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jueves, 16 de enero de 2014

Batman Vuelve (M.A. Carballo)

“Ranma ½”: “Batman vuelve”.
Fanfiction escrita por: Marco Antonio Carballo (MARK6_9@hotmail.com).
Basada en los personajes creados por: Rumiko Takahashi. Todos los personajes son propiedad y Copyright © de ésta autora. Los personajes de “Batman”, son propiedad y Copyright © de DC Comics.

Episodio único. 

Nota del autor: En este One-Shot (Fanfiction que consta de un único episodio), presento mi propia versión de la película “Batman vuelve”, filmada en 1992, y dirigida por Tim Burton. En ella, los personajes de “Ranma ½”, son los protagonistas, adaptados al universo batmaniano.

Lista de personajes.

Ranma Saotome / Batman: Millonario de Ciudad Gótica, cuando niño, observó a sus padres, Genma y Nodoka Saotome, morir asesinados por un criminal. En las noches, se convierte en Batman, el defensor de Ciudad Gótica.

Akane Tendo / Gatúbela: Originalmente, una simple secretaria, de la Corporación Unryuu, debido a un accidente, provocado por su jefa, Akari Unryuu, adquiere las cualidades de los felinos, además de convertirse en una experta, en el manejo del látigo. Se convierte en el interés sentimental, de Ranma Saotome.

Ryoga Hibiki / El Pingüino: Ser físicamente deforme, abandonado por sus padres, trata de ganarse un lugar en la sociedad, con la ayuda de la millonaria industrial Akari Unryuu. Líder de “La Banda del Circo Triángulo Rojo”.

Hikaru Gosunkugi / El Organillero: Secuaz, y “mano derecha”, del Pingüino.

Akari Unryuu: Millonaria, y muy atractiva, dueña y jefa suprema de la Corporación Unryuu, busca convertirse en la gran benefactora de Ciudad Gótica. En lo más profundo de su ser, es manipuladora, egocéntrica y malvada.

Wiggins McNaughton (Personaje original, creado por el autor): Mayordomo de Ranma Saotome, desde que él era pequeño. Lo ayuda, en todo lo que puede, porque es muy inteligente y discreto.

Comisionada de Policía Mariko Konjo: Jefa del Departamento de Policía de Ciudad Gótica, apoya a Batman, hasta donde puede hacerlo.

En una helada noche, cercana a la Navidad, en la mansión de la adinerada familia Hibiki, el esperado nacimiento del hijo de la familia, se iba a producir.

El doctor y la enfermera, estaba listos, y tenían todo preparado.

Mientras su esposa daba a luz, el señor Hibiki esperaba en la sala, mirando la nieve caer, mientras bebía un martini bien frío, apenas a tono con la noche.

Por un momento, le pareció que el parto, se alargaba demasiado. Se sintió tentado de ir a ver, pero no lo hizo, decidiendo esperar un poco más. Bebió un trago, de su martini. 

De repente, un llanto cortó la noche, rivalizando con la tormenta que rugía, afuera. 

Además, pasó algo que no estaba previsto, algo que espantó al señor Hibiki.

Abriendo la puerta, y dando gritos de miedo, la enfermera, primero, y el doctor, después, salieron de la habitación, dejando atrás el llanto del niño, y los gritos de terror, de su madre. Intrigado, el señor Hibiki pidió una respuesta, pero no la obtuvo.

Más intrigado a cada segundo, el señor Hibiki entró, a la habitación, donde estaban su esposa, y su hijo. Segundos después, sus gritos de terror, se unieron a los de su esposa.

Algunos días después, eran los 2, los Hibiki, quienes bebían martinis, mientras veían, con aprensión, una jaula de acero, ubicada en medio de la sala. En sólo un segundo, una mano, más parecida a una aleta, que a una mano humana, salió por una ventanilla, agarró al gato de la familia, y lo introdujo a la jaula. Tras un momento, el gato dejó de maullar. Los Hibiki se miraron, había que hacer algo, y pronto.

Algo más tarde, bajo una nevada muy tenue, los Hibiki salieron, empujando un carrito, adentro del cual, iba su hijo. Pasaron junto a otra pareja, y los saludaron diciendo “¡Feliz Navidad!”, sólo para apurar el paso, y llegar a su destino.

El destino de los Hibiki, era un pequeño puente, ubicado en un parque de Ciudad Gótica. Una vez allí, viendo que nadie los veía, al decir una, alzaron el carrito, convenientemente cerrado y, sin pensarlo mucho, lo lanzaron a un río que pasaba por debajo del citado puente. Luego, lo vieron  alejarse, llevado por la corriente.

Al ser llevado por la corriente, el coche bajó por una serie de conductos. Lentamente, fue llevado, en ruta a un destino determinado. Un destino, determinado, valga la redundancia, por el destino mismo, que rige la vida, de todos los mortales.

Guiado por las aguas, el pequeño de los Hibiki, fue a parar al Mundo Ártico, una atracción del Zoológico de Ciudad Gótica, donde vivían los pingüinos. Las aves no voladoras, recogieron al pequeño Hibiki, y lo adoptaron, como si se tratara de uno de los suyos. Así, pasaron varios años, mejor dicho, muchos años…

Ciudad Gótica, muchos años después, en vísperas de Navidad…

-¡¡¡¡¡LEAN LAS NOTICIAS!!!!! –gritaba un voceador del Gotham Globe, el periódico más popular de Ciudad Gótica, en Plaza Gótica, un verdadero centro neurálgico de la ciudad. -¡¡¡¡¡EL PINGÜINO, ¿UN SER REAL, O UN MITO?!!!!! ¡¡¡¡¡NO SE QUEDE SIN LEER, LA NOTICIA DEL MOMENTO!!!!!

Debajo de las calles, alguien observaba, todo aquel movimiento, y murmuraba.

-¿Un ser real, o un mito? –preguntó el oculto ser, sonriendo en la oscuridad. -¡Muy pronto, sabrás la verdad, como la sabrá, toda Ciudad Gótica!

Justo en ese momento, pasaba por Plaza Gótica, Wiggins McNaughton, el flemático mayordomo inglés de Ranma Saotome. El voceador, se le acercó.

-¿Quiere el Gotham Globe, señor? –preguntó el voceador, un chico de escasos 15 o 16 años. -¡Lea, sobre el Pingüino! ¿No le interesa, señor?

-¡Jovencito, si quisiera leer, leería algo ilustrativo! –respondió Wiggins, británicamente molesto. -¡La verdad, me asombra, las cosas que escriben ustedes, los americanos!

Sin decir más, Wiggins se fue, dejando pensativo, al joven voceador. Este, estaba tan, pero tan ido, que no notó, que uno de los periódicos se le cayó al suelo, siendo tomado, en menos de un parpadeo, por una mano, que emergió de debajo de la calle.

Justo en ese momento, las autoridades de la ciudad, entre ellas, la Comisionada de Policía, Mariko Konjo, dirigían una enorme celebración navideña, en plena Plaza Gótica. En cierto momento, la Comisionada anunció que, esa noche, iban a tener, a una invitada muy, pero muy especial. La expectación, era grande, entre los presentes. 

En ese momento, en la parte más alta, del edificio de la Corporación Unryuu, la dueña, Akari Unryuu, charlaba con algunos inversionistas.

-¡Así es, amigos! –decía Akari, una chica muy linda, de cabello café, y ojos también cafés. -¡Mi legado, para Ciudad Gótica, será una enorme planta de energía!

Justo en ese momento, entró alguien. Era Akane Tendo, la tímida secretaria de Akari Unryuu. Al entrar, hizo un anuncio, tras pedir permiso.

-¡Señorita Unryuu, ya es hora, la esperan abajo! –anunció Akane, tras consultar sus notas. -¡Las autoridades, entre ellas, la Comisionada, ya están en Plaza Gótica!

-¡Gracias, Akane! –agradeció Akari, poniéndose de pie, y empezando a dirigirse, junto con los inversionistas, al elevador, para bajar a Plaza Gótica. -¡Vamos, amigos!

Mientras Akane recogía las tazas de café, Akari y los inversionistas, llegaban a Plaza Gótica. Al verla, la Comisionada Mariko Konjo, supo que era el momento esperado.

-¡Damas y caballeros, les presento, a la Señorita Claus, de Ciudad Gótica! –exclamó la Comisionada, con una voz, que denotaba felicidad. -¡Con ustedes, Akari Unryuu!

Una gran ovación, sacudió el ambiente. Akari, llegando ante los micrófonos, habló.

-¿Señorita Claus? ¡No lo creo! –empezó Akari, tras repartir una buena cantidad de regalos. -¡Sin embargo, a mí, y a todos los que trabajamos en la Corporación Unryuu, nos gustaría darle, no a Ciudad Gótica, sino a todo el mundo, paz, amor, y esperanza, envueltos en un lindo y enorme paquete! ¡Gracias por venir, y Feliz Navidad!

-¡Muy pronto, mi estimada amiga, harás mucho por ésta ciudad! –murmuró una voz, desde el subsuelo. -¡Sólo espera, que ya va a empezar la verdadera fiesta, una fiesta que, de verdad, nadie podrá olvidar, ni ahora, ni nunca!

Justo entonces, Akari metió la mano, en un bolsillo, según ella, para sacar un pequeño discurso, que Akane, su fiel secretaria, le había ayudado a redactar. Para su sorpresa y desencanto, no estaba, lo había olvidado.

“¡Nota para recordar, darle una regañada, a cierta secretaria, por tonta!”, se dijo Akari, mientras decidía improvisar. “¡Si más no recuerdo, ella es sólo una secretaria y, por tanto, debe estar acostumbrada, a escuchar regaños, y llamadas de atención!”

Tras decirse eso, Akari empezó una pequeña alocución, en la cual destacaba, su deseo, ya conocido, de ayudar a Ciudad Gótica, para que ésta, cada día, fuera una mejor ciudad, que no debiera envidiarle nada, ni a Metrópolis, ni a ninguna otra ciudad.

Mientras Akari seguía hablando, de detrás de un edificio, iba saliendo una enorme caja, envuelta en papel rojo, y atada con un gigantesco moño verde. Mientras los presentes aplaudían, la Comisionada, dubitativa, se acercó a Akari.

-¡Excelente idea, señorita Unryuu! –dijo la Comisionada, en voz baja. -¡Prometedora!

-¡No es idea mía, Comisionada! –respondió Akari, también, en voz baja. -¡Tíldeme de “pesimista”, pero esto, me está dando, muy mala espina!

 Akari, tenía razones de sobra, para estar preocupada. De repente, justo cuando nadie lo esperaba, el moño se soltó, y el papel cayó, permitiendo que, de la enorme caja, saliera una multitud de acróbatas, saltimbanquis, tragafuegos, y varios sujetos más, todos relacionados, a no dudarlo, con un circo. Pero este circo, tenía su historia. Prueba de eso, es que, a decir una, todos empezaron  a atacar a los presentes, y a causar todos los daños posibles, imaginados y no imaginados. Al rato, todo era un caos.

-¡La Batiseñal, rápido! –pidió la Comisionada, hablando por un radio. -¡Enciéndanla!

Obedeciendo a la orden dada, un par de policías, actuando con rapidez, procedieron a encender la Batiseñal, la cual, mediante un sistema de receptores, fue desviada, hasta la Mansión Saotome, una gran casa, ubicada en Bristol, en las afueras de Ciudad Gótica.

En la oscura biblioteca, el dueño de esa casa, el millonario Ranma Saotome, meditaba profundamente. Al ver la Batiseñal, se puso de pie, con lentitud y, viendo esa señal de socorro, Ranma Saotome supo algo. Ciudad Gótica, llamaba a Batman. Caminando despacio, como midiendo cada paso dado, Ranma Saotome se dirigió a la Baticueva.

Una vez allí, procedió a ponerse el Batitraje y, tras ponérselo, subió al poderoso Batimóvil y, tras encenderlo, se dirigió a Plaza Gótica. En ese sitio, mientras tanto, se calmaban un poco los ánimos. Varios atacantes, llegaron a la tarima, donde estaban los invitados principales. Uno de ellos, que se llamaba el Organillero, se adelantó.

-¿Quiénes son ustedes? –preguntó la Comisionada, seria como pocas veces. -¡Si no les molesta, díganme que buscan aquí!

-¡Me sorprende, que no nos recuerde, Comisionada! –contestó el Organillero. -¡Somos “La Banda del Circo Triángulo Rojo”, y buscamos a alguien! 

-¡Muy bien, lo escucho! –empezó la Comisionada, decidida. -¿Para qué me quieren, Organillero? ¿Piensan raptarme, y pedir rescate por mi vida?

-¡Policía necia, y más que necia! –gritó el Organillero, un sujeto flaco, pálido, y de aspecto espectral. -¡No la queremos a usted, queremos a Akari Unryuu!

-¡Mejor huya, señorita Unryuu! –pidió la Comisionada, viendo a Akari. -¡Vamos, corra!

Akari, obedeciendo, salió en carrera. Al ver eso, el Organillero y sus secuaces, molestos de verdad, reanudaron sus ataques, contra todos los que acertaban a pasar por Plaza Gótica. Justo entonces, el Batimóvil, con los motores rugiendo al máximo, llegaba a Plaza Gótica. Al entrar, 2 tipos, vestidos de payasos, saltaron a la tapa del oscuro vehículo. Batman, al verlos, aceleró y, llegando cerca de un edificio, frenó de golpe, enviando a aquellos sujetos, directo contra un enorme escaparate.

En eso, Akane notó, con gran espanto, que Akari había dejado su discurso. Con celeridad, tomó el elevador, y bajó a la calle. Por estar varios pisos arriba, Akane no se había dado cuenta, del desaguisado que agitaba a Plaza Gótica.

Llevando los papeles en las manos, Akane salió a la calle, sólo para casi, ser atropellada por un sujeto, que manejaba un monociclo. Acto seguido, retrocedió, dando traspiés, sólo para verse atrapada por un payaso, justo cuando el Batimóvil, llegando frente al edificio de la Corporación Unryuu, se detenía. Batman, bajando del auto, se deshizo, a golpes, de 2 sujetos enmascarados, para, al final, quedar frente al payaso que retenía a Akane. Estaba silencioso, viendo fijamente a ese malhechor.

-¡Alto ahí, Sr. Murci-Del-Lago! –demandó el payaso, sacando un aparato de electroshock. -¡Si avanza, un paso más, la chica, recibirá un buen golpe!

-¡No, por favor! –pidió Akane, pálida del susto. -¡Ayúdeme, por lo que más quiera!

Batman, sin decir nada, sacó un aparato lanza-gancho de su cinturón, apuntó y disparó, impactando en la pared, detrás del payaso. Este, al ver eso, sonrió.

-¡Fallaste! –se burló el payaso, sin fijarse bien.

Batman, por toda respuesta, jaló la cuerda, arrancando un enorme pedazo de mampostería, el cual, con gran fuerza, pegó en la cabeza del payaso, noqueándolo.

Akane, al verse libre, le descargó una patada al payaso. Ver eso, daba pena ajena.

-¡Vaya, el Batman! –exclamó Akane, viendo al Señor de la Noche que, desde que había llegado, no había dicho palabra alguna. -¿O es sólo Batman? ¡Digo, como quieras!

Batman, siempre silencioso, se retira, dejando a salvo a Akane, y pasa ocupado un buen rato, venciendo, y poniendo en fuga, a los numerosos atacantes, y entregando a varios, a la policía. Akane, por su parte, mientras se calmaba, tomó el aparato de electroshock del payaso, y se lo guardó, en un bolsillo, por si llegaba a necesitarlo, en un futuro, no muy lejano. Tras eso, ya más calmada, decidió volver a su trabajo.

Justo entonces, Akari llegó, corriendo, a lo que, según ella, era un callejón, relativamente seguro. Mientras tomaba aire, una trampilla se abrió, llevándosela al subsuelo.  Fue algo realmente rápido, como un parpadeo.

-¡Gracias por venir, Batman! –saludaba, mientras tanto, la Comisionada, al héroe defensor de Ciudad Gótica. -¡Es “La Banda del Circo Triángulo Rojo”, han vuelto!

-¡Ya lo veremos, Comisionada! –aseguró Batman, serio como siempre. -¿Falta alguien?

-¡Sólo la señorita Akari Unryuu, dueña de la Corporación Unryuu! –contestó la Comisionada, cayendo en la cuenta, de la ausencia de la empresaria. -¿Dónde se metería, esa pequeña mañosa? ¡Búsquenla, muchachos!

Al rato, Akari abrió los ojos, y lamentó haberlos abierto, al notar que estaba en las cloacas, en el subsuelo de Ciudad Gótica, rodeada de mucha gente, vestida como figurantes de un circo, así como por muchos pingüinos, de varias razas y tamaños.

A cierta distancia, algo, o alguien, alimentaba a unos de esos pingüinos. Al notar que Akari, ya estaba despierta, sonrió macabramente.

-¡Me parece, señorita Unryuu, que la palabra que busca es… AAAAAHHHHH! –dijo aquel extraño sujeto, pasando cerca de Akari.

“¡Era verdad, lo que decían la gente, y los periódicos!”, pensó Akari, viendo a aquel grotesco sujeto. “¡Hay un hombre-pingüino, viviendo debajo de Ciudad Gótica!”

-¿Pasa algo, señorita Unryuu? –preguntó el Pingüino, siempre sonriendo. -¡Supongo, que se pregunta, que está haciendo aquí!

-¡A decir verdad, sí, señor Pingüino! –indicó Akari, con un dejo de miedo, en la voz, la cual se le quebró un poco. -¡No veo, en serio, en que le puedo ser útil!

-¡Un refrán dice “Pájaros de la misma pluma, se juntan”, señorita Unryuu! –explicó el Pingüino, con cierta solemnidad. -¡Usted y yo, somos monstruos, algo distintos, pero monstruos, después de todo!

-¡Difiero en eso! –exclamó Akari, decidida. -¡Yo, soy una mujer de negocios! ¿Ruda? ¡Lo soy! ¿Ganadora? ¡Así me describo! ¡Pero eso, no me hace un monstruo!

-¡La verdad, eso no importa! –contestó el Pingüino, dejando de sonreír. -¡Deseo saber quien soy, realmente! ¡Al igual que usted, yo soy de la superficie, no nací aquí!

-¿Y desea mi ayuda, para poder volver allá arriba? –inquirió Akari, dubitativa. -¡Pues no sé, creo que, en efecto, algo podríamos hacer! ¡Por ejemplo, podría lanzarlo como candidato a Alcalde! ¿Qué me dice, señor Pingüino?

-¿No sería una locura? –quiso saber el grotesco hombre-ave, dubitativo. -¡Hasta donde yo sé, las elecciones son en noviembre, del año entrante! ¡Además, para destituir al Alcalde, debería pasar algo muy, pero muy malo!

-¡No se preocupe, señor Pingüino! –pidió Akari, mesándose el mentón. -¡Deje todo en mis manos y, muy pronto, Ciudad Gótica estará “patas arriba”, y pidiendo orden!

Al día siguiente, el Alcalde, junto con su esposa y su hijo, asistía a dar un discurso, pidiendo calma a los habitantes de Ciudad Gótica, que aún, andaban algo asustados, a causa del reciente ataque de “La Banda del Circo Triángulo Rojo”.

De repente, cuando nadie lo esperaba, un payaso llegó, dando marometas y brincos. Con prestancia, agarró al bebé del Alcalde, y se paró frente a los micrófonos.

-¡Nunca, me han gustado los discursos! –dijo el payaso. -¡Por eso, sólo les diré gracias por todo, y adiós! ¡Ya debo irme!

Con un salto de espanto, el payaso se introdujo en una alcantarilla cercana, la cual, hasta entonces, nadie había notado que estaba destapada. Una gran cantidad de curiosos, expectantes, se acercaron a aquel agujero, y trataron de ver algo.

Si bien, no se veía nada, se escuchó una voz, suplicante.

-¡Oh, no! ¡Es el Pingüino! –decía la voz, la cual, en el acto, fue reconocida, como la voz del payaso, que tomó al bebé del Alcalde. -¡Tenga al niño, no me lastime!

En realidad, todo era parte del plan de Akari Unryuu, para poner al Pingüino, como nuevo Alcalde de Ciudad Gótica. Hasta ahora, funcionaba, y bastante bien.

Acto seguido, el Pingüino, usando una plataforma levadiza, instalada en su transporte, un carro con aspecto de pato amarillo gigante, subió, llegando a la superficie.

Un momento después, miles de flashes fotográficos, brillando como centellas, iluminaban al grotesco hombre-ave, el cual, fingiendo timidez, se escudaba de los resplandores, al tiempo que, con lentitud, llegaba con el Alcalde, y le daba a su bebé.

Algo lejos de allí, en la Mansión Saotome, el dueño de esa casa, el millonario Ranma Saotome (Quien, en secreto, es Batman), miraba lo sucedido en la televisión, junto con su fiel mayordomo inglés, Wiggins McNaughton. Ranma, al ver eso, estaba pensativo.

-¡Wiggins, consígueme información, sobre el Circo Triángulo Rojo, por favor! –pidió Ranma, sin dejar de ver la televisión. -¡Tengo una corazonada, y deseo aclararla!

-¡Al instante, señor! –respondió Wiggins, dirigiéndose a la computadora. -¡Buscaré en la Internet, para mejores resultados!

Mientras Wiggins, diligentemente, buscaba la información, pedida por su amo, el Pingüino, tras hablar con el Alcalde, y las demás autoridades de Ciudad Gótica, externó un deseo: conocer su nombre humano, y saber quienes eran, o fueron, sus padres. Además, contó que los entendía por abandonarlo, ya que la gente, le teme a lo que no comprende. Por ese lado, todo estaba claro, al menos, para él. El Alcalde, en persona, acompañado por la Comisionada, Mariko Konjo, lo llevó al Registro Civil, para que buscara la información que deseaba conocer. Después, pidió que lo dejaran solo.

Por varias horas, el Pingüino, con verdadera paciencia de franciscano, estuvo registrando miles y miles de documentos, buscando lo que deseaba. Aparte de eso, y aprovechando que, por mandato del Alcalde, nadie lo iba a molestar, iba copiando otros datos, al parecer, de poco interés, pero que, para él, valían mucho, y eran oro puro.

Al tiempo que esto pasaba, Batman patrullaba las calles de Ciudad Gótica, en su increíble Batimóvil. La nevada que caía sobre Ciudad Gótica, prácticamente, había barrido las calles, y eran muy pocas, las personas, que estaban en las calles.

Al día siguiente, en un cementerio, el Pingüino era observado por muchos reporteros, por mientras se acercaba a un par de tumbas, se arrodillaba delante de ellas, y oraba. En las tumbas, se leían los nombres de Eizan y Ayako Hibiki, fallecidos varios años atrás.

Tras acabar sus oraciones, y dirigir una mirada al Cielo, el Pingüino, se dirigió a la salida del cementerio. Una vez allí, los reporteros lo entrevistaron.

-¡Un pingüino, amigos míos, es un animal! –empezó diciendo, muy serio, el grotesco hombre-ave. -¡Yo, tuve padres, y tengo un nombre humano! ¡Me llamo Ryoga Hibiki!

-¿Tiene algún plan, para un futuro cercano, señor Hibiki? –preguntó un reportero, extendiendo su grabadora. -¡Digo, si es algo, que quiera contarle a la prensa!

-¡He decidido, postularme para Alcalde! –anunció el Pingüino, sonriendo. -¡Para lograrlo, cuento con el apoyo, de una muy importante empresaria de Ciudad Gótica, la señorita Akari Unryuu, presidenta y dueña, de la Corporación Unryuu! 

Esa noche, mientras tanto, Akane Tendo, la secretaria de Akari Unryuu, revisaba algo en la oficina de su jefa, cuando, de repente, notó que Akari, estaba justo detrás de ella.

-¿Qué hace, señorita Tendo? –preguntó Akari, con voz calmada. -¿Busca algo?

-¡Buscaba algo, y encontré algo! –contestó Akane, con voz apurada. -¿Sus inversionistas saben, que su famosa “planta de energía”, en vez de darle energía a Ciudad Gótica, más bien, se la va a succionar? ¡Responda!

-¿Cómo supo eso, señorita Tendo? –quiso saber Akari, con interés. -¿Cómo accedió, a mis archivos protegidos? ¡Vamos, dígame!

-¡Fue fácil, en realidad! –contestó Akane, algo calmada. -¡Supuse que su clave, era “Geraldo”, el nombre de su mascota, un perro chihuahua, y acerté!

Akari, sorprendida, no respondió a esa explicación. Sin decir nada, y mesándose el mentón, caminó por la oficina, llegando cerca de una ventana. Akane, extrañada, la siguió. ¡Vaya una mala idea! Al ver a Akane, cerca de la ventana, Akari, sin decir nada, le pegó un empujón, haciéndola atravesar la ventana, a muchos pisos de altura.

-¡¡¡¡¡AAAAAHHHHH!!!!! –gritó Akane, cayendo, en caída libre.

Como una estrella fugaz, Akane cayó, ante la mirada de Akari. Destino: La calle.   

-¡Vamos a ver, si así aprende! –masculló Akari, viendo a Akane, caída, inmóvil, en la calle, muchos metros abajo. -¡Tal vez, debí despedirla, pero así fue mejor! ¡No le debo nada, ni preavisos, ni cesantía, n liquidación, nada de nada!

Diciendo eso, Akari salió de la oficina, y tomó un elevador, para salir del edificio, e irse a su casa. Para ella, Akane Tendo estaba muerta, y eso era lo único importante.

Sin embargo, Akane Tendo, no estaba muerta. Sólo estaba noqueada. En cosa de segundos, ella estaba sumergida, debajo de una verdadera turba de gatos callejeros, los cuales, al verla, se le acercaron, y empezaron a lamerla. Uno y otro, como tomando turnos, le mordieron algunos dedos de sus manos, al tiempo que Akane, aún sin reaccionar, medio abría los ojos, en blanco, como por inercia.

Finalmente, Akane abrió los ojos. Su mirada, ahora, era una mirada fija, poco expresiva, tensa como una cuerda de arco, lista para reventarse. Sin decir nada, se levantó, y se dirigió a su apartamento. Una vez allí, abrió la puerta.

-¡Cariño, ya vine! –gritó Akane, al abrir la puerta. -¡Lo olvidé, no soy casada!

Titubeando al caminar, Akane entró a su apartamento, y cerró la puerta. Dejó caer, su abrigo y su bolso, en una silla, antes de dirigirse a su contestadora telefónica. Con lentitud, pulsó el botón, para escuchar los mensajes.

-¡Hola, Akane Tendo! –se dejó escuchar, en un mensaje, una voz femenina. -¡Sólo te llamaba, para recomendarte, el nuevo perfume “Dama Gótica”, el cual, desde ésta semana, está a la venta, en los almacenes de la Corporación Unryuu!

Al escuchar la sola mención del apellido Unryuu, Akane, literalmente, perdió la cabeza. Olvidando todo, se dedicó, por los siguientes 5 minutos, a revolver cajones y armarios, como si buscara algo. Finalmente, lo halló. Lo que halló, fue una enorme pieza de cuero negro, la cual, con rapidez, se dedicó a coser. Finalmente, acabó de coser, dejando ver que, lo que había hecho con aquella pieza de cuero negro, no era otra cosa, que un disfraz de chica-gato, el cual se puso en el acto. Después, cogiendo un látigo que halló (¡Sólo Dios sabía, de donde lo había sacado!), salió de su apartamento, recorriendo las calles de Ciudad Gótica, como si buscara algo.

Al buscar, Akane halló lo que buscaba: una chica, era asaltada, por un par de sujetos. Sin decir nada, Akane pegó un salto escalofriante, hasta la calle. Después, llegando con los 2 sujetos que asaltaban a la chica, les propinó una señora golpiza, haciéndolos correr, muertos del susto. La chica, quiso agradecerle, pero Akane la detuvo, sosteniéndola, con la espalda, pegada a la pared más cercana.

-¡Yo soy Gatúbela! –se presentó Akane, hablando despacio. -¡Escucha mi rugido!

Dejando pasmada a la chica, Gatúbela, se dirigió a los almacenes de la Corporación Unryuu. Una vez allí, se puso a recorrer el lugar, descabezando a varios maniquíes, a punta de latigazos. Unos guardias de seguridad, la vieron.

-¿Qué es eso? –preguntó, curioso, uno de ellos. -¿Es algo real, o es una visión?

-¡No lo sé, amigo! –respondió, confuso, su compañero. -¡La verdad sea dicha, no sé, si dispararle, o enamorarme de ella!

Al escuchar esos comentarios, los cuales le sonaron más que sexistas, Gatúbela se giró y, con sendos latigazos, puso a los infortunados guardias en fuga, no sin antes, desarmarlos, con velocidad de rayo.

-¡Perdedores! –gruñó Gatúbela, asqueada. -¡No valen, ni lo que ganan, idiotas!

Después de descabezar a algunos maniquíes más, Gatúbela tomó unos botes de pintura en aerosol y, riendo como niña traviesa, los metió en un horno de micro-ondas, el cual procedió a activar, y a programarle un tiempo prudencial, para poder escapar.

Entretanto, en las calles, los aliados del Pingüino, los integrantes de “La Banda del Circo Triángulo Rojo” andaban, como era su costumbre, causando toda clase de desatinos. Al menos, en esas anduvieron, hasta que llegó Batman, y los detuvo. Casi tan rápidos, como los guardias de los almacenes de la Corporación Unryuu, los aliados del Pingüino, a decir una, se retiraron, planeando nuevas maldades.

Tras vencer a los secuaces del Pingüino, Batman se dedicó a hacer un recorrido, por las cercanías, llegando a toparse, con el Pingüino, en una céntrica calle.

-¿Admiras tu obra, grotesco ser? –preguntó Batman, viendo de hito en hito, a su deforme enemigo. -¿Te regodeas, con tu caótica diversión?

-¡No se justifica, ser tan rudo, mi enmascarado amigo! –contestó el Pingüino, sonriendo macabramente. -¡Un Alcalde, debe vigilar bien a su ciudad!

-¡No eres el Alcalde, no si yo puedo evitarlo! –respondió Batman, siempre serio. -¿Se te ocurrió, que llegarías a ser Alcalde? ¡Pues, anda olvidando esa idea!

-¡Demasiada seguridad, para un hombre enmascarado! –se burló el Pingüino, con calculada frialdad. -¡No pensarás, que me vas a ganar! ¿Verdad?

-¡Las cosas cambian! –dijo Batman, relajando un poco la cara. -¿Qué es eso?

El “eso” que Batman viera, no era más que Gatúbela, que llegaba, haciendo volteretas, como si fuera una gimnasta olímpica. Al ver a ese par, de extraños sujetos, se detuvo.

-¡Miau! –exclamó Gatúbela, justo cuando, dentro del almacén, el tiempo del horno de micro-ondas se acababa, causando que los botes de pintura en aerosol estallaran, en una gran explosión, la cual arrasó con el local de la Corporación Unryuu. Batman y el Pingüino, sorprendidos por la explosión, apenas y si pudieron protegerse.

-¡Yo la ví primero, amigo! –gritó el Pingüino, activando su paraguas-helicóptero, y subiendo al mismo. -¡Ni modo, enmascarado, no siempre se gana!  

Batman, como guiado por una misteriosa inspiración, se dirigió a una azotea cercana, donde, en efecto, halló a Gatúbela. Apenas llegó, Gatúbela lo atacó, dándole de golpes.

En medio de los golpes, Batman reaccionó, dándole un golpe a Gatúbela, y derribándola, justo en medio de la azotea.

-¡Oye! –protestó Gatúbela, sorprendida. -¿Cómo te atreves? ¡Soy una mujer!

-¡Lo siento! –se disculpó Batman, algo cohibido. -¡Déjame ayudarte! 

Gatúbela, aprovechando la coyuntura, atacó a Batman, clavándole sus garras, justo en un costado. Al verse atacado, Batman le propinó un revés, lanzándola a un camión, el cual, lleno de arena, iba pasando en ese momento, cerca de ese edificio.

-¡Vaya! –murmuró Gatúbela, saliendo de entre la arena. -¡Salvada, por arena para gatos!

Al día siguiente, Ranma Saotome llegaba al edificio de la Corporación Unryuu, para charlar con la dueña de ésta compañía, Akari Unryuu. El motivo de su visita, era abordar el tema de la futura planta de energía, que Akari pensaba edificar, en un futuro cercano. Tras un par de horas de charla, Ranma decidió irse. Justo cuando Ranma iba a salir, Akane entró, llevando, sobre una ceja, un apósito de gasa.

-¡Hola, Akane! –saludó Akari, sonriendo forzadamente. -¡Volviste, de tus vacaciones!

-¡Así es, he vuelto! –anunció Akane, viendo fijo a Ranma. -¡Veo que, en mi ausencia, has seguido con tus negocios! ¿Quién es tu socio? ¿No me vas a presentar?

-¡Desde luego, perdona! –dijo Akari, sin dejar de sonreír. -¡Akane, te presento a Ranma Saotome, dueño de las Empresas Saotome! ¡Ranma, ella es mi secretaria, Akane Tendo!

-¡Mucho gusto, señor Saotome! –saludó Akane, sonriendo. -¿Le interesan la energía, y el futuro de Ciudad Gótica?

-¡Encantado, señorita Tendo, y no sea tan formal, puede llamarme Ranma! –saludó Ranma, tomando una mano de Akane, y besándosela. -¡Hace un rato, Akari me dijo que usted, andaba en un viaje de vacaciones, en un resort de esquí, en Aspen, Colorado! ¿Ahí se hizo, esa herida que tiene en la frente?

-¡No puedo decirle, porque tengo muchas cosas, borrosas, en mi mente! –contestó Akane, llevándose una mano, a la frente. -¡Es posible, pero no lo recuerdo! ¡Por cierto, si no le molesta, puede llamarme Akane!

“¡Infeliz!”, pensó Akari, viendo fijo a Akane. “¡La próxima vez, la tiro de la azotea, para ver, si se salva de esa! ¡Pensándolo bien, debí hacer eso!”

-¡Bueno, yo me voy! –se despidió Ranma, al tiempo que sacaba una tarjeta, la cual le entregó a Akane. -¿Le gustaría cenar conmigo, mañana, Akane? ¡Llámeme, por favor!

-¡Estaré encantada, Ranma! –respondió Akane, sonriendo. -¡Mañana, a las 7!

Asintiendo, Ranma subió al ascensor más cercano, y se fue. Apenas se fue, Akari volteó a ver, fijo, a Akane. Akari estaba furiosa, y no lo disimulaba. Akane, notó eso.

-¿Así, que sobreviviste? –gruñó Akari, furiosa de verdad. -¡No me hagas enojar, niña, porque sabes, de lo que soy capaz!

-¡No te tengo miedo, Akari Unryuu! –masculló Akane, ya seria. -¡Si yo caigo, te llevaré conmigo, en una caída libre, de la cual, lo juro, no te recuperarás!

Akari, entrando en su oficina, cerró la puerta, dando un portazo. ¡Dios, como la ponía de malas Akane Tendo, y más, ahora, que no le tenía miedo!

Algunas horas después, Akari se reunía con el Pingüino, para ponerlo al tanto, de los avances de la campaña electoral. Al parecer, iba bastante bien.

-¡Me alegra saber, que todo marcha bien! –dijo el Pingüino, sonriendo. -¿No es broma, verdad? ¿Son datos 100% fidedignos, señorita Unryuu?

-¡Desde luego, que son datos fidedignos! –contestó Akari, sonriendo satisfecha, y haciendo, con 2 dedos de cada mano, la V de la victoria. -¡Ya lo verá, Ciudad Gótica caerá rendida, ante nosotros! ¡Hibiki y Unryuu, la alianza visionaria!

-¡Gracias por todo! –exclamó el Pingüino, dirigiéndose a la parte superior, de su cuartel de campaña. -¡La veré mañana, señorita Unryuu!

-¡Puede llamarme Akari, Alcalde Hibiki! –remató Akari, sonriendo. -¡Mañana, será un día muy ocupado, con su campaña! ¡Descanse, nos vemos!

Diciendo eso, Akari empezó a salir del cuartel del Pingüino. Mientras tanto este, al subir, se halló, ante una visión. Una visión, la cual vestía de cuero negro. En efecto, la tal “visión”, no era otra más que Gatúbela. Al parecer, algo se traía entre garras.

-¡Vaya, vaya! –exclamó el Pingüino, sonriendo. -¿Qué tenemos aquí?

-¡Tengo algo, que deseo proponerte! –inició Gatúbela, respondiendo la sonrisa. -¡Es una idea genial, la cual, no podrás rechazar!

-¿Qué propones, amiga? –preguntó el Pingüino, mostrando verdadero interés. -¡Vamos, cuenta ya, por favor!

-¡Eliminemos a un enemigo común, Batman! –propuso Gatúbela, siniestra. -¡Claro, antes, me gustaría tenderle una trampa, con esto!

Al decir “con esto”, Gatúbela sacó un Batibumerang, el cual, logró quitarle a Batman, durante su enfrentamiento en la azotea, segundos antes, de ser arrojada al camión de arena. Al mostrárselo al Pingüino, siguió sonriendo.

-¿Esa, es un arma de Batman? –inquirió el Pingüino, interesado. -¿Qué planeas hacer?

-¡Ya lo verás, amigo mío! –indicó Gatúbela, ya seria. -¡Será ésta noche, cuando pretendan volver a encender, el árbol de Navidad, de Plaza Gótica! ¡Claro, ya he elegido a la víctima, para poder atraer al enmascarado!

Una hora después, Akane acababa de cenar, con Ranma, en la Mansión Saotome.

-¡La cena, estuvo excelente, Ranma! –agradeció Akane, sonriendo. -¡No me habías dicho que, en serio, Wiggins fuera tan buen cocinero!

-¡El señor Saotome, a veces, es algo parco, señorita Tendo! –se disculpó Wiggins, sonriendo, y viendo a su amo, quien asintió a sus palabras. -¡Usted debe entender, su pasado, lo ha marcado, y eso, es algo difícil de superar!

-¡Wiggins dice bien, Akane! –secundó Ranma, a su mayordomo inglés. -¡Desde la muerte de mis padres, la cual pasó, cuando yo tenía sólo 10 años, cambié mucho!

Mientras eso pasaba, el Pingüino, secundado por unos de sus secuaces, llegaba a la tienda donde estaba la Princesa del Hielo, una modelo, la cual debía ser la encargada, en nombre de la Corporación Unryuu, de encender el árbol de Navidad de Plaza Gótica.

-¡Hola! –saludó la Princesa del Hielo, sonriendo. -¿Quiénes son ustedes?

-¡Sólo unos amigos! –contestó el Pingüino. -¿Nos dices, que haces?

-¡Soy modelo, pero me gusta actuar en actividades como la de hoy! –explicó la Princesa del Hielo, al tiempo que veía, al Pingüino, sacar el Batibumerang, que le entregara Gatúbela, minutos antes. -¿Qué es eso, es una cámara? 

-¡Dí “Whisky”! –pidió el Pingüino, sonriendo. -¡Vamos, hazlo!

Creyendo que, en verdad, le iban a tomar una foto, la Princesa del Hielo se puso de pie, se acomodó un poco el cabello, y obedeció, a lo que le pedían.

-¡Whisky! –dijo la Princesa del Hielo, sonriendo.

Esa, era la señal que esperaba el Pingüino. Sin decir nada, sólo lanzando un rugido, arrojó el Batibumerang, directo a la cabeza de la chica, dándole de plano, y derribándola, totalmente noqueada. Luego, él y sus secuaces, se la llevaron.

En la Mansión Saotome, Ranma y Akane, abrazados, veían la televisión. De repente, la película que estaban viendo, fue interrumpida por un avance de noticias.

-¡Interrumpimos nuestra transmisión, para llevarles un reporte especial! –informó la reportera, abrigándose. -¡Hace un momento, la Princesa del Hielo, la modelo elegida, para volver a encender el árbol de Navidad de Plaza Gótica, fue secuestrada!

“¡Esto, parece algo que Batman, sin pérdida de tiempo, debe atender!”, pensó Ranma, viendo la televisión. “¿Cómo dejo a Akane, sin que ella sospeche?”

“¡Ese, fue el Pingüino!”, pensó, por su parte, Akane. “¡Ahora, debo irme, para cambiarme a Gatúbela, y ayudarlo, a acabar con Batman! ¿Y si Ranma, se enoja conmigo, por irme así? ¿Cómo le explico?”

-¡Tenemos información, de última hora, amigos! –prosiguió la reportera, al ver llegar a una persona, muy conocida. -¡Con nosotros, se halla la Comisionada de Policía, Mariko Konjo! ¿Ya saben, quién secuestró a la Princesa del Hielo, Comisionada? 

-¡Tenemos una pista, señorita! –respondió la Comisionada, mostrando la “pista”, el Batibumerang. -¡Al parecer, fue Batman, pero no sabemos sus motivos!

-¡Escucha, Akane, debo salir por un momento! –empezó Ranma, tratando de sonar natural. -¡Olvidé algo importante, en mi oficina! ¿Estarás bien?

-¡Seguro, Ranma, vete tranquilo! –contestó Akane, sonriendo. -¡De hecho, debo ir a mi casa, a alimentar a mi gata, “Isis”! ¡Olvidé alimentarla, antes de venirme!

Cada cual, tomó por un lado distinto. Ranma, tras bajar a la Baticueva, se puso su traje, pasando a ser Batman, el Señor de la Noche, defensor de Ciudad Gótica. Una vez vestido, subió al Batimóvil, y puso rumbo a la ciudad.

Mientras tanto, Akane, tras conducir su auto, se detuvo en un callejón. Una vez allí, detuvo su auto y, tras ver que, en efecto, estaba sola, procedió a quitarse los zapatos, seguidos por la blusa, la falda, y las pantimedias. Una vez que quedó vestida sólo con su ropa interior, sostén y bragas, sacó, de su bolso, su traje de cuero negro, y procedió a ponérselo, cosa que hizo, en un tiempo muy breve. Al acabar, tomó rumbo, a un punto, que ella conocía. Debía ir allí, y eso era todo.

Tras estacionar el Batimóvil, en una céntrica calle de Ciudad Gótica, Batman se dirigió, vía azoteas, a un punto cercano a Plaza Gótica. Desde una azotea, se asomó, viendo el lugar repleto, a más no poder. Al parecer, el nuevo encendido del árbol de Navidad, causaba gran expectación, y era muy esperado.

Investigando, Batman halló a la Princesa del Hielo. Cuando trató de liberarla, sin embargo, apareció Gatúbela, iniciando una nueva batalla. Al final, Gatúbela agarró a la chica secuestrada, y se la llevó, a la azotea de ese edificio, donde las siguió Batman. En esa azotea, Batman halló a la Princesa del Hielo, en el borde de la azotea.

-¡Le hablé, y me dejó ir! –dijo la chica rubia, algo nerviosa. -¡Ayúdame, por favor!

-¡Tranquila, te ayudaré! –dijo Batman, caminando despacio. -¡Dame la mano!

Entonces, ocurrió. Saliendo como de la nada, apareció el Pingüino, quien lanzó un paraguas. Al abrirse el paraguas, la chica raptada, fue envuelta por un grupo de murciélagos, que revoloteaban a su alrededor. Ella manoteaba, tratando de espantarlos.

-¡Ratas con alas, hagan cosas malas! –gritó el Pingüino, siempre sonriendo. -¡Me voy!

Ante la mirada espantada de Batman, la Princesa del Hielo, mientras trataba de espantar a los murciélagos, trastabilló, con el resultado esperado. Se cayó, en caída libre.

-¡¡¡¡¡BATMAN EMPUJÓ A LA PRINCESA!!!!! –gritó, apuntando hacia arriba, uno de los presentes en Plaza Gótica. -¡¡¡¡¡VIENE HACIA ACÁ, CUIDADO!!!!!

Cayendo, con un gran estrépito, la Princesa del Hielo, una pobre víctima inocente, cayó sobre el control de encendido del árbol de Navidad, encendiéndolo, y liberando a una enorme cantidad de murciélagos que estaban dentro del árbol. La gente, espantada, corría sin control. Batman, asombrado, veía aquello, sin saber que, mientras eso pasaba, algunos de los secuaces del Pingüino, le hacían “algo” al Batimóvil. Ese “algo”, era la instalación, de una trampa, maquinada por el Pingüino.

-¡Con esto, no contaba! –masculló Batman, viendo el pandemónium, que se había desatado en Plaza Gótica. -¡Mejor me voy, antes de que esto empeore!

Antes de que Batman pudiera hacer algo, la puerta que daba a esa azotea se abrió, entrando varios oficiales de la policía, junto con la Comisionada Mariko Konjo. No pudo decir nada la Comisionada, cuando uno de los oficiales, sacando su pistola, disparó contra Batman, haciéndolo retroceder, dando traspiés.

-¡¡¡¡¡NO DISPARES, IDIOTA!!!!! –gritó la Comisionada, llegando con el oficial, arrebatándole la pistola, y dándole un golpazo, con la cacha de la misma. -¡¡¡¡¡NO SE DISPARA, SIN ANTES HACER AVERIGUACIONES, IMBÉCIL!!!!!

Batman, cayendo en una azotea adyacente, notó algo: alguien trataba de incriminarlo, en algo indebido, y él, mientras pudiera, no lo iba a permitir. Ante la mirada de la Comisionada, y de los oficiales, se acercó al borde de la azotea. Sin dejar su gesto serio, extendió los brazos, permitiendo que su capa, se desplegara, tomando la forma de unas enormes alas de murciélago. Acto seguido, se lanzó el vuelo, como si fuera un verdadero murciélago. La Comisionada, preocupada, lo dejó ir.

Al tiempo que esto pasaba, el Pingüino y Gatúbela, se reunían, y charlaban, sobre lo que acababa de pasar. El Pingüino estaba feliz, de ver a Batman, metido en un predicamento, mientras que Gatúbela, al parecer, consideraba excesiva, la muerte de la Princesa del Hielo. Al ver eso, el Pingüino, montó en cólera.

-¡Eres una tonta, ya no me sirves! –gritó el Pingüino, activando el paraguas que llevaba consigo. -¡Mejor, es que te quite de mi camino, asquerosa!

-¿Qué vas a hacer, Pingüino? –preguntó Gatúbela, asustada. -¡No, deja eso!

Sin hacer caso, el Pingüino abrió su paraguas, el cual de desplegó, como una especie de pequeño helicóptero personal, y enganchó su agarradera, al cuello de Gatúbela.

-¿Qué es esto? –protestó Gatúbela, parte asustada, parte molesta. -¡Bájame, tramposo!

-¡Hasta nunca, querida! –se despidió, ceremoniosamente, el Pingüino. -¡Vete al Cielo!

Gatúbela, llevada por el paraguas-helicóptero, se elevó, por encima de varios rascacielos de Ciudad Gótica, hasta que, haciendo un esfuerzo titánico, se soltó, cayendo en un enorme invernadero. A decir verdad, cayó sobre unos espinosos rosales.

-¡¡¡¡¡AAAAAHHHHH!!!!! –gritó Gatúbela, ya furiosa de verdad.

Mientras tanto, los secuaces del Pingüino, acabando de poner la trampa en el Batimóvil, se iban. Y se fueron a tiempo, ya que, segundos después, Batman aterrizaba cerca de ahí, al tiempo que varias personas, lo buscaban, creyendo que él, había sido el responsable del caos desatado en Plaza Gótica.

-¡Ahí está! –gritó un hombre, viendo a Batman. -¡Vamos, a por él!

Con celeridad, Batman se subió al Batimóvil, justo cuando, en otro punto de la ciudad, el Pingüino, luego de “deshacerse” de Gatúbela, y tras saludar a algunos de sus simpatizantes, subió a un camión, adornado, en los costados, con grandes carteles que decían “Hibiki, significa ORDEN”. Tras entrar, y cerrar la puerta, el grotesco hombre-ave, se sentó, en un duplicado a escala, del Batimóvil, el cual encendió, y esperó.

Justo cuando Batman encendió el Batimóvil, el Pingüino, entró en acción.

-¡Bienvenido, enmascarado, a la Escuela de Manejo de Ryoga Hibiki! –anunció el Pingüino, muerto de la risa. -¡Agárrate bien, y empieza a gritar!    
  
Sin decir más, el Pingüino activó su auto, lo cual permitió que Batman viera que, ahora, no era él, quien conducía al Batimóvil. Una carrera de espanto, empezó a sacudir, las calles de Ciudad Gótica, provocando múltiples daños y destrozos. Una gran cantidad de patrullas de la policía, desobedeciendo las peticiones de la Comisionada Mariko Konjo, se lanzaron a perseguir al Batimóvil. A cada minuto, los daños y el caos, crecían.

Entonces, Batman, activando un sensor del Batimóvil, localizó el aparato que el Pingüino estaba usando, para controlar a su auto. Antes de encargarse de esa molestia, Batman sacó un CD, y lo usó para grabar al Pingüino, justo cuando este, muerto de la risa, gritaba a todo pulmón, “¡Tienes que admitirlo, manejé a ésta apestosa ciudad, como un arpa del Infierno!”, tras lo cual, logró arrancar el aparato de control remoto, y apagarlo. Tras eso, Batman, de un puñetazo, despedazó la pantalla de vídeo, justo cuando el Pingüino, furioso, lanzaba un grito de decepción.

Las patrullas, sonando sus sirenas, seguían persiguiendo al Batimóvil. Batman, tratando de escapar, apretó un botón, de uno de sus múltiples aditamentos. Nada sucedió.

-¡Extraño, no funcionó! –murmuró Batman, viendo que se acercaba a un pasaje muy estrecho, al tiempo que tocó más botones, sin respuesta. -¡Ahora, me preocupo!

Al ver que el estrecho pasadizo se acercaba más y más, Batman se jugó una última, y desesperada carta. Activando otro botón, hizo que parte de la cubierta del Batimóvil se desprendiera, al tiempo que las ruedas se reacomodaban, haciendo un Batimóvil más pequeño, y fácil de maniobrar. Así, le fue fácil pasar, y escapar.

Con un rugido de motores, el Batimóvil tomó rumbo, a la Mansión Saotome. Algo después, Ranma decidía sacar, al Pingüino, de la carrera electoral. Para eso, esperó al día siguiente, cuando el Pingüino, iba a dar un discurso, en las afueras del Ayuntamiento de Ciudad Gótica. Al decir una, Ranma y Wiggins bajaron a la Baticueva, y activaron un equipo, usado para interferir, y afectar comunicaciones.

-¡Amigos, conciudadanos! –inició el Pingüino, sonriendo. -¡Ciudad Gótica, es una ciudad, que ha perdido el rumbo! ¡Y lo ha perdido a tal grado, que sus habitantes han puesto sus vidas, en las manos de un loco enmascarado, llamado Batman!

Esa, era la señal, que Ranma y Wiggins esperaban. Mientras Wiggins activaba el sistema, Ranma localizaba, e interfería la frecuencia. Una vez que lo hizo, mostró a Wiggins su arma secreta: el CD con la grabación del Pingüino.

De repente, cuando el Pingüino estaba en lo más y mejor de su discurso, ignorando que su frecuencia acababa de ser interferida, e iba a ser saboteada, ante la mirada, entre otros, de una expectante Akane Tendo, se dejó escuchar, algo alarmante.

-¡Tienes que admitirlo, manejé a ésta apestosa ciudad, como un arpa del Infierno!

El Pingüino, sorprendido, se calló. Luego, se acercó a Akari Unryuu, y le habló al oído.

-¡Yo no dije eso! –gruñó el Pingüino, ya molesto. -¿Qué pasa, eh?

Akari, encogiéndose de hombros, no supo responder. El Pingüino trató de reiniciar su discurso y, otra vez, esa frase, fue escuchada, seguida por algunas risas macabras.

Aquello, fue el empezóse del acabóse. La gente, molesta por escuchar eso, empezó a chiflar, momento que Akari, junto con los demás presentes, aprovechó para irse, dejando solo al Pingüino. Al momento, la gente empezó a tirar huevos, tomates, y varias cosas más, hacia el hombre-ave, el cual, a como pudo, se ocultó detrás del estrado.

-¿Por qué rayos, la gente siempre lleva huevos y tomates, a los discursos? –se preguntó el Pingüino, mientras alistaba su paraguas. -¡Ya, déjenme en paz, sarta de necios!

Activando su paraguas-ametralladora, el Pingüino pudo hacerse un hueco, para escapar de la turba. Para su mala fortuna, la turba, junto con algunos oficiales de policía, lo persiguió, llegando a un parque. Era el mismo parque, donde, años atrás, sus padres, Eizan y Ayako Hibiki, lo abandonaran a su suerte. Sin dudarlo, se lanzó al río, desapareciendo de la vista de la turba, y de los policías. Al rato, el Pingüino, manejando su auto-pato, llegaba a su guarida, ubicada debajo del Mundo Ártico, del viejo Zoológico de Ciudad Gótica. Sus secuaces, lo recibieron.

-¡Gran discurso, Ryoga! –exclamó uno de sus secuaces. -¡Te ganaste a las masas!

-¡No me llamo Ryoga, me llamo Pingüino! –gritó el recién llegado. -¡Yo, no soy un ser humano, soy un animal, de sangre fría! ¿Dónde están mis listas?

Otro de sus secuaces, le entregó las listas, con la información, que el Pingüino copiara del Registro Civil. Empezó a repartirlas, con gran celeridad.

-¡Amigos, ésta noche, mientras sus padres celebran, nosotros eliminaremos a los primogénitos de Ciudad Gótica, así como mis padres, me eliminaron a mí! –explicó, ya acabando la repartición. -¡Tráiganlos, y morirán aquí, en el agua helada!
  
-¡Oye, Pingüino! –lo llamó un tercer secuaz, un gordo, disfrazado de payaso. -¿No te parece, que matar a niños pequeños, sea un poco, no sé, excesivo?

Un disparo, fue la respuesta. El payaso gordo, cayó muerto.

-¡No, no es excesivo! –gruñó el Pingüino, dándole una patada, y lanzándolo al agua helada. -¡Es justo, y sólo eso! ¡Ahora, vayan, a por esos niños!

Mientras tanto, en la Baticueva, ubicada debajo de la Mansión Saotome, Ranma adaptaba, lo que quedó del Batimóvil, para convertirlo en un Batibote. Mientras trabajaba, llegó Wiggins, con una carta.

-¡Señor Saotome, le recuerdo que, ésta noche, es el baile de disfraces, que dará la chocante señorita Akari Unryuu! –informó Wiggins, serio. -¿Piensa ir?
 
-¡No, quizás no vaya! –contestó Ranma, mientras trabajaba. -¡Aunque, en la de menos, Akane Tendo estará ahí! ¡Cambié de opinión, Wiggins, iré!

Wiggins, decepcionado, se fue. Al rato, en efecto, Ranma llegó al baile, siendo de los pocos no disfrazados. Tras sostener un choque dialéctico con Akari, acerca de su fallido plan, para poner al Pingüino, como nuevo Alcalde de Ciudad Gótica, halló a Akane. Tras bailar un poco, al ritmo de “Face to face”, del grupo “Siouxsie & The Banshees”, hubo una charla, entre Ranma y Akane, donde cada uno, supo el secreto del otro. Mientras trataban de digerir eso, una explosión sacudió el lugar de la fiesta.
        
-¡No me invitaron, así que “les subí” de sorpresa! –anunció el Pingüino, sonriendo macabramente. -¡En este momento, mis aliados, recorren Ciudad Gótica, secuestrando a sus hijos primogénitos, y los llevarán conmigo, para que los elimine!

Un rugido de espanto, recorrió el lugar. Akane, sacudida por la explosión, buscó a Ranma, sin hallarlo. Al no verlo, supo lo que debía hacer. Se puso de pie y, tras sacudirse el polvo de su vestido, se dirigió a la salida y, luego, a su auto. Mientras tanto, el Pingüino, anunciaba otra parte de su siniestro plan.

-¡Ahora, si me permiten, me llevo conmigo, a la señorita Akari Unryuu! –dijo el Pingüino, aferrando a Akari. -¡Vamos, niña bonita, al pato!

Akari, asombrada al ver lo mal que se puso todo, obedeció, y subió al pato. Acto seguido, ella y el Pingüino, abandonaron el lugar. Mientras eso pasaba, tal y como el Pingüino había dicho, sus aliados, encabezados por su “mano derecha”, el Organillero, secuestraban niños, por toda Ciudad Gótica.

-¡Vamos, metan a esos niños, en las jaulas! –ordenaba el Organillero, quien conducía una especie de tren de juguete. -¡No debemos tardar, el Pingüino, nos espera!

Entonces, algo inesperado pasó. Recortada contra una pared, apareció una sombra. Una sombra que, a no dudarlo, sembró el terror, en el Organillero, y los demás pillos.

-¡No puede ser! –murmuró el Organillero, poniéndose pálido. -¡Es él, es Batman!

Un par de manos, enfundadas en un par de guantes negros, tomaron al Organillero por los hombros, y lo sacaron de su asiento. Acto seguido, una gran batalla inició. En su guarida, en el Mundo Ártico del viejo Zoológico de Ciudad Gótica, el Pingüino esperaba la llegada de sus tropas, cargados de niños, a los cuales llevaría, a una helada muerte, en aguas heladas. Visualizando eso, se regodeaba de la felicidad.

-¡Muy pronto, mi estimada “amiga”, verás morir a una gran generación de habitantes de Ciudad Gótica! –anunció el Pingüino a Akari. -¡Después, te les unirás!

“¿Qué he hecho?”, pensaba Akari, asombrada. “¿Cómo pude aliarme, con este oscuro y maligno ser? ¡Tengo el presentimiento de que esto, va a terminar muy mal!”

En ese momento, un monito, mascota del Organillero, llegó. Al ver que llevaba una nota, el Pingüino se le acercó, sonriendo y expectante.

-¡Hola, monito! –saludó el Pingüino, al pequeño primate. -¿Dónde están los niños?

El monito, por toda respuesta, le entregó la nota. El Pingüino, curioso, la tomó.

-¿Qué es esto, una nota? –murmuró el Pingüino, mientras abría la nota. -¿Qué dice?

Lo que decía la nota, el Pingüino no se lo esperaba. Leyó, lentamente.

-¡Querido Pingüino! –empezó leyendo, arqueando una ceja. -¡Los niños, no podrán asistir! ¡Firma: Batman! ¡¡¡¡¡AAAAARRRRRGGGGGHHHHH!!!!!

Un momento después, el Pingüino, se dirigía a sus pingüinos, sus bebés, cada uno, armado con un misil guiado a control remoto.

-¡Mis queridos pingüinos, la hora de la verdad, ha llegado! –empezó diciendo el Pingüino, como un general, que prepara a sus tropas, para la batalla final. -¡En ésta noche, pondremos a ésta dichosa ciudad, justo en el lugar que se merece! ¡¡¡¡¡ADELANTE, MARCHEN, A LA VICTORIA!!!!! ¡¡¡¡¡LA LIBERACIÓN DE CIUDAD GÓTICA, HA COMENZADO!!!!!

Los pingüinos, obedeciendo a su amo y señor, iniciaron el avance, hacia el punto fijado: Plaza Gótica. Mientras tanto, Batman, a bordo de su Batibote, creado sobre los restos del Batimóvil, se dirigía a la guarida del Pingüino.

-¡Señor, los pingüinos se dirigen a Plaza Gótica! –anunció Wiggins, vía radiocomunicador. -¡Espero su señal, el tiempo se acaba!

-¡Espera un poco, Wiggins! –pidió Batman, mientras conducía el Batibote. -¡Dame un momento, por favor!

Al tiempo que esto pasaba, en la guarida del Pingüino, el tiempo corría.

-¡Los pingüinos, se acercan a Plaza Gótica! –murmuraba una aliada del Pingüino, la cual, no salió, con el grupo del Organillero. -¡Un minuto, para el lanzamiento!

-¡Señor, el tiempo apremia! –dijo Wiggins, viendo el avance de los pingüinos, por las calles de Ciudad Gótica. -¡Los pingüinos, ya llegaron a Plaza Gótica!

-¡Mándalos de vuelta! –ordenó Batman, mientras avanzaba, raudo, por las alcantarillas de Ciudad Gótica. -¡Me acerco, al origen de la señal!

-¡Los pingüinos, han llegado al sitio de lanzamiento, en Plaza Gótica! –anunció la aliada del Pingüino. -¡Faltan sólo 15 segundos para el lanzamiento! -¡Total de víctimas estimadas, cuando todo acabe: 100000 personas!

Wiggins, obedeciendo a lo dicho por su amo, activó una contra-señal, la cual hizo que los pingüinos se alejaran de Plaza Gótica, y tomaran otro rumbo.

-¡Algo está mal! –exclamó la aliada del Pingüino. -¡Algo interfirió la señal! ¡Los pingüinos, abandonan Plaza Gótica, y cambian de rumbo!

Al ver eso, los pocos aliados, que le quedaban al Pingüino, empezaron a abandonarlo. Pronto, el grotesco hombre-ave, se quedó solo, y previendo que algo iba a pasar. Asustado, el Pingüino subió a su pato, y lo activó, decidido a escapar. Sin embargo, no pudo, ya que Batman, dando un viraje a la dirección del Batibote, le cayó encima. El pato acabó hecho añicos, y Batman, buscó al Pingüino. De repente, este le cayó encima.

-¡Desgraciado! –rugía el Pingüino, furioso. -¡Estás celoso, porque yo soy un monstruo real, y tú, tienes que usar una máscara!

Una feroz lucha, inició. En cierto momento, Batman, haciendo un impasse, sacó un control remoto. El Pingüino, al verlo, se frenó en seco. Entonces, el Pingüino, pudo ver, a su pingüinos, rodeando todo el lugar, el Mundo Ártico.

-¡¡¡¡¡MIS BEBÉS!!!!! –gritó el Pingüino, espantado.

Rugiendo furioso, el Pingüino atacó, con su paraguas-espada, a Batman. La hoja, se rompió, al dar un golpe contra el Batibote, y el Pingüino, con el mango de su arma, hizo que Batman soltara el control remoto. Acto seguido, corrió, lo agarró, y lo activó. ¡Para que lo hizo! Al activarlo, una nube de murciélagos lo rodeó, además de activar los misiles de los pingüinos. Mientras el Pingüino, dando traspiés, retrocedía y atravesaba una ventana del Mundo Ártico, cayendo al agua, los misiles, fuera de control, empezaban a arrasar el viejo Zoológico de Ciudad Gótica. Batman, expectante, veía eso.

Justo entonces, Akari, usando un viejo truco, salía de la jaula, sólo para verse atrapada, por un látigo, el cual, con celeridad, la atrapó, por un tobillo, y la lanzó al agua helada. Haciendo un gran esfuerzo, Akari salió del agua, sólo para verse, atrapada por Gatúbela.

-¡Hora de pagar, Akari Unryuu! –dijo Gatúbela, casi asfixiando a su víctima. -¡Tú me mataste una vez, Batman lo hizo otra, y el Pingüino, una tercera! ¡Me han quitado 3 vidas, pero aún tengo 6 vidas, las cuales usaré, para liquidarte!

-¡No sé quien eres, pero te daré, lo que sea! –murmuró Akari, asustada. -¡Sólo pide!

-¡Quiero tu sangre, Akari Unryuu! –masculló Gatúbela, furiosa. -¡No me vas a poder comprar, nada de eso, mi odiada enemiga!

Viendo lo que pasaba, Batman, mientras el viejo Zoológico de Ciudad Gótica seguía siendo pasto del fuego, activó uno de sus aparatos y, en segundos, llegó con Gatúbela y Akari. No se veía, en serio, ni señas del Pingüino.

-¡Gracias por venir, Batman! –exclamó Akari, sonriendo. -¡Esa loca, casi me mata!

-¡Cállate! –rugió Batman, apartando a Akari, de un empellón. -¡Irás a la cárcel!

-¡Batman, no me vas a detener! –gritó Gatúbela, chasqueando su látigo. -¡Debo liquidarla, por todo lo que ha hecho!

-¡Akane, por favor! –pidió Batman, lentamente. -¡Se la entregaremos a la policía, para que la castiguen, como debe ser! -¡Vamos, Akane, no te rebajes a su nivel!

-¿Akane? ¿Akane Tendo, mi secretaria? –repitió Akari, creyendo que había escuchado mal, justo cuando Akane, descubierta, se quitaba la máscara. -¡Estás despedida!

-¡Akane, no hagas una tontería! –pidió Batman, decidido a salvarla. -¡Ven, vámonos!

-¿Quién eres, dime? –preguntó Akane, expectante. -¡Deseo saber, si puedo confiar en tus palabras, en lo que me dices!

Sin decir nada más, Batman se quitó la máscara, revelando su verdadera persona.

-¡Ranma! –exclamó Akane, sonriendo tristemente. -¡Daría lo que fuera, por vivir contigo en tu casa, la Mansión Saotome, pero no puedo hacerlo! ¡¡¡¡¡NO PODRÍA VIVIR EN PAZ, CONMIGO MISMA!!!!!

Un arañazo de Akane, directo al rostro de Ranma, hizo retroceder a este. Akari, miraba.

-¿Ranma Saotome? –preguntó Akari, no creyendo lo que veían sus ojos. -¿Por qué, dime, estás vestido como Batman?

-¡Porque él ES Batman, so tonta! –contestó Akane, volteando a ver a su otrora jefa, a la cual odiaba indeciblemente. -¡Ahora, pagarás por todo, Akari Unryuu!

-¡No creo, Akane! –dijo Akari, procediendo a sacar una pistola. -¡Primero, Ranma Saotome no es Batman, ERA Batman!

-¡¡¡¡¡BANG!!!!! (Sonido del disparo que impactó a Ranma. Por andar vestido con el traje de Batman, sólo fue derribado, pero no resultó herido).

-¿Cómo te atreves, infeliz? –quiso saber Akane, viendo a Ranma caído. -¡Cómo te dije antes: tú me mataste, Batman me mató, el Pingüino me mató! ¿Te quedan balas, para acabar con mi vida, antes de que yo, acabe con la tuya? ¡Vamos, hagamos la prueba, a ver cual de las 2, resulta ser la ganadora!

-¡Sólo hay un modo, de saberlo! –masculló Akari, levantando la pistola. -¡Aquí vamos, Akane, a ver que es lo que pasa! ¡¡¡¡¡BANG, BANG!!!!! (Sonido de los 2 primeros disparos, los cuales impactaron a Akane).

-¡Cuatro, cinco! –contó Akane, chasqueando su látigo. -¡¡¡¡¡SIGO VIVA!!!!!

Dos nuevos disparos, como los anteriores, impactaron a Akane, quien contó “¡Seis, siete!”, viendo fijo a Akari. Milagrosamente, ésta seguía de pie. Viendo su resistencia, Akari jaló, de nuevo, el gatillo. Ya no había balas.

-¡Ahora, es mi turno! –dijo Akane, sonriendo, y sacando el aparato de electroshock, que obtuviera días atrás. -¡Guardaré una vida, para la próxima Navidad!

Pasando del dicho al hecho, Akane se fue encima de Akari y, en revoltillo, ambas cayeron sobre un enorme transformador. La explosión que se produjo, despabiló a Ranma, que seguía medio atontado. Tras ver la dantesca escena, se acercó.

Justo entonces, el Pingüino, más muerto que vivo, emergió del agua. Avanzando a pasos lentos, se iba acercando al sitio de las explosiones, justo cuando Ranma, apurado, y preocupado por Akane, apartaba los trozos del arruinado transformador. Al final, Ranma sólo halló a Akari, noqueada. ¡Pero, de Akane, no había rastro!

-¡Enseguida, te asesinaré! –gritó el Pingüino, casi llegando con Batman. -¡El calor, me afecta mucho! ¡Te mataré, después de beber un trago, de agua helada!

Ahí, acabó todo. El Pingüino cayó, muerto, y 6 enormes Pingüinos Emperador, como en un cortejo fúnebre, lo lanzaron al agua. Al rato, llegó la Comisionada Mariko Konjo, con varios policías, y se llevó a Akari, quien sólo balbuceaba incoherencias.

A la noche siguiente, Ranma Saotome, a bordo de su auto, guiado por su fiel Wiggins, recorría las heladas calles de Ciudad Gótica. De repente, le pareció ver algo.

-¡Wiggins, detén el auto! –ordenó Ranma, ansioso. -¡No puede ser!

Ranma, parecía, había visto a Akane, vestida con su traje de Gatúbela. Al llegar al callejón, no halló a nadie. Desencantado, se regresó a su auto. Wiggins, resignado por lo triste que se veía su amo, reanudó la marcha, a paso lento.

-¡Bueno, bueno, no siempre se gana! –murmuró Wiggins, exhalando un suspiro. -¡Feliz Navidad, señor Saotome!

-¡Feliz Navidad, Wiggins! –respondió Ranma, sonriendo sin ganas. -¡Vamos a casa!

El auto, puso rumbo a la Mansión Saotome, justo cuando, en el cielo nocturno, se dejaba ver la Batiseñal. Cerca de ahí, Gatúbela observaba la luminosa señal, y sonreía.

Nota # 1 del autor: Así termina “Batman vuelve”.

Nota # 2 del autor: Sigue “Batman eternamente”.

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