros simplemente acudían para ver el espectáculo, ¡ Cuatro chicas preciosas peleando!.
La pareja se quedó perpleja al encontrarse con tanta gente. ¿No se suponía que era un combate serio? ¿Qué era esa feria? Incluso Ukyo estaba vendiendo okonomiyakis antes de pelear aprovechando la ocasión.
La vieja Cologne se acercó a Ranma y le besó la mejilla mientras le susurraba al oído “dale un besito a tu abuela querido, mañana seremos familia”. El chico se puso azul y estuvo apunto de desmayarse, pero Akane le rozó la mano y le dijo con la mirada que no iba a perder. Ranma recuperó su color. Ella no podía perder.
Kuno se le acercó y le dio un apretón de manos, le estaba soltando un discurso acerca de que iban a ser hermanos y de que no se preocupara por Akane, que él se casaría con ella y todos serían familia. Ahora Ranma se volvió blanco al imaginarse a Kodachi como esposa, Kuno como cuñado y ¡ casado con Akane!
Y hablando de Kodachi, hizo una entrada propia de ella, despojándose de una capa negra y dejando un rastro de pétalos de rosa del mismo color, vistiendo su uniforme de gimnasia y con su histérica risa. Al chico se le pusieron los pelos de punta cuando ella le insinuó que esa noche sería toda suya.
Ukyo abandonó la parada que había montado y se lanzó a los brazos de “su Ran-chan”, la pequeña de las Tendo la fulminó con la mirada, y le dijo a éste que ya no había necesidad de seguir con esta vida, ella vencería y ambos partirían con el carro, heredado de su padre y dote de su matrimonio, y recorrerían el mundo vendiendo okonomiyakis. A la chica se le iluminaron los ojos y se le triplicó el tamaño, a Ranma le entró un mareo. ¡Acababa de aborrecer uno de sus platos preferidos! No, él no podía acabar así… Recorriendo mundo con su mejor “amigo” de la infancia como esposa y vendiendo comida…
Shampoo no podía faltar, cuando vio a las otras prometidas de Ranma rodeándolo se hizo un hueco para abrazarlo y le dijo que estaba ansiosa por ganar y llevárselo de ahí, habló de volver a china, presumir delante de las chicas de la tribu que se rieron de ella cuando se supo que él no quería casarse con ella, tener docenas de hijos, vivir con Cologne… Ranma ya no escuchaba. Hasta que tuvo que reaccionar porque Mousse le lanzó un pato de goma a la vez que gritaba como un poseso que no iba a permitir que eso ocurriera.
El joven Saotome empezó a notar dos auras resplandecientes de ira. Una estaba claro de a quien pertenecía. Akane contemplaba como las chicas se abrazaban a su prometido y le susurraban toda clase de proposiciones. Y la otra… No le dio tiempo a pensar cuando una explosión hizo callar por un momento a todos los allí reunidos. Ryoga . Quién si no, pensó Ranma, que ya se estaba empezando a enfadar. El chico perdido se le acercó con lágrimas en los ojos y voz ofendida, culpándole de meter a Akane en problemas y obligándola a participar en un combate muy peligroso.
Se le sumaron Kuno y algún que otro enamorado de la chica. Ranma retrocedió un poco sintiéndose culpable por poner a Akane en peligro, los gritos, reproches, abrazos, etc… iban en aumento. La situación empezó a hacerse insoportable. Akane esperaba la reacción del chico, que cada vez estaba más presionado.
Todo el mundo le juzgaba, todos se metían en su vida, todos decían la suya, menos Akane. Ranma entonces lo vio claro, ¿quién se habían creído que eran todos para tratar de decidir por él y manipularlo? Él decidiría con quien se casaría, no un estúpido combate.
                                                                         

-         CALLAROS YAAAAA!!!!!!!! Y VOSOTRAS SOLTADME!!!!!!! – estaba completamente rojo de la rabia, hasta que todos obedecieron y se calmó un poco.- ¿ Se puede saber que os creéis vosotros?  Os habéis metido en mi vida desde que os conozco, o bien para retarme o bien para casaros conmigo. La mayoría  queréis matarme, vosotras decidís mi destino en un combate en el que ni siquiera yo participo… Y ¿se supone que debo permitíroslo?- ahora su tono era bastante irónico… - Me parece que estáis un poquito confundidos. Para empezar, yo jamás pondría la vida de Akane en peligro, y no creo que lo esté haciendo. En realidad, no corre peligro ninguno. – todos se quedaron muy sorprendidos por el comentario, sin entender demasiado lo que quería decir, Akane sonrió. – porque ella es mucho más fuerte que todas las demás. Y no solo eso. Si Akane pelea hoy será porque quiere, ya que no lo necesita. – Shampoo, Ukyo y Kodachi estaban ofendidas y a punto de decir algo cuando Ranma las hizo callar con un gesto.- No van a jugarse en un combate quien será mi esposa porque eso ya está decidido. – se dirigió hasta donde estaba Akane apartando a las demás chicas para hacerse paso. Ante la atónita mirada de todos los presentes, Saotome levantó suavemente la cara de Akane y la besó delante de todos. Ella se quedó inmóvil ante la demostración pública de su prometido. El la había besado delante de sus otras prometidas y eso la emocionó. La cogió de la mano. – Akane Tendo es la única chica con la que me casaría. – se oyeron toda clase de exclamaciones, desde los “ya era hora” por parte de las amigas/os de de la pareja hasta “eso es imposible”, “no pienso consentirlo”, etc. – Si ella quiere, claro. – la miró a los ojos mientras pronunciaba esas palabras. Ella le respondió con una sonrisa asintiendo con la cabeza tímidamente.- Shampoo, Ukyo, Kodachi, Kuno, Ryoga y todos los que no estén demasiado de acuerdo con lo que acabo de decir, lo siento, la verdad es que hemos vivido muchas aventuras juntos y me encantaría poder consideraros como mis amigos, siempre que respeten nuestra decisión. Amo a Akane con todas mis fuerzas y no permitiré que nadie vuelva a intentar separarnos. Ahora solo les pido que me entiendan, si de verdad aman a alguien o lo han hecho alguna vez nos dejaran ser felices. Ya es hora de que olviden los compromisos pactados, las reglas de una tribu, las obsesiones y las fantasías (eso va por Kodachi y Kuno) y también reconsideren si es amor lo que sienten o simplemente orgullo. El amor no es una competición.

Todos permanecieron callados. Eran demasiadas cosas las que debían asimilar. Ranma confesando abiertamente que quería a Akane y besándola delante de todos, ésta sin golpearle por su atrevimiento. Él pidiéndoles que sigan siendo amigos y que acepten su decisión. Ella cogida de su mano consintiendo aquella situación.
Estaba claro, todos sabían desde un principio la verdad que solo ahora se había expresado con palabras. Todos conocían los sentimientos de la joven pareja, por eso se dedicaron con todas sus fuerzas a colaborar con que siguiera siendo un secreto. Pero ya no había nada que hacer, lo que tanto habían temido los/as pretendientes de Ranma y Akane acababa de ocurrir ante sus ojos y ellos nada podían hacer, lo sabían. Lágrimas escapaban de los ojos de las tres chicas, se sentían tristes al tener que reconocer que de nada les servirá retar a Akane ni inventar algún truco para conseguir engañar al chico, ya estaba todo perdido, y les dolía.
Ryoga salió corriendo del lugar, pronto se perdió y lloró amargamente para tratar de arrancarse la tristeza que sentía.
Kuno trató de atacar a Ranma acusándole de haber hechizado a Akane, fue ella misma la que le dejó claro de una patada que de hechizos nada. Y su hermana le siguió saltando por los tejados para dar con él y conseguir su ayuda para separar a la joven pareja. Ella no aceptaría una derrota en la vida, aunque conseguir lo que quiere le cueste la cordura.
El resto de gente se fue dispersando, sintiéndose fuera de lugar. Algunos felicitando a la pareja o despidiéndose con gestos cómplices, otros en silencio.
Nabiki seguía grabando, como llevaba haciendo desde que la pareja llegó al instituto.
Ranma y Akane permanecían en silencio, tomados de la mano esperando la respuesta de los que quedaban allí.

