Lo primero, dejar claro que
ninguno de los personajes me pertenece, aunque seguro que eso ya lo sabían…
Y que únicamente escribo por
diversión y en ningún caso con ánimo de lucro, así que no me denuncien! XD
AQUELLO QUE NOS UNE
Ranma despertó a medianoche
debido a unos ruidos que nadie más en la casa percibió. Todos los habitantes
del Dojo Tendo dormían plácidamente, todos excepto los más jóvenes de la casa.
Ranma siguió el sonido que lo
había sacado de sus sueños y fue a parar al Dojo. Su curiosidad lo hizo
acercarse despacio y allí descubrió a Akane, no osó entrar, ni siquiera hacer
el menor ruido para que ella no lo sorprendiera allí, prefirió contemplar a
oscuras desde detrás de la puerta que hacía su prometida a esas horas de la
noche.
La chica estaba cubierta por
una capa de sudor que hacía que su piel brillara a la luz de la luna, su
respiración era agitada y su cabello estaba revuelto. Ranma dedujo que llevaba
rato entrenando, aunque ahora se encontraba arrodillada en el suelo, con sus
puños fuertemente apretados.
Ranma no pudo dejar de
mirarla desde su escondite, en parte por la preocupación que sintió al ver a la
chica en esa situación y en parte porque sus ojos no podían alejarse de la
brillante piel de su prometida.
Era verano y el calor era
intenso, la pequeña de los Tendo no vestía su habitual gi, lo había cambiado
esta noche por una camiseta de tirantes que dejaba al descubierto todo su
abdomen, y por un pantalón a juego similar al que usaban en el instituto para
hacer gimnasia. El conjunto ya era ajustado, pero con el sudor casi parecía
estar pegado a su cuerpo. El pelo le caía hacia abajo debido a su postura y
daba una apariencia muy sensual a la chica desde el ángulo en el que Ranma se
encontraba. El sudor, la luna reflejada en el cuerpo de la chica, esa ropa, y
el esbelto cuerpo de Akane sumieron a Ranma en un estado de inmovilidad y deseo
que él no lograba entender. Se sentía confuso, pero no podía dejar de mirar a
su prometida.
Un cambio en la postura de
Akane hizo que el joven saliera de su ensoñación y de nuevo primase la
preocupación por su prometida. Ahora ella abrazaba con sus delicados brazos sus
rodillas enterrando su cabeza en ellas. Ranma juraría que ella lloraba.
Su primer impulso fue ir
hacia ella, preguntar quién y qué le habían hecho y matar al responsable de
esas lágrimas, pero algo le hizo permanecer allí, tras la puerta, sin atreverse
a descubrir su presencia.
La chica se levantó, hizo un
gesto para secar sus lágrimas y apartar el cabello de su rostro, muestra de
orgullo, y empezó de nuevo a encadenar ataques al aire con piernas y brazos.
Realmente estaba concentrada
y sus movimientos eran casi perfectos. A pesar de parecer exhausta, a ningún
golpe le faltó fuerza y todos ellos eran ejecutados con una técnica impecable. Ranma
estaba sorprendido. La chica jamás actuó así ante él, siempre sus movimientos
eran bruscos y torpes, y jamás técnicos como los que estaba viendo ahora. ¿Era
posible que Akane llevase varias noches entrenando duro? El joven Saotome
seguía allí quieto, pensando qué se le estaba escapando esta vez. Él siempre se
enorgullecía de creer saber como se sentía su prometida, pero esta vez se
sentía perdido.
Primero tan sensual, después
llorando y luego demostrando una habilidad increíble en las artes marciales.
¿Acaso ella era realmente así de buena pero su impulsividad y furia la cegaban
y la volvían torpe? La culpabilidad hizo
que Ranma bajase la cabeza y dejase de mirar, por primera vez, a la chica. Eran
tantas las veces que él se había burlado de Akane que era normal que ella no
fuese capaz de concentrarse ante él.
Pero al devolver la vista
hacia ella sintió una oleada de orgullo atravesarle el cuerpo y esbozó una
tierna sonrisa. Akane era así, imprevisible. Era un torbellino de emociones y
eso lo volvía loco. Le encantaba como la furia más extrema de la chica podía
convertirse en la más dulce de las sonrisas sólo con una frase acertada por
parte de él. Le impresionaba como la fuerza bruta de su prometida y sus
movimientos descoordinados se transformaban ante sus ojos en encadenamientos
complejos ejecutados con precisión. Y lo dejaba sin respiración el contemplar
que “la chica más fea de toda Nerima, marimacho y pecho plano” se convertía en
la persona más hermosa que jamás hubiese visto. Su cuerpo delicado aunque
fuerte gracias al entrenamiento, cada parte de éste definida a la perfección.
Akane no tenía las medidas de una chica exuberante como las que solían salir en
televisión, ella simplemente parecía hecha a medida para él, para sus brazos y
sus manos. Su cara, con rasgos dulces y sonrisa de ensueño, adornada ahora por
traviesos mechones húmedos a causa del sudor y la brisa que jugaba con ellos…
era lo que él podía considerar perfecta.
Si, ésta era SU Akane, la
chica por la que realmente valía la pena arriesgar la vida una vez tras otra,
la chica de la cual era incapaz de permanecer alejado.
Ranma siempre trataba de
negárselo a si mismo, pero cada vez que la pequeña Tendo no estaba a su lado,
sentía la necesidad de buscarla con la mirada o seguirle el rastro hasta dar
con ella y asegurarse de que permanecía a salvo.
Eran tantas veces las que
casi la pierde que sus únicas pesadillas se centraban en el hecho de estar
alejado de ella.
Pero todo esto era algo que
sólo dormía en el lugar más reservado de su corazón. Se engañaba convenciéndose
de que su preocupación y devoción por su prometida no era más que una cuestión
de honor y de valor. “No puedo dejarla sola ni un momento por que sólo sabe
meterse en líos”, solía decirse mentalmente, aunque en realidad sabía que no se
trataba simplemente de que le ocurriese algo a ella, ya que solo cuando estaban
juntos él sentía paz, la que le proporcionaba su compañía (aunque esta paz se
encontrase tras mil y una peleas e insultos, claro ^ ^ ).
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Akane decidió dejarlo por esa
noche, y sin percibir la presencia de su prometido, que se pegó a la pared
cuando ella pasó por su lado, se dirigió al baño a darse una ducha.
Llevaba una semana entrenando
duro por las noches, desde que las otras “prometidas” de Ranma la habían vuelto
a insultar y a atacar, y después de que el chico en cuestión la hubiese
“salvado” de las tres chicas reprimiéndola por pelear con ellas, ya que no estaba a la altura e iban a hacerle daño.
Él siempre la humillaba, olvidaba que ella también era una artista marcial y
tenía derecho a aceptar los retos de sus oponentes, siempre se la llevaba del
lugar de la pelea como si fuese una chica tonta que no puede defenderse, y
encima la criticaba delante de sus enemigas, que se reían de ella porqué el
chico no la creía a su altura.
Todo esto hizo que Akane
prefiriese entrenar sola, cuando todos dormían y cuando nadie pudiese reírse de
ella o molestarla, diciéndole que no valía la pena que se esforzara, que por
mucho que entrenase nunca igualaría la fuerza y habilidad de la amazona ni de
la cocinera.
Ya estaba harta de ser la
prometida torpe a la que hay que proteger porque no puede ni dar un paso sola
sin meterse en algún lío. Ella era una Tendo, y demostraría que no necesitaba
la protección de nadie, y mucho menos si ésta era fruto de una cuestión de
honor.
Cuando terminó de ducharse se
fue directamente a la cama, y ya no pudo pensar más porque el cansancio la
dominó y la sumió en un profundo sueño.
En cambio Ranma no pudo pegar
ojo, la visión de su prometida lo había desvelado. Su cabeza se debatía entre
descubrir qué era lo que le pasaba a Akane y en sacarse la sexy imagen de su
prometida del pensamiento.
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A la mañana siguiente se
encontraba toda la familia alrededor de la mesa desayunando. Ranma miraba a
Akane de reojo, esperando encontrar en su mirada el por qué de su actitud, pero
la chica se mostraba como de costumbre.
Después Kasumi se dedicó a
sus tareas, Genmá y Soun a su partida de shogi y Nabiki se fue a revelar un par
de carretes de fotos.
Ranma y Akane se fueron al
dojo, él entrenaba y ella lo observaba atentamente.
La chica no se perdía ningún
movimiento de su prometido, con la esperanza de aprender todo lo que le fuera
posible y practicarlo esa misma noche. Así llevaba unos días actuando,
estudiaba los ejercicios de Ranma y se esforzaba en repetirlos a solas, sin
presión ni burlas.
Ranma había notado como ella
lo observaba y adivinó lo que estaba haciendo, ella intentaba aprender de él.
Eso lo hizo sentirse mal, ya que recordó las veces que Akane le había pedido
que la enseñara, y él, en vez de ayudarla a ser la mejor para que nadie pudiese
hacerle daño, se había negado una y otra vez. Pero eso debía cambiar, él debía
encontrar la forma de hacerle saber a su prometida que él le daría clases y que
no descansarían hasta que ella se convirtiese en la mejor, después de él claro…
(Ya sabemos que la modestia no es la mayor virtud del chico, ¿verdad? ^ ^ ).
Cuando terminó de entrenar le
dirigió una dulce mirada a Akane y ella le respondió con una sonrisa, esto
pilló al chico por sorpresa y se ruborizó al máximo. Ella se rió.
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Después de ducharse Ranma
buscó a Akane, la encontró en el jardín tumbada en una toalla tomando el sol.
El chico casi se queda sin aliento al ver a su prometida en bikini, con los
tirantes de la parte superior de la minúscula prenda aflojados para que no le
dejasen marcas en los hombros. La chica se había remojado un poco con una
manguera y su piel brillaba al sol, recordándole a Ranma la visión de la noche
anterior. Se quedó inmóvil contemplando como las gotas recorrían ese cuerpo tan
deseado por él.
Ranma empezaba a admitirse a
sí mismo que Akane era, sin duda, la chica más guapa que había visto jamás. Sen
sentía extraño ante sus propios pensamientos ya que su imaginación volaba mucho
más allá de lo que él consideraba normal, y ese deseo incontrolable que sentía
desde la otra noche estaba empezando a preocuparle. ¿Qué demonios tenía de
interesante una simple gota de agua? Nada, no tenía nada de interesante.
Entonces, ¿Por qué demonios no podía dejar de seguir su recorrido? El chico se
ruborizó cuando la gota se perdió en la parte inferior del bikini de ella, y
tuvo que salir de allí para dejar de imaginarse que él hacía ese mismo
recorrido con sus manos.
Akane abrió los ojos y
observó como su prometido se alejaba dándose golpes en la cabeza y susurrando
algo que no pudo llegar a entender. Se encogió de hombros y continuó tomando el
sol.
El chico seguía dándole
vueltas a la idea de entrenar a Akane, pero no se atrevía a proponérselo
directamente. Y menos ahora que parecía obsesionado con ella y que no hacía más
que imaginarse las mil y una formas de besar y acariciar a su prometida. Pero
él era Ranma Saotome y sus fantasías no podían vencerle, o al menos eso creía.
Así que esa noche volvería al dojo y de forma casual le propondría a la chica
ayudarla con su entrenamiento.
Akane, por su parte, decidió
salir y reunirse con sus amigas que estaban en una cafetería cercana al
instituto.
Se encontraba a mitad de
camino cuando su instinto hizo que saltase para evitar ser derribada.
Efectivamente unas palas de cocinar okonomiyakis aterrizaban en ese instante
junto a sus pies. Ukyo se sorprendió de que la joven Tendo hubiese esquivado su
ataque sorpresa, pero pensó que se trataba de un golpe de suerte, eso antes de
contemplar como también esquivaba los bomboris de Shampoo.
Al parecer la chica violenta
ha estado entrenando, pensaban las dos jóvenes. Y pronto se lanzaron al ataque.
Akane se defendía bien pero
no tenía tiempo para atacar ya que las dos chicas eran demasiado rápidas como
para encontrar la ocasión. Tendo seguía
esquivando y parando golpes, pero cada vez le resultaba más difícil.
Las dos chicas empezaban a cansarse
y eso le dio ocasión a Akane de golpear con acierto a Ukyo, que cayó
pesadamente al suelo. Esto la enfureció mucho y volvió a la carga con más
fuerza. Akane ya no podía detener todos los golpes y empezó a ser golpeada,
aunque también pudo colocar varios
ataques.
Ranma llegó al lugar alertado
por una amiga de Akane que había visto la pelea. Se acercó corriendo y gritando
el nombre de su prometida, a la vez que ordenaba a Shampoo y a Ukyo que la
dejaran.
Akane le pidió que no se
metiera, que la dejara, pero él no atendió lo que ella decía y apartó a las otras
dos chicas a la vez que la tomaba en brazos. Ella lo golpeó para deshacerse de
su abrazo y salió corriendo de allí, una vez más sintiéndose humillada por la
intervención de Ranma.
Corrió hasta llegar a la
consulta del doctor Tofu, sin darse cuenta de que su prometido la seguía. Entró
en la consulta y se abalanzó a los brazos del doctor, el cual se limitó a
acariciarle el cabello y esperar a que se calmara y le contase lo sucedido. El
doctor sabía perfectamente que no conseguiría nada si le preguntaba por qué
estaba así, debía dejar que ella descargase toda su tristeza y luego ya se
encargaría de curar esas heridas que sangraban en la delicada piel de la chica.
Ranma no se atrevió a entrar,
se quedó quieto, viéndola desde su escondite. Se sentía desesperado por no
poder hacer nada. Todo era culpa suya, ya que la amazona y la cocinera habían
atacado a Akane por él. No sabía como parar aquello, conseguir que nadie se
volviese a interponer entre él y la única prometida que deseaba tener. Y no
había llegado a tiempo para evitar que la chica resultase herida, y además
estaba llorando, y eso era algo que él no podía soportar. Quería salir
corriendo, gritar a todo el mundo que no se atreviesen a acerarse a Akane o se
las verían con él, coger a la chica y estrecharla entre sus brazos y jurarle
que nunca nadie volvería a hacerle daño. Deseaba poder decir tantas cosas que
no comprendía como podía seguir allí callado, viendo como era otra persona la
que abrazaba y consolaba a la pequeña Tendo. Estuvo a punto de huir de ahí
cuando Akane empezó a hablar entre sollozos:
-
Ay doctor! Lo ha
vuelto a hacer… - el doctor la acercó a la camilla para que tomase asiento y la
alentó a seguir – Ranma siempre se mete en mis peleas y me saca de ellas como
si yo fuese una inútil. No me cree a la altura de sus otras prometidas y eso me
duele más que una derrota. Las heridas del combate no se pueden comparar con la
impotencia de que te vengan a rescatar a cada momento y te regañen delante de
las que te han retado… me siento como un estorbo, como una caricatura de
artista marcial que no puede hacer otra cosa que huir de cada pelea en los
brazos de su prometido. – Ranma escuchaba sorprendido lo que la chica confesaba
al doctor Tofu y no sabía si sentirse ofendido o profundamente culpable.- Yo sé
que Ranma cree que lo hace por mi bien, pero no sé da cuenta de que me humilla
delante de las chicas que no me creen a su altura. Ellas son mejores que yo en
todo, y él me lo recuerda delante de ellas cada vez que tiene ocasión. – la
chica dejó de hablar unos segundos por que no podía dejar de llorar. Ranma
llevó sus manos a la cabeza como si este gesto le ayudase a pensar mejor. – yo…
llevo entrenando a escondidas en las noches para poder aceptar el reto al que
me han desafiado Shampoo, Ukyo y Kodachi… pero me temo que Ranma no me dejará
pelear por ser su única prometida, y tendré que seguir aguantando ser el
hazmerreír de todas las otras.- la chica hizo una pausa y cambió su expresión a
una algo más alegre. - ¿Sabe doctor?
Esta vez no les ha sido nada fácil ganarme, y eso que eran dos- esbozó una
tierna sonrisa que dejó K.O a Ranma y que fue correspondida por otra del doctor
Tofu.- Creo que estoy mejorando bastante… - el doctor sabía acerca del
entrenamiento de Akane, él mismo la había animado a entrenarse en serio tras
ser testigo y confidente de lo mal que se sentía su pequeña amiga.
Ranma salió de allí, ya había
escuchado todo lo que necesitaba para darse cuenta de que no había actuado
correctamente. Su obsesión por proteger a Akane sólo la había herido, y eso era
lo último que él quería. Él como artista marcial debería haberse dado cuenta de
que ella prefería perder una pelea y superarse a sí misma antes que sentir la
humillación de una retirada forzosa. Pero no estaba todo perdido. Ahora que
sabía lo que preocupaba tanto a la chica ya podía ayudarla como debería haber
hecho desde un principio.
Era hora de valorar a Akane
como una persona valiente, pues lo había demostrado. Ella nunca se escondió
tras él ni le pidió que la protegiese, solo le pidió que la ayudara a entrenar
para poder ser ella la que luchase contra cualquiera que tratase de hacerle
daño. Ella jamás buscó peleas, ni abusó de su fuerza como lo hacían las demás.
Ella jamás trató de conseguir nada de él ni de nadie usando trucos sucios. No,
ella realmente era única.
Por primera vez en mucho
tiempo Ranma se sintió en paz al saber que por fin iba a hacer lo que debía. Ya
no iba a ser un cobarde, ella no merecía que él lo fuese.
“Por cierto, ella ha dicho
que quería pelear por ser mi única prometida?” Ranma sintió como se le
aceleraba el corazón ante este pensamiento. “ ¿Es posible que ella me…? Noooo!” Y de nuevo volvió a hacer gestos
extraños con la cabeza y murmurando incoherencias.
Al llegar a casa Ranma
preguntó por Akane. Kasumi le respondió que ella estaba tomando un baño de agua
caliente, ya que había llegado muy magullada y necesitaba relajarse. La mayor
de las Tendo preguntó al chico si sabía que era lo que le había ocurrido a su
hermana. Él solo le respondió que no se preocupara, que esta sería la última
vez que alguien lograba vencer a Akane.
Kasumi sonrió, pues conocía la expresión que Ranma mostraba y no pudo más que
confiar en sus palabras.
La cena transcurrió
silenciosa. Ranma evitó mencionar el incidente y se mantuvo callado. Akane
trató de parecer normal, pero sus ojos dejaban ver lo mucho que había llorado y
lo avergonzada que se sentía por su nueva derrota. No levantó la vista del
plato, como si encontrarse con la mirada de cualquier otra persona pudiese
herirla, como si temiese que de pronto alguien se burlase o la reprendieran por
enfrentarse a personas más fuertes que ella. No quería oír que estaba loca por
tratar de defenderse. Y no quería que nadie sintiese lástima por sus notables
heridas. Aunque en el fondo estaba orgullosa de haberse enfrentado a las dos
chicas a la vez y haber estado a la altura de la situación. Sentía que había
mejorado mucho desde que se propuso entrenar duro cada noche e imitar el
entrenamiento de su prometido. Ukyo se quedó tan sorprendida cuando la alcanzó…
Sí, la verdad es que el combate no había estado mal, y menos teniendo en cuenta
que eran 2 contra 1. Si Ranma se hubiese quedado al margen tal vez se hubiese
dado cuenta de que ella no estaba actuando como una debilucha… ojalá el
confiara un poco más en ella en vez de tratarla como a una inútil.
Por su parte el chico
estudiaba cada expresión de su prometida, como tratando de leer su pensamiento.
Notó que la chica tenía moratones en los antebrazos y dedujo que se los había
hecho parando los golpes de Ukyo y Shampoo. En cambio no tenia ninguna marca de
bomboris ni de palas de cocinar. Akane se había defendido bien, estaba seguro.
Tampoco había caído al suelo, no tenía señal alguna de ello, había recibido
algún golpe, si, pero sin importancia. Quizás Akane tenía razón y él no debería
haberse metido, pero era difícil no detener a cualquiera que quisiese golpear a
la chica, pues le dolía más a él que a ella. Se sentía orgulloso, pues aunque
apenas había visto nada del combate era evidente que había luchado bien, y más
teniendo en cuenta que ellas eran dos, y dos de las buenas. Ahora más que nunca
sabía que Akane tenía posibilidades de superar a cualquiera, ya que aunque solo
fuese por cabezonería era capaz de ponerse a la altura de una amazona loca y
una cocinera resentida. Si ella sola había conseguido aguantar un combate así,
¿de qué no sería capaz si él la ayudaba? Tal vez hasta ahora había estado
equivocado tratando de evitar que la chica se defendiese sola y metiéndose en
todas sus peleas en vez de enseñarla y orientarla para que nadie pueda
apartarla de su lado como estuvo a punto de pasar con en el Monte Fénix. Él
mejor que nadie sabía cuan fuerte podía ser su prometida, pues era objeto de
sus golpes más temibles, solo que le faltaba canalizar toda esa fuerza bruta
para convertirla en energía controlada e imparable. Ella era increíble. Y él
sonrió para si.
