“Ranma ½”: “Batman vuelve”.
Fanfiction escrita por: Marco Antonio Carballo (MARK6_9@hotmail.com).
Basada en los personajes creados por: Rumiko
Takahashi. Todos los personajes son propiedad y Copyright © de ésta autora. Los
personajes de “Batman”, son propiedad y Copyright © de DC Comics.
Episodio único.
Nota del autor: En este One-Shot (Fanfiction que
consta de un único episodio), presento mi propia versión de la película “Batman
vuelve”, filmada en 1992, y dirigida por Tim Burton. En ella, los personajes de
“Ranma ½”, son los protagonistas, adaptados al universo batmaniano.
Lista de personajes.
Ranma Saotome / Batman: Millonario de Ciudad Gótica,
cuando niño, observó a sus padres, Genma y Nodoka Saotome, morir asesinados por
un criminal. En las noches, se convierte en Batman, el defensor de Ciudad
Gótica.
Akane Tendo / Gatúbela: Originalmente, una simple
secretaria, de la Corporación Unryuu, debido a un accidente, provocado por su
jefa, Akari Unryuu, adquiere las cualidades de los felinos, además de
convertirse en una experta, en el manejo del látigo. Se convierte en el interés
sentimental, de Ranma Saotome.
Ryoga Hibiki / El Pingüino: Ser físicamente deforme,
abandonado por sus padres, trata de ganarse un lugar en la sociedad, con la
ayuda de la millonaria industrial Akari Unryuu. Líder de “La Banda del Circo
Triángulo Rojo”.
Hikaru Gosunkugi / El Organillero: Secuaz, y “mano
derecha”, del Pingüino.
Akari Unryuu: Millonaria, y muy atractiva, dueña y
jefa suprema de la Corporación Unryuu, busca convertirse en la gran benefactora
de Ciudad Gótica. En lo más profundo de su ser, es manipuladora, egocéntrica y
malvada.
Wiggins McNaughton (Personaje original, creado por
el autor): Mayordomo de Ranma Saotome, desde que él era pequeño. Lo ayuda, en
todo lo que puede, porque es muy inteligente y discreto.
Comisionada de Policía Mariko Konjo: Jefa del
Departamento de Policía de Ciudad Gótica, apoya a Batman, hasta donde puede
hacerlo.
En una helada
noche, cercana a la Navidad, en la mansión de la adinerada familia Hibiki, el
esperado nacimiento del hijo de la familia, se iba a producir.
El doctor y la
enfermera, estaba listos, y tenían todo preparado.
Mientras su
esposa daba a luz, el señor Hibiki esperaba en la sala, mirando la nieve caer,
mientras bebía un martini bien frío, apenas a tono con la noche.
Por un
momento, le pareció que el parto, se alargaba demasiado. Se sintió tentado de
ir a ver, pero no lo hizo, decidiendo esperar un poco más. Bebió un trago, de
su martini.
De repente, un
llanto cortó la noche, rivalizando con la tormenta que rugía, afuera.
Además, pasó
algo que no estaba previsto, algo que espantó al señor Hibiki.
Abriendo la
puerta, y dando gritos de miedo, la enfermera, primero, y el doctor, después,
salieron de la habitación, dejando atrás el llanto del niño, y los gritos de
terror, de su madre. Intrigado, el señor Hibiki pidió una respuesta, pero no la
obtuvo.
Más intrigado
a cada segundo, el señor Hibiki entró, a la habitación, donde estaban su
esposa, y su hijo. Segundos después, sus gritos de terror, se unieron a los de
su esposa.
Algunos días
después, eran los 2, los Hibiki, quienes bebían martinis, mientras veían, con
aprensión, una jaula de acero, ubicada en medio de la sala. En sólo un segundo,
una mano, más parecida a una aleta, que a una mano humana, salió por una
ventanilla, agarró al gato de la familia, y lo introdujo a la jaula. Tras un
momento, el gato dejó de maullar. Los Hibiki se miraron, había que hacer algo,
y pronto.
Algo más
tarde, bajo una nevada muy tenue, los Hibiki salieron, empujando un carrito,
adentro del cual, iba su hijo. Pasaron junto a otra pareja, y los saludaron
diciendo “¡Feliz Navidad!”, sólo para apurar el paso, y llegar a su destino.
El destino de
los Hibiki, era un pequeño puente, ubicado en un parque de Ciudad Gótica. Una
vez allí, viendo que nadie los veía, al decir una, alzaron el carrito,
convenientemente cerrado y, sin pensarlo mucho, lo lanzaron a un río que pasaba
por debajo del citado puente. Luego, lo vieron
alejarse, llevado por la corriente.
Al ser llevado
por la corriente, el coche bajó por una serie de conductos. Lentamente, fue
llevado, en ruta a un destino determinado. Un destino, determinado, valga la
redundancia, por el destino mismo, que rige la vida, de todos los mortales.
Guiado por las
aguas, el pequeño de los Hibiki, fue a parar al Mundo Ártico, una atracción del
Zoológico de Ciudad Gótica, donde vivían los pingüinos. Las aves no voladoras,
recogieron al pequeño Hibiki, y lo adoptaron, como si se tratara de uno de los
suyos. Así, pasaron varios años, mejor dicho, muchos años…
Ciudad Gótica,
muchos años después, en vísperas de Navidad…
-¡¡¡¡¡LEAN LAS
NOTICIAS!!!!! –gritaba un voceador del Gotham Globe, el periódico más popular
de Ciudad Gótica, en Plaza Gótica, un verdadero centro neurálgico de la ciudad.
-¡¡¡¡¡EL PINGÜINO, ¿UN SER REAL, O UN MITO?!!!!! ¡¡¡¡¡NO SE QUEDE SIN LEER, LA
NOTICIA DEL MOMENTO!!!!!
Debajo de las
calles, alguien observaba, todo aquel movimiento, y murmuraba.
-¿Un ser real,
o un mito? –preguntó el oculto ser, sonriendo en la oscuridad. -¡Muy pronto,
sabrás la verdad, como la sabrá, toda Ciudad Gótica!
Justo en ese
momento, pasaba por Plaza Gótica, Wiggins McNaughton, el flemático mayordomo
inglés de Ranma Saotome. El voceador, se le acercó.
-¿Quiere el
Gotham Globe, señor? –preguntó el voceador, un chico de escasos 15 o 16 años.
-¡Lea, sobre el Pingüino! ¿No le interesa, señor?
-¡Jovencito,
si quisiera leer, leería algo ilustrativo! –respondió Wiggins, británicamente
molesto. -¡La verdad, me asombra, las cosas que escriben ustedes, los
americanos!
Sin decir más,
Wiggins se fue, dejando pensativo, al joven voceador. Este, estaba tan, pero
tan ido, que no notó, que uno de los periódicos se le cayó al suelo, siendo
tomado, en menos de un parpadeo, por una mano, que emergió de debajo de la
calle.
Justo en ese
momento, las autoridades de la ciudad, entre ellas, la Comisionada de Policía,
Mariko Konjo, dirigían una enorme celebración navideña, en plena Plaza Gótica.
En cierto momento, la Comisionada anunció que, esa noche, iban a tener, a una
invitada muy, pero muy especial. La expectación, era grande, entre los
presentes.
En ese
momento, en la parte más alta, del edificio de la Corporación Unryuu, la dueña,
Akari Unryuu, charlaba con algunos inversionistas.
-¡Así es,
amigos! –decía Akari, una chica muy linda, de cabello café, y ojos también
cafés. -¡Mi legado, para Ciudad Gótica, será una enorme planta de energía!
Justo en ese
momento, entró alguien. Era Akane Tendo, la tímida secretaria de Akari Unryuu.
Al entrar, hizo un anuncio, tras pedir permiso.
-¡Señorita
Unryuu, ya es hora, la esperan abajo! –anunció Akane, tras consultar sus notas.
-¡Las autoridades, entre ellas, la Comisionada, ya están en Plaza Gótica!
-¡Gracias,
Akane! –agradeció Akari, poniéndose de pie, y empezando a dirigirse, junto con
los inversionistas, al elevador, para bajar a Plaza Gótica. -¡Vamos, amigos!
Mientras Akane
recogía las tazas de café, Akari y los inversionistas, llegaban a Plaza Gótica.
Al verla, la Comisionada Mariko Konjo, supo que era el momento esperado.
-¡Damas y
caballeros, les presento, a la Señorita Claus, de Ciudad Gótica! –exclamó la
Comisionada, con una voz, que denotaba felicidad. -¡Con ustedes, Akari Unryuu!
Una gran
ovación, sacudió el ambiente. Akari, llegando ante los micrófonos, habló.
-¿Señorita
Claus? ¡No lo creo! –empezó Akari, tras repartir una buena cantidad de regalos.
-¡Sin embargo, a mí, y a todos los que trabajamos en la Corporación Unryuu, nos
gustaría darle, no a Ciudad Gótica, sino a todo el mundo, paz, amor, y
esperanza, envueltos en un lindo y enorme paquete! ¡Gracias por venir, y Feliz
Navidad!
-¡Muy pronto,
mi estimada amiga, harás mucho por ésta ciudad! –murmuró una voz, desde el
subsuelo. -¡Sólo espera, que ya va a empezar la verdadera fiesta, una fiesta
que, de verdad, nadie podrá olvidar, ni ahora, ni nunca!
Justo
entonces, Akari metió la mano, en un bolsillo, según ella, para sacar un
pequeño discurso, que Akane, su fiel secretaria, le había ayudado a redactar.
Para su sorpresa y desencanto, no estaba, lo había olvidado.
“¡Nota para recordar, darle una regañada, a cierta
secretaria, por tonta!”, se dijo Akari, mientras
decidía improvisar. “¡Si más no recuerdo,
ella es sólo una secretaria y, por tanto, debe estar acostumbrada, a escuchar
regaños, y llamadas de atención!”
Tras decirse
eso, Akari empezó una pequeña alocución, en la cual destacaba, su deseo, ya
conocido, de ayudar a Ciudad Gótica, para que ésta, cada día, fuera una mejor
ciudad, que no debiera envidiarle nada, ni a Metrópolis, ni a ninguna otra
ciudad.
Mientras Akari
seguía hablando, de detrás de un edificio, iba saliendo una enorme caja,
envuelta en papel rojo, y atada con un gigantesco moño verde. Mientras los
presentes aplaudían, la Comisionada, dubitativa, se acercó a Akari.
-¡Excelente
idea, señorita Unryuu! –dijo la Comisionada, en voz baja. -¡Prometedora!
-¡No es idea
mía, Comisionada! –respondió Akari, también, en voz baja. -¡Tíldeme de
“pesimista”, pero esto, me está dando, muy mala espina!
Akari, tenía razones de sobra, para estar
preocupada. De repente, justo cuando nadie lo esperaba, el moño se soltó, y el
papel cayó, permitiendo que, de la enorme caja, saliera una multitud de acróbatas,
saltimbanquis, tragafuegos, y varios sujetos más, todos relacionados, a no
dudarlo, con un circo. Pero este circo, tenía su historia. Prueba de eso, es
que, a decir una, todos empezaron a
atacar a los presentes, y a causar todos los daños posibles, imaginados y no
imaginados. Al rato, todo era un caos.
-¡La
Batiseñal, rápido! –pidió la Comisionada, hablando por un radio. -¡Enciéndanla!
Obedeciendo a
la orden dada, un par de policías, actuando con rapidez, procedieron a encender
la Batiseñal, la cual, mediante un sistema de receptores, fue desviada, hasta
la Mansión Saotome, una gran casa, ubicada en Bristol, en las afueras de Ciudad
Gótica.
En la oscura
biblioteca, el dueño de esa casa, el millonario Ranma Saotome, meditaba
profundamente. Al ver la Batiseñal, se puso de pie, con lentitud y, viendo esa
señal de socorro, Ranma Saotome supo algo. Ciudad Gótica, llamaba a Batman.
Caminando despacio, como midiendo cada paso dado, Ranma Saotome se dirigió a la
Baticueva.
Una vez allí,
procedió a ponerse el Batitraje y, tras ponérselo, subió al poderoso Batimóvil
y, tras encenderlo, se dirigió a Plaza Gótica. En ese sitio, mientras tanto, se
calmaban un poco los ánimos. Varios atacantes, llegaron a la tarima, donde
estaban los invitados principales. Uno de ellos, que se llamaba el Organillero,
se adelantó.
-¿Quiénes son
ustedes? –preguntó la Comisionada, seria como pocas veces. -¡Si no les molesta,
díganme que buscan aquí!
-¡Me
sorprende, que no nos recuerde, Comisionada! –contestó el Organillero. -¡Somos
“La Banda del Circo Triángulo Rojo”, y buscamos a alguien!
-¡Muy bien, lo
escucho! –empezó la Comisionada, decidida. -¿Para qué me quieren, Organillero?
¿Piensan raptarme, y pedir rescate por mi vida?
-¡Policía
necia, y más que necia! –gritó el Organillero, un sujeto flaco, pálido, y de
aspecto espectral. -¡No la queremos a usted, queremos a Akari Unryuu!
-¡Mejor huya,
señorita Unryuu! –pidió la Comisionada, viendo a Akari. -¡Vamos, corra!
Akari,
obedeciendo, salió en carrera. Al ver eso, el Organillero y sus secuaces,
molestos de verdad, reanudaron sus ataques, contra todos los que acertaban a
pasar por Plaza Gótica. Justo entonces, el Batimóvil, con los motores rugiendo
al máximo, llegaba a Plaza Gótica. Al entrar, 2 tipos, vestidos de payasos,
saltaron a la tapa del oscuro vehículo. Batman, al verlos, aceleró y, llegando
cerca de un edificio, frenó de golpe, enviando a aquellos sujetos, directo
contra un enorme escaparate.
En eso, Akane
notó, con gran espanto, que Akari había dejado su discurso. Con celeridad, tomó
el elevador, y bajó a la calle. Por estar varios pisos arriba, Akane no se
había dado cuenta, del desaguisado que agitaba a Plaza Gótica.
Llevando los
papeles en las manos, Akane salió a la calle, sólo para casi, ser atropellada
por un sujeto, que manejaba un monociclo. Acto seguido, retrocedió, dando
traspiés, sólo para verse atrapada por un payaso, justo cuando el Batimóvil,
llegando frente al edificio de la Corporación Unryuu, se detenía. Batman,
bajando del auto, se deshizo, a golpes, de 2 sujetos enmascarados, para, al
final, quedar frente al payaso que retenía a Akane. Estaba silencioso, viendo
fijamente a ese malhechor.
-¡Alto ahí,
Sr. Murci-Del-Lago! –demandó el payaso, sacando un aparato de electroshock.
-¡Si avanza, un paso más, la chica, recibirá un buen golpe!
-¡No, por
favor! –pidió Akane, pálida del susto. -¡Ayúdeme, por lo que más quiera!
Batman, sin
decir nada, sacó un aparato lanza-gancho de su cinturón, apuntó y disparó,
impactando en la pared, detrás del payaso. Este, al ver eso, sonrió.
-¡Fallaste!
–se burló el payaso, sin fijarse bien.
Batman, por
toda respuesta, jaló la cuerda, arrancando un enorme pedazo de mampostería, el
cual, con gran fuerza, pegó en la cabeza del payaso, noqueándolo.
Akane, al verse
libre, le descargó una patada al payaso. Ver eso, daba pena ajena.
-¡Vaya, el
Batman! –exclamó Akane, viendo al Señor de la Noche que, desde que había
llegado, no había dicho palabra alguna. -¿O es sólo Batman? ¡Digo, como
quieras!
Batman,
siempre silencioso, se retira, dejando a salvo a Akane, y pasa ocupado un buen
rato, venciendo, y poniendo en fuga, a los numerosos atacantes, y entregando a
varios, a la policía. Akane, por su parte, mientras se calmaba, tomó el aparato
de electroshock del payaso, y se lo guardó, en un bolsillo, por si llegaba a
necesitarlo, en un futuro, no muy lejano. Tras eso, ya más calmada, decidió
volver a su trabajo.
Justo
entonces, Akari llegó, corriendo, a lo que, según ella, era un callejón,
relativamente seguro. Mientras tomaba aire, una trampilla se abrió,
llevándosela al subsuelo. Fue algo
realmente rápido, como un parpadeo.
-¡Gracias por
venir, Batman! –saludaba, mientras tanto, la Comisionada, al héroe
defensor de Ciudad Gótica. -¡Es “La
Banda del Circo Triángulo Rojo”, han vuelto!
-¡Ya lo
veremos, Comisionada! –aseguró Batman, serio como siempre. -¿Falta alguien?
-¡Sólo la
señorita Akari Unryuu, dueña de la Corporación Unryuu! –contestó la
Comisionada, cayendo en la cuenta, de la ausencia de la empresaria. -¿Dónde se
metería, esa pequeña mañosa? ¡Búsquenla, muchachos!
Al rato, Akari
abrió los ojos, y lamentó haberlos abierto, al notar que estaba en las cloacas,
en el subsuelo de Ciudad Gótica, rodeada de mucha gente, vestida como
figurantes de un circo, así como por muchos pingüinos, de varias razas y
tamaños.
A cierta
distancia, algo, o alguien, alimentaba a unos de esos pingüinos. Al notar que
Akari, ya estaba despierta, sonrió macabramente.
-¡Me parece,
señorita Unryuu, que la palabra que busca es… AAAAAHHHHH! –dijo aquel extraño
sujeto, pasando cerca de Akari.
“¡Era verdad, lo que decían la gente, y los
periódicos!”, pensó Akari, viendo a aquel
grotesco sujeto. “¡Hay un
hombre-pingüino, viviendo debajo de Ciudad Gótica!”
-¿Pasa algo,
señorita Unryuu? –preguntó el Pingüino, siempre sonriendo. -¡Supongo, que se
pregunta, que está haciendo aquí!
-¡A decir
verdad, sí, señor Pingüino! –indicó Akari, con un dejo de miedo, en la voz, la
cual se le quebró un poco. -¡No veo, en serio, en que le puedo ser útil!
-¡Un refrán
dice “Pájaros de la misma pluma, se juntan”, señorita Unryuu! –explicó el
Pingüino, con cierta solemnidad. -¡Usted y yo, somos monstruos, algo distintos,
pero monstruos, después de todo!
-¡Difiero en
eso! –exclamó Akari, decidida. -¡Yo, soy una mujer de negocios! ¿Ruda? ¡Lo soy!
¿Ganadora? ¡Así me describo! ¡Pero eso, no me hace un monstruo!
-¡La verdad,
eso no importa! –contestó el Pingüino, dejando de sonreír. -¡Deseo saber quien
soy, realmente! ¡Al igual que usted, yo soy de la superficie, no nací aquí!
-¿Y desea mi
ayuda, para poder volver allá arriba? –inquirió Akari, dubitativa. -¡Pues no
sé, creo que, en efecto, algo podríamos hacer! ¡Por ejemplo, podría lanzarlo
como candidato a Alcalde! ¿Qué me dice, señor Pingüino?
-¿No sería una
locura? –quiso saber el grotesco hombre-ave, dubitativo. -¡Hasta donde yo sé,
las elecciones son en noviembre, del año entrante! ¡Además, para destituir al
Alcalde, debería pasar algo muy, pero muy malo!
-¡No se
preocupe, señor Pingüino! –pidió Akari, mesándose el mentón. -¡Deje todo en mis
manos y, muy pronto, Ciudad Gótica estará “patas arriba”, y pidiendo orden!
Al día
siguiente, el Alcalde, junto con su esposa y su hijo, asistía a dar un
discurso, pidiendo calma a los habitantes de Ciudad Gótica, que aún, andaban
algo asustados, a causa del reciente ataque de “La Banda del Circo Triángulo
Rojo”.
De repente,
cuando nadie lo esperaba, un payaso llegó, dando marometas y brincos. Con
prestancia, agarró al bebé del Alcalde, y se paró frente a los micrófonos.
-¡Nunca, me
han gustado los discursos! –dijo el payaso. -¡Por eso, sólo les diré gracias
por todo, y adiós! ¡Ya debo irme!
Con un salto
de espanto, el payaso se introdujo en una alcantarilla cercana, la cual, hasta
entonces, nadie había notado que estaba destapada. Una gran cantidad de
curiosos, expectantes, se acercaron a aquel agujero, y trataron de ver algo.
Si bien, no se
veía nada, se escuchó una voz, suplicante.
-¡Oh, no! ¡Es
el Pingüino! –decía la voz, la cual, en el acto, fue reconocida, como la voz
del payaso, que tomó al bebé del Alcalde. -¡Tenga al niño, no me lastime!
En realidad,
todo era parte del plan de Akari Unryuu, para poner al Pingüino, como nuevo
Alcalde de Ciudad Gótica. Hasta ahora, funcionaba, y bastante bien.
Acto seguido,
el Pingüino, usando una plataforma levadiza, instalada en su transporte, un
carro con aspecto de pato amarillo gigante, subió, llegando a la superficie.
Un momento
después, miles de flashes fotográficos, brillando como centellas, iluminaban al
grotesco hombre-ave, el cual, fingiendo timidez, se escudaba de los
resplandores, al tiempo que, con lentitud, llegaba con el Alcalde, y le daba a
su bebé.
Algo lejos de
allí, en la Mansión Saotome, el dueño de esa casa, el millonario Ranma Saotome
(Quien, en secreto, es Batman), miraba lo sucedido en la televisión, junto con
su fiel mayordomo inglés, Wiggins McNaughton. Ranma, al ver eso, estaba pensativo.
-¡Wiggins,
consígueme información, sobre el Circo Triángulo Rojo, por favor! –pidió Ranma,
sin dejar de ver la televisión. -¡Tengo una corazonada, y deseo aclararla!
-¡Al instante,
señor! –respondió Wiggins, dirigiéndose a la computadora. -¡Buscaré en la
Internet, para mejores resultados!
Mientras
Wiggins, diligentemente, buscaba la información, pedida por su amo, el
Pingüino, tras hablar con el Alcalde, y las demás autoridades de Ciudad Gótica,
externó un deseo: conocer su nombre humano, y saber quienes eran, o fueron, sus
padres. Además, contó que los entendía por abandonarlo, ya que la gente, le
teme a lo que no comprende. Por ese lado, todo estaba claro, al menos, para él.
El Alcalde, en persona, acompañado por la Comisionada, Mariko Konjo, lo llevó
al Registro Civil, para que buscara la información que deseaba conocer.
Después, pidió que lo dejaran solo.
Por varias
horas, el Pingüino, con verdadera paciencia de franciscano, estuvo registrando
miles y miles de documentos, buscando lo que deseaba. Aparte de eso, y
aprovechando que, por mandato del Alcalde, nadie lo iba a molestar, iba
copiando otros datos, al parecer, de poco interés, pero que, para él, valían
mucho, y eran oro puro.
Al tiempo que
esto pasaba, Batman patrullaba las calles de Ciudad Gótica, en su increíble
Batimóvil. La nevada que caía sobre Ciudad Gótica, prácticamente, había barrido
las calles, y eran muy pocas, las personas, que estaban en las calles.
Al día
siguiente, en un cementerio, el Pingüino era observado por muchos reporteros,
por mientras se acercaba a un par de tumbas, se arrodillaba delante de ellas, y
oraba. En las tumbas, se leían los nombres de Eizan y Ayako Hibiki, fallecidos
varios años atrás.
Tras acabar
sus oraciones, y dirigir una mirada al Cielo, el Pingüino, se dirigió a la
salida del cementerio. Una vez allí, los reporteros lo entrevistaron.
-¡Un pingüino,
amigos míos, es un animal! –empezó diciendo, muy serio, el grotesco hombre-ave.
-¡Yo, tuve padres, y tengo un nombre humano! ¡Me llamo Ryoga Hibiki!
-¿Tiene algún
plan, para un futuro cercano, señor Hibiki? –preguntó un reportero, extendiendo
su grabadora. -¡Digo, si es algo, que quiera contarle a la prensa!
-¡He decidido,
postularme para Alcalde! –anunció el Pingüino, sonriendo. -¡Para lograrlo,
cuento con el apoyo, de una muy importante empresaria de Ciudad Gótica, la
señorita Akari Unryuu, presidenta y dueña, de la Corporación Unryuu!
Esa noche,
mientras tanto, Akane Tendo, la secretaria de Akari Unryuu, revisaba algo en la
oficina de su jefa, cuando, de repente, notó que Akari, estaba justo detrás de
ella.
-¿Qué hace,
señorita Tendo? –preguntó Akari, con voz calmada. -¿Busca algo?
-¡Buscaba
algo, y encontré algo! –contestó Akane, con voz apurada. -¿Sus inversionistas
saben, que su famosa “planta de energía”, en vez de darle energía a Ciudad
Gótica, más bien, se la va a succionar? ¡Responda!
-¿Cómo supo
eso, señorita Tendo? –quiso saber Akari, con interés. -¿Cómo accedió, a mis
archivos protegidos? ¡Vamos, dígame!
-¡Fue fácil,
en realidad! –contestó Akane, algo calmada. -¡Supuse que su clave, era
“Geraldo”, el nombre de su mascota, un perro chihuahua, y acerté!
Akari,
sorprendida, no respondió a esa explicación. Sin decir nada, y mesándose el
mentón, caminó por la oficina, llegando cerca de una ventana. Akane, extrañada,
la siguió. ¡Vaya una mala idea! Al ver a Akane, cerca de la ventana, Akari, sin
decir nada, le pegó un empujón, haciéndola atravesar la ventana, a muchos pisos
de altura.
-¡¡¡¡¡AAAAAHHHHH!!!!!
–gritó Akane, cayendo, en caída libre.
Como una
estrella fugaz, Akane cayó, ante la mirada de Akari. Destino: La calle.
-¡Vamos a ver,
si así aprende! –masculló Akari, viendo a Akane, caída, inmóvil, en la calle,
muchos metros abajo. -¡Tal vez, debí despedirla, pero así fue mejor! ¡No le
debo nada, ni preavisos, ni cesantía, n liquidación, nada de nada!
Diciendo eso,
Akari salió de la oficina, y tomó un elevador, para salir del edificio, e irse
a su casa. Para ella, Akane Tendo estaba muerta, y eso era lo único importante.
Sin embargo,
Akane Tendo, no estaba muerta. Sólo estaba noqueada. En cosa de segundos, ella
estaba sumergida, debajo de una verdadera turba de gatos callejeros, los
cuales, al verla, se le acercaron, y empezaron a lamerla. Uno y otro, como
tomando turnos, le mordieron algunos dedos de sus manos, al tiempo que Akane,
aún sin reaccionar, medio abría los ojos, en blanco, como por inercia.
Finalmente,
Akane abrió los ojos. Su mirada, ahora, era una mirada fija, poco expresiva,
tensa como una cuerda de arco, lista para reventarse. Sin decir nada, se
levantó, y se dirigió a su apartamento. Una vez allí, abrió la puerta.
-¡Cariño, ya
vine! –gritó Akane, al abrir la puerta. -¡Lo olvidé, no soy casada!
Titubeando al
caminar, Akane entró a su apartamento, y cerró la puerta. Dejó caer, su abrigo
y su bolso, en una silla, antes de dirigirse a su contestadora telefónica. Con
lentitud, pulsó el botón, para escuchar los mensajes.
-¡Hola, Akane
Tendo! –se dejó escuchar, en un mensaje, una voz femenina. -¡Sólo te llamaba,
para recomendarte, el nuevo perfume “Dama Gótica”, el cual, desde ésta semana,
está a la venta, en los almacenes de la Corporación Unryuu!
Al escuchar la
sola mención del apellido Unryuu, Akane, literalmente, perdió la cabeza.
Olvidando todo, se dedicó, por los siguientes 5 minutos, a revolver cajones y
armarios, como si buscara algo. Finalmente, lo halló. Lo que halló, fue una
enorme pieza de cuero negro, la cual, con rapidez, se dedicó a coser.
Finalmente, acabó de coser, dejando ver que, lo que había hecho con aquella
pieza de cuero negro, no era otra cosa, que un disfraz de chica-gato, el cual
se puso en el acto. Después, cogiendo un látigo que halló (¡Sólo Dios sabía, de
donde lo había sacado!), salió de su apartamento, recorriendo las calles de
Ciudad Gótica, como si buscara algo.
Al buscar,
Akane halló lo que buscaba: una chica, era asaltada, por un par de sujetos. Sin
decir nada, Akane pegó un salto escalofriante, hasta la calle. Después,
llegando con los 2 sujetos que asaltaban a la chica, les propinó una señora
golpiza, haciéndolos correr, muertos del susto. La chica, quiso agradecerle,
pero Akane la detuvo, sosteniéndola, con la espalda, pegada a la pared más
cercana.
-¡Yo soy
Gatúbela! –se presentó Akane, hablando despacio. -¡Escucha mi rugido!
Dejando
pasmada a la chica, Gatúbela, se dirigió a los almacenes de la Corporación
Unryuu. Una vez allí, se puso a recorrer el lugar, descabezando a varios
maniquíes, a punta de latigazos. Unos guardias de seguridad, la vieron.
-¿Qué es eso?
–preguntó, curioso, uno de ellos. -¿Es algo real, o es una visión?
-¡No lo sé,
amigo! –respondió, confuso, su compañero. -¡La verdad sea dicha, no sé, si
dispararle, o enamorarme de ella!
Al escuchar
esos comentarios, los cuales le sonaron más que sexistas, Gatúbela se giró y,
con sendos latigazos, puso a los infortunados guardias en fuga, no sin antes,
desarmarlos, con velocidad de rayo.
-¡Perdedores!
–gruñó Gatúbela, asqueada. -¡No valen, ni lo que ganan, idiotas!
Después de
descabezar a algunos maniquíes más, Gatúbela tomó unos botes de pintura en
aerosol y, riendo como niña traviesa, los metió en un horno de micro-ondas, el
cual procedió a activar, y a programarle un tiempo prudencial, para poder
escapar.
Entretanto, en
las calles, los aliados del Pingüino, los integrantes de “La Banda del Circo
Triángulo Rojo” andaban, como era su costumbre, causando toda clase de
desatinos. Al menos, en esas anduvieron, hasta que llegó Batman, y los detuvo. Casi
tan rápidos, como los guardias de los almacenes de la Corporación Unryuu, los
aliados del Pingüino, a decir una, se retiraron, planeando nuevas maldades.
Tras vencer a
los secuaces del Pingüino, Batman se dedicó a hacer un recorrido, por las
cercanías, llegando a toparse, con el Pingüino, en una céntrica calle.
-¿Admiras tu
obra, grotesco ser? –preguntó Batman, viendo de hito en hito, a su deforme
enemigo. -¿Te regodeas, con tu caótica diversión?
-¡No se
justifica, ser tan rudo, mi enmascarado amigo! –contestó el Pingüino, sonriendo
macabramente. -¡Un Alcalde, debe vigilar bien a su ciudad!
-¡No eres el
Alcalde, no si yo puedo evitarlo! –respondió Batman, siempre serio. -¿Se te
ocurrió, que llegarías a ser Alcalde? ¡Pues, anda olvidando esa idea!
-¡Demasiada
seguridad, para un hombre enmascarado! –se burló el Pingüino, con calculada
frialdad. -¡No pensarás, que me vas a ganar! ¿Verdad?
-¡Las cosas
cambian! –dijo Batman, relajando un poco la cara. -¿Qué es eso?
El “eso” que
Batman viera, no era más que Gatúbela, que llegaba, haciendo volteretas, como
si fuera una gimnasta olímpica. Al ver a ese par, de extraños sujetos, se
detuvo.
-¡Miau!
–exclamó Gatúbela, justo cuando, dentro del almacén, el tiempo del horno de
micro-ondas se acababa, causando que los botes de pintura en aerosol
estallaran, en una gran explosión, la cual arrasó con el local de la
Corporación Unryuu. Batman y el Pingüino, sorprendidos por la explosión, apenas
y si pudieron protegerse.
-¡Yo la ví
primero, amigo! –gritó el Pingüino, activando su paraguas-helicóptero, y
subiendo al mismo. -¡Ni modo, enmascarado, no siempre se gana!
Batman, como
guiado por una misteriosa inspiración, se dirigió a una azotea cercana, donde,
en efecto, halló a Gatúbela. Apenas llegó, Gatúbela lo atacó, dándole de
golpes.
En medio de
los golpes, Batman reaccionó, dándole un golpe a Gatúbela, y derribándola,
justo en medio de la azotea.
-¡Oye!
–protestó Gatúbela, sorprendida. -¿Cómo te atreves? ¡Soy una mujer!
-¡Lo siento!
–se disculpó Batman, algo cohibido. -¡Déjame ayudarte!
Gatúbela,
aprovechando la coyuntura, atacó a Batman, clavándole sus garras, justo en un
costado. Al verse atacado, Batman le propinó un revés, lanzándola a un camión,
el cual, lleno de arena, iba pasando en ese momento, cerca de ese edificio.
-¡Vaya!
–murmuró Gatúbela, saliendo de entre la arena. -¡Salvada, por arena para gatos!
Al día
siguiente, Ranma Saotome llegaba al edificio de la Corporación Unryuu, para
charlar con la dueña de ésta compañía, Akari Unryuu. El motivo de su visita,
era abordar el tema de la futura planta de energía, que Akari pensaba edificar,
en un futuro cercano. Tras un par de horas de charla, Ranma decidió irse. Justo
cuando Ranma iba a salir, Akane entró, llevando, sobre una ceja, un apósito de gasa.
-¡Hola, Akane!
–saludó Akari, sonriendo forzadamente. -¡Volviste, de tus vacaciones!
-¡Así es, he
vuelto! –anunció Akane, viendo fijo a Ranma. -¡Veo que, en mi ausencia, has
seguido con tus negocios! ¿Quién es tu socio? ¿No me vas a presentar?
-¡Desde luego,
perdona! –dijo Akari, sin dejar de sonreír. -¡Akane, te presento a Ranma
Saotome, dueño de las Empresas Saotome! ¡Ranma, ella es mi secretaria, Akane
Tendo!
-¡Mucho gusto,
señor Saotome! –saludó Akane, sonriendo. -¿Le interesan la energía, y el futuro
de Ciudad Gótica?
-¡Encantado,
señorita Tendo, y no sea tan formal, puede llamarme Ranma! –saludó Ranma,
tomando una mano de Akane, y besándosela. -¡Hace un rato, Akari me dijo que
usted, andaba en un viaje de vacaciones, en un resort de esquí, en Aspen,
Colorado! ¿Ahí se hizo, esa herida que tiene en la frente?
-¡No puedo
decirle, porque tengo muchas cosas, borrosas, en mi mente! –contestó Akane,
llevándose una mano, a la frente. -¡Es posible, pero no lo recuerdo! ¡Por
cierto, si no le molesta, puede llamarme Akane!
“¡Infeliz!”, pensó
Akari, viendo fijo a Akane. “¡La próxima
vez, la tiro de la azotea, para ver, si se salva de esa! ¡Pensándolo bien, debí
hacer eso!”
-¡Bueno, yo me
voy! –se despidió Ranma, al tiempo que sacaba una tarjeta, la cual le entregó a
Akane. -¿Le gustaría cenar conmigo, mañana, Akane? ¡Llámeme, por favor!
-¡Estaré
encantada, Ranma! –respondió Akane, sonriendo. -¡Mañana, a las 7!
Asintiendo,
Ranma subió al ascensor más cercano, y se fue. Apenas se fue, Akari volteó a
ver, fijo, a Akane. Akari estaba furiosa, y no lo disimulaba. Akane, notó eso.
-¿Así, que
sobreviviste? –gruñó Akari, furiosa de verdad. -¡No me hagas enojar, niña,
porque sabes, de lo que soy capaz!
-¡No te tengo
miedo, Akari Unryuu! –masculló Akane, ya seria. -¡Si yo caigo, te llevaré
conmigo, en una caída libre, de la cual, lo juro, no te recuperarás!
Akari,
entrando en su oficina, cerró la puerta, dando un portazo. ¡Dios, como la ponía
de malas Akane Tendo, y más, ahora, que no le tenía miedo!
Algunas horas
después, Akari se reunía con el Pingüino, para ponerlo al tanto, de los avances
de la campaña electoral. Al parecer, iba bastante bien.
-¡Me alegra
saber, que todo marcha bien! –dijo el Pingüino, sonriendo. -¿No es broma,
verdad? ¿Son datos 100% fidedignos, señorita Unryuu?
-¡Desde luego,
que son datos fidedignos! –contestó Akari, sonriendo satisfecha, y haciendo,
con 2 dedos de cada mano, la V de la victoria. -¡Ya lo verá, Ciudad Gótica
caerá rendida, ante nosotros! ¡Hibiki y Unryuu, la alianza visionaria!
-¡Gracias por
todo! –exclamó el Pingüino, dirigiéndose a la parte superior, de su cuartel de
campaña. -¡La veré mañana, señorita Unryuu!
-¡Puede
llamarme Akari, Alcalde Hibiki! –remató Akari, sonriendo. -¡Mañana, será un día
muy ocupado, con su campaña! ¡Descanse, nos vemos!
Diciendo eso,
Akari empezó a salir del cuartel del Pingüino. Mientras tanto este, al subir,
se halló, ante una visión. Una visión, la cual vestía de cuero negro. En
efecto, la tal “visión”, no era otra más que Gatúbela. Al parecer, algo se
traía entre garras.
-¡Vaya, vaya!
–exclamó el Pingüino, sonriendo. -¿Qué tenemos aquí?
-¡Tengo algo,
que deseo proponerte! –inició Gatúbela, respondiendo la sonrisa. -¡Es una idea
genial, la cual, no podrás rechazar!
-¿Qué
propones, amiga? –preguntó el Pingüino, mostrando verdadero interés. -¡Vamos,
cuenta ya, por favor!
-¡Eliminemos a
un enemigo común, Batman! –propuso Gatúbela, siniestra. -¡Claro, antes, me
gustaría tenderle una trampa, con esto!
Al decir “con
esto”, Gatúbela sacó un Batibumerang, el cual, logró quitarle a Batman, durante
su enfrentamiento en la azotea, segundos antes, de ser arrojada al camión de
arena. Al mostrárselo al Pingüino, siguió sonriendo.
-¿Esa, es un
arma de Batman? –inquirió el Pingüino, interesado. -¿Qué planeas hacer?
-¡Ya lo verás,
amigo mío! –indicó Gatúbela, ya seria. -¡Será ésta noche, cuando pretendan
volver a encender, el árbol de Navidad, de Plaza Gótica! ¡Claro, ya he elegido
a la víctima, para poder atraer al enmascarado!
Una hora
después, Akane acababa de cenar, con Ranma, en la Mansión Saotome.
-¡La cena,
estuvo excelente, Ranma! –agradeció Akane, sonriendo. -¡No me habías dicho que,
en serio, Wiggins fuera tan buen cocinero!
-¡El señor
Saotome, a veces, es algo parco, señorita Tendo! –se disculpó Wiggins,
sonriendo, y viendo a su amo, quien asintió a sus palabras. -¡Usted debe
entender, su pasado, lo ha marcado, y eso, es algo difícil de superar!
-¡Wiggins dice
bien, Akane! –secundó Ranma, a su mayordomo inglés. -¡Desde la muerte de mis
padres, la cual pasó, cuando yo tenía sólo 10 años, cambié mucho!
Mientras eso
pasaba, el Pingüino, secundado por unos de sus secuaces, llegaba a la tienda
donde estaba la Princesa del Hielo, una modelo, la cual debía ser la encargada,
en nombre de la Corporación Unryuu, de encender el árbol de Navidad de Plaza
Gótica.
-¡Hola!
–saludó la Princesa del Hielo, sonriendo. -¿Quiénes son ustedes?
-¡Sólo unos
amigos! –contestó el Pingüino. -¿Nos dices, que haces?
-¡Soy modelo,
pero me gusta actuar en actividades como la de hoy! –explicó la Princesa del Hielo, al
tiempo que veía, al Pingüino, sacar el Batibumerang, que le entregara Gatúbela,
minutos antes. -¿Qué es eso, es una cámara?
-¡Dí “Whisky”!
–pidió el Pingüino, sonriendo. -¡Vamos, hazlo!
Creyendo que,
en verdad, le iban a tomar una foto, la Princesa del Hielo se puso de pie, se
acomodó un poco el cabello, y obedeció, a lo que le pedían.
-¡Whisky!
–dijo la Princesa del Hielo, sonriendo.
Esa, era la
señal que esperaba el Pingüino. Sin decir nada, sólo lanzando un rugido, arrojó
el Batibumerang, directo a la cabeza de la chica, dándole de plano, y
derribándola, totalmente noqueada. Luego, él y sus secuaces, se la llevaron.
En la Mansión
Saotome, Ranma y Akane, abrazados, veían la televisión. De repente, la película
que estaban viendo, fue interrumpida por un avance de noticias.
-¡Interrumpimos
nuestra transmisión, para llevarles un reporte especial! –informó la reportera,
abrigándose. -¡Hace un momento, la Princesa del Hielo, la modelo elegida, para
volver a encender el árbol de Navidad de Plaza Gótica, fue secuestrada!
“¡Esto, parece algo que Batman, sin pérdida de
tiempo, debe atender!”, pensó Ranma, viendo la
televisión. “¿Cómo dejo a Akane, sin que
ella sospeche?”
“¡Ese, fue el Pingüino!”, pensó, por su parte, Akane. “¡Ahora,
debo irme, para cambiarme a Gatúbela, y ayudarlo, a acabar con Batman! ¿Y si
Ranma, se enoja conmigo, por irme así? ¿Cómo le explico?”
-¡Tenemos
información, de última hora, amigos! –prosiguió la reportera, al ver llegar a
una persona, muy conocida. -¡Con nosotros, se halla la Comisionada de Policía,
Mariko Konjo! ¿Ya saben, quién secuestró a la Princesa del Hielo, Comisionada?
-¡Tenemos una
pista, señorita! –respondió la Comisionada, mostrando la “pista”, el
Batibumerang. -¡Al parecer, fue Batman, pero no sabemos sus motivos!
-¡Escucha,
Akane, debo salir por un momento! –empezó Ranma, tratando de sonar natural.
-¡Olvidé algo importante, en mi oficina! ¿Estarás bien?
-¡Seguro,
Ranma, vete tranquilo! –contestó Akane, sonriendo. -¡De hecho, debo ir a mi
casa, a alimentar a mi gata, “Isis”! ¡Olvidé alimentarla, antes de venirme!
Cada cual,
tomó por un lado distinto. Ranma, tras bajar a la Baticueva, se puso su traje,
pasando a ser Batman, el Señor de la Noche, defensor de Ciudad Gótica. Una vez
vestido, subió al Batimóvil, y puso rumbo a la ciudad.
Mientras
tanto, Akane, tras conducir su auto, se detuvo en un callejón. Una vez allí,
detuvo su auto y, tras ver que, en efecto, estaba sola, procedió a quitarse los
zapatos, seguidos por la blusa, la falda, y las pantimedias. Una vez que quedó
vestida sólo con su ropa interior, sostén y bragas, sacó, de su bolso, su traje
de cuero negro, y procedió a ponérselo, cosa que hizo, en un tiempo muy breve.
Al acabar, tomó rumbo, a un punto, que ella conocía. Debía ir allí, y eso era
todo.
Tras
estacionar el Batimóvil, en una céntrica calle de Ciudad Gótica, Batman se
dirigió, vía azoteas, a un punto cercano a Plaza Gótica. Desde una azotea, se
asomó, viendo el lugar repleto, a más no poder. Al parecer, el nuevo encendido
del árbol de Navidad, causaba gran expectación, y era muy esperado.
Investigando,
Batman halló a la Princesa del Hielo. Cuando trató de liberarla, sin embargo,
apareció Gatúbela, iniciando una nueva batalla. Al final, Gatúbela agarró a la
chica secuestrada, y se la llevó, a la azotea de ese edificio, donde las siguió
Batman. En esa azotea, Batman halló a la Princesa del Hielo, en el borde de la
azotea.
-¡Le hablé, y
me dejó ir! –dijo la chica rubia, algo nerviosa. -¡Ayúdame, por favor!
-¡Tranquila,
te ayudaré! –dijo Batman, caminando despacio. -¡Dame la mano!
Entonces,
ocurrió. Saliendo como de la nada, apareció el Pingüino, quien lanzó un paraguas.
Al abrirse el paraguas, la chica raptada, fue envuelta por un grupo de
murciélagos, que revoloteaban a su alrededor. Ella manoteaba, tratando de
espantarlos.
-¡Ratas con
alas, hagan cosas malas! –gritó el Pingüino, siempre sonriendo. -¡Me voy!
Ante la mirada
espantada de Batman, la Princesa del Hielo, mientras trataba de espantar a los
murciélagos, trastabilló, con el resultado esperado. Se cayó, en caída libre.
-¡¡¡¡¡BATMAN
EMPUJÓ A LA PRINCESA!!!!! –gritó, apuntando hacia arriba, uno de los presentes
en Plaza Gótica. -¡¡¡¡¡VIENE HACIA ACÁ, CUIDADO!!!!!
Cayendo, con
un gran estrépito, la Princesa del Hielo, una pobre víctima inocente, cayó
sobre el control de encendido del árbol de Navidad, encendiéndolo, y liberando
a una enorme cantidad de murciélagos que estaban dentro del árbol. La gente,
espantada, corría sin control. Batman, asombrado, veía aquello, sin saber que,
mientras eso pasaba, algunos de los secuaces del Pingüino, le hacían “algo” al
Batimóvil. Ese “algo”, era la instalación, de una trampa, maquinada por el
Pingüino.
-¡Con esto, no
contaba! –masculló Batman, viendo el pandemónium, que se había desatado en
Plaza Gótica. -¡Mejor me voy, antes de que esto empeore!
Antes de que
Batman pudiera hacer algo, la puerta que daba a esa azotea se abrió, entrando
varios oficiales de la policía, junto con la Comisionada Mariko Konjo. No pudo
decir nada la Comisionada, cuando uno de los oficiales, sacando su pistola,
disparó contra Batman, haciéndolo retroceder, dando traspiés.
-¡¡¡¡¡NO
DISPARES, IDIOTA!!!!! –gritó la Comisionada, llegando con el oficial,
arrebatándole la pistola, y dándole un golpazo, con la cacha de la misma.
-¡¡¡¡¡NO SE DISPARA, SIN ANTES HACER AVERIGUACIONES, IMBÉCIL!!!!!
Batman,
cayendo en una azotea adyacente, notó algo: alguien trataba de incriminarlo, en
algo indebido, y él, mientras pudiera, no lo iba a permitir. Ante la mirada de
la Comisionada, y de los oficiales, se acercó al borde de la azotea. Sin dejar
su gesto serio, extendió los brazos, permitiendo que su capa, se desplegara,
tomando la forma de unas enormes alas de murciélago. Acto seguido, se lanzó el
vuelo, como si fuera un verdadero murciélago. La Comisionada, preocupada, lo
dejó ir.
Al tiempo que
esto pasaba, el Pingüino y Gatúbela, se reunían, y charlaban, sobre lo que
acababa de pasar. El Pingüino estaba feliz, de ver a Batman, metido en un
predicamento, mientras que Gatúbela, al parecer, consideraba excesiva, la
muerte de la Princesa del Hielo. Al ver eso, el Pingüino, montó en cólera.
-¡Eres una
tonta, ya no me sirves! –gritó el Pingüino, activando el paraguas que llevaba
consigo. -¡Mejor, es que te quite de mi camino, asquerosa!
-¿Qué vas a
hacer, Pingüino? –preguntó Gatúbela, asustada. -¡No, deja eso!
Sin hacer
caso, el Pingüino abrió su paraguas, el cual de desplegó, como una especie de
pequeño helicóptero personal, y enganchó su agarradera, al cuello de Gatúbela.
-¿Qué es esto?
–protestó Gatúbela, parte asustada, parte molesta. -¡Bájame, tramposo!
-¡Hasta nunca,
querida! –se despidió, ceremoniosamente, el Pingüino. -¡Vete al Cielo!
Gatúbela,
llevada por el paraguas-helicóptero, se elevó, por encima de varios rascacielos
de Ciudad Gótica, hasta que, haciendo un esfuerzo titánico, se soltó, cayendo
en un enorme invernadero. A decir verdad, cayó sobre unos espinosos rosales.
-¡¡¡¡¡AAAAAHHHHH!!!!!
–gritó Gatúbela, ya furiosa de verdad.
Mientras
tanto, los secuaces del Pingüino, acabando de poner la trampa en el Batimóvil,
se iban. Y se fueron a tiempo, ya que, segundos después, Batman aterrizaba
cerca de ahí, al tiempo que varias personas, lo buscaban, creyendo que él,
había sido el responsable del caos desatado en Plaza Gótica.
-¡Ahí está!
–gritó un hombre, viendo a Batman. -¡Vamos, a por él!
Con celeridad,
Batman se subió al Batimóvil, justo cuando, en otro punto de la ciudad, el
Pingüino, luego de “deshacerse” de Gatúbela, y tras saludar a algunos de sus
simpatizantes, subió a un camión, adornado, en los costados, con grandes
carteles que decían “Hibiki, significa ORDEN”. Tras entrar, y cerrar la puerta,
el grotesco hombre-ave, se sentó, en un duplicado a escala, del Batimóvil, el
cual encendió, y esperó.
Justo cuando
Batman encendió el Batimóvil, el Pingüino, entró en acción.
-¡Bienvenido,
enmascarado, a la Escuela de Manejo de Ryoga Hibiki! –anunció el Pingüino,
muerto de la risa. -¡Agárrate bien, y empieza a gritar!
Sin decir más,
el Pingüino activó su auto, lo cual permitió que Batman viera que, ahora, no
era él, quien conducía al Batimóvil. Una carrera de espanto, empezó a sacudir,
las calles de Ciudad Gótica, provocando múltiples daños y destrozos. Una gran
cantidad de patrullas de la policía, desobedeciendo las peticiones de la
Comisionada Mariko Konjo, se lanzaron a perseguir al Batimóvil. A cada minuto,
los daños y el caos, crecían.
Entonces,
Batman, activando un sensor del Batimóvil, localizó el aparato que el Pingüino
estaba usando, para controlar a su auto. Antes de encargarse de esa molestia, Batman
sacó un CD, y lo usó para grabar al Pingüino, justo cuando este, muerto de la
risa, gritaba a todo pulmón, “¡Tienes que admitirlo, manejé a ésta apestosa
ciudad, como un arpa del Infierno!”, tras lo cual, logró arrancar el aparato de
control remoto, y apagarlo. Tras eso, Batman, de un puñetazo, despedazó la
pantalla de vídeo, justo cuando el Pingüino, furioso, lanzaba un grito de
decepción.
Las patrullas,
sonando sus sirenas, seguían persiguiendo al Batimóvil. Batman, tratando de
escapar, apretó un botón, de uno de sus múltiples aditamentos. Nada sucedió.
-¡Extraño, no
funcionó! –murmuró Batman, viendo que se acercaba a un pasaje muy estrecho, al
tiempo que tocó más botones, sin respuesta. -¡Ahora, me preocupo!
Al ver que el
estrecho pasadizo se acercaba más y más, Batman se jugó una última, y desesperada
carta. Activando otro botón, hizo que parte de la cubierta del Batimóvil se
desprendiera, al tiempo que las ruedas se reacomodaban, haciendo un Batimóvil
más pequeño, y fácil de maniobrar. Así, le fue fácil pasar, y escapar.
Con un rugido
de motores, el Batimóvil tomó rumbo, a la Mansión Saotome. Algo después, Ranma decidía
sacar, al Pingüino, de la carrera electoral. Para eso, esperó al día siguiente,
cuando el Pingüino, iba a dar un discurso, en las afueras del Ayuntamiento de
Ciudad Gótica. Al decir una, Ranma y Wiggins bajaron a la Baticueva, y
activaron un equipo, usado para interferir, y afectar comunicaciones.
-¡Amigos,
conciudadanos! –inició el Pingüino, sonriendo. -¡Ciudad Gótica, es una ciudad,
que ha perdido el rumbo! ¡Y lo ha perdido a tal grado, que sus habitantes han
puesto sus vidas, en las manos de un loco enmascarado, llamado Batman!
Esa, era la
señal, que Ranma y Wiggins esperaban. Mientras Wiggins activaba el sistema,
Ranma localizaba, e interfería la frecuencia. Una vez que lo hizo, mostró a
Wiggins su arma secreta: el CD con la grabación del Pingüino.
De repente,
cuando el Pingüino estaba en lo más y mejor de su discurso, ignorando que su
frecuencia acababa de ser interferida, e iba a ser saboteada, ante la mirada,
entre otros, de una expectante Akane Tendo, se dejó escuchar, algo alarmante.
-¡Tienes que
admitirlo, manejé a ésta apestosa ciudad, como un arpa del Infierno!
El Pingüino,
sorprendido, se calló. Luego, se acercó a Akari Unryuu, y le habló al oído.
-¡Yo no dije eso!
–gruñó el Pingüino, ya molesto. -¿Qué pasa, eh?
Akari,
encogiéndose de hombros, no supo responder. El Pingüino trató de reiniciar su
discurso y, otra vez, esa frase, fue escuchada, seguida por algunas risas
macabras.
Aquello, fue
el empezóse del acabóse. La gente, molesta por escuchar eso, empezó a chiflar,
momento que Akari, junto con los demás presentes, aprovechó para irse, dejando
solo al Pingüino. Al momento, la gente empezó a tirar huevos, tomates, y varias
cosas más, hacia el hombre-ave, el cual, a como pudo, se ocultó detrás del
estrado.
-¿Por qué
rayos, la gente siempre lleva huevos y tomates, a los discursos? –se preguntó
el Pingüino, mientras alistaba su paraguas. -¡Ya, déjenme en paz, sarta de
necios!
Activando su
paraguas-ametralladora, el Pingüino pudo hacerse un hueco, para escapar de la
turba. Para su mala fortuna, la turba, junto con algunos oficiales de policía,
lo persiguió, llegando a un parque. Era el mismo parque, donde, años atrás, sus
padres, Eizan y Ayako Hibiki, lo abandonaran a su suerte. Sin dudarlo, se lanzó
al río, desapareciendo de la vista de la turba, y de los policías. Al rato, el
Pingüino, manejando su auto-pato, llegaba a su guarida, ubicada debajo del
Mundo Ártico, del viejo Zoológico de Ciudad Gótica. Sus secuaces, lo
recibieron.
-¡Gran
discurso, Ryoga! –exclamó uno de sus secuaces. -¡Te ganaste a las masas!
-¡No me llamo
Ryoga, me llamo Pingüino! –gritó el recién llegado. -¡Yo, no soy un ser humano,
soy un animal, de sangre fría! ¿Dónde están mis listas?
Otro de sus
secuaces, le entregó las listas, con la información, que el Pingüino copiara
del Registro Civil. Empezó a repartirlas, con gran celeridad.
-¡Amigos, ésta
noche, mientras sus padres celebran, nosotros eliminaremos a los primogénitos
de Ciudad Gótica, así como mis padres, me eliminaron a mí! –explicó, ya
acabando la repartición. -¡Tráiganlos, y morirán aquí, en el agua helada!
-¡Oye,
Pingüino! –lo llamó un tercer secuaz, un gordo, disfrazado de payaso. -¿No te
parece, que matar a niños pequeños, sea un poco, no sé, excesivo?
Un disparo,
fue la respuesta. El payaso gordo, cayó muerto.
-¡No, no es
excesivo! –gruñó el Pingüino, dándole una patada, y lanzándolo al agua helada.
-¡Es justo, y sólo eso! ¡Ahora, vayan, a por esos niños!
Mientras tanto,
en la Baticueva, ubicada debajo de la Mansión Saotome, Ranma adaptaba, lo que
quedó del Batimóvil, para convertirlo en un Batibote. Mientras trabajaba, llegó
Wiggins, con una carta.
-¡Señor
Saotome, le recuerdo que, ésta noche, es el baile de disfraces, que dará la
chocante señorita Akari Unryuu! –informó Wiggins, serio. -¿Piensa ir?
-¡No, quizás
no vaya! –contestó Ranma, mientras trabajaba. -¡Aunque, en la de menos, Akane
Tendo estará ahí! ¡Cambié de opinión, Wiggins, iré!
Wiggins,
decepcionado, se fue. Al rato, en efecto, Ranma llegó al baile, siendo de los
pocos no disfrazados. Tras sostener un choque dialéctico con Akari, acerca de
su fallido plan, para poner al Pingüino, como nuevo Alcalde de Ciudad Gótica,
halló a Akane. Tras bailar un poco, al ritmo de “Face to face”, del grupo “Siouxsie & The Banshees”,
hubo una charla, entre Ranma y Akane, donde cada uno, supo el secreto del otro.
Mientras trataban de digerir eso, una explosión sacudió el lugar de la fiesta.
-¡No me
invitaron, así que “les subí” de sorpresa! –anunció el Pingüino, sonriendo
macabramente. -¡En este momento, mis aliados, recorren Ciudad Gótica,
secuestrando a sus hijos primogénitos, y los llevarán conmigo, para que los
elimine!
Un rugido de
espanto, recorrió el lugar. Akane, sacudida por la explosión, buscó a Ranma,
sin hallarlo. Al no verlo, supo lo que debía hacer. Se puso de pie y, tras
sacudirse el polvo de su vestido, se dirigió a la salida y, luego, a su auto. Mientras
tanto, el Pingüino, anunciaba otra parte de su siniestro plan.
-¡Ahora, si me
permiten, me llevo conmigo, a la señorita Akari Unryuu! –dijo el Pingüino,
aferrando a Akari. -¡Vamos, niña bonita, al pato!
Akari,
asombrada al ver lo mal que se puso todo, obedeció, y subió al pato. Acto
seguido, ella y el Pingüino, abandonaron el lugar. Mientras eso pasaba, tal y
como el Pingüino había dicho, sus aliados, encabezados por su “mano derecha”,
el Organillero, secuestraban niños, por toda Ciudad Gótica.
-¡Vamos, metan
a esos niños, en las jaulas! –ordenaba el Organillero, quien conducía una
especie de tren de juguete. -¡No debemos tardar, el Pingüino, nos espera!
Entonces, algo
inesperado pasó. Recortada contra una pared, apareció una sombra. Una sombra
que, a no dudarlo, sembró el terror, en el Organillero, y los demás pillos.
-¡No puede
ser! –murmuró el Organillero, poniéndose pálido. -¡Es él, es Batman!
Un par de
manos, enfundadas en un par de guantes negros, tomaron al Organillero por los
hombros, y lo sacaron de su asiento. Acto seguido, una gran batalla inició. En
su guarida, en el Mundo Ártico del viejo Zoológico de Ciudad Gótica, el
Pingüino esperaba la llegada de sus tropas, cargados de niños, a los cuales
llevaría, a una helada muerte, en aguas heladas. Visualizando eso, se regodeaba
de la felicidad.
-¡Muy pronto,
mi estimada “amiga”, verás morir a una gran generación de habitantes de Ciudad
Gótica! –anunció el Pingüino a Akari. -¡Después, te les unirás!
“¿Qué he hecho?”,
pensaba Akari, asombrada. “¿Cómo pude
aliarme, con este oscuro y maligno ser? ¡Tengo el presentimiento de que esto,
va a terminar muy mal!”
En ese
momento, un monito, mascota del Organillero, llegó. Al ver que llevaba una
nota, el Pingüino se le acercó, sonriendo y expectante.
-¡Hola,
monito! –saludó el Pingüino, al pequeño primate. -¿Dónde están los niños?
El monito, por
toda respuesta, le entregó la nota. El Pingüino, curioso, la tomó.
-¿Qué es esto,
una nota? –murmuró el Pingüino, mientras abría la nota. -¿Qué dice?
Lo que decía
la nota, el Pingüino no se lo esperaba. Leyó, lentamente.
-¡Querido
Pingüino! –empezó leyendo, arqueando una ceja. -¡Los niños, no podrán asistir!
¡Firma: Batman! ¡¡¡¡¡AAAAARRRRRGGGGGHHHHH!!!!!
Un momento
después, el Pingüino, se dirigía a sus pingüinos, sus bebés, cada uno, armado
con un misil guiado a control remoto.
-¡Mis queridos
pingüinos, la hora de la verdad, ha llegado! –empezó diciendo el Pingüino, como
un general, que prepara a sus tropas, para la batalla final. -¡En ésta noche,
pondremos a ésta dichosa ciudad, justo en el lugar que se merece!
¡¡¡¡¡ADELANTE, MARCHEN, A LA VICTORIA!!!!! ¡¡¡¡¡LA LIBERACIÓN DE CIUDAD GÓTICA,
HA COMENZADO!!!!!
Los pingüinos,
obedeciendo a su amo y señor, iniciaron el avance, hacia el punto fijado: Plaza
Gótica. Mientras tanto, Batman, a bordo de su Batibote, creado sobre los restos
del Batimóvil, se dirigía a la guarida del Pingüino.
-¡Señor, los
pingüinos se dirigen a Plaza Gótica! –anunció Wiggins, vía radiocomunicador.
-¡Espero su señal, el tiempo se acaba!
-¡Espera un
poco, Wiggins! –pidió Batman, mientras conducía el Batibote. -¡Dame un momento,
por favor!
Al tiempo que
esto pasaba, en la guarida del Pingüino, el tiempo corría.
-¡Los
pingüinos, se acercan a Plaza Gótica! –murmuraba una aliada del Pingüino, la
cual, no salió, con el grupo del Organillero. -¡Un minuto, para el lanzamiento!
-¡Señor, el
tiempo apremia! –dijo Wiggins, viendo el avance de los pingüinos, por las
calles de Ciudad Gótica. -¡Los pingüinos, ya llegaron a Plaza Gótica!
-¡Mándalos de
vuelta! –ordenó Batman, mientras avanzaba, raudo, por las alcantarillas de
Ciudad Gótica. -¡Me acerco, al origen de la señal!
-¡Los
pingüinos, han llegado al sitio de lanzamiento, en Plaza Gótica! –anunció la
aliada del Pingüino. -¡Faltan sólo 15 segundos para el lanzamiento! -¡Total de víctimas
estimadas, cuando todo acabe: 100000 personas!
Wiggins,
obedeciendo a lo dicho por su amo, activó una contra-señal, la cual hizo que
los pingüinos se alejaran de Plaza Gótica, y tomaran otro rumbo.
-¡Algo está
mal! –exclamó la aliada del Pingüino. -¡Algo interfirió la señal! ¡Los
pingüinos, abandonan Plaza Gótica, y cambian de rumbo!
Al ver eso,
los pocos aliados, que le quedaban al Pingüino, empezaron a abandonarlo.
Pronto, el grotesco hombre-ave, se quedó solo, y previendo que algo iba a pasar.
Asustado, el Pingüino subió a su pato, y lo activó, decidido a escapar. Sin
embargo, no pudo, ya que Batman, dando un viraje a la dirección del Batibote,
le cayó encima. El pato acabó hecho añicos, y Batman, buscó al Pingüino. De
repente, este le cayó encima.
-¡Desgraciado!
–rugía el Pingüino, furioso. -¡Estás celoso, porque yo soy un monstruo real, y
tú, tienes que usar una máscara!
Una feroz
lucha, inició. En cierto momento, Batman, haciendo un impasse, sacó un control
remoto. El Pingüino, al verlo, se frenó en seco. Entonces, el Pingüino, pudo
ver, a su pingüinos, rodeando todo el lugar, el Mundo Ártico.
-¡¡¡¡¡MIS
BEBÉS!!!!! –gritó el Pingüino, espantado.
Rugiendo
furioso, el Pingüino atacó, con su paraguas-espada, a Batman. La hoja, se
rompió, al dar un golpe contra el Batibote, y el Pingüino, con el mango de su
arma, hizo que Batman soltara el control remoto. Acto seguido, corrió, lo
agarró, y lo activó. ¡Para que lo hizo! Al activarlo, una nube de murciélagos
lo rodeó, además de activar los misiles de los pingüinos. Mientras el Pingüino,
dando traspiés, retrocedía y atravesaba una ventana del Mundo Ártico, cayendo
al agua, los misiles, fuera de control, empezaban a arrasar el viejo Zoológico
de Ciudad Gótica. Batman, expectante, veía eso.
Justo
entonces, Akari, usando un viejo truco, salía de la jaula, sólo para verse
atrapada, por un látigo, el cual, con celeridad, la atrapó, por un tobillo, y
la lanzó al agua helada. Haciendo un gran esfuerzo, Akari salió del agua,
sólo para verse, atrapada por Gatúbela.
-¡Hora de
pagar, Akari Unryuu! –dijo Gatúbela, casi asfixiando a su víctima. -¡Tú me
mataste una vez, Batman lo hizo otra, y el Pingüino, una tercera! ¡Me han
quitado 3 vidas, pero aún tengo 6 vidas, las cuales usaré, para liquidarte!
-¡No sé quien
eres, pero te daré, lo que sea! –murmuró Akari, asustada. -¡Sólo pide!
-¡Quiero tu
sangre, Akari Unryuu! –masculló Gatúbela, furiosa. -¡No me vas a poder comprar,
nada de eso, mi odiada enemiga!
Viendo lo que
pasaba, Batman, mientras el viejo Zoológico de Ciudad Gótica seguía siendo
pasto del fuego, activó uno de sus aparatos y, en segundos, llegó con Gatúbela
y Akari. No se veía, en serio, ni señas del Pingüino.
-¡Gracias por
venir, Batman! –exclamó Akari, sonriendo. -¡Esa loca, casi me mata!
-¡Cállate!
–rugió Batman, apartando a Akari, de un empellón. -¡Irás a la cárcel!
-¡Batman, no
me vas a detener! –gritó Gatúbela, chasqueando su látigo. -¡Debo liquidarla,
por todo lo que ha hecho!
-¡Akane, por
favor! –pidió Batman, lentamente. -¡Se la entregaremos a la policía, para que
la castiguen, como debe ser! -¡Vamos, Akane, no te rebajes a su nivel!
-¿Akane?
¿Akane Tendo, mi secretaria? –repitió Akari, creyendo que había escuchado mal,
justo cuando Akane, descubierta, se quitaba la máscara. -¡Estás despedida!
-¡Akane, no
hagas una tontería! –pidió Batman, decidido a salvarla. -¡Ven, vámonos!
-¿Quién eres,
dime? –preguntó Akane, expectante. -¡Deseo saber, si puedo confiar en tus
palabras, en lo que me dices!
Sin decir nada
más, Batman se quitó la máscara, revelando su verdadera persona.
-¡Ranma! –exclamó
Akane, sonriendo tristemente. -¡Daría lo que fuera, por vivir contigo en tu
casa, la Mansión Saotome, pero no puedo hacerlo! ¡¡¡¡¡NO PODRÍA VIVIR EN PAZ,
CONMIGO MISMA!!!!!
Un arañazo de
Akane, directo al rostro de Ranma, hizo retroceder a este. Akari, miraba.
-¿Ranma
Saotome? –preguntó Akari, no creyendo lo que veían sus ojos. -¿Por qué, dime,
estás vestido como Batman?
-¡Porque él ES
Batman, so tonta! –contestó Akane, volteando a ver a su otrora jefa, a la cual
odiaba indeciblemente. -¡Ahora, pagarás por todo, Akari Unryuu!
-¡No creo,
Akane! –dijo Akari, procediendo a sacar una pistola. -¡Primero, Ranma Saotome
no es Batman, ERA Batman!
-¡¡¡¡¡BANG!!!!!
(Sonido del disparo que impactó a Ranma. Por andar vestido con el traje de
Batman, sólo fue derribado, pero no resultó herido).
-¿Cómo te
atreves, infeliz? –quiso saber Akane, viendo a Ranma caído. -¡Cómo te dije
antes: tú me mataste, Batman me mató, el Pingüino me mató! ¿Te quedan balas,
para acabar con mi vida, antes de que yo, acabe con la tuya? ¡Vamos, hagamos la
prueba, a ver cual de las 2, resulta ser la ganadora!
-¡Sólo hay un
modo, de saberlo! –masculló Akari, levantando la pistola. -¡Aquí vamos, Akane,
a ver que es lo que pasa! ¡¡¡¡¡BANG, BANG!!!!! (Sonido de los 2 primeros
disparos, los cuales impactaron a Akane).
-¡Cuatro,
cinco! –contó Akane, chasqueando su látigo. -¡¡¡¡¡SIGO VIVA!!!!!
Dos nuevos
disparos, como los anteriores, impactaron a Akane, quien contó “¡Seis, siete!”,
viendo fijo a Akari. Milagrosamente, ésta seguía de pie. Viendo su resistencia,
Akari jaló, de nuevo, el gatillo. Ya no había balas.
-¡Ahora, es mi
turno! –dijo Akane, sonriendo, y sacando el aparato de electroshock, que
obtuviera días atrás. -¡Guardaré una vida, para la próxima Navidad!
Pasando del
dicho al hecho, Akane se fue encima de Akari y, en revoltillo, ambas cayeron
sobre un enorme transformador. La explosión que se produjo, despabiló a Ranma,
que seguía medio atontado. Tras ver la dantesca escena, se acercó.
Justo
entonces, el Pingüino, más muerto que vivo, emergió del agua. Avanzando a pasos
lentos, se iba acercando al sitio de las explosiones, justo cuando Ranma,
apurado, y preocupado por Akane, apartaba los trozos del arruinado transformador.
Al final, Ranma sólo halló a Akari, noqueada. ¡Pero, de Akane, no había rastro!
-¡Enseguida,
te asesinaré! –gritó el Pingüino, casi llegando con Batman. -¡El calor, me
afecta mucho! ¡Te mataré, después de beber un trago, de agua helada!
Ahí, acabó todo.
El Pingüino cayó, muerto, y 6 enormes Pingüinos Emperador, como en un cortejo
fúnebre, lo lanzaron al agua. Al rato, llegó la Comisionada Mariko Konjo, con
varios policías, y se llevó a Akari, quien sólo balbuceaba incoherencias.
A la noche
siguiente, Ranma Saotome, a bordo de su auto, guiado por su fiel Wiggins,
recorría las heladas calles de Ciudad Gótica. De repente, le pareció ver algo.
-¡Wiggins,
detén el auto! –ordenó Ranma, ansioso. -¡No puede ser!
Ranma,
parecía, había visto a Akane, vestida con su traje de Gatúbela. Al llegar al
callejón, no halló a nadie. Desencantado, se regresó a su auto. Wiggins,
resignado por lo triste que se veía su amo, reanudó la marcha, a paso lento.
-¡Bueno,
bueno, no siempre se gana! –murmuró Wiggins, exhalando un suspiro. -¡Feliz
Navidad, señor Saotome!
-¡Feliz
Navidad, Wiggins! –respondió Ranma, sonriendo sin ganas. -¡Vamos a casa!
El auto, puso
rumbo a la Mansión Saotome, justo cuando, en el cielo nocturno, se dejaba ver
la Batiseñal. Cerca de ahí, Gatúbela observaba la luminosa señal, y sonreía.
Nota # 1 del autor: Así termina “Batman vuelve”.
Nota # 2 del autor: Sigue “Batman eternamente”.
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