-         Lo siento Ranma, Akane… - Ukyo fue la primera en hablar – yo… claro que seremos amigos, de todas formas siempre supe que os queríais y que era cuestión de tiempo que os dierais cuenta. – las lágrimas casi no la dejaban hablar. – yo no me interpondré, lo prometo. Ahora si no os importa… debo irme. – Se fue corriendo del lugar. Aunque sus palabras habían sido sinceras aún amaba a Ranma, o tal vez estaba demasiado acostumbrada a creer que lo quería…
-          Espera Ukyo. – la cocinera se giró ante la llamada de Akane. – Gracias. -  las dos chicas se sonrieron entre lágrimas. Ambas sabían que habían ganado una amiga.- No te vayas Ukyo, por favor.
-         Yo no saber que decir. – la amazona no quería darse por vencida con respecto a su compromiso con Ranma, pero empezaba a tener claro que no podía hacer nada al respecto. Ranma había hablado de orgullo. Quizás era verdad que ella solo creía estar enamorada del chico por honor y por unas estúpidas leyes. Además, lo que acababa de pasar entre las otras chicas la había conmovido. Ella nunca tuvo amigas, solo compañeras de entrenamiento con las que competir por ser la mejor y prometidas contra las que pelear por conseguir casarse con Saotome. En el fondo la chica de cabellos púrpuras había compartido momentos muy divertidos con los habitantes de Nerima, quizá les tenía cariño, incluso a Akane… - Yo… puede que ser buena amiga… - miró al suelo avergonzada, aunque… no querer renunciar a combate con chica violenta y chica de la espátula, no por Ranma, por nosotras. Akane haber mejorado ¿no? Yo querer honrar a amiga como luchadora con buen combate. Saotome no premio para ganadora, palabra de amazona – dirigió su mirada hacia las demás que asintieron sonriendo y llorando a la vez. Ranma se sintió un poco fuera de lugar, pero también algo conmovido por las palabras de sus exprometidas.

-         Snif, snif, snif – Saotome se giró ante los sollozos que provenían de detrás de unos matorrales. Ranma vio a Ryoga, sentado y abrazándose las rodillas, pensaba que se encontraba en el bosque ya muy lejos de Nerima… (este Ryoga… )
-         Un momento chicas. Enseguida vuelvo. – el chico de la trenza fue hasta Ryoga y puso su mano en el hombro de éste. – Hey, ¿estás bien? – El chico perdido lo miró con tristeza.
-         Ella te quiere, siempre lo he sabido. Lo que no lograba entender es por que tú fingías que no te interesaba, siempre estuviste enamorado de ella. Llegué a pensar que jamás serías lo suficientemente valiente como para decirle algún día lo que sientes, y creía que no la merecías por cobarde. Pero ha llegado el día, ahora los dos sabéis que os queréis y yo ya no tengo nada que hacer aquí.
-         Te equivocas Ryoga. Tú eres nuestro amigo. Akane te quiere mucho, y a mi…me… me gustaría que te quedaras para tener a alguien con quien entrenar. Ya sabes… después de mi tú eres el más fuerte.
-         Oye, ¿cómo que después de ti, creído? – los dos chicos se enzarzaron en una amistosa pelea que llamó la atención de las chicas. Se rieron y contemplaron la escena hasta que ellos sintieron su presencia y dejaron de pelear.

El grupo de amigos abandonó el lugar de la pelea. Nabiki se secó un par de lagrimillas de los ojos y apretó una cinta de video contra su pecho. No solo la emocionaba el hecho de poder ganar una fortuna por la venta de su grabación, por fin su hermana sería feliz y ella había inmortalizado el momento. Ese vídeo no tenía precio, y eso no era algo habitual para la mediana de las Tendo. Quizá fuese un buen regalo de… ¿boda?

Ni que decir queda que la mediana de las Tendo vendió a su pobre padre el video, y eso que por un momento pensó que no tenía precio... Tampoco hará falta aclarar que antes de que la pareja llegase a casa toda la familia al completo había visto la película y se abrazaban entre risas, llantos y guirnaldas mientras decoraban el dojo y llamaban al cura.
Pero Ranma y Akane ya conocían a su familia y no tenían ninguna intención de volver a casa aún. Pasearon cogidos de la mano, disfrutando de todos los besos que en este tiempo no se atrevieron a darse.
Pasaron junto a un templo y Ranma miró de forma extraña a su chica, la volteó para quedar cara a cara, ella le sonreía.

-         Akane… ¿Quieres casarte conmigo? ¿Quieres ser mi esposa? – preguntó el chico un poco nervioso.
-         Claro que sí, Ranma, te lo dije antes, frente a todos… - se sonrojó al recordar la escena.
-         Si, pero yo me refiero a ahora mismo. A que tú y yo entremos aquí y salgamos casados, a no esperar una fiesta organizada ni impuesta, a ser nosotros los que decidamos unir nuestras vidas y a que eso sea en este momento. No he tenido nunca nada tan claro como que te quiero más que a mi vida y que si me faltas me muero, así que sé mi esposa Akane… - se arrodilló y miró a la chica con cara de súplica. No hacía falta, Akane lo ayudó a levantarse y lo besó apasionadamente.
-         Tómatelo como un “ ¿y a qué esperamos a entrar?”. Yo tampoco sabría vivir sin ti Ranma, y te amo. Quiero casarme contigo ahora mismo.

                                     
La pareja entró al templo y aunque al principio el sacerdote se mostró reacio a casarlos terminó escuchando su historia y aceptó a casarlos.
Salieron como marido y mujer, pero decidieron no decir nada. Sería un matrimonio en secreto por el momento, pues querían seguir con sus vidas y acabar sus estudios como todos los chicos de su edad. Si decían que ya estaban casados los harían llevar el dojo y llenarlo de niños, cosa que por el momento no les interesaba en absoluto.
Se dirigieron hacia la residencia de los Tendo, despacio. Al entrar se encontraron con la fiesta que había organizado su familia, con un cura y los trajes de novios preparados. Todo lo necesario para una boda japonesa estaba listo, la verdad es que habían sido muy rápidos. No quisieron invitados, por si destrozaban de nuevo la ceremonia. Ranma y Akane se echaron a reir ante la atónita mirada de los presentes, y sin hacer ningún caso a la celebración, se dirigieron a la habitación de la chica.
Ante la insistencia de Soun y Genma la pareja bajó al salón.

-         Supongo que ya saben que Akane y yo nos amamos. Pues bien, me alegro de que estén contentos por nosotros, pero más les vale no interferir o ya se pueden estar olvidando de unir las escuelas o de que dirijamos el dojo. Lo que hagamos es solo cosa nuestra y no lo volveré a repetir. – Ranma dejó más que zanjado el asunto de las bodas sorpresas, pues nadie se atrevió a decir ni una palabra.

Esa noche Ranma se coló por la ventana en la habitación de su esposa. Lo hizo cuando todo el mundo se quedó dormido. Ella lo esperaba con el camisón que su hermana mayor le regalara para su boda fallida, algo que dejó al chico alucinado. Ella se veía preciosa.
Ambos se recostaron en la cama y se besaron a la vez que se susurraban todas las cosas que tanto se habían callado. Esa noche se entregaron por primera vez el uno al otro, y decidieron repetir todas las siguientes.



fin

Laura


Nota de la autora : 

Bueno, este es mi primer fic, aparte de “ con que fea, ¿eh?” que estoy escribiendo con mi querido primo Jordi (al que ya todos conocéis), y espero que les haya gustado.
Como practicante de artes marciales quería hacer un fanfic en el que primase su importancia, y se me antojó romántico que las artes marciales fuesen un nexo muy fuerte entre Ranma y Akane. Y este fue el resultado…
También pensaba que al final todos podrían quedar como verdaderos amigos, ya que son muchas aventuras las que les unen y ya que todos han tenido una vida bastante solitaria. En fin, que me he pasado de empalagosa, lo sé, pero me apetecía mucho hacer un final feliz.

La verdad es que aunque no sea algo habitual en mí enviar mails de felicitación, y alguien debería matarme por ello (perdón, perdón!!!) , les aseguro que soy una fiel seguidora de todos ustedes y que me paso horas leyendo sus obras. Espero dejar la timidez a un lado ahora que por fin he conseguido escribir algo y me he atrevido a enviarlo y hablar con todos los asiduos al portal.

Dedico este fic especialmente a mi primo Jordi, y también a todos los que escribís historias increíbles:

Mouri-san, WarriorQueenFC, Danae, Némesis, Gilgamech, Ayumi, Rakane, Marta, Ori-chan, Mimi-chan…
Y perdonar que no siga diciendo nombres, porque no pararía.

Un beso a todos y gracias por haber leído mi historia, espero de corazón que les guste.

Para lo que sea: akanesan@hotmail.com
Espero sus comentarios!!!!
Adios.

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