Después de la cena Akane
salió al jardín. Había sido un día bastante duro, y además, esa noche debía
entrenar, pues aún le quedaba mucho que aprender. Esa mañana observando a Ranma
memorizó técnicas nuevas que estaba deseando poner en práctica, así que ahora
quería descansar un poco al fresco mientras esperaba a que todos se retiraran a
dormir. Estaba ensimismada recordando la pelea cuando notó una mano en su
hombro. Se volteó sorprendida, pues no había sentido ninguna presencia.
-
Oye Akane… Quería
disculparme- empezó Ranma.
-
¿Uh?- la chica no
se esperaba en absoluto una disculpa. Al contrario, tal vez una reprimenda.
-
Sí, debo
disculparme ya que creo que no debería haberme metido en tu combate. Tú jamás
me has interrumpido en ninguna de mis peleas, siempre has confiado en mí. Y yo
debería haber hecho lo mismo.- se sonrojó.
-
… - la chica se
había quedado sin palabras. Por primera vez él la estaba tratando como a una
artista marcial, sin menospreciar sus retos.
-
Yo solo quería decirte que aunque no pude ver
prácticamente nada del combate estoy seguro de que lo llevaste muy bien- ella
le regaló una sincera sonrisa antes de bajar la vista al suelo. Guau, él la
estaba felicitando… El chico se dio cuenta de que la conversación se le estaba
yendo de las manos y más después de ver
la hermosa sonrisa de Akane y el rubor de sus mejillas. Ya se veía a sí mismo
tomando a la chica en sus brazos y … - Bueno, quiero decir que para ser una
torpe sin remedio aún estás viva, ja,ja…- Ranma volvió a escoger la salida
fácil, que era desaparecer de allí gracias a un potente mazazo gentileza de
Akane. La chica movió la cabeza sintiéndose estúpida al esperar que Ranma fuese
amable con ella. Ese imbécil…
A un par de kilómetros del
Dojo Tendo, Ranma aterrizaba en un tejado. La caída no fue demasiado dura, pues
el chico estaba más que acostumbrado a recibir esa clase de golpes. Se sentó y
pensó por qué demonios no le había propuesto a Akane entrenar juntos como tenía
planeado en vez de insultarla de nuevo. Era consciente de que le había entrado
miedo, siempre le pasaba cuando estaba tan cerca de ella, o cuando la veía
sonreír, o cuando la rozaba y podía sentir su tacto… Por más que se empeñase en
ocultárselo a todo el mundo empezaba a ser evidente para él lo que sentía por
su prometida, pero ¿cómo afrontarlo? ¿Cómo arriesgarse a no ser correspondido?
¿Cómo poner fin a sus otros compromisos? Al chico le resultaba demasiado
difícil ser sincero con sus sentimientos y aceptarlos, pues siempre le habían
hecho creer que éstos le hacían débil. Pero cada vez le costaba más ignorarlos,
y ya estaba cansado de huir de ellos mediante insultos que no hacían más que
lastimar a Akane. Estaba harto de ser un cobarde, ese no era su estilo. Él y su
bocaza… ¿Estaría ella enfadada? Ojalá las cosas fueran más fáciles… En fin, le
debía una disculpa, así que saltó por los tejados de Nerima hasta llegar a
casa.
Todos se habían acostado ya
en el Dojo Tendo y Akane empezó su entrenamiento. Hacía calor, de modo que
también hoy optó por un conjunto más cómodo que el traje de entrenamiento. Un
top elástico de deporte se le ajustaba completamente al cuerpo sujetando su
pecho para evitar molestias durante la realización se sus ejercicios, además de
restarle un poco de calor, pues dejaba su abdomen al descubierto. Unas mallas
ajustadas que le permitían moverse
perfectamente era el resto de su ropa. Ella no era consciente de lo
provocativo de su atuendo, pues solo le importaba el resultado de su sesión y
la comodidad y frescura que le proporcionaba su nuevo uniforme. Tampoco
esperaba visita…
En eso llegó Ranma dispuesto
a disculparse, pero fue incapaz de hacerlo ya que volvió a quedarse parado en
la puerta del dojo como un tonto. Tenía una disculpa muy bien ensayada, pero se
quedó sin habla. Akane lanzaba golpes al aire cargados de rabia, seguramente
imaginando que él estaba delante… Él pensó que aún debía estar muy enfadada, y
así era.
El estúpido de Ranma la había
vuelto a insultar, justo cuando creía que por fin la tomaba en serio. Parecía
como si por primera vez él la respetase como artista marcial. ¡Incluso le pidió
disculpas! Pero claro, él tuvo que fastidiarla de nuevo. Si tan solo él se
diese cuenta que todo lo hacía por él… Ella quería aceptar el reto y ganarlo
para convertirse en la única prometida de Ranma, pero eso no iba a admitirlo.
Además, también lo hacía por ella, ya que deseaba mejorar y convertirse en la
mejor, y así poder luchar junto a su prometido en el alocado día a día en el
que vivían. Pero él siempre tenía que hacerla enfadar… ¡Ese tonto!
La chica decidió usar toda la
rabia acumulada para entrenar, seguro que así se desahogaría un poco.
Saotome seguía en la puerta
sin atreverse a entrar. No sabía como reaccionaría ella. Seguramente estaba tan
enfadada que no querría ni verlo. En eso se dio cuenta que lo que la chica
estaba haciendo eran los mismos ejercicios que él había realizado en la mañana.
Era increíble, los había memorizado a la perfección. Él conocía cada movimiento
que ella estaba realizando, de modo que, de una forma casi inconsciente, se
colocó al lado de Akane y comenzó la técnica por donde ella iba. Ella pareció
no darse ni cuenta, y si se dio no le importó la presencia de Ranma, pues
continuó con la misma dedicación. Ambos llevaban el mismo ritmo, su respiración
estaba acompasada, la misma fuerza en cada golpe, parecía que lo hubiesen
entrenado juntos durante meses.
La técnica era larga y
compleja, ambos sudaban, las respiraciones se entrecortaban, pero la
concentración era máxima. Sus pies se movían con maestría a cada paso,
calculando las distancias, hasta finalizar la técnica, quedando situados uno en
frente del otro. Se saludaron inclinando sus cuerpos hacia delante, con las
manos extendidas a cada lado de sus cuerpos. Después se sonrieron. Realmente
había sido algo maravilloso y ambos lo sabían. Para un artista marcial, el
encontrar a la pareja perfecta era algo casi imposible aun entrenando
muchísimo, y ellos habían logrado una compenetración absoluta sin haber
practicado ni una sola vez. Se sentaron en el suelo del dojo para recuperar el
aliento, sin atreverse a hablar para no romper la magia del momento.
Ranma recordó en silencio el
día en que llegó a Nerima y entrenó por primera vez con Akane. En aquel
instante sintió que aquella encantadora chica sentía el mismo amor que él por
las artes marciales. A ellos no les movía la venganza, como a Ukyo o Ryoga, ni
unas estúpidas leyes, como a Shampoo, para practicar a ellos les movía un
sentimiento mucho más intenso, era su vida. Se sonrió ante este pensamiento,
pues nuevamente no pudo mas que admitir que lo que acababa de ocurrir no hacía
más que demostrarle que la chica sentada a su lado, junto con las artes
marciales, era toda su vida.
Akane no podía creer que
hubiese estado a la altura de realizar una técnica tan compleja con su
prometido. Por fin, por fin él la había tomado en serio y ella le pudo
demostrar que valía, que adoraba el arte tanto como él.
-
Vamos, sígueme
con esto- le dijo Ranma rompiendo el silencio y tendiéndole una mano a ella.
-
Vamos! – la chica
aceptó la mano de él, que tiró de ella hasta quedar los dos de pie.
Él empezó con otra técnica
nueva y ella lo seguía, copiando sus gestos y movimientos. Practicaron hasta
quedar exhaustos y al finalizar quedaron tendidos en el suelo, mirando hacia el
techo, disfrutando del merecido descanso. Fue Akane la que decidió que era hora
de darse una ducha e irse a la cama, pues eran las dos de la madrugada, dio
unos golpecitos en el hombro a Ranma, que se había quedado dormido y ambos
subieron las escaleras.
Continuaron entrenando duro
todas las noches. Se encontraban en el
dojo cuando todos dormían, y por el día se mostraban como siempre, aunque sus
peleas habían cesado. Lo único que decepcionó un poco a Ranma fue el que Akane
volviese a usar su gi para entrenar, aunque también lo alivió ya que no se
creía capaz de actuar con cordura si la tenía tan cerca y con ropa tan ligera…
Su complicidad creció durante
sus entrenamientos. Él la corregía durante sus combates y consiguió que la
chica dejase de pelear dejándose llevar por la furia. Estaba aprendiendo a
controlar su energía y a utilizarla en forma de ataques.
Mientras ella aprendía a
mejorar en el arte Ranma empezó a aprender a no perder los papeles con la
cercanía de su prometida, de halagarla si lo merecía y a reprimirla sin
insultarla cuando cometía errores.
Ella no solo estaba
mejorando, también aprendió a no enfadarse a cada momento con el chico, a
controlar un poco su temperamento y a reconocerse a si misma lo que sentía por
Ranma.
Akane había salido de compras
con Kasumi cuando volvió a toparse con las otras prometidas de Ranma, incluida
la autoproclamada prometida Kodachi. La pequeña de las Tendo se puso enseguida
delante de su hermana por si acaso a aquellas locas se les ocurría atacarla y
también le hiciesen daño. Pero esa no era la intención de esas tres.
-
Tranquila Akane-
dijo Ukyo- solo venimos a decirte que la semana que viene se decidirá cual de
nosotras se quedará con Ranma.
-
¿Y se puede saber
quién os creéis que sois para decidir por él?- fue la respuesta de Akane .
Kasumi la apoyó en esto.
-
Ranma no
decidirse nunca. Nosotras estar cansadas de esperar. Yo ser esposa de Ranma
después de combate.
-
¿Un combate?-
preguntó la pequeña de las Tendo. Su hermana se llevó la mano a la boca, temía
por Akane ya que aquellas chicas le parecían unas lunáticas.
-
Si, el lunes, en
el patio del instituto, como no hay clases nadie nos molestará - fue la
respuesta tajante de Ukyo- si quieres a Ranma mas te vale estar allí, si no la
ganadora jamás permitirá que vuelvas a acercarte a él - y se fue.
-
No hacer falta
que chica violenta venir, Shampoo ser mejor que todas. Yo casar. – y se alejó
del lugar muy segura de su victoria.
-
Pobre Akane, yo
de ti dejaría de ignorar a mi hermano, porque si no te vas a quedar solterona,
jo,jo,jo! Está claro que solo yo soy digna de casarme con Ranma. No tenéis
ninguna oportunidad. Jo,jo,jo!- y también se marchó dejando una lluvia de
pétalos de rosas negras.
Akane no dijo nada, apretó su
puño con fuerza bajo la atenta mirada de Kasumi. Luegó se relajó y le sonrió a
su hermana.
-
Vamos a casa, se
está haciendo tarde- dijo Akane muy tranquila, como si nada hubiese ocurrido.
-
¿Lucharás?-
preguntó Kasumi.
-
Si, y no tienes
de que preocuparte porque ganaré.
-
¿Ranma te ha
estado ayudando, verdad?- sonrió Kasumi ante la mirada sorprendida de Akane.
-
¿Cómo lo sabes?
-
… - la chica no
respondió, volvió a sonreír dulcemente. La pequeña Tendo decidió no volver a
preguntar. Su hermana siempre lo sabía todo. Volvieron a casa.
Esa noche la expresión de
Akane era de completa determinación. Ranma lo notó y preguntó que ocurría, ella
le contó lo ocurrido en la tarde. El chico asintió y le dijo muy serio que ella
sería la ganadora. La chica se sonrojó, y él al darse cuenta de que él era el
premio, también.
Faltaban cuatro días para el
combate y no había tiempo que perder.
Entrenaron muy duro, y el chico fue muy
exigente con Akane. Quería con toda su alma que Akane demostrase que era la
mejor, que nadie la volviese a derrotar ni a humillar jamás. Trabajaron con la
velocidad, la potencia y la resistencia. Ranma usaba técnicas de entrenamiento
bastante raras, similares a las que él realizaba de pequeño. Con sus trucos de
maestro improvisado la chica consiguió dejar a un lado su famosa torpeza y ganó
una habilidad sorprendente, así como un gran dominio del combate aéreo. Le
enseñó el truco de las castañas y otros ataques de energía. Ella aprendía a
pasos agigantados. Y ya no solo entrenaron de noche, también lo hacían durante
el día.
La noche antes del combate
Ranma no quiso cansar mucho a la chica. Ella había hecho un buen trabajo, así
que hoy se limitarían a intercambiar unos cuantos golpes.
Akane entró al dojo con el
conjunto que llevaba la primera noche que Ranma la vio entrenar, él se sonrojó
al máximo y ella supo por qué.
-
¿Te importa si no
me pongo el traje? Es que hoy hace mucho calor y… - la chica empezó a
arrepentirse de haberse decidido a vestirse así al percibir el deseo en los
ojos de su prometido
-
En absoluto
Akane. La verdad es que estaba deseando volver a verte así vestida.- Ranma se
sorprendió mucho de sus palabras y del tono seductor que había usado. Ella se
quedó sin habla.
-
Será mejor que
entrenemos un rato, o mañana me van a dar una paliza, ja,ja.- Akane decidió
cambiar de tema porque no sabía si podría evitar echarse en los brazos de Ranma
si seguía hablándole y mirándola así.
Ambos seguían ruborizados,
pero empezaron con el entrenamiento. Se lanzaban golpes mutuamente, sin llegar
a tocarse. La verdad es que en parte evitaron cualquier tipo de contacto, ya
que ninguno se atrevía a rozar el cuerpo del otro. El combate se fue calentando
y los golpes ya llegaban a su destino. Los antebrazos de Ranma paraban los
puñetazos de Akane con cuidado de no hacerlo demasiado fuerte. La visión de la
chica lanzándole golpes con aquella seria expresión se le antojó sumamente sexy
y el chico empezó a perder la concentración. Aprovechando la distracción de él,
Akane barrió al chico que cayó al suelo. Ranma alcanzó la mano de ella, en un
acto reflejo, al vuelo haciéndola caer sobre él. Se quedaron inmóviles
mirándose directamente a los ojos. La chica estaba encima de él y se apoyó en
sus brazos para incorporarse. Él se lo impidió, sujetándola de la cintura, ella
no se resistió.
Ranma sintió el aliento de su
prometida y su carita asustada, no pudo evitar desearla con todas sus fuerzas.
Akane estaba hipnotizada,
había perdido todo control sobre su cuerpo, de pronto sintió como la mano de
Ranma subía desde su cintura y se posaba en su cuello, ejerciendo una ligera
presión para acercar su rostro al de él. Ella cerró los ojos invitándole a
seguir el breve camino hacia sus labios. Él aceptó encantado y besó a su
prometida dulcemente, dándose el gusto de saborear por fin aquello que tanto
había deseado y que siempre tuvo prohibido. Ninguno daba crédito a lo que es
estaba sucediendo, se estaban besando y no parecían querer dejar de hacerlo
nunca.
Ranma rompió el beso para
susurrarle a Akane que la amaba con todas sus fuerzas. Akane le regaló una
sincera sonrisa y le dijo en un susurro que ella también lo amaba. Él le apartó
un mechón de la cara y lo colocó detrás de su oreja, también sonrió.
Tras esta declaración ambos
se sintieron liberados. Lo que tanto les había costado esconder dejó por fin de
ser un secreto, lo que tanto habían temido jamás ocurrió. No había rechazo,
solo un amor intenso por parte de los dos. Sonrojados se rieron por todas las
veces que se lo habían tratado de ocultar mutuamente. Se quedaron así por unos
minutos, sin decir nada, disfrutando del descanso de haber podido sacarse de
encima el peso de amar en silencio y de saber que eres correspondido.
Se había hecho muy tarde, así
que decidieron irse a dormir. El chico acompañó a Akane a su habitación y la
despidió con un tierno beso. Los dos repasaron cien veces lo que les había
sucedido antes de conseguir dormirse, con la más feliz de las sonrisas en sus
rostros.
Al día siguiente una flecha
con una nota le indicó a Akane la hora del duelo, y también la despertó. Por un
instante, al recordar lo ocurrido la noche anterior, dudó si había sido real o
simplemente un sueño. Habían sido tantas las veces en las que había soñado que
Ranma la tomaba entre sus brazos y le confesaba que la amaba que temía que de
nuevo se tratase de otra de sus fantasías, pero no, ella sabía que esta vez no
era así. Su felicidad provocó que la chica casi ignorase la nota, pero pronto
recobró un poco el sentido del orgullo y
la volvió a coger. Se sonrió ante el espejo con seguridad, después de lo
ocurrido, nada ni nadie la separaría de SU prometido.
Ranma seguía durmiendo con
una estúpida sonrisa en la boca cuando fue despertado bruscamente por su padre,
gritándole algo así como que era un vago y estaba descuidando su entrenamiento.
El chico se incorporó e ignoró a su padre, dirigiéndose al baño mientras
silbaba una canción. Genma pensó que el calor estaba trastornando a su hijo,
que no se había despertado tan contento nunca.
En la mesa del desayuno la
joven pareja se dedicó un par de miradas y sonrisas cómplices que nadie
percibió. Tal vez Nabiki se habría dado cuenta si no hubiese estado ausente.
Ranma descubrió la nota en la
mano de su prometida y se la quitó para ver que decía. El duelo era en un par
de horas.
-
¿Tú quieres
hacerlo? ¿De verdad quieres pelear con ellas?- le preguntó a Akane.
-
Si, debo
hacerlo.- Dijo en un tono de lo más serio. Él solo asintió en forma de
aprobación.
-
Estás más que
preparada- ella le sonrió. Él le devolvió la sonrisa.
A la hora exacta Ranma y
Akane llegaban al patio del Furinkan, donde se celebraría el combate. Las
chicas se habían encargado de conseguir testigos para sus victorias. Todas
ellas estaban tan seguras de ganar que habían corrido la voz de que habría un
duelo por el amor de Ranma, y como era de esperar, no faltaban curiosos. Casi
todos los compañeros de instituto estaban allí para ver si Akane perdía y se
quedaba libre de nuevo. Otros simplemente acudían para ver el espectáculo, ¡
Cuatro chicas preciosas peleando!.
La pareja se quedó perpleja
al encontrarse con tanta gente. ¿No se suponía que era un combate serio? ¿Qué
era esa feria? Incluso Ukyo estaba vendiendo okonomiyakis antes de pelear
aprovechando la ocasión.
La vieja Cologne se acercó a
Ranma y le besó la mejilla mientras le susurraba al oído “dale un besito a tu
abuela querido, mañana seremos familia”. El chico se puso azul y estuvo apunto
de desmayarse, pero Akane le rozó la mano y le dijo con la mirada que no iba a
perder. Ranma recuperó su color. Ella no podía perder.
Kuno se le acercó y le dio un
apretón de manos, le estaba soltando un discurso acerca de que iban a ser
hermanos y de que no se preocupara por Akane, que él se casaría con ella y
todos serían familia. Ahora Ranma se volvió blanco al imaginarse a Kodachi como
esposa, Kuno como cuñado y ¡ casado con Akane!
Y hablando de Kodachi, hizo
una entrada propia de ella, despojándose de una capa negra y dejando un rastro
de pétalos de rosa del mismo color, vistiendo su uniforme de gimnasia y con su
histérica risa. Al chico se le pusieron los pelos de punta cuando ella le
insinuó que esa noche sería toda suya.
Ukyo abandonó la parada que
había montado y se lanzó a los brazos de “su Ran-chan”, la pequeña de las Tendo
la fulminó con la mirada, y le dijo a éste que ya no había necesidad de seguir
con esta vida, ella vencería y ambos partirían con el carro, heredado de su
padre y dote de su matrimonio, y recorrerían el mundo vendiendo okonomiyakis. A
la chica se le iluminaron los ojos y se le triplicó el tamaño, a Ranma le entró
un mareo. ¡Acababa de aborrecer uno de sus platos preferidos! No, él no podía
acabar así… Recorriendo mundo con su mejor “amigo” de la infancia como esposa y
vendiendo comida…
Shampoo no podía faltar,
cuando vio a las otras prometidas de Ranma rodeándolo se hizo un hueco para abrazarlo
y le dijo que estaba ansiosa por ganar y llevárselo de ahí, habló de volver a
china, presumir delante de las chicas de la tribu que se rieron de ella cuando
se supo que él no quería casarse con ella, tener docenas de hijos, vivir con
Cologne… Ranma ya no escuchaba. Hasta que tuvo que reaccionar porque Mousse le
lanzó un pato de goma a la vez que gritaba como un poseso que no iba a permitir
que eso ocurriera.
El joven Saotome empezó a
notar dos auras resplandecientes de ira. Una estaba claro de a quien
pertenecía. Akane contemplaba como las chicas se abrazaban a su prometido y le
susurraban toda clase de proposiciones. Y la otra… No le dio tiempo a pensar
cuando una explosión hizo callar por un momento a todos los allí reunidos.
Ryoga . Quién si no, pensó Ranma, que ya se estaba empezando a enfadar. El
chico perdido se le acercó con lágrimas en los ojos y voz ofendida, culpándole
de meter a Akane en problemas y obligándola a participar en un combate muy
peligroso.
Se le sumaron Kuno y algún
que otro enamorado de la chica. Ranma retrocedió un poco sintiéndose culpable
por poner a Akane en peligro, los gritos, reproches, abrazos, etc… iban en
aumento. La situación empezó a hacerse insoportable. Akane esperaba la reacción
del chico, que cada vez estaba más presionado.
Todo el mundo le juzgaba,
todos se metían en su vida, todos decían la suya, menos Akane. Ranma entonces
lo vio claro, ¿quién se habían creído que eran todos para tratar de decidir por
él y manipularlo? Él decidiría con quien se casaría, no un estúpido combate.
-
CALLAROS
YAAAAA!!!!!!!! Y VOSOTRAS SOLTADME!!!!!!! – estaba completamente rojo de la
rabia, hasta que todos obedecieron y se calmó un poco.- ¿ Se puede saber que os
creéis vosotros? Os habéis metido en mi
vida desde que os conozco, o bien para retarme o bien para casaros conmigo. La
mayoría queréis matarme, vosotras decidís
mi destino en un combate en el que ni siquiera yo participo… Y ¿se supone que
debo permitíroslo?- ahora su tono era bastante irónico… - Me parece que estáis
un poquito confundidos. Para empezar, yo jamás pondría la vida de Akane en
peligro, y no creo que lo esté haciendo. En realidad, no corre peligro ninguno.
– todos se quedaron muy sorprendidos por el comentario, sin entender demasiado
lo que quería decir, Akane sonrió. – porque ella es mucho más fuerte que todas
las demás. Y no solo eso. Si Akane pelea hoy será porque quiere, ya que no lo
necesita. – Shampoo, Ukyo y Kodachi estaban ofendidas y a punto de decir algo
cuando Ranma las hizo callar con un gesto.- No van a jugarse en un combate
quien será mi esposa porque eso ya está decidido. – se dirigió hasta donde
estaba Akane apartando a las demás chicas para hacerse paso. Ante la atónita
mirada de todos los presentes, Saotome levantó suavemente la cara de Akane y la
besó delante de todos. Ella se quedó inmóvil ante la demostración pública de su
prometido. El la había besado delante de sus otras prometidas y eso la
emocionó. La cogió de la mano. – Akane Tendo es la única chica con la que me
casaría. – se oyeron toda clase de exclamaciones, desde los “ya era hora” por
parte de las amigas/os de de la pareja hasta “eso es imposible”, “no pienso
consentirlo”, etc. – Si ella quiere, claro. – la miró a los ojos mientras
pronunciaba esas palabras. Ella le respondió con una sonrisa asintiendo con la
cabeza tímidamente.- Shampoo, Ukyo, Kodachi, Kuno, Ryoga y todos los que no
estén demasiado de acuerdo con lo que acabo de decir, lo siento, la verdad es
que hemos vivido muchas aventuras juntos y me encantaría poder consideraros
como mis amigos, siempre que respeten nuestra decisión. Amo a Akane con todas
mis fuerzas y no permitiré que nadie vuelva a intentar separarnos. Ahora solo
les pido que me entiendan, si de verdad aman a alguien o lo han hecho alguna
vez nos dejaran ser felices. Ya es hora de que olviden los compromisos
pactados, las reglas de una tribu, las obsesiones y las fantasías (eso va por
Kodachi y Kuno) y también reconsideren si es amor lo que sienten o simplemente
orgullo. El amor no es una competición.
Todos permanecieron callados.
Eran demasiadas cosas las que debían asimilar. Ranma confesando abiertamente
que quería a Akane y besándola delante de todos, ésta sin golpearle por su
atrevimiento. Él pidiéndoles que sigan siendo amigos y que acepten su decisión.
Ella cogida de su mano consintiendo aquella situación.
Estaba claro, todos sabían
desde un principio la verdad que solo ahora se había expresado con palabras.
Todos conocían los sentimientos de la joven pareja, por eso se dedicaron con
todas sus fuerzas a colaborar con que siguiera siendo un secreto. Pero ya no
había nada que hacer, lo que tanto habían temido los/as pretendientes de Ranma
y Akane acababa de ocurrir ante sus ojos y ellos nada podían hacer, lo sabían.
Lágrimas escapaban de los ojos de las tres chicas, se sentían tristes al tener
que reconocer que de nada les servirá retar a Akane ni inventar algún truco
para conseguir engañar al chico, ya estaba todo perdido, y les dolía.
Ryoga salió corriendo del
lugar, pronto se perdió y lloró amargamente para tratar de arrancarse la
tristeza que sentía.
Kuno trató de atacar a Ranma
acusándole de haber hechizado a Akane, fue ella misma la que le dejó claro de
una patada que de hechizos nada. Y su hermana le siguió saltando por los
tejados para dar con él y conseguir su ayuda para separar a la joven pareja.
Ella no aceptaría una derrota en la vida, aunque conseguir lo que quiere le
cueste la cordura.
El resto de gente se fue
dispersando, sintiéndose fuera de lugar. Algunos felicitando a la pareja o
despidiéndose con gestos cómplices, otros en silencio.
Nabiki seguía grabando, como
llevaba haciendo desde que la pareja llegó al instituto.
Ranma y Akane permanecían en
silencio, tomados de la mano esperando la respuesta de los que quedaban allí.
-
Lo siento Ranma,
Akane… - Ukyo fue la primera en hablar – yo… claro que seremos amigos, de todas
formas siempre supe que os queríais y que era cuestión de tiempo que os dierais
cuenta. – las lágrimas casi no la dejaban hablar. – yo no me interpondré, lo
prometo. Ahora si no os importa… debo irme. – Se fue corriendo del lugar.
Aunque sus palabras habían sido sinceras aún amaba a Ranma, o tal vez estaba
demasiado acostumbrada a creer que lo quería…
-
Espera Ukyo. – la cocinera se giró ante la
llamada de Akane. – Gracias. - las dos
chicas se sonrieron entre lágrimas. Ambas sabían que habían ganado una amiga.-
No te vayas Ukyo, por favor.
-
Yo no saber que
decir. – la amazona no quería darse por vencida con respecto a su compromiso
con Ranma, pero empezaba a tener claro que no podía hacer nada al respecto.
Ranma había hablado de orgullo. Quizás era verdad que ella solo creía estar
enamorada del chico por honor y por unas estúpidas leyes. Además, lo que
acababa de pasar entre las otras chicas la había conmovido. Ella nunca tuvo
amigas, solo compañeras de entrenamiento con las que competir por ser la mejor
y prometidas contra las que pelear por conseguir casarse con Saotome. En el
fondo la chica de cabellos púrpuras había compartido momentos muy divertidos
con los habitantes de Nerima, quizá les tenía cariño, incluso a Akane… - Yo…
puede que ser buena amiga… - miró al suelo avergonzada, aunque… no querer
renunciar a combate con chica violenta y chica de la espátula, no por Ranma, por
nosotras. Akane haber mejorado ¿no? Yo querer honrar a amiga como luchadora con
buen combate. Saotome no premio para ganadora, palabra de amazona – dirigió su
mirada hacia las demás que asintieron sonriendo y llorando a la vez. Ranma se
sintió un poco fuera de lugar, pero también algo conmovido por las palabras de
sus exprometidas.
-
Snif, snif, snif
– Saotome se giró ante los sollozos que provenían de detrás de unos matorrales.
Ranma vio a Ryoga, sentado y abrazándose las rodillas, pensaba que se encontraba
en el bosque ya muy lejos de Nerima… (este Ryoga… )
-
Un momento
chicas. Enseguida vuelvo. – el chico de la trenza fue hasta Ryoga y puso su
mano en el hombro de éste. – Hey, ¿estás bien? – El chico perdido lo miró con
tristeza.
-
Ella te quiere,
siempre lo he sabido. Lo que no lograba entender es por que tú fingías que no
te interesaba, siempre estuviste enamorado de ella. Llegué a pensar que jamás
serías lo suficientemente valiente como para decirle algún día lo que sientes,
y creía que no la merecías por cobarde. Pero ha llegado el día, ahora los dos
sabéis que os queréis y yo ya no tengo nada que hacer aquí.
-
Te equivocas
Ryoga. Tú eres nuestro amigo. Akane te quiere mucho, y a mi…me… me gustaría que
te quedaras para tener a alguien con quien entrenar. Ya sabes… después de mi tú
eres el más fuerte.
-
Oye, ¿cómo que
después de ti, creído? – los dos chicos se enzarzaron en una amistosa pelea que
llamó la atención de las chicas. Se rieron y contemplaron la escena hasta que
ellos sintieron su presencia y dejaron de pelear.
El grupo de amigos abandonó
el lugar de la pelea. Nabiki se secó un par de lagrimillas de los ojos y apretó
una cinta de video contra su pecho. No solo la emocionaba el hecho de poder
ganar una fortuna por la venta de su grabación, por fin su hermana sería feliz
y ella había inmortalizado el momento. Ese vídeo no tenía precio, y eso no era
algo habitual para la mediana de las Tendo. Quizá fuese un buen regalo de…
¿boda?
Ni que decir queda que la
mediana de las Tendo vendió a su pobre padre el video, y eso que por un momento
pensó que no tenía precio... Tampoco hará falta aclarar que antes de que la
pareja llegase a casa toda la familia al completo había visto la película y se
abrazaban entre risas, llantos y guirnaldas mientras decoraban el dojo y
llamaban al cura.
Pero Ranma y Akane ya
conocían a su familia y no tenían ninguna intención de volver a casa aún.
Pasearon cogidos de la mano, disfrutando de todos los besos que en este tiempo
no se atrevieron a darse.
Pasaron junto a un templo y
Ranma miró de forma extraña a su chica, la volteó para quedar cara a cara, ella
le sonreía.
-
Akane… ¿Quieres
casarte conmigo? ¿Quieres ser mi esposa? – preguntó el chico un poco nervioso.
-
Claro que sí,
Ranma, te lo dije antes, frente a todos… - se sonrojó al recordar la escena.
-
Si, pero yo me
refiero a ahora mismo. A que tú y yo entremos aquí y salgamos casados, a no
esperar una fiesta organizada ni impuesta, a ser nosotros los que decidamos
unir nuestras vidas y a que eso sea en este momento. No he tenido nunca nada
tan claro como que te quiero más que a mi vida y que si me faltas me muero, así
que sé mi esposa Akane… - se arrodilló y miró a la chica con cara de súplica.
No hacía falta, Akane lo ayudó a levantarse y lo besó apasionadamente.
-
Tómatelo como un
“ ¿y a qué esperamos a entrar?”. Yo tampoco sabría vivir sin ti Ranma, y te
amo. Quiero casarme contigo ahora mismo.
La pareja entró al templo y
aunque al principio el sacerdote se mostró reacio a casarlos terminó escuchando
su historia y aceptó a casarlos.
Salieron como marido y mujer,
pero decidieron no decir nada. Sería un matrimonio en secreto por el momento,
pues querían seguir con sus vidas y acabar sus estudios como todos los chicos
de su edad. Si decían que ya estaban casados los harían llevar el dojo y
llenarlo de niños, cosa que por el momento no les interesaba en absoluto.
Se dirigieron hacia la
residencia de los Tendo, despacio. Al entrar se encontraron con la fiesta que
había organizado su familia, con un cura y los trajes de novios preparados.
Todo lo necesario para una boda japonesa estaba listo, la verdad es que habían
sido muy rápidos. No quisieron invitados, por si destrozaban de nuevo la
ceremonia. Ranma y Akane se echaron a reir ante la atónita mirada de los
presentes, y sin hacer ningún caso a la celebración, se dirigieron a la
habitación de la chica.
Ante la insistencia de Soun y
Genma la pareja bajó al salón.
-
Supongo que ya
saben que Akane y yo nos amamos. Pues bien, me alegro de que estén contentos
por nosotros, pero más les vale no interferir o ya se pueden estar olvidando de
unir las escuelas o de que dirijamos el dojo. Lo que hagamos es solo cosa
nuestra y no lo volveré a repetir. – Ranma dejó más que zanjado el asunto de
las bodas sorpresas, pues nadie se atrevió a decir ni una palabra.
Esa noche Ranma se coló por
la ventana en la habitación de su esposa. Lo hizo cuando todo el mundo se quedó
dormido. Ella lo esperaba con el camisón que su hermana mayor le regalara para
su boda fallida, algo que dejó al chico alucinado. Ella se veía preciosa.
Ambos se recostaron en la
cama y se besaron a la vez que se susurraban todas las cosas que tanto se
habían callado. Esa noche se entregaron por primera vez el uno al otro, y
decidieron repetir todas las siguientes.
fin
Laura
Nota de la autora :
Bueno, este es mi primer fic,
aparte de “ con que fea, ¿eh?” que estoy escribiendo con mi querido primo Jordi
(al que ya todos conocéis), y espero que les haya gustado.
Como practicante de artes
marciales quería hacer un fanfic en el que primase su importancia, y se me
antojó romántico que las artes marciales fuesen un nexo muy fuerte entre Ranma
y Akane. Y este fue el resultado…
También pensaba que al final
todos podrían quedar como verdaderos amigos, ya que son muchas aventuras las
que les unen y ya que todos han tenido una vida bastante solitaria. En fin, que
me he pasado de empalagosa, lo sé, pero me apetecía mucho hacer un final feliz.
La verdad es que aunque no
sea algo habitual en mí enviar mails de felicitación, y alguien debería matarme
por ello (perdón, perdón!!!) , les aseguro que soy una fiel seguidora de todos
ustedes y que me paso horas leyendo sus obras. Espero dejar la timidez a un
lado ahora que por fin he conseguido escribir algo y me he atrevido a enviarlo
y hablar con todos los asiduos al portal.
Dedico este fic especialmente
a mi primo Jordi, y también a todos los que escribís historias increíbles:
Mouri-san, WarriorQueenFC,
Danae, Némesis, Gilgamech, Ayumi, Rakane, Marta, Ori-chan, Mimi-chan…
Y perdonar que no siga
diciendo nombres, porque no pararía.
Un beso a todos y gracias por
haber leído mi historia, espero de corazón que les guste.
Para lo que sea: akanesan@hotmail.com
Espero sus comentarios!!!!
Adios.
Jofndcbidcbidhuehcihrfuhb me encanto *-*
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