“Ranma ½”: “Batman eternamente”.
Fanfiction escrita por: Marco Antonio Carballo (MARK6_9@hotmail.com).
Basada en los personajes creados por: Rumiko
Takahashi. Todos los personajes son propiedad y Copyright © de ésta autora. Los
personajes de “Batman”, son propiedad y Copyright © de DC Comics.
Episodio único.
Nota del autor: En este One-Shot (Fanfiction que
consta de un único episodio), presento mi propia versión de la película “Batman
eternamente”, filmada en 1995, y dirigida por Joel Schumacher. En ella, los
personajes de “Ranma ½”, son los protagonistas, adaptados al universo
batmaniano.
Lista de personajes.
Ranma Saotome / Batman: Millonario de Ciudad Gótica,
cuando niño, observó a sus padres, Genma y Nodoka Saotome, morir asesinados por
un criminal. En las noches, se convierte en Batman, el defensor de Ciudad
Gótica.
Dra. Akane Tendo: Psicóloga de fama mundial, llega a
Ciudad Gótica, decidida a hacer una investigación, sobre quien es Batman, y sus
motivos para actuar. Se convierte en el interés sentimental, de Ranma Saotome.
Tatewaki Kuno / El Dos Caras: Otrora, Fiscal de
Distrito de Ciudad Gótica, y otrora prometido de la Comisionada Mariko Konjo,
con quien estaba comprometido para casarse, fue atacado por un jefe mafioso,
quien le desfiguró, con ácido, la mitad izquierda de su rostro, convirtiéndolo
en un peligroso criminal. Ahora, sus actos, están ligados a una moneda: si al
lanzarla, cae el lado “marcado”, su faceta malvada emerge, y llega a cometer todo
tipo de crímenes. Es hijo del fallecido jefe criminal Kouchou Kuno, y hermano
de la también fallecida criminal Kodachi Kuno /El Guasón.
Manekko Kenchan / El Acertijo: Otrora, un modesto
empleado de las Empresas Saotome, ahora, un genio criminal, que suele poner
acertijos, para confundir a sus enemigos, en especial, a Batman. Su sueño
supremo, es llegar a dominar las mentes, de todos los habitantes de Ciudad
Gótica.
Ukyo Kuonji / Robin: La única sobreviviente de la
famosa familia de acróbatas, los Kuonji Voladores, se convierte en la compañera
de Batman, quien, en un principio, la rechaza, pero, finalmente, la acepta.
Hikari y Rankuko (Personajes originales, creados por
el autor): “Amigas” de Dos Caras. Hikari, representa a su lado bueno, y Rankuko,
representa a su lado malo.
Wiggins McNaughton (Personaje original, creado por
el autor): Mayordomo de Ranma Saotome, desde que él era pequeño. Lo ayuda, en
todo lo que puede, porque es muy inteligente y discreto.
Comisionada de Policía Mariko Konjo: Jefa del
Departamento de Policía de Ciudad Gótica, apoya a Batman, hasta donde puede
hacerlo.
Una noche, en
la Baticueva, sitio ubicado debajo de la famosa Mansión Saotome, el dueño de
ésta fastuosa casa, el multimillonario Ranma Saotome, adoptaba su personalidad
de Batman, el Señor de la Noche, defensor de Ciudad Gótica.
Con
prestancia, Ranma Saotome se puso los pantalones, la camisa, los guantes y las
botas de su Batitraje. Después, procedió a ponerse la máscara, el cinturón, y
la capa.
Una vez vestido,
Ranma se dirigió a unos anaqueles, donde tenía, en asombrosas cantidades, los
aparatos que usaba, para su trabajo como Batman. Con rapidez tomó un par de
aparatos lanza-ganchos, otro par de aparatos de descargas electromagnéticas, y
algunas cosas más. Una vez preparado, se dirigió al sitio, donde estaba su
nuevo, y muy mejorado Batimóvil, el cual, prometía ser mejor que el anterior
(El cual, hay que recordar, fue convertido, en un primer Batibote).
Wiggins
McNaughton, el viejo mayordomo de los Saotome, estaba de pie, cerca del
Batimóvil. Parecía preocupado por algo, e hizo una pregunta.
-¿Puedo
sugerirle, señor Ranma, que se lleve, al menos, un sándwich?
-¡Pasaré por
comida china, Wiggins! –respondió Batman, antes de subir al Batimóvil, y
proceder a encenderlo, con un rugido de motores.
Una vez
activado el Batimóvil, Batman se dirigió al centro de Ciudad Gótica, donde, en
un banco, el Segundo Banco Nacional, había una crisis, con rehenes. Ante los
vítores de los curiosos presentes (¡Nunca faltan, cuando hay problemas!),
Batman llegó, usando su Batisoga, a las afueras del edificio. Ahí, estaba la
Comisionada de Policía, Mariko Konjo, acompañada de una bonita chica, de
cabello corto, de color azulado.
-¡Buenas
noches, Comisionada Konjo! –saludó Batman. -¡Adivinaré! ¿Dos Caras?
-¡Así es,
Batman, acertaste! ¡Tiene a un guardia, como rehén y justo hoy, se cumplen 2
meses, de la última vez que lo atrapaste! –respondió la jefa policial, con un
gesto de cabeza, al tiempo que volteaba a ver a su acompañante. -¡Por cierto,
Batman, ella es la Dra. Akane Tendo, una psicóloga que vino a ayudarnos!
-¡He leído su
trabajo, Comisionada! –aceptó Batman, tras saludar a la chica del cabello
azulado. -¡Analiza personalidades múltiples, y es profundo, aunque algo ingenuo!
-¿Ingenuo, mi
trabajo? –preguntó Akane, arqueando una ceja. -¿No será, más bien, interesante?
¿Algo así, como un hombre maduro, que se viste de roedor volador?
-¡Los
murciélagos, no son roedores, Dra. Tendo! –contestó Batman, apurado.
-¿De veras?
–preguntó Akane, sonriendo. -¡Lo juro, eres interesante! ¡Si no te molesta,
puedes llamarme Akane!
Justo en ese
momento, Batman recibió una señal de la Comisionada Konjo, de que le iban a dar
vía libre, para ir a por Dos Caras. Se retiró, justo cuando la Dra. Tendo,
observaba hacia los pisos superiores, del enorme edificio del banco.
-¿Tienes
nombre de pila, o te llamo Bat?
-preguntó Akane, antes de darse media vuelta, y darse cuenta de que
Batman, ya no estaba allí.
Entretanto,
muchos pisos arriba, el infame Dos Caras, quien, antes, fuera el Fiscal de
Distrito Tatewaki Kuno, charlaba con su prisionero, un guardia de seguridad,
mientras lanzaba “volados”, con su marca personal, una moneda de un dólar, de
plata, que llevaba la imagen de Abraham Lincoln en ambos lados. En un lado, la
cara estaba marcada y, en el otro lado, estaba normal.
-¿Esperas que,
muy pronto, venga el Caballero Oscuro, a salvarte? –decía Dos Caras, mientras
lanzaba “volados”. -¿Sientes que el miedo, paraliza tu cuerpo?
-¿Me va a
matar? –preguntaba el pobre guardia, con la voz entrecortada.
-¡Quizás sí,
quizás no, aunque creo que hoy, me siento generoso y, por tanto, te dejaré
vivir! –respondió Dos Caras, siempre lanzando su moneda al aire, en una
repetición incesante. -¡Vamos a ver, que te dicta el destino!
Ante la mirada
espantada del guardia, Dos Caras lanzó un “volado” más. Atrapó su moneda, y la
cubrió. Luego, la descubrió, y sonrió.
-¡Otro día de
vino y rosas! –exclamó Dos Caras, muerto de la risa, volviendo a ver, a sus
ayudantes. -¡O, en tu caso, mi muy querido amigo, otro día de cerveza y pizza!
¡Muchachos, llévenselo ya, rápido!
-¡Oiga!
–protestó el guardia, siempre asustado. -¡Dijo, que me dejaría vivir!
-¡Y vivirás!
–anunció Dos Caras. -¡A los murciélagos, les encanta la carnada viva!
Haciéndoles
una señal a sus hombres, Dos Caras hizo que llevaran al pobre guardia, atado y
amordazado, a la bóveda principal. Después, Dos Caras y sus hombres se llegaron
ante la puerta del ascensor, donde esperaban a Batman. De pronto, sucedió. El
ascensor, con un sonido metálico, se detuvo.
-¡¡¡¡¡MATEN AL
MURCIÉLAGO!!!!! –gritó Dos Caras, muerto de la risa.
Durante cerca
de un minuto, las ametralladoras de los hombres de Dos Caras, descargaron su
mortal contenido, sobre el detenido ascensor. Luego, se detuvieron.
-¡Ábrete,
Sésamo! –dijo Dos Caras, recitando la vieja frase de Alí-Babá, personaje de los
cuentos de “Las Mil y Una Noches”, al tiempo que la puerta se abría.
Dubitativos,
varios de los hombres de Dos Caras, se acercaron al abierto ascensor. ¡Para que
lo hicieron! Rápido como una centella, Batman bajó del techo, donde se había
ocultado, y empezó a darles una buena golpiza. Al ver eso, Dos Caras salió
corriendo.
Tras vencer a
un buen número de secuaces de Dos Caras, Batman se dirigió a buscar a su otrora
amigo, a quien, de verdad, aspiraba a ayudar, para que volviera a ser, quien
era antes, su gran amigo de muchos años, el Fiscal de Distrito Tatewaki Kuno.
Batman no
halló a Dos Caras, pero halló al guardia, atado y amordazado, dentro de la
bóveda. Sin dudarlo ni un segundo, se dirigió a ayudarlo.
-¡¡¡¡¡MMMMMPPPPPHHHHH!!!!!
–se quejó el guardia, tratando de decir algo.
-¡Tranquilo,
amigo, ya lo ayudo! –dijo Batman, pasando a quitarle, el trozo de cinta
adhesiva, que le impedía hablar. Se la quitó, de un único tirón.
-¡¡¡¡¡AUCH!!!!!
–gritó el infortunado guardia, al verse, finalmente, con la boca libre de la
molesta cinta adhesiva. -¡¡¡¡¡ES UNA TRAMPA!!!!!
La
advertencia, llegó algo tarde. La puerta, pesadamente, se cerró, atrapando a
ambos. Afuera, Dos Caras, daba indicaciones a sus secuaces, vía radio.
-¡Muy bien,
muchachos! –inició, muerto de la risa. -¡Que empiece la fiesta!
Acto seguido,
una gran bola de acero, perforó la pared del banco. Luego, una cadena, lanzada
desde el helicóptero de Dos Caras, se enganchó a la parte superior de la
bóveda, y empezó a elevarla, siempre con Batman y el guardia adentro.
-¡Muy bien,
Ciudad Gótica! –gritó Dos Caras, usando un megáfono. -¡Muy pronto, abriré ésta
bóveda, provocando un caos sin igual!
Dentro de la
bóveda, Batman y el guardia, trataban de ver como salían. De repente, unas
pequeñas puertas se abrieron, dejando entrar algo muy peligroso.
-¡¡¡¡¡CIELOS,
NO!!!!! –gritó el guardia, espantado. -¡¡¡¡¡ES ÁCIDO!!!!!
Batman,
llegando cerca de la puerta de la bóveda, jaló al guardia. Los lentes de este,
cayeron al ácido, y se disolvieron en segundos.
-¡¡¡¡¡MIS
ZAPATOS, SE ESTÁN DERRITIENDO!!!!! –gritó el guardia, asustado.
-¡Necesito
esto! –indicó Batman, tomando un audífono, de una de las orejas del guardia.
-¡Oiga, ese es
mi audífono! –protestó el guardia, ahora extrañado.
-¡Lo sé,
gracias! –alegó Batman, procediendo a hallar la combinación, y a abrir la
puerta, justo cuando el helicóptero empezaba a ganar altura.
-¡¡¡¡¡ES HORA,
DE INICIAR LAS FESTIVIDADES! –se carcajeó Dos Caras, viendo la bóveda, colgando
de su helicóptero. -¡¡¡¡¡MUCHACHOS, PARA ARRIBA!!!!!
Obedeciendo a
la orden de su jefe, los secuaces de Dos Caras, elevaron el helicóptero, justo
cuando Batman, abriendo la puerta, salía, seguido por el guardia.
-¡¡¡¡¡NO, POR
FAVOR!!!!! –gritó el pobre infeliz guardia, que, la verdad sea dicha, ya no
aguantaba más susto. -¡¡¡¡¡NO ME QUIERO MORIR!!!!!
-¡Sujétese!
–ordenó Batman, enganchando la cadena a uno de sus ganchos, y disparando el
otro extremo, hacia un punto determinado. Luego sacó, con prestancia, un
mini-soplete de soldadura autógena, y aplicó calor, a la cadena, que se empezó
a partir.
-¡¿Qué me
sujete?! –ironizó el guardia, siempre espantado. Antes de que pudiera decir
algo más, la cadena se partió, llevándolo a él, junto con la bóveda, de vuelta
al banco.
-¡¡¡¡¡NO, NO,
NO, NO, NO!!!!! –protestó Dos Caras, viendo su plan arruinado. -¡Pero esto, no
se quedará así! -¡¡¡¡¡MUCHACHOS, PARA ARRIBA, OTRA VEZ!!!!!
Mientras la
Comisionada Mariko Konjo, acompañada por la Dra. Akane Tendo, y varios
oficiales, y personal de apoyo, llegaba a atender al infortunado guardia,
Batman, para su desgracia, fue llevado, en un viaje de locura, por los cielos
de Ciudad Gótica, como improvisado pasajero del helicóptero de Dos Caras.
Por varios
minutos, Batman viajó así, colgando del helicóptero de su otrora amigo. Al
verlo, Dos Caras tuvo una idea, que para él, era 100% genial.
-¡¡¡¡¡SI EL
MURCIÉLAGO QUIERE JUGAR, JUGAREMOS!!!!! –se carcajeó Dos Caras, viendo a Batman
colgar de su helicóptero. -¡¡¡¡¡ARRIBA, CHICOS!!!!!
En un viaje de
locura, el helicóptero de Dos Caras, anduvo por los cielos de Ciudad Gótica. De
repente, se dirigió, en curso de colisión directa, contra un anuncio de unas
gotas para los ojos, el cual, en cosa de segundos, explotó en pedazos, dejando
caer muchos trozos de vidrio a las calles, y provocando el pánico entre los
curiosos.
-¡Muy bien,
veamos! –masculló Dos Caras, echando una mirada, y viendo que Batman, ya no
colgaba de su helicóptero. -¡Sí, sí, sí, que día tan feliz! ¡Adiós, a Batman!
Para mala
fortuna de Dos Caras, Batman no estaba muerto. Apareciendo de repente, el Señor
de la Noche, cayó sobre el parabrisas, sorprendiendo al secuaz que conducía el
helicóptero, el cual, por un instante, casi suelta el volante, pero se rehizo
en segundos.
-¡Oye, Dos
Caras! –gritó el secuaz, volviendo a ver a su jefe. -¡Mira!
-¡Infeliz
quiróptero! –gruñó Dos Caras, levantando su arma. -¡Quédate quieto, por
mientras liquido al encapotado, muchacho!
-¡No dispares,
por favor, no dispares aquí! –suplicó el secuaz, previendo lo que iba a
suceder. -¡No hagas una locura, Dos Caras!
-¡¡¡¡¡BANG,
BANG, BANG!!!!! (Sonido de los 3 disparos que mataron al secuaz).
-¡Maldición!
–espetó Dos Caras, furioso. -¡Si se desean resultados, hay que actuar!
Rápidamente,
Dos Caras se lanzó contra el volante, y lo aferró. Segundos después, Batman,
rompiendo una ventana lateral, trató de entrar a la cabina.
-¡Necesitas
ayuda, Kuno! –le dijo, mientras luchaban. -¡Entrégate, pero ya!
-¡Deja de
molestarme, necio enmascarado! –dijo Dos Caras, dándole un puñetazo a Batman, y
procediendo a poner un seguro anti-robo, en el volante. -¡Nos vemos!
Ante la
sorpresa de Batman, Dos Caras se llegó a una escotilla, y saltó en paracaídas,
logrando escapar. Batman, entrando finalmente a la cabina, trató de corregir el
rumbo del helicóptero, pero no pudo y este, con gran estrépito, chocó contra
una estatua, que estaba en Bahía Gótica. Batman, por muy poco, pudo saltar al
mar, para salvarse.
A la mañana
siguiente, Batman, en su personalidad “de civil”, como el multimillonario Ranma
Saotome, veía las noticias en la televisión, después de bañarse, y de
desayunar. En especial, veía una noticia, la cual le interesaba mucho.
-¡Anoche, Dos
Caras, el villano que, hasta hace algunos meses, fuera el Fiscal de Distrito
Tatewaki Kuno, trató de robar el Segundo Banco Nacional! –informaba una joven
periodista, desde el citado banco. -¡Afortunadamente, la intervención de
Batman, pudo evitar un robo cuantioso, el cual, hubiera afectado las finanzas
de Ciudad Gótica!
-¡Señor
Saotome, le recuerdo que hoy, debe ir a Empresas Saotome, a ver los nuevos
inventos! –le dijo, de repente, su fiel mayordomo inglés, Wiggins. -¡Espero
que, ésta vez, halle alguno, que sea útil, y rinda dividendos!
-¡Gracias,
Wiggins! –contestó Ranma, empezando a alistarse. -¡Espero eso, en serio!
Una hora
después, Ranma Saotome, como siempre, impecablemente bien vestido, llegaba a
Empresas Saotome, a hacer revisión. Un par de ojos, en especial, lo miraban
fijamente, con gran expectación, desde un cubículo.
-¡No puede
ser, es él, el gran jefe, Ranma Saotome! –murmuró el ocupante de ese cubículo,
un chico que usaba un pañuelo naranja, sujetando su cabello negro. -¡Soy un
ganador, soy un ganador, soy un ganador!
Al decir esto,
tocó la cabeza de un muñeco, vestido de verde, y con signos de interrogación en
su ropa. El muñeco rió, como asintiendo a la parrafada de su dueño.
El jefe de
departamento, el señor Marumatzu, junto con varios ejecutivos, escoltaba a
Ranma, en aquel piso. En cierto momento, al pasar por el cubículo del sujeto
del pañuelo naranja, quiso apurar el paso, pero no pudo. El dueño del cubículo,
rápido como centella, los alcanzó. Sin mediar palabra, el sujeto del pañuelo
naranja, se plantó delante de Ranma, y le tendió la mano, agarrándole la suya,
en un fuerte apretón.
-¡Lo siento,
señor Saotome! –se disculpó el señor Marumatzu. -¡No pude detenerlo!
-¡Tranquilo,
está bien! –contestó Ranma, sonriendo. -¿No me hará daño, señor…?
-¡Oh, Ranma
Saotome! –exclamó, finalmente, el dueño del cubículo.
-¡Yo soy Ranma
Saotome! –se presentó Ranma, siempre sonriendo. -¿Y usted?
-¡Kenchan,
Manekko Kenchan! –se presentó el extraño sujeto. -¡Llámeme Ken!
-¡Encantado,
señor Kenchan, digo Ken! –contestó Ranma, respondiendo al apretón de manos.
-¿Tiene algo, que quiera mostrarme, por casualidad?
-¡Así es,
acertó! –contestó Ken, yendo a su cubículo, y sacando un aparato harto extraño,
el cual le mostró a Ranma. -¡Mi “cajita”, puede ayudar a la relajación de las
personas, insertando imágenes placenteras en sus mentes!
-¡Le dije a
Ken, señor Saotome, que ese proyecto, es una locura! –informó el jefe de
departamento. -¡Pero, como puede saber, él no me hizo caso!
-¡Está bien,
señor Marumatzu! –contestó Ranma, algo confundido. -¿Se han hecho pruebas,
siguiendo las especificaciones de seguridad? ¡Hasta donde recuerdo, Empresas
Saotome no suele hacer experimentos en seres humanos, eso no es ético!
-¡Aún no se ha
probado, pero será probada, señor Saotome! –intervino Ken, sonriendo de forma
algo afectada. -¡Sólo necesito que Empresas Saotome financie mi proyecto, y
todo estará, se lo juro, más que bien!
-¡Tengo unas
preguntas, Ken! –indicó Ranma, limpiando sus lentes. -¿Su “cajita”, me dijo,
puede insertar imágenes en la mente del que la use, correcto? ¿Qué evitaría
que, en vez de usarse para meter imágenes, se use, por ejemplo, para sacar
información personal y ultra-secreta, como información financiera? ¿Puede
explicarme eso?
-¡Pues no, no
puedo! –contestó Ken, aferrando su “cajita”, igual que un niño pequeño,
aferraría su juguete preferido. -¡No había sopesado esa probabilidad, pero,
ahora que me lo dice, señor Saotome, hay un motivo más de peso, para financiar
mi proyecto!
-¡Como dije
antes, Ken, Empresas Saotome no hace experimentos en seres humanos, porque eso,
es cosa de científicos locos y malvados! –remató Ranma, poniéndose sus lentes.
-¡Ahora, si me disculpa, tengo mucho que hacer!
-¡Luego,
hablaremos! –dijo el señor Marumatzu, pasando junto a Ken. -¡Ya verás, loco!
-¡Se suponía
que esto, iba a funcionar! –masculló Ken, viendo a Ranma alejarse. -¡No se
suponía, ni de broma, que pasara esto!
Algunas horas
después, ya de noche, el señor Marumatzu recorría las instalaciones de Empresas
Saotome, antes de irse a casa, cuando, de pronto, observó luz en un cubículo.
Grande fue su sorpresa, así como su furia, al ver que el cubículo iluminado,
era el de Manekko Kenchan, o sea, Ken. Sin perder un segundo, llegó al
cubículo.
-¡Ken! –gritó
el señor Marumatzu, apretando los puños. -¡Se te dijo, que tu loco proyecto
estaba cancelado! ¡Voy a llamar a la policía, pero ya!
-¡¡¡¡¡CLANG!!!!!
(Sonido del golpe, dado por Ken, en la parte de atrás, de la cabeza del señor
Marumatzu, usando una cafetera).
-¡¡¡¡¡LA
CAFEÍNA, MATA!!!!! –gritó Ken, viendo a su caído colega.
Un rato
después, el señor Marumatzu despertó, hallándose firmemente atado, a una silla.
Frente a él, estaba Ken, sonriendo macabramente.
-¿Qué haces,
Ken? –preguntó el señor Marumatzu, viendo aquello. -¡Ranma Saotome tenía razón,
eres un loco, y un malvado! ¡Sapo demente, degenerado, y sin ética! ¡Déjame ir,
o irás a pudrirte a la prisión de Blackgate, o al Asilo Arkham!
-¡Tranquilo, Maru-Chan,
nene! –contestó Ken, sonriendo. -¡Prepárate, para un viaje, que no se consigue,
con ninguna droga!
-¡Oye, deja
eso, loco! –demandó el señor Marumatzu, ya molesto. -¡Si tocas esa palanca, lo
vas a lamentar!
-¿Cuál, ésta?
–preguntó Ken, activándola. -¡Inicia el viaje, nene!
Durante un par
de minutos, que parecieron multiplicarse por 10, el señor Marumatzu fue llevado
por un viaje mental impresionante, en el cual, se pudo ver, a él mismo,
pescando en un tranquilo río, en una linda mañana de verano, y gozando al
máximo.
Una repentina
falla de poder, hizo que Ken, para no dejar esa experiencia, aumentara la
potencia para, así, ver lo mismo que su “prisionero”, y llegando a sentir su
cabeza, llena de un poder más que increíble. Tras otro par de minutos geniales,
Ken apagó la máquina, resoplando, como ballena varada en una playa.
-¡¡¡¡¡ESO,
ESTUVO DE LOCOS!!!!! –gritó Ken, riendo a más no poder. -¡¡¡¡¡MARU-CHAN, NENE,
HE VISTO TU MENTE, LO CUAL ME HA DADO LA IDEA DE OTRO USO GENIAL, PARA MI
“CAJITA”, LO CUAL, ME HARÁ MUY RICO!!!!!
-¡Infeliz
loco, vas a pagar por esto! –masculló el señor Marumatzu, luchando por
soltarse, sin lograrlo. -¡Te lo dije, irás al Asilo Arkham, o a la cárcel!
-¡Yo, no
contaría con eso! –dijo Ken, dándole una patada a la silla, en la cual estaba
atado el señor Marumatzu, y enviándolo, a través de una ventana, a las
rugientes y espumosas aguas del Río Gótico. -¡Ahora, a poner en marcha mi plan!
El resto de la
noche, Ken, usando programas de cómputo, manipuló las grabaciones de las
cámaras de seguridad, para hacer parecer que el señor Marumatzu, había
enloquecido repentinamente, y había saltado, suicidándose. Además, apenas
acabó, sacó un montón de revistas, y empezó a recortar letras, y a pegarlas en una
cartulina.
Esa grabación
trucada, fue lo que, a la mañana siguiente, vieron tanto Ranma Saotome, como la
Comisionada de Policía, Mariko Konjo. A Ranma, lo sacó la Comisionada, en su
día libre, de un importante juego de golf, con unos empresarios franceses.
-¡No hay duda,
Ranma, estimado amigo! –asintió la Comisionada, viendo la grabación de la
cámara. -¡El buen señor Marumatzu, se suicidó! ¡Que pena, era un buen hombre!
-¡Ya lo
dijiste, Mariko! –afirmó Ranma, mientras limpiaba sus lentes. -¡Deberé ayudar a
su familia, con los gastos del funeral! ¡Habrá que dragar el río, me parece!
-¡Ya lo
dijiste! –remarcó la Comisionada, viendo que los oficiales que estaban con
ellos, salían de la sala, dejándolos solos. -¡Oye, Ranma! ¿No deseas ir a mi
apartamento, ésta noche, y cenar conmigo? ¡Te prepararé algo especial, ya lo
verás!
-¡No puedo,
Mariko, tengo planes! –contestó Ranma, viendo a su amiga, con algo de compasión
en la mirada. -¡Extrañas a Kuno, lo sé, pero tratar de usarme como su
reemplazo, poco o nada, va a solucionar, y lo sabes bien!
-¡Por eso, te
admiro tanto, Ranma! –terminó la Comisionada, dirigiéndose a la salida, y
haciendo un alto en la puerta. -¡Para nadie es un secreto, que ustedes 2 eran
muy amigos, y sé, que desearías poder ayudarlo, a volver a ser normal! ¿Verdad?
Ranma no dijo
nada, pero asintió con la cabeza. Rápido como un rayo, se dirigió a su oficina,
donde lo recibió su secretaria, la cual, con la eficiencia que era su marca, le
dijo que se ayudaría, a la familia del señor Marumatzu, en todo lo que
necesitara.
Mientras
tanto, en el Departamento de Recursos Humanos, un “muy apenado” Manekko
Kenchan, presentaba su carta de renuncia, alegando “no poder trabajar en un
sitio, donde había pasado algo tan trágico, como un suicidio”. Obvio, todos los
empleados, cada uno a su vez, se turnaron para despedirse de él, y consolarlo.
Al llegar a su
escritorio, Ranma halló algo. Era un sobre, de color negro, con un signo de
interrogación verde, dibujado encima. Con curiosidad, tomó ese sobre.
-¿Qué es eso,
señor Saotome? –preguntó la secretaria. -¿Un sobre?
-¡Así es, y no
sé que será! –dijo Ranma, abriendo el sobre, y leyendo lo que tenía escrito,
con letras recortadas de revistas. -¡El mensaje dice: “En mi cara, voy del 1 al
12, y si buscas el 13, no lo hallarás”!
-¿Voy del 1 al
12? ¿No hay 13? –repitió la secretaria, sorprendida. -¿Qué es eso?
-¡Es un
acertijo! –anunció Ranma, volviendo a leer. -¡Y la respuesta es: UN RELOJ!
-¿Un acertijo?
–inquirió la secretaria, ya confusa. -¿Quién se lo envió, jefe?
-¡Ese,
señorita, es el acertijo! –finalizó Ranma, guardando el sobre en su maletín.
Más tarde, esa
noche, Ken, en su apartamento, recortaba letras de revistas, y procedía a
pegarlas en otra cartulina. Al acabar, tomó su motoneta, y se dirigió a la
elegante Mansión Saotome. Al llegar, pegó lo que llevaba en la canastilla de su
motoneta, un sobre negro, con un signo de interrogación verde, en las rejas del
portón.
-¡Nos veremos
pronto, Ranma Saotome! –murmuró Ken, antes de irse, de vuelta a Ciudad Gótica,
amparado por la oscuridad de la noche, y la rapidez de su motoneta.
Al día
siguiente, Ranma Saotome llegaba a un edificio del centro. Tras estacionarse,
entró y, tras llegarse a la recepción, preguntó por la oficina de la Dra. Akane
Tendo. El guardia de la recepción, muy amablemente, le indicó la dirección
exacta.
Al llegar a la
oficina de la Dra. Tendo, Ranma escuchó algo parecido a quejidos, así como
golpes. Alarmado, y pensando que la Dra. Tendo estuviera siendo atacada por
alguien, trató de abrir la puerta, hallándola cerrada con seguro. Decidido,
Ranma tomó impulso y, de un solo golpe, se lanzó contra la puerta, derribándola
limpiamente, sólo para descubrir, que la Dra. Tendo, estaba bien. Los quejidos
y los golpes, eran producidos, porque ella, en ese momento, estaba dándole
golpes a “puching-ball”, un saco de boxeo. Al ver a Ranma, se detuvo.
-¡Perdone,
Dra. Tendo! –se disculpó Ranma, rojo de la vergüenza. -¡Creo, que llegué algo
temprano, para mi cita con usted! ¡Soy Ranma Saotome!
-¿El
millonario playboy, y reconocido filántropo? –preguntó Akane, tras beber un
poco de agua. -¡Excelente! ¡Entonces, podrá comprarme otra puerta!
-¡Lo siento,
de verdad! –dijo Ranma, poniendo de pie la derribada puerta. -¡Escuché quejidos
y golpes, y pensé que estaba, ya sabe, metida en algún problema!
-¡Ya, no
importa! –masculló Akane, dando paso a otro punto de la charla. -¿En qué puedo
ayudarlo, señor Saotome? ¿En serio, necesita mi ayuda?
-¡Así es, Dra.
Tendo! –contestó Ranma, ya con aspecto sombrío. -¡Desde hace semanas, tengo
pesadillas recurrentes! ¡Además, alguien parece obsesionado conmigo!
-¡Vamos a ir
por partes, señor Saotome! –indicó Akane, tras beber más agua. -¡Primero,
veamos eso de las pesadillas! ¡No me oculte nada, por favor!
Ranma iba a
contestar, cuando, de repente, notó algo en la pared. Se puso pálido.
-¿Le gustan
los murciélagos, Dra. Tendo? –preguntó Ranma, señalando un cuadro, que estaba
en la pared. -¡Vaya gustos los suyos, se lo juro!
-¡Eso, señor
Saotome, es un “Roschrach”! –contestó Akane, notando la palidez de Ranma. -¡Es
una mancha de tinta, y la gente la puede ver, como lo que desea ver!
Al escuchar
esa explicación, Ranma asintió. Parecía molesto, y Akane lo notó.
-¡Pasemos a lo
otro, si le parece! –sugirió Akane, algo amoscada. -¿Alguien lo molesta, o lo
persigue? ¡A ver, explique eso, de “alguien obsesionado” con usted!
-¡Aquí tiene,
las pruebas! –informó Ranma, sacando un par de cartulinas. -¡Alguien me ha
estado enviando acertijos, primero a mi oficina y, anoche, a mi casa!
-¡“En mi cara,
voy del 1 al 12, y si buscas el 13, no lo hallarás”! –leyó Akane, el primer
acertijo, dando rápido con la respuesta. -¡La respuesta, es un reloj!
-¡Sí, ese fue
el primero! –explicó Ranma, señalando la otra cartulina. -¡Lea el otro!
-¡“Si rascas
mi cabeza, me verás arder; negro es, lo que antes, rojo era”! -leyó Akane, para
meditar la respuesta, por unos segundos. -¡Lo tengo! ¡Es un fósforo!
-¿Qué puede
ganar alguien, con mandarme acertijos? –preguntó Ranma, ya bastante serio, al
tiempo que veía una extraña muñeca, mitad blanca, y mitad negra, que Akane
tenía en una caja, abierta, sobre su escritorio. -¿Será algún chiflado, que
desea asustarme, para luego matarme?
-¡No lo sé,
señor Saotome, lo noto triste! –arguyó Akane, viendo fijo a Ranma, y notando
con que curiosidad, miraba a la muñeca. -¿Le interesa eso? ¡Es una “Guardiana
de los Sueños”, nativa de Malasia! ¿Desea que se la preste, para ver si lo
ayuda?
Al escuchar
eso, Ranma se rehizo. Dejó la muñeca en su caja, miró su reloj, y sonrió.
-¡Se terminó
el tiempo! –masculló Ranma, ya algo más calmado. -¿Le parece?
-¡Esa frase,
la debo decir yo, que soy la psicóloga! –indicó Akane, sonriendo amablemente.
-¿No lo cree así, señor Saotome?
Tras eso,
Ranma informó a Akane de que, a la noche siguiente, iba a haber una función de
circo de caridad, para ayudar a los habitantes más pobres de Ciudad Gótica, y
la invitó a ir. Ella, contenta, aceptó gustosa.
La noche de la
función, el circo estaba lleno a reventar, con la crema y nata de la sociedad
de Ciudad Gótica, dispuesta a divertirse, y ayudar a los más pobres. Los actos,
se sucedían, uno tras otro, arrancando mil y un vítores. En cierto momento, el
maestro de ceremonias, señalando a lo más alto, presentó a los trapecistas
estrellas del circo, “Los Kuonji Voladores”. Eran el padre (Zenko Kuonji), la
madre (Masako Kuonji, originalmente llamada Masako Kuriyama), y sus 2 hijas
(Akiko y Ukyo Kuonji). Con gran agilidad y prestancia, hicieron varios actos,
los cuales provocaron más vítores de la concurrencia. Todo esto, mientras
alguien, metido entre bambalinas, noqueaba al maestro de ceremonias, y tomaba
su lugar. Al volver las luces, inició el caos.
-¡Atención,
Ciudad Gótica! –anunció “el nuevo maestro de ceremonias”, el cual, en segundos,
se reveló que era Dos Caras. -¡Dentro de 2 minutos, este sitio volará, gracias
a 200 cargas de explosivo plástico C-4, las cuales, están dentro de ésta
esfera! ¡La única forma de salvarse, es que Batman, venga ante mí! ¡Y yo sé, que
uno de ustedes, bola de patéticos ricachones, es Batman! ¡Así que ven, y muere
en nuestras manos, Batman!
La gente,
alarmada, empezó a mirarse, y a preguntar. ¿Batman? En segundos, la situación
pasó de peliaguda a fea, cuando los secuaces de Dos Caras, empezaron a asaltar
a los presentes. Ranma, viendo aquello, decidió revelar su secreto, al tiempo
que, en su apartamento, Manekko Kenchan, Ken, veía el caos, por medio de la
televisión.
-¡¡¡¡¡TATEWAKI
KUNO!!!!! –gritó Ranma, luchando por dejarse escuchar, entre los gritos de la
gente. -¡¡¡¡¡YO SOY BATMAN!!!!!
Obvio, Dos
Caras no lo escuchó, tal era la gritería. La bomba, empezó a ser izada. Los
Kuonji, al ver eso, decidieron intervenir, y ayudar a los presentes.
-¡Masako, ven
conmigo, podemos detenerlos! –dijo Zenko, señalando a varios secuaces de Dos
Caras. -¡Akiko, Ukyo, vayan por la bomba, y desháganse de ella!
-¡Ya lo
escuchaste, hermanita! –exclamó Akiko, la hermana mayor, a Ukyo, la hermana
menor. -¡Entre las 2, nos encargaremos de esa bomba!
-¡Estoy
contigo, hermana! –asintió Ukyo, decidida. -¡Enseñémosle a estos pillos, que
nadie, pero nadie, le arruina una función a “Los Kuonji Voladores”!
-¡Vayan con
cuidado, niñas! –pidió Masako, algo preocupada, a sus hijas. -¡Estos tipos, son
muy peligrosos, y no debemos subestimarlos!
-¡No te
preocupes, mamá, yo cuidaré a Ukyo! –respondió Akiko, guiñándole un ojo, a su
progenitora. -¡Ya lo verás, ganaremos ésta batalla, palabra de guerrera!
En cosa de
segundos, Zenko y Masako, usando su gran agilidad, vencieron a varios secuaces.
Mientras eso pasaba, Akiko y Ukyo, se encargaban de la bomba.
-¡Ah, no, eso
sí que no! –gruñó Dos Caras, viendo al cuarteto de entrometidos. -¡No
arruinarán mis planes, cirqueros del demonio!
-¡¡¡¡¡BANG!!!!!
¡¡¡¡¡BANG!!!!! ¡¡¡¡¡BANG!!!!! (Sonido de los 3 disparos que, lanzados por el
arma de Dos Caras, acabaron con 3 miembros de “Los Kuonji Voladores”. Zenko, el
padre, recibió el disparo en el corazón; Masako, la madre, lo recibió en la
cabeza; Akiko, la hija mayor, lo recibió en el cuello; todo esto, mientras
Ukyo, la hija menor, lanzaba la bomba al Río Gótico, donde estalló, sin dañar a
ningún inocente).
Tras
encargarse de la bomba, Ukyo, la integrante más joven de “Los Kuonji
Voladores”, se asomaba, para ver que había pasado con su familia. Huelga decir
que, a la joven Ukyo, literalmente, se le fue el alma a los pies, al ver a sus
padres, Zenko y Masako Kuonji, y a su hermana mayor, Akiko, muertos, en el
centro de la pista.
Ranma y Akane,
cada cual por su lado, no pudieron evitar tragar grueso, al ver los ojos de la
joven Ukyo, anegados de lágrimas. Todo esto pasaba, mientras Dos Caras huía.
Al día
siguiente, un auto de la policía, se detenía frente a la Mansión Saotome. Ukyo
Kuonji, acompañada por la Comisionada Mariko Konjo, descendió del mismo.
Mientras Ukyo observaba el lugar, la Comisionada se llegó con Ranma. Wiggins,
el fiel mayordomo inglés de Ranma, observaba todo, a una prudente distancia.
-¡Gracias, por
aceptarla en tu casa, Ranma! –empezó la Comisionada, viendo a Ukyo, quien
seguía observando todo. -¡Se quedó sin nadie, y está cansada, después de varias
horas de entrevistas, y papeleos sin sentido!
-¡No es nada,
Mariko! –contestó Ranma, tranquilo. -¡Todo sea, por una amiga!
Tras
despedirse, la Comisionada regresó a su auto, y tomó rumbo, de regreso a Ciudad
Gótica. Ranma, sonriendo, se acercó a Ukyo.
-¡Sea
bienvenida, señorita Ukyo! –dijo Ranma, serenamente. -¡Wiggins la llevará a su
habitación! ¡Una vez allí, podrá descansar y, luego, podrá comer algo!
-¡Se lo agradezco,
señor Saotome, pero no moleste al señor Wiggins! –respondió Ukyo, con un tono,
de real incomodidad, en la voz. -¡Además, ya me voy!
-¿Cómo dice?
–preguntó Wiggins, incrédulo. -¿Dice, que se va a ir?
-¡Miren, le
dije a la policía que aceptaba, porque era eso, o irme a un albergue! –explicó
Ukyo, viendo que su motocicleta estaba afuera. -¡Debo irme, así que gracias!
Ranma,
volviendo a ver a Wiggins, le dijo que sí, con un movimiento de cabeza, a una
pregunta silenciosa, de su juicioso mayordomo inglés. Después, siguió a Ukyo,
afuera.
-¿Dónde irás?
–quiso saber Ranma, interesado de verdad. -¡A éstas horas, el circo, en la de
menos, ya debe estar por llegar, a las afueras de Metrópolis!
-¡Sólo deseo
hallar a ese tipo, el tal Dos Caras, y hacerlo pagar! –masculló Ukyo,
poniéndose el casco. -¿Por qué le digo esto, señor Saotome? ¡Eso, es sólo
asunto mío!
-¡Esa moto
tuya, no tiene mucha gasolina! –observó Ranma, viendo el medidor. -¡Ponle un
poco, en el garaje! ¡Luego, podrás hacer lo que quieras!
Obedeciendo,
Ukyo siguió a Ranma, al enorme garaje, que más se parecía, a un lote de venta
de autos usados. Había autos ahí, de todos tipos y colores.
Tras ponerle
gasolina a su moto, y pensarlo mejor (Además, de ser tentada por una excelente y
deliciosa cena, preparada por Wiggins), Ukyo decidió no irse, y esperar, a ver
que podría pasar. En cierto momento, Ranma notó que la Batiseñal, estaba
encendida, e iluminaba el cielo de Ciudad Gótica. Con gran tiento, se acercó a
Wiggins, y le dijo que debía ir a atender “un asunto importante, el cual se
presentaba en la ciudad”. Wiggins, tras sentar a Ukyo en la sala, asintió a lo
dicho por su jefe. Apenas Ranma se fue, Wiggins llevó a Ukyo, a su habitación.
Batman llegó,
en cosa de minutos, a la azotea, del edificio de la Policía.
-¿Comisionada?
–preguntó Batman, sólo para ver aparecer, de repente, a la Dra. Akane Tendo.
-¿Sucede algo, Dra. Tendo?
-¡Yo encendí
la Batiseñal! –contestó Akane, sonriendo. -¡Deseaba verte!
-¡La
Batiseñal, no es un busca-personas! –corrigió Batman, ya molesto. -¡Si desea
investigar a alguien, investigue a un bombero, usan menos ropa!
-¡Noté que la
Batiseñal, estaba encendida, Batman! –dijo la Comisionada Konjo, llegando de
improviso. -¿Hay algún problema?
-¡No, Comisionada!
–respondió Batman, incómodo. -¡Falsa alarma! ¡Hasta luego!
Dando un salto
escalofriante, Batman aterrizó en el Batimóvil. Tras eso, decidió hacer un poco
de patrullaje nocturno, para ver que todo, estuviera en orden.
Mientras esto
pasaba en el centro de Ciudad Gótica, en la Mansión Saotome, Wiggins ayudaba a
Ukyo a desempacar. En un momento dado, Wiggins observó el casco de motociclista,
de Ukyo. Tenía dibujado un pájaro, un petirrojo. Al verlo, sonrió.
-¡Su casco, es
muy bonito, señorita Ukyo! –dijo Wiggins, deseoso de conversar un poco, con la
recién llegada. -¿Este pájaro, es un petirrojo?
-¡Así es,
Wiggins! –asintió Ukyo, sonriendo, con un dejo de amargura. -¡Mi hermana,
Akiko, me lo dibujó, hace 2 años! ¡Fue su manera de darme las gracias, por
salvarle la vida, una noche, cuando su cuerda se reventó, y yo, volé, y la
agarré! ¡Mi hermana me dijo, que volé, como un petirrojo! ¡En inglés,
“Petirrojo” se dice “Robin”! ¡Por eso, al hacerme un dibujo, Akiko eligió un
petirrojo! ¡Vaya heroína, que soy yo!
-¡Su hermana,
era muy inteligente! –apuntó Wiggins, sonriendo amablemente. -¡Usted, si se lo
propone, puede ser una gran heroína, puede creerme!
Ukyo,
sintiéndose mejor, se ubicó en la Mansión Saotome y, tras unos cuantos días,
empezó a sentirse más ubicada, y más relajada. Al parecer, el dolor se iba
yendo.
Una noche,
Batman recorría las calles de Ciudad Gótica, cuando, de repente, se enteró, de
que varios autos lo seguían. Al verlos, notó que eran Dos Caras y sus secuaces.
Conociendo como conocía a su otrora amigo, Tatewaki Kuno (Dos Caras), sabía que
nada bueno, iba a resultar de una persecución, como la ya inminente. Aceleró.
-¡Vamos tras él, muchachos! –gritó Dos Caras,
asomándose por la ventana de uno de los autos. -¡Ese quiróptero, no se nos
escapará, no ésta vez!
“¡Por todos los Cielos!”, pensó Batman, algo molesto. “¡Y
yo, que esperaba poder tener, una noche tranquila, y sin líos! ¡Mejor, me largo
de aquí!”
Bajo una
incesante lluvia de balas, los autos de Dos Caras y sus secuaces, por casi una
hora, persiguieron al Batimóvil, por las calles de Ciudad Gótica. En cierto
momento, el Batimóvil llegó a las inmediaciones de un callejón sin salida,
justo cuando Dos Caras, bajando de su auto, sacaba un lanza-misiles, y lo
apuntaba contra el Batimóvil.
Batman, sin
embargo, no estaba vencido. Activando un gancho, alcanzó la azotea de un
edificio cercano. Acto seguido, justo cuando Dos Caras disparaba, subió por la
pared del edificio. Un auto de secuaces se metió, en el camino del misil, y
acabó convertido, en una enorme bola de fuego. Dos Caras, al ver eso, se
lamentó amargamente.
-¡¡¡¡¡NO, NO,
NO!!!!! –gritaba, furioso, dando patadas al suelo. -¡¡¡¡¡ESCAPÓ!!!!!
Mientras
tanto, en su apartamento, Manekko Kenchan, Ken, tomaba una decisión. Si deseaba
dedicarse al crimen, debía hacerse de un alter-ego. Buscaba un nombre. ¿Debía
hacerse un traje, parecido a una pieza de ajedrez, y hacerse llamar El
Ajedrecista? ¡No, mala idea! ¿Debería usar muchas armas, y un traje tipo Rambo,
y adoptar el nombre de El Capitán Muerte? ¡Tampoco, sonaba muy rebuscado!
¡Vamos, algo podría hallar! Al final, lo halló, al recordar los mensajes, que
le había mandado, a Ranma Saotome.
Horas después,
Dos Caras, en su escondite, se lamentaba, ante la presencia de sus asistentes
principales, Hikari y Rankuko. Hikari vestía camisa y pantalón de hilo, de
color blanco, así como zapatillas, también blancas. Rankuko, por su parte,
vestía camisa de hilo negra, así como pantalón, chaqueta y botas, todas de
cuero y, también, de color negro. Al parecer, cada una representaba, a un lado
de Dos Caras. Hikari representaba a su lado claro, el cual todavía esperaba
volver a ser Tatewaki Kuno, mientras que Rankuko, representaba a su lado
oscuro, y sin esperanzas de recuperación.
-¡La negativa
de Batman, a morir, nos está volviendo locos! –gritaba Dos Caras, enfermo de la
decepción. -¡Ya no sabemos, que hacer, con ese remedo de quiróptero!
-¡No te
preocupes, mi vida! –inició Hikari, sonriendo. -¡Mejor, ven a probar mi pastel de
limón! ¡Está bien ligero, suave y espumoso, justo como te gusta!
-¡Y es,
cariño, no es todo! –secundó Rankuko, también sonriendo. -¡No debes quedarte,
sin probar mi pastel de chocolate belga! ¡Es fuerte, duro y dulce, y también te
gustará!
-¡Damas, damas,
nos abruman! –dijo Dos Caras, ya más calmado. -¡Sin embargo, les daré gusto a
ambas, y probaré sus respectivas reposterías!
-¡Espero, que
hayan hecho de más! –exclamó, apareciendo de repente, como un fantasma, un
extraño sujeto, vestido con ropas verdes, adornadas con muchos signos de
interrogación. -¡A decir verdad, esa doble invitación, suena muy, muy bien!
-¿Quién eres,
y cómo se supone, que llegaste a nuestra guarida? –preguntó Dos Caras, llegando
con el extraño sujeto. -¡Vamos, revela tu nombre!
-¡Amigos,
ustedes pueden llamarme, solamente El Acertijo! –anunció el sujeto de la ropa
verde, que usaba, además, un sombrero tipo bombín, un antifaz, y portaba un
extraño bastón dorado, rematado por un signo de interrogación. -¡Y, con mi
ayuda, Ciudad Gótica primero, y el mundo después, conocerán la respuesta, al
acertijo más grande de todos los tiempos! ¿Quién es Batman?
Dos Caras, al
escuchar eso, sonrió. Sonaba prometedor. De hecho, era algo que, en lo
personal, deseaba saber, desde hacía ya bastante tiempo. De repente, recordó
algo.
-¡Oye,
Acertijo, no respondiste! –protestó Dos Caras, sacando una pistola, y
poniéndola en la cara del Acertijo. -¿Cómo nos hallaste? ¡Nadie conoce este
lugar!
-¡Es verdad,
lo olvidaba! –indicó el Acertijo, sonriendo. -¡Para eso, usé mi “cajita”, con
la cual, pude rastrear tu energía mental! ¡Así, fue muy, muy fácil!
Dejando de
hablar, el Acertijo puso su “cajita” sobre la frente de Dos Caras, quien sintió
como si su cerebro, estuviera friéndose en un sartén.
-¡Quiero más,
quiero más! –demandó Dos Caras, sonriendo. -¡Vamos, dame más!
-¡Sólo la
primera vez, es gratis! –explicó el Acertijo, guardando su “cajita”. -¡Si me
ayudas a robar, algo de tecnología de avanzada, podrás usarla nuevamente!
Dicho y hecho.
En los días siguientes, el Acertijo y Dos Caras se dedicaron, con una avidez
nunca antes vista en una pareja de criminales, a robar tecnología de avanzada.
Al mismo tiempo, “cajitas”, en cantidades industriales, empezaban a ser
vendidas, en las principales tiendas, y los más prestigiosos almacenes de
Ciudad Gótica, bajo la marca “KenTech”. Asombrosamente, las “cajitas” se
vendían por centenares, llegando a haber disturbios, en los almacenes, y en las
tiendas, donde llegaban a agotarse.
Un día, en la
mansión Saotome, Wiggins perdió de vista a Ukyo. Decidió hallarla.
-¡Señorita
Ukyo! –gritó Wiggins, preocupado. -¿Dónde está usted?
-¡Aquí arriba,
Wiggins! –respondió Ukyo, desde un nivel superior. -¡Tranquilo!
-¡Muy bien,
excelente! –alegó Wiggins, sonriendo. -¡Iré a pulir algo de plata, así que
trate, por favor, de no meterse en problemas!
Al darse media
vuelta Wiggins, Ukyo pegó un salto de escalofrío, como buena acróbata que ella
era, y llegó, al caer, a la puerta por donde entrara Wiggins. Al caer por un
tramo de escaleras, Ukyo se halló en un sitio enorme, oscuro, lleno de diversos
aparatos, entre .los que destacaba una enorme computadora.
-¡¡¡¡¡ALERTA,
INTRUSO!!!!! –se dejó escuchar, una voz mecanizada, la cual, a no dudarlo,
pertenecía a la computadora. -¡¡¡¡¡ALERTA, INTRUSO!!!!!
Wiggins, de
pie, miraba a Ukyo, con mirada de devastación, con esa mirada que sólo puede
tener, alguien a quien le descubren un secreto, que no deseaba revelar.
Justo en ese
momento, Ranma estaba en el apartamento de Akane, tomando algo con ella. De
repente, sonó el intercomunicador de Ranma. Quien lo llamaba, era Wiggins.
-¿Qué pasa,
Wiggins? –preguntó Ranma, algo amoscado. -¡Estoy algo ocupado!
-¡Lamento
interrumpir su cita, con la Dra. Tendo, señor, pero tengo noticias! –empezó
Wiggins, algo preocupado. -¡La señorita Ukyo, decidió salir!
-¿Salió?
–repitió Ranma, incrédulo. -¡A ver, explica eso!
-¡Sí, ella
salió! –insistió Wiggins, hablando con lentitud. -¡Y se llevó, su auto!
-¿Mi auto?
–preguntó Ranma, ya inquieto. -¿Cuál se llevó? ¿Se llevó el Jaguar?
-¡No, señor!
–dijo Wiggins, mordiéndose un labio. -¡El otro auto!
-¿Otro auto?
–masculló Ranma, tratando de adivinar. -¿Cuál se llevó entonces, Wiggins?
¿Acaso, se llevó el Bentley?
-¡No, señor!
–gruñó Wiggins, apretando los dientes. -¡El otro auto!
El “otro
auto”, al que se refería Wiggins, no era otro más, que el Batimóvil.
Ukyo, a bordo
del Batimóvil, atravesaba las calles de Ciudad Gótica, llamando la atención. Un
grupo de chicos, al ver el auto, se acercaron, creyendo que iban a poder
conocer a Batman. Al abrir la cabina, una voz de decepción, se dejó escuchar.
-¡No es
Batman, amigos! –gritó uno de los chicos. -¡Es la Batiboba!
Ukyo,
decepcionada, salió del auto. Se apoyó en el mismo, pensando que, quizás, tomar
ese auto, no fue, al 100%, una idea muy buena. Estaba pensando en eso, cuando,
en cosa de segundos, un chico pasó corriendo, perseguido por una banda de
maleantes, los cuales, era obvio, pretendían asaltarlo, o hacerle algo peor.
Podrían, hasta matarlo.
Corriendo como
un antílope, perseguido por leones en África, el chico se metió a un callejón
cercano. Los maleantes, que eran entre 10 y 15, llegaron tras de él. Al ver
eso, Ukyo no se aguantó más, y decidió intervenir. Avanzó hacia el callejón,
rápidamente.
-¡Oigan,
déjenme en paz! –demandaba el chico acorralado, con la voz quebrada por el
miedo. -¿Por qué no se van, qué sé yo, a correr motos, o algo así?
-¡Te dijimos
que nos dieras tu dinero, y no obedeciste! –contestó uno de los maleantes, un
sujeto rubio que, se notaba a la legua, era el líder de la banda. -¡Ahora,
verás lo que le pasa, a los que desobedecen a “Los Ángeles Negros”!
-¡Según puedo
ver, “Los Ángeles Negros”, no son más, que un grupo de vulgares montoneros!
–masculló Ukyo, apareciendo de repente, y llegando con el muchacho acorralado.
-¡No me gusta, que sean 15 contra 1, a menos que el 1, sea yo, Ukyo Kuonji!
¡Amigo, vete, yo me encargaré de estos payasos!
El muchacho,
agradecido, se escapó. El ver eso, molestó a los pandilleros.
-¡Amigos,
cambio de planes! -anunció el líder de la banda, sonriendo macabramente, al
tiempo que veía fijo, y feo, a Ukyo. -¡No habrá asalto hoy! ¡Violen a esa
mocosa!
-¿Pretenden
violarme, necios? –inquirió Ukyo, sonando sus nudillos. -¡Vengan a mí, y
veremos, si no acaban hechos picadillo!
Gritando como
una horda invasora, los 15 sujetos de la banda, a decir una, se lanzaron contra
Ukyo, con la ferocidad de perros callejeros. Ukyo, al verlos, no se preocupó.
Dejando que
los pandilleros llegaran con ella, Ukyo empezó a darles una real paliza. Uno
tras otro, los pandilleros caían al suelo. Al final, sólo quedaban 3. Al ver a
sus colegas caídos, trataron de huir, sólo para toparse con una impresionante
aparición.
-¡Batman!
–gritó, muerto del miedo, el líder del grupo. -¡Huyamos, amigos!
El líder del
grupo, y sus 2 compañeros, al mismo tiempo, trataron de escapar, pero no
pudieron. Usando un Batibumerang, Batman los derribó, al suelo, ya noqueados.
-¿Qué crees
que hacías, niña? –preguntó Batman, llegando con Ukyo. -¿Es idea mía, o te
gusta meterte en problemas?
-¡No me
molestes, Ranma Saotome! –contestó Ukyo, bastante molesta. -¡Touché! ¡Al parecer, descubrí tu pequeño
secreto, amigo mío!
-¡Lo admito,
me descubriste! –aceptó Batman, quitándose la máscara. -¡Es verdad, yo, Ranma
Saotome, soy Batman! ¿Qué piensas de eso, Ukyo?
-¡Me parece
genial! –afirmó Ukyo, sonriendo, mientras Ranma, con rapidez de rayo, volvía a
ponerse la máscara de Batman. -¡Puedes entrenarme, para ser tu compañera!
-¡Lo siento,
yo trabajo solo! –respondió Batman, de mal modo. -¡Además, soy un vigilante, y
no tengo tiempo de andar cuidando niñas molestas!
Acto seguido,
Batman llevó a Ukyo, a la Mansión Saotome. Tras eso, se sentó a pensar.
Algunas noches
después, Ranma, junto con Akane y Ukyo, asistió a una fiesta, dada en el Hotel
Plaza Gótica, por Manekko Kenchan, Ken, para presentar su nueva y mejorada
“cajita”. Wiggins permaneció en el auto, afuera del hotel, listo para cualquier
contingencia, que pudiera llegar a presentarse.
Los fotógrafos
de la prensa, al ver llegar a Ranma, tomado de un brazo por Akane, empezaron a
hacerle mil preguntas, destacando “¿Quién es tu hermosa acompañante, Ranma?”,
“¿Es cierto, Ranma, que KenTech, piensa comprar a Empresas Saotome?” y “¿Ya
estás pasado de moda, Ranma Saotome?”. Al escuchar esas preguntas, Ranma
sonreía, y sólo daba una respuesta, 100% diplomática: “¡Sin comentarios!”
En el centro
de la fiesta, el anfitrión, era el centro de atención. Para sorpresa de Ranma,
ahora Ken, se veía, a no dudarlo, casi como un duplicado suyo. Se había dejado
crecer el pelo y, ahora, lo usaba como Ranma, atado en una “cola de caballo”.
-¡Ranma, viejo
amigo! –saludó Ken, muy sonriente. -¿Vienes a ver, que se siente, ser superado
en tu propio terreno? ¡Vamos, no seas mal perdedor!
-¡Hola, Ken!
–saludó Ranma, dándole la mano a Ken, sin sonreír. -¡Felicidades!
-¿Quién es tu
hermosa acompañante, Ranma? –preguntó Ken, sin dejar de sonreír
sarcásticamente. -¿No me la vas a presentar, amigo mío?
-¡Hola, me
llamo Akane Tendo! –se presentó Akane, al ver que Ranma, a no dudarlo, estaba
silencioso, y algo incómodo. -¡Soy una reconocida psicóloga, señor Ken!
-¿Gusta
bailar, Dra. Tendo? –preguntó Ken, tendiéndole una mano. -¿Vamos?
Ante un
asentimiento de Ranma, Akane empezó a bailar con Ken. Ranma, algo amoscado,
decidió dar una vuelta, por las cercanías, para ver las exhibiciones de la
“cajita” de Ken. Lo que llegó a ver, lo dejó pasmado. Las “cajitas”, al ser
activadas, hacían que la gente viera ilusiones, de aquello que desearían tener,
cosas tales como viajes a países tropicales, o joyas caras y muy elaboradas.
Curioso, Ranma se acercó a la cabina de una “cajita”. Hikari, una de las amigas
de Dos Caras, se le acercó, sonriendo picaronamente. Ranma notó eso, y esperó
la pregunta, la cual, fue como un disparo.
-¡Chico malo!
–reconvino Hikari a Ranma, sin dejar de sonreír. -¿Buscas algo?
-¡Me
preguntaba, como es que se apaga esto! –dijo Ranma, viendo los controles, de
manera inquisitiva. -¿Me puede decir, señorita, por favor?
Sonriendo,
Hikari sacó un tubito de cristal, lleno de una sustancia brillante, y
fosforescente. Sin dilación, se lo entregó a Ranma, quien lo agradeció.
Al ver la
cabina apagada, Ranma entró a ella. Apenas él entró, Hikari volteó a ver a Ken
y, al recibir una señal de este, sacó de su bolso, otro tubito de cristal, y lo
puso en los controles, reactivando la cabina y, por ende, la “cajita”.
-¡Buenas
noches, señor Saotome! –se dejó escuchar, la voz de la cabina. -¡Relájese,
cuénteme todo, déjeme ver sus miedos más profundos!
Mientras Ranma
estaba adentro, sucedió. Cuando los invitados menos lo esperaban, Dos Caras,
acompañado por su otra amiga, Rankuko, y varios de sus secuaces, entró,
abriendo fuego hacia el techo, primero, y destruyendo un duplicado gigante de
la “cajita” de Ken, el cual, estaba ubicado en el centro de una enorme fuente.
Huelga decir, que, en ese momento, el caos fue un hecho.
-¡¡¡¡¡NO, NO,
NO, NO, NO!!!!! –gritó Ken, al ver aquel pandemonium, y llegando con Dos Caras,
a quien procedió a encarar. -¿Estás loco? ¡Estás arruinando mi fiesta!
Ranma, al
asomarse, notó los problemas. Con gran agilidad, se metió por un pasillo, y
llegó a una escalera de incendios. Con prestancia bajó, llegando con Wiggins.
-¡Emergencia,
Wiggins! –informó Ranma, entrando al auto, y procediendo a cambiarse.
No era el
único. Ukyo, al ver lo que pasaba, salió por una puerta de acceso, tomó un
ascensor, y empezó a bajar, sintiendo incomodidad, por la lentitud.
Mientras Ukyo bajaba,
y Ken seguía discutiendo con Dos Caras, mientras los secuaces de este,
asaltaban a los presentes, quitándoles dinero, joyas, y teléfonos celulares, un
tragaluz se rompió, dejando entrar a una figura muy conocida.
-¡¡¡¡¡BATMAN!!!!!
–gritó un hombre, sonriendo. -¡¡¡¡¡ESTAMOS SALVADOS!!!!!
Batman,
cayendo en la fuente, pegó un salto increíble, esquivando las balas de las
armas de los secuaces de Dos Caras, y empezó a darles golpes en cantidad.
-¡Emergencia,
Wiggins! –exclamó Ukyo, llegando con Wiggins, tomando su viejo traje de
trapecista, el cual estaba guardado en la cajuela, y procediendo a cambiarse.
En el hotel, Akane,
al ver a Batman, lo besó en la boca, y le dijo, sin miramientos: “¡Te espero en
mi apartamento, a la medianoche! ¡No tardes, por favor!”, mientras que Dos
Caras, llamando a sus hombres, procedió a llevar a Batman a una trampa, en la
cual, llevándolo a un sitio cerrado, se lo llenó de gas de una tubería cercana,
para luego, proceder a encenderlo, causando una gran bola de fuego. Parecía
todo para Batman.
Para la enorme
sorpresa de Dos Caras, Batman se salvó, al usar una protección anti-fuego. Al
ver vivo a su enemigo, Dos Caras decidió sepultarlo, haciendo volar todo el
lugar. Casi gana, si no es por Ukyo, que llegó al final.
-¡Hola!
–saludó Ukyo, ayudando a Batman, a salir de entre los escombros.
Algo más
tarde, en la Baticueva, debajo de la Mansión Saotome, Ranma era atendido por
Wiggins, mientras que Ukyo, según ella, hacía algunos planes.
-¡Si voy a ser
tu compañera, debo tener un buen nombre! –decía Ukyo, toda relajada y
sonriente. -¿Cuál sería bueno? ¿Batgirl, Batwoman, Nightwing? ¡Vamos, elige
uno!
-¿Qué te
parece: “Ukyo Kuonji, estudiante universitaria”? –preguntó Ranma, ya algo
molesto. -¡Si te metes, vas a acabar muerta, niña majadera!
-¡No seas
cínico, me la debes! –alegó Ukyo, siempre sonriendo. -¡Soy tu compañera!
-¡¡¡¡¡NO!!!!!
–gritó Ranma, decidido. -¡Ya te lo dije, yo trabajo solo!
Ukyo no
contestó, a ésta parrafada. Con gran flema, dejó su traje de trapecista, junto
a uno de los Batitrajes, ya que, según ella, ahora, ese era su lugar.
Al rato,
cuando Ukyo ya no estaba, Ranma miró una foto de Akane. Wiggins sonrió.
-¿No piensa
ir, con la Dra. Tendo? –quiso saber Wiggins, interesado. -¡Parece una buena idea,
si me permite decírselo, señor!
-¡No sé,
Wiggins, no estoy seguro! –masculló Ranma, viendo la foto. -¡Ella desea a
Batman, no a Ranma Saotome!
-¿Por qué,
entonces, no deja que ella elija? –inquirió Wiggins, sonriendo amable, y
sinceramente. -¡Vamos, señor, deje que la dama, obedezca a su corazón!
Haciendo caso
a la sugerencia de Wiggins, Ranma, como Batman, llegó al apartamento de Akane,
justo a medianoche, como ella le había pedido. Al verlo, ella se levantó y,
envuelta en las sábanas de su cama, se llegó con él y, sin palabra alguna, lo
besó.
-¡No sé, como
decirte esto! –empezó Akane, algo cohibida. -¡Creí, que podríamos tener algo
juntos, pero me he dado cuenta, de que amo a otra persona!
-¡Está bien!
–asintió Batman, con voz lenta. -¡Tranquila, yo entiendo!
Dando media
vuelta, Batman sonrió. Al parecer, Akane ya había elegido.
Algunas noches
después, era Noche de Brujas (Halloween). Los niños recorrían todas las casas
de Ciudad Gótica, pidiendo dulces, al son de la conocida frase “¡Dulce o
Truco!”; esto, también se daba en el distrito de Bristol, ubicado en las
afueras de Ciudad Gótica, y la Mansión Saotome, lógicamente, no era la
excepción de ésta vieja regla. Wiggins, sonriendo, daba dulces a cuanto niño
llegaba a pedir, siempre sonriendo.
Ranma y Akane,
al calor del fuego de la chimenea, pasaban un buen rato juntos, mientras que
Ukyo, tomando su motocicleta, decidía salir, a dar una vuelta. El hecho de que
Ranma, después de que ella descubriera, que él era Batman, se negara a aceptarla,
como su compañera, en la lucha contra el crimen, la ponía, en serio, de mal
humor.
En cierto
aciago momento de la noche, el Acertijo y Dos Caras, secundados por los
secuaces de este último, llegaban, en silencioso tropel, a la Mansión Saotome.
Un muy calculado, y retorcido plan, bullía en sus malignas mentes, y lo iban a
poner en marcha.
Poco antes, el
Acertijo, usando el tubito de cristal, lleno con la información de la cabina,
que, durante la fiesta dada en el Hotel Plaza Gótica, usara Ranma Saotome,
había descubierto, con gran alegría para él, y para Dos caras, que Ranma
Saotome y Batman, eran una misma persona y, para eso, había elaborado un plan.
El ataque a la Mansión Saotome, era sólo el primer paso, de su plan “Operación:
El fin de Batman”.
Ordenándole a
los secuaces que esperaran, el Acertijo y Dos Caras, llegaron a la puerta.
-¡Dulce o
Truco! –dijeron ambos, ocultos tras unas máscaras, cuando Wiggins se asomó, por
la mirilla de la puerta. -¡Dulce o Truco!
Wiggins,
ignorante de lo que iba a pasar, abrió un poco la puerta. ¡Para que lo hizo! En
segundos, el Acertijo, de un único golpe, lo derribó al suelo, noqueado. A
continuación, el Acertijo y Dos Caras, seguidos por los secuaces de este
último, penetraron a la casa, pillando a Ranma y Akane, en la sala, charlando
junto al fuego.
-¡Corre,
Akane! –gritó Ranma, poniéndose de pie. -¡Yo, los detendré!
-¡Ten cuidado,
Ranma! –sugirió Akane, secundándolo. -¡No te arriesgues demasiado!
Lo que siguió
a continuación, fue lo siguiente: mientras
Ranma, solo, se enfrentaba a los secuaces de Dos Caras, este lanzaba “volados”
con su moneda, como esperando que cayera en un lado específico. Al mismo
tiempo, defendía a Akane, cuando era alcanzada por alguno de los atacantes, que
lograba superarlo. Pillo que alcanzaba, lo derribaba de un golpe, si bien, por
cada pillo que derribaba, parecía que llegaban 3 o 4 más.
Mientras
tanto, el Acertijo, usando una gran cantidad de bombas, con forma de pajaritos
verdes, se dedicaba, en cuerpo y alma, a arrasar la Baticueva. Explosiones iban
y venían, entremezcladas con sus frases locas, y sus maniáticas risotadas. Al
finalizar, se dirigió a la casa, justo cuando Dos Caras, son una gran sonrisa,
veía caer su moneda, del lado marcado. Sacando una pistola, Dos Caras disparó
contra Ranma, hiriéndolo en una de las sienes, y derribándolo por las
escaleras. Akane, mientras tanto, fue capturada.
-¡¡¡¡¡RANMA!!!!!
–gritaba Akane, asustada. -¡¡¡¡¡RANMA, AYÚDAME!!!!!
Eso fue todo.
Dejando a Ranma caído, y tomándolo por muerto, los invasores se retiraron.
Mientras Ranma estuvo caído, soñó con la trágica muerte de sus padres, Genma y
Nodoka Saotome, acaecida años atrás. Algunas horas después, Ranma despertó, en
su cama, ante la mirada de inquisitiva de su fiel mayordomo, Wiggins. Este, al
verlo, sonrió aliviado. Al parecer, temía lo peor de lo peor.
-¡Gracias al
Cielo! –dijo Wiggins, sonriendo. -¡Me alegra verlo bien, joven Ranma!
-¿Wiggins?
–preguntó Ranma, sorprendido. -¿Qué ha pasado, viejo amigo mío? ¿Dónde están Akane
y Ukyo? ¿Ellas están bien?
-¡No sé, en
serio, donde puede estar la señorita Ukyo! –empezó Wiggins, con voz preocupada.
-¡Le tengo malas noticias! ¡Los sujetos que nos atacaron, se llevaron a la Dra.
Tendo! ¡Para rematar, la Baticueva fue arrasada, y muy poco se salvó del
ataque!
-¿Eso es todo?
–quiso saber Ranma, mientras se ponía de pie. -¿O hay algo más?
-¡Hallé, no
uno, sino 2 acertijos más, señor! –informó Wiggins, señalando un par de cajas.
-¡Los abrí, y los leí, pero no pude descifrarlos!
-¡Vamos a
verlos, Wiggins! –exclamó Ranma, acercándose a las cajas. -¡Leeré este primero!
¡“En un tablero nos hallarás, y siempre ni 1, ni 2, sino 8 somos”!
-¿Cómo no pude
saberlo? –masculló Wiggins, dando un salto. -¡La respuesta, señor, es peones de
ajedrez! ¡Están en un tablero, y son 8!
-¡Excelente,
Wiggins, vamos a ver el otro! –anunció Ranma, sonriendo, y pasando a leer el
segundo acertijo. -¡“Somos muy fáciles de descubrir, estamos tanto en un campo
de tennis, como en un murciélago”!
-¿Un campo de
tennis? ¿Un murciélago? –repitió Wiggins, pensativo, para dar, de repente, con
la solución. -¡Lo tengo, señor! ¡Son las 5 vocales: A, E, I, O y U!
-¡Vamos bien,
eso parece! –afirmó Ranma, juntando los 2 acertijos, con los 2 que recibiera
antes. -¡Todos tienen números: 13, 1, 8 y 5! ¿Qué puede significar eso?
-¡Deben ser
letras, señor! –apuntó Wiggins, tras pensar un poco. -¡La letra número 13, es
la M, la número 1 es la A, la número 8 es la H, y la número 5 es la E!
-¿M, A, H, E?
-repitió Ranma, incrédulo. -¡Eso, no tiene sentido!
-¡Quizás, 1 y
8, pueden, más bien, ser 18! –explicó Wiggins, tras pensar otro poco. -¡La
letra número 18, es la R!
-¡M, R, E!
–analizó Ranma, escuchando a Wiggins. -¡Si lo ponemos como un nombre, se puede
leer, en inglés, Mr. E! ¡También, puede ser “Misterio”, en inglés, “Mistery” o,
en la de menos, “Enigma”! ¡Lo tengo, Wiggins! ¡El Señor Enigma, mi otrora
empleado, Manekko Kenchan, alias Ken! ¡A él, cuando trabajaba en Empresas
Saotome, le gustaba, durante los recesos, poner a pensar a los demás empleados,
usando enigmas muy elaborados y bien estructurados! ¡Casi nadie, lograba
resolverlos!
-¡Ahora que lo
recuerdo, usted me dijo que el fallecido señor Marumatzu, varias veces, lo
reprendió por eso! –agregó Wiggins, recordando ese hecho. -¡En la de menos, Ken
tuvo relación con su muerte, la cual, nunca acepté como suicidio! ¡Ahora,
vamos, que debemos preparar todo, para la batalla que se avecina, señor!
En cosa de
segundos, Ranma y Wiggins llegaron a la arrasada Baticueva.
-¿Destruyeron
todos los Batitrajes, Wiggins? –inquirió Ranma, al ver como había quedado la
Baticueva. -¡No puede ser!
-¡Sólo se
salvó el prototipo, equipado con modificaciones de sonar! –contestó Wiggins,
abriendo un compartimiento secreto, y revelando ese traje. -¡Es verdad, no lo
ha probado, y me parece que ésta, es una excelente oportunidad para hacerlo!
Sin dudarlo ni
un segundo, Ranma se puso ese traje. Algo que lo distinguía, era que, en el
pecho, llevaba un dibujo enorme de un murciélago, pero sin el óvalo amarillo,
lo cual, lo hacía lucir más impresionante y tenebroso, que los trajes
anteriores.
Bajando por
una escalera secreta, Batman y Wiggins llegaron a un depósito secreto, en el
cual estaban 2 vehículos, una nave (La Batwing), y un nuevo Batibote. Al estar
ocultos, se salvaron de correr la misma suerte que el Batimóvil, acabar
dañados.
-¿Qué me
sugieres, Wiggins? –preguntó Batman. -¿Por mar, o por aire?
-¡Mejor, por
ambas vías! –se dejó escuchar, una decidida voz femenina. -¡Dos contra dos,
será más equilibrado, que dos contra uno!
Quien llegaba,
era Ukyo, vestida con un muy llamativo traje, rojo y verde, con botas negras y
capa amarilla. Una letra R, adornaba el lado izquierdo de su pecho.
-¿Qué
significa la R, Ukyo? –preguntó Batman, mostrando interés. -¡Vamos, dime!
-¡La R,
significa Robin! –dijo Ukyo, volviendo a ver a Wiggins, quien, a no dudarlo,
tuvo que ver con la creación de ese traje. -¡No puedo prometer, que no mataré a
Dos Caras, pero te lo digo, necesitas apoyo, un refuerzo!
-¡Un refuerzo,
no! –corrigió Batman, dándole la mano. -¡Una compañera!
Finalmente, se
decidió. Batman iba en la Batwing, mientras que Robin, iba en el Batibote. Sin
dudarlo, ambos se dirigieron a la base del Acertijo y Dos Caras, ubicada en una
isla artificial, la cual se localizaba, en las afueras de Bahía Gótica.
En la
mencionada isla, Akane estaba en las manos del Acertijo y Dos Caras, quienes le
contaban sus maléficos y retorcidos planes.
-¡Muy pronto,
el juego final, empezará! –decía el Acertijo, viendo en un radar, el avance de
los 2 encapotados. -¡Dos Caras, debemos estar listos, para atender a las
visitas!
-¡Entendido,
Acertijo! –asintió Dos Caras, sonriendo. -¡Hikari, Rankuko, esperen nuestra
señal para actuar! ¡Hasta entonces, permanezcan ocultas!
-¡Par de
chiflados! –gritó Akane, tratando de soltarse. -¡Batman les dará su merecido!
Un coro de
risas, inundó el lugar. Al parecer, no le temían a Batman, ya no.
Un rato
después, el Acertijo y Dos Caras se sentaron, frente a lo que parecía un vídeojuego.
Lo activaron, al escuchar que la Batwing y el Batibote, con los motores
rugiendo, habían penetrado en las aguas territoriales de la isla. Usando los
controles del vídeojuego, los 2 villanos, en cosa de minutos, se las
arreglaron, para hacer volar el Batibote, y para dañar, seriamente, un ala de
la Batwing. El resto de la Batwing, se precipitó al mar, donde, liberando ambas
alas, tanto la intacta, como la dañada, procedió a transformarse en un
Batiminisubmarino, el cual, Batman usó, para salvar a Robin, de los secuaces de
Dos Caras, los cuales, al ver volar el Batibote, se lanzaron al agua, desde un
helicóptero, el cual rondaba por la isla artificial.
Finalmente,
Batman y Robin llegaron a la isla. Una vez allí, Robin se separó de Batman,
decidida a hallar a Dos Caras. Tras hallarlo, se enzarzaron en una tremenda
batalla, la cual acabó cuando Dos Caras, pillando desprevenida a Robin, la
capturó. Mientras tanto, Batman, siguiendo sus instintos de detective, halló
una vía de acceso a la parte superior de la isla, llegando a un salón, en cuyo
centro, estaba un trono, en el cual, estaba sentado el Acertijo. Este, al ver
al Señor de la Noche, sonrió, al tiempo que Dos Caras, también sonriendo, hacía
acto de presencia.
-¡Adivíname
esto, adivíname aquello! –declaró el Acertijo, sin dejar de sonreír. -¿Quién le
teme, al gran murciélago negro?
-¡Ya fue
suficiente, Ken! –dijo Batman, viendo a su enemigo. -¡Vine por la Dra. Akane
Tendo, así que vamos, entrégamela ya!
-¡Te tengo un
acertijo, Batman! –inició el Acertijo, ignorando lo que acababa de escuchar.
-¡Detrás de la cortina número 1, la cual guarda Hikari, tenemos a la Dra. Akane
Tendo, el gran amor del millonario Ranma Saotome! ¡Detrás de la cortina número
2, la cual guarda Rankuko, tenemos a la joven asistente del Caballero Oscuro,
una chica tan joven, y tan tonta, que no ha estado con ningún hombre!
-¿Qué planeas,
Ken? –preguntó Batman, ya curioso. -¡No hagas una locura!
-¡Sólo deseo
saber, quien eres realmente, y quién te importa más! –informó el Acertijo,
revelando que, en su bastón, estaba el control remoto de la doble trampa. -¡Si
eres más Ranma Saotome, o Batman, y a
quien preferirás salvar!
-¡No hay
escape! –murmuró Batman, pensativo. -¡Es la trampa, de trampas! ¡Sin embargo,
tengo un acertijo, y deseo que me lo resuelvas!
-¿Tienes un
acertijo, para mí? –repitió el Acertijo, tocado en su vanidad. -¡Eso, suena muy
interesante, Batman! ¡No pierdas tiempo, por favor! ¡Dímelo!
-¡“La
oscuridad es luz para mí, y veo como si fuera de día. ¿Qué soy?”! –dijo Batman,
al tiempo que, sin ser visto, activaba varios botones de su Batitraje. -¿Lo
sabes?
-¡Por favor!
–gritó el Acertijo, decepcionado. -¡Es un murciélago!
-¡Exacto!
–respondió Batman, sonriendo. -¡Adelante, con la acción!
Sacando un
Batibumerang, Batman lo lanzó contra el enorme duplicado de la “cajita”, que
coronaba el lugar, y que usaba el Acertijo, para recabar información, robada a
los habitantes de Ciudad Gótica. Al explotar esa máquina, Hikari y Rankuko
salieron huyendo, mientras que la mente del Acertijo, empezó a ser descargada.
Dos Caras, decidido a todo, se metió por un pasillo, y preparó su siguiente
jugada. El Acertijo, al caer, activó la doble trampa, enviando a Akane y a
Robin hacia las rocas. De nada sirvió, porque Batman, de forma increíble, las
salvó a ambas. Apenas acababan de recuperarse, cuando Dos Caras, con una
pistola, apareció.
-¡Quietos!
–ordenó Dos Caras, apuntando al trío. -¡De aquí, ustedes no salen vivos!
-¡Vamos, Kuno,
lanza un “volado”! –sugirió Batman, al tiempo que sacaba un puñado de monedas.
-¡Si no lo haces, no podrás saber, a quien matar primero!
-¡Siempre
fuiste un buen amigo, Ranma! –afirmó Dos Caras. -¡Gracias, amigo!
Cuando Dos
Caras lanzó su “volado”, Batman lanzó al aire el puñado de monedas, haciendo
que Dos Caras, al querer agarrar su moneda, perdiera pie, y cayera, directo a
las rocas, donde halló un muy violento final, ante la mirada aprobadora de
Robin.
Un rato
después, llegaron con el Acertijo. Este, al ver a Batman, sintió miedo.
-¿Por qué? –preguntó
el Acertijo, ansioso. -¿Por qué, es que no puedo matarte?
-¡Pobre Ken!
–concluyó Batman, llegando con su caído enemigo. -¡Yo, soy tanto Ranma Saotome,
como Batman! ¡Y soy ambos, porque he decidido serlo!
Al acercársele
Batman, el Acertijo llegó a verlo, como un vampiro monstruoso.
-¡¡¡¡¡NNNNNOOOOO!!!!!
–rasgó la noche, un grito del Acertijo. -¡¡¡¡¡VETE!!!!!
Así acabó
todo. El Acertijo, completamente loco, terminó siendo recluído en el Asilo
Arkham, mientras que Dos Caras fue sepultado en el Cementerio Central de Ciudad
Gótica, con la asistencia de Ranma Saotome, Ukyo Kuonji, la Dra. Akane Tendo, y
su otrora prometida, la Comisionada de Policía, Mariko Konjo. De Hikari y
Rankuko, las chicas de Dos Caras, no se supo nada de su paradero. Al parecer,
las vieron subir a un autobús, el cual se dirigía a Metrópolis. Una noche,
Akane le dijo a Ranma que, por dicha, su secreto estaba seguro, tal y como
debía ser. Al saber eso, Ranma se sintió contento, y le devolvió a Akane, su
“Guardiana de los Sueños” malaya.
Una noche,
algunos días más tarde, Batman y su nueva compañera, Robin, la Chica Maravilla,
vigilaban desde una azotea, cuando, de pronto, escucharon un pedido de auxilio.
Viéndose mutuamente, y asintiendo, ambos héroes se lanzaron a la acción, a
proteger a los habitantes de Ciudad Gótica. La ciudad, a no dudarlo, estaba en
muy buenas manos, y lo iba a estar, por mucho, mucho tiempo.
Nota # 1 del autor: Así termina “Batman
eternamente”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario