“Ranma ½”: “Batman y Robin”.
Fanfiction escrita por: Marco Antonio Carballo (MARK6_9@hotmail.com).
Basada en los personajes creados por: Rumiko
Takahashi. Todos los personajes son propiedad y Copyright © de ésta autora. Los
personajes de “Batman”, son propiedad y Copyright © de DC Comics.
Episodio único.
Nota del autor: En este One-Shot (Fanfiction que
consta de un único episodio), presento mi propia versión de la película “Batman
y Robin”, filmada en 1997, y dirigida por Joel Schumacher. En ella, los
personajes de “Ranma ½”, son los protagonistas, adaptados al universo
batmaniano.
Lista de personajes.
Ranma Saotome / Batman: Millonario de Ciudad Gótica,
cuando niño, observó a sus padres, Genma y Nodoka Saotome, morir asesinados por
un criminal. En las noches, se convierte en Batman, el defensor de Ciudad
Gótica.
Akane Tendo: Modelo muy popular en Ciudad Gótica, y
en el resto del mundo, y novia de Ranma Saotome. Aunque no de muy buena gana,
acepta esperar, a que Ranma “esté listo”, para casarse, algo que él, no desea
hacer pronto.
Ukyo Kuonji / Robin: La compañera de Batman, con
quien, a brincos y saltos, logra trabajar, para proteger a Ciudad Gótica del
crimen.
Dr. Mikado Sanzenin / El Señor Frío: Originalmente,
un joven científico, cuya esposa, Azusa Shiratori, cayó víctima del Síndrome de
McGregor-Scott. Buscando una cura, cayó en un tanque criogénico, lo cual lo
convirtió en el Señor Frío, un sujeto que sólo puede vivir, con un traje
especial, el cual mantiene su cuerpo, a 50 grados centígrados bajo cero. Muy
dentro de él, sigue buscando una cura, para ayudar a su esposa, y volver a ser
un hombre normal.
Dra. Xian-Pu / Hiedra Venenosa: Empezó siendo una
aceptable botánica y, por un intento de asesinato, terminó transformándose en
Hiedra Venenosa, una mujer con poder sobre las plantas. Es astuta como un
zorro, y peligrosa como una trampa.
Moo-Su / Bane: Un sujeto infortunado, sometido a un
experimento, de una droga llamada “Venom”. Ahora, es un matón, que sigue a
Hiedra Venenosa, a todas partes. No habla mucho, porque es pura fuerza bruta, y
muy poco cerebro.
Dr. Taro Pansuto: Cientifico loco y retorcido,
creador de la droga “Venom” y causante, cegado por la ambición, de los orígenes
de Hiedra Venenosa y de Bane. Muere a manos de Hiedra Venenosa, poco después
del “nacimiento” de ésta.
Azusa Sanzenin: Esposa del Dr. Mikado Sanzenin / El
Señor Frío, y cuyo nombre de soltera era Azusa Shiratori, yace en estado de
“Animación Suspendida”, mientras él busca una cura para su enfermedad, el
Síndrome de McGregor-Scott. Ella nunca supo lo que le ocurrió a su marido, ni de
la vida de crimen que él lleva.
Comisionada de Policía Mariko Konjo: Jefa del
Departamento de Policía de Ciudad Gótica, apoya a Batman, hasta donde puede
hacerlo.
Wiggins McNaughton (Personaje original, creado por
el autor): Mayordomo de Ranma Saotome, desde que él era pequeño. Lo ayuda, en
todo lo que puede, porque es muy inteligente y discreto.
Madison Tracy / Batichica (Personaje original,
creado por el autor): Sobrina del mayordomo de Ranma Saotome, Wiggins
McNaughton, llega a visitarlo y, por un imprevisto, se une a Batman y Robin. Es
decidida, y algo arriesgada.
Una noche, en
la Baticueva, el millonario Ranma Saotome, y su joven protegida, Ukyo Kuonji,
adoptaban sus identidades heroicas, como Batman y Robin, los defensores de
Ciudad Gótica. Habían recibido un llamado de ayuda, debido a que, al parecer,
algo, o alguien, andaba causando líos, en el Museo Metropolitano de Ciudad
Gótica.
Con gran
celeridad, ambos justicieros procedieron a ponerse sus respectivos trajes. Al
final, estaban listos para salir, Batman en un nuevo y mejorado Batimóvil, y
Robin en su nueva y muy poderosa motocicleta, el Red Bird.
-¿Sabes algo?
–preguntó Robin, sonriendo pícaramente. -¡Deseo tener un auto!
-¡Ahora veo,
por que Superman trabaja solo! –masculló Batman, ignorando el comentario de su
joven aliada. -¡Vamos ya, compañera!
Pasando del
dicho al hecho, ambos justicieros, se dirigieron a su destino. Al llegar,
Batman se dirigió a la azotea. Robin, mientras tanto, permaneció afuera, en el
Red Bird.
Asomándose por
un tragaluz de la azotea, Batman pudo ver a varios sujetos, vestidos como
esquimales, que estaban empacando diamantes de las exhibiciones, de todas
formas y tamaños. Encabezando el grupo, estaba un sujeto impresionante, vestido
con un traje-armadura muy poderoso, y armado con una enorme arma
congelante.
-¡Vamos,
muchachos, no tenemos toda la noche! –urgía el sujeto del traje-armadura, a los
tipos vestidos como esquimales. -¡Ciudad Gótica conocerá, empezando ésta noche,
el poder del invencible, y gélido, Señor Frío!
Acto seguido,
Batman, dando un salto de espanto, atravesó el tragaluz, llegando con los
invasores, y cayendo delante de ellos. Al llegar, se presentó.
-¿Qué tal,
Frío? –empezó el Caballero Oscuro. -¡Yo, soy Batman!
-¡Muchachos, a
él! –ordenó el Señor Frío, guardando la distancia. -¡Nada, ni nadie, debe
interferir con mis planes!
Los secuaces
del Señor Frío, sin dudarlo, empezaron a atacar a Batman. En segundos, Robin
llegó en el Red Bird, y se unió a la batalla. En especial, la batalla giraba en
torno a un gigantesco diamante, el cual, al parecer, era el objetivo
prioritario del Señor Frío.
En segundos,
la batalla, más que batalla, pasó a tener mucha semejanza, con un partido de
jockey sobre hielo. Batman, Robin, y los secuaces del Señor Frío, usando
cuchillas como las de los patines que se usan para practicar ese deporte,
avanzaban entre pasillos y exhibiciones, buscando el gigantesco diamante. Ver
esa insulsa batalla, acabó por molestar al Señor Frío. En cierto momento,
cuando el enorme diamante, había caído en
sus gélidas manos, el Señor Frío, sonriendo, decidió actuar, y hacer
algo más.
-¿Sabes que
acabó, con los dinosaurios, Batman? –gritó el Señor Frío, levantando su enorme
arma congelante. -¡La Era del Hielo!
Diciendo esto,
el Señor Frío, con un disparo de su enorme arma, congeló una exhibición, la
cual representaba a un Diplodocus, uno de los más enormes dinosaurios que jamás
hayan existido. Tras hacer eso, el Señor Frío abordó una cápsula de escape, la
cual procedió a activar, sin pérdida de tiempo.
-¡Al parecer,
Frío intenta escapar! –masculló Batman, viendo la cápsula, a punto de despegar.
-¡Debo detenerlo, sea como sea!
-¡Voy contigo!
–dijo Robin, tras acabar de revisar a los noqueados secuaces del Señor Frío.
-¡Entre los 2, podremos con él!
-¡No, Robin,
es peligroso! –señaló Batman, sacando y activando su arma lanza-gancho, justo
cuando la cápsula despegaba, con un sonoro estallido de motores, activados a
velocidad máxima. -¡Déjamelo a mí, y no intervengas!
Robin, cuando
Batman empezaba a subir, activó su propia arma lanza-gancho, logrando
engancharse, a la cápsula del Señor Frío, por el lado contrario, al que iba a
subir Batman. Así, tendría garantizado, no ser vista, al menos, no al
principio.
Un momento
después, Batman penetró a la cápsula, esperando sorprender al Señor Frío. Plan
fallido, porque el sorprendido, fue Batman, quien acabó pegado a una pared de
la cápsula, debido a que el Señor Frío, con una gran agilidad, para ser un
sujeto tan corpulento, le congeló ambos brazos, pegando sus muñecas a la pared.
Todo esto pasaba, mientras Robin, con gran tiento, se sujetaba al exterior de
la cápsula. Al parecer, iba a esperar “el momento apropiado”, para entrar y
poder actuar.
-¿Creíste
poder sorprenderme, como a un pillo vulgar, Batman? –se burló el Señor Frío,
llegando con el inmovilizado Señor de la Noche. -¡Te contaré algo interesante!
¡Cuando ésta cápsula llegue a 15000 metros, empezará a caer, llevándote con
ella, a un muy explosivo final, en pleno centro de Ciudad Gótica! ¿Te gusta mi
plan, eh?
-¡Frío, estás
loco! –espetó Batman, mientras intentaba soltarse, sin lograrlo. -¡Si ésta
cápsula cae como dices, la explosión matará a cientos, o a miles!
-¡Cuando eso
pase, yo estaré lejos! –se carcajeó el Señor Frío, activando una escotilla, y
preparándose a saltar, con ayuda de un par de alas mecánicas. -¡Adiós, Batman!
En segundos,
el Señor Frío saltó, justo cuando Robin, con gran dificultad, se disponía a
entrar. Una vez adentro, la Chica Maravilla buscó a Batman, hallándolo con
prontitud.
-¿Por qué
tardaste tanto? –preguntó Batman, irónico. -¡Pudiste haberte apurado!
-¡Hasta donde
recuerdo, no querías que viniera! –respondió Robin, algo sarcástica y molesta,
al tiempo que sacaba, de su cinturón, una pequeña pistola de rayos de calor, la
cual activó, dirigiendo el rayo, a las muñecas de Batman. -¡Te liberaré,
Batman, y detendremos este condenado aparato, de una buena vez!
-¡No podemos
detenerlo, Robin! –informó Batman, una vez libre. -¡Frío congeló los controles,
tras programarlos, para que ésta cápsula caiga, una vez que llegue a 15000
metros! ¡No tenemos opción, debemos hacerla volar, cuanto antes!
En segundos,
Batman y Robin, cada cual en un lado, ubicaron sendas Batibombas, las cuales
activaron sin tardanza. Luego, cada uno activó una escotilla de emergencia, y
salieron, justo antes de que la cápsula, estallara en medio de un fogonazo de
luz blanca. De repente, los encapotados se vieron, como haciendo una especia de
surf volador.
Algo más
abajo, el Señor Frío, que seguía volando, gracias a sus alas mecánicas, escuchó
la detonación y, al escucharla, sonrió, como si hubiera cumplido con su deber.
-¡Seguramente,
ese fue, el fin de Batman! –murmuró el Señor Frío, muy contento, y convencido
de que, ahora, nadie lo iba a detener. -¡Ahora, Ciudad Gótica será mía!
-¡No cantes
victoria, Frío! –gritó Batman, cayendo de lo alto, y aterrizando sobre la
espalda, de su nuevo enemigo. -¡Como puedes ver, no es fácil acabarme!
-¡Batman!
–exclamó el Señor Frío, tomado de sorpresa. -¡Mira lo que hiciste, quiróptero
entrometido! ¡Por tu culpa, solté mi diamante!
-¡Lo tengo!
–gritó Robin, atrapando el diamante, en pleno aire. -¡Oh, no!
El “¡Oh, no!”
de Robin, tuvo un motivo. Al atrapar el diamante, no se fijó por donde iba.
Cuando se pudo dar cuenta, estaba a punto de estrellarse contra un tejado, lo
cual le pasó, cayendo como piedra, y arrancando una buena cantidad de tejas, en
el proceso.
El Señor Frío,
a no dudarlo, tenía “un as bajo la manga”. Desacoplando sus alas mecánicas,
hizo un giro en el aire, atrapó el diamante, lo guardó y, sacando su enorme
arma congelante, disparó a la chimenea de una fábrica, congelándola, y haciendo
una vía de escape. Al ver eso, Batman y Robin lo siguieron, en medio de una
ventisca. Llegando a un punto de la persecución, Robin, presa de una descarga
de adrenalina, trató de lanzarse contra el Señor Frío. ¡Craso error! Sin dudarlo
ni un segundo, el Señor Frío activó su arma de rayos congelantes, procediendo a
congelar a Robin, dentro de un bloque de hielo. Acto seguido, planteó una
disyuntiva, al Señor de la Noche.
-¡Elige,
Batman! –propuso el Señor Frío, sonriendo. -¡El villano, o la chica! ¡Adiós!
Batman, no
dudó ni un segundo. Dejando escapar al Señor Frío, metió a Robin en un tanque
cercano, y le aplicó un rayo de calor, descongelándola en minutos. Tras acabar
con eso, se la llevó, con rapidez, a casa, a la enorme Mansión Saotome.
Algún rato
después, Ukyo, tras consumir una deliciosa sopa de pollo bien caliente,
preparada por Wiggins, el mayordomo inglés, se sintió mejor. Al rato, sin
embargo, la Chica Maravilla, algo triste, empezó a lamentarse. Se sentía
culpable, por el fallo.
-¡Si hubiera
podido, hubiera atrapado a Frío! –decía, viendo al suelo. -¡Sin embargo, él fue
más rápido que yo! ¡Lo lamento, Ranma!
-¡No te
preocupes, Ukyo! –señaló Ranma, procediendo a activar una grabación, con
información que había recibido, de su vieja amiga, la Comisionada de Policía,
Mariko Konjo. En esa grabación, se contaba, sobre el origen del Señor Frío.
-“¡El Dr. Mikado Sanzenin, 2 veces
ganador del Premio Nóbel de Física, y 3 veces ganador del Premio Nóbel de
Química, sufrió, hace algún tiempo, un terrible accidente, a resultas del cual,
acabó convirtiéndose en el criminal, conocido como el Señor Frío! ¡Antes del
accidente, el Dr. Sanzenin, estaba haciendo esfuerzos, para curar a su esposa,
Azusa Shiratori, mejor conocida como Azusa Sanzenin, del Síndrome de McGregor-Scott!
¡Ahora, para poder sobrevivir, el Señor Frío, debe usar un traje especial, el
cual funciona con diamantes, cuanto más valiosos, mejor!”
Apenas pasó
ésta explicación, Ranma desactivó la grabación. Viendo la imagen, y repasando
lo que había le pasado al Dr. Sanzenin, tanto él, como Ukyo, empezaban a
entender a su nuevo enemigo. Un villano común, no era, claro que no. Pensando,
decidieron tenderle una trampa, usando unos diamantes, como lógica carnada.
Mientras esto
pasaba en Ciudad Gótica, algo más se fraguaba en un laboratorio, en plena selva
suramericana. En una sección del enorme laboratorio, la Dra. Xian-Pu, una
reconocida botanista china, estudiaba las propiedades de ciertas plantas. Mientras
tanto, en otra dependencia del laboratorio, su colega, el Dr. Taro Pansuto,
otro científico chino, hacía una demostración, ante un grupo de jefes militares
y terroristas, suramericanos, africanos y asiáticos. Al parecer, era algo muy,
pero muy interesante.
-¡Amigos,
compañeros! –empezó el Dr. Pansuto, sonriendo abiertamente. -¡Hoy, conocerán lo
último, en terror para las masas! ¡Muchachos, traigan a Moose!
-¡¡¡¡¡NO, NO,
POR FAVOR, NO!!!!! -gritaba el llamado Moose, un chico alto, y poco fornido, el
cual era llevado por varios ayudantes. Destacaba, el que tenía 3 agujeros,
horadados en la parte superior de su cabeza.
-¡¡¡¡¡NO LO HAGAN, POR FAVOR!!!!!
-¡Muchachos,
asegúrenlo a la mesa! –ordenó el Dr. Pansuto, dejando de sonreír. -¡En este
momento, una vez que el voluntario está seguro, procedo a inyectarle, por los
agujeros de su cabeza, directo a su sistema límbico, mi propia creación, mezcla
de venenos y toxinas! ¡Una maravilla, a la cual yo llamo “VENOM”!
Poniéndole una
máscara, estilo de luchador, a Moose, el Dr. Pansuto, procedió a inyectarle el
“VENOM”, causando un efecto sorprendente. En cosa de segundos, Moose se hizo
más musculoso y fuerte, parecía un monstruo. Se soltó, fácilmente.
-¡Miren
ustedes, amigos, la última arma, cuyo nombre es Bane! –prosiguió el Dr.
Pansuto, frotando sus manos. -¡Es como 20 asesinos, en uno! ¡La subasta
empezará ya, con 25 millones de dólares! ¿Quién ofrece eso, o quizás más?
En eso, un
tenso silencio, envolvió el salón. El motivo, no fue otro, que la repentina
entrada de la pasmada Dra. Xian-Pu, quien, a decir verdad, no podía creer que,
a las plantas, se les diera un uso monstruoso, y dirigido hacia el Mal.
-¡Dr. Pansuto!
–gritó la Dra. Xian-Pu, ya furiosa, señalando a Bane. -¿Qué ha hecho? ¿Qué
pretende hacer con, esa cosa, sea lo que sea? ¡Vamos, dígame ya!
-¡Mi muy
querida socia! –saludó el Dr. Pansuto, agarrando a la Dra. Xian-Pu, y sacándola
de la sala, con gran rapidez. -¡Usted, no puede evitar, que me haga rico, con
mi super-soldado! ¡Su investigación, me ha ayudado mucho!
-¡No crea,
remedo de científico loco, que lo ayudaré, a crear monstruos como ese, que
tiene allá adentro! –juró la Dra. Xian-Pu, ya indignada. -¡Por si no lo sabe,
sus compradores, son sujetos muy, muy peligrosos!
-¡Si no me
ayuda, amiga mía, no me es útil! –dijo el Dr. Pansuto, dándole un empujón a la
Dra. Xian-Pu, y tirándola, contra unos estantes, llenos de toxinas y venenos, a
cual más peligroso de todos. -¡Adiós, amiga, fue bueno trabajar con usted!
El Dr.
Pansuto, dijo esto último, cuando observó a la Dra. Xian-Pu, hundiéndose en el
suelo, afectado por las toxinas y venenos. Tras eso, giró sobre sus talones, y
puso rumbo al salón, decidido a llevar a cabo su malograda subasta.
Sin embargo,
la Dra. Xian-Pu, no estaba muerta (¡Y no, tampoco andaba de parranda!). Al rato
de haber sido tirada, sobre los venenos y toxinas, se levantó, pero, para su
gran sorpresa, no se sentía mal. De hecho, se sentía, como si hubiera renacido.
-¡Esto es
genial, me siento mejor que nunca! –anunció, sonriendo feliz. -¡Ahora, la Madre
Naturaleza, tomará su justa, y muy esperada revancha!
Tras decir
esto, la renacida Dra. Xian-Pu, cuyo cabello, antes púrpura, ahora era de color
rojo intenso, haciendo un gesto con las manos, hizo que un montón de plantas,
surgiendo del suelo, atraparan, y mataran, a todos los presentes, incluyendo al
Dr. Pansuto. De los presentes en el salón, sólo Bane, no fue atacado por las
plantas.
Luego,
mientras las plantas arrasaban con todo el laboratorio, la Dra. Xian-Pu, se
acercó a un frasco, para ver, si hallaba una pista, sobre quien patrocinaba la
investigación. Viendo, halló la respuesta que deseaba hallar.
-¡Empresas
Saotome, en Ciudad Gótica! –leyó, con detenimiento. -¡Muy bien, ahora, Ciudad
Gótica, conocerá el poder de la Madre Naturaleza! ¡No, eso no está bien! ¡Mejor
dicho, será envenenada, por el veneno, de la temible Hiedra Venenosa! ¡Vamos,
Bane!
-¡Vamos!
–gruñó Bane, antes de seguir a su nueva jefa.
Mientras
tanto, en la Mansión Saotome, una chica rubia, vestida con un uniforme de
colegiala (Camisa blanca, falda azul oscuro, medias azules oscuras, zapatos
negros y chaqueta gris), llegaba, y tocaba el timbre. Quien abrió la puerta,
fue Ukyo. Al ver a la recién llegada, se sorprendió, porque no parecía ser de
Ciudad Gótica.
-¡Hola, amiga!
–saludó Ukyo, sonriendo. -¿Puedo ayudarte?
-¡Busco a
alguien! –dijo la chica, llegando a ver, a la persona, a la cual estaba
buscando, y entrando, en carrera, a la casa. -¡Tío Wiggins!
-¡Madison!
–exclamó Wiggins, sonriendo, y abrazando a la recién llegada. -¡Mírate, cariño,
ya no eres una niña, ya eres toda una linda señorita británica!
En la hora
siguiente, Madison le contó a su tío Wiggins, así como a Ranma y Ukyo, que
estaba de visita en Ciudad Gótica, debido a que iba a tener un mes de
vacaciones de su escuela, la prestigiosa Academia Wentworth, de Londres,
Inglaterra. Aparte de eso, quería tratar de no pensar tanto, en la reciente
muerte de sus padres, Richard y Margareth Tracy, quienes habían muerto, 5 meses
atrás, víctimas de un trágico accidente de tránsito. Por cierto, el nombre de
soltera de su madre, era Margareth McNaughton, y era la hermana menor de
Wiggins.
Al escuchar la
explicación de Madison, Ranma, para evitarle tener que ir a un hotel, la invitó
a quedarse ahí, en la Mansión Saotome. Ukyo y Wiggins, cada cual por su lado,
le dijeron que, al parecer, no era una buena idea, por “motivos muy personales
y secretos”. Obvio, Ranma no hizo caso, como obstinado que solía ser.
Al día
siguiente, Ranma y su novia, la modelo internacional Akane Tendo, asistieron a
la inauguración de un nuevo y muy moderno telescopio, que Empresas Saotome, le
había donado al Observatorio de Ciudad Gótica. El lugar estaba repleto, de
invitados, y periodistas, así como múltiples agentes de seguridad.
-¡Así es,
amigos de la prensa, con este nuevo telescopio, donado por Empresas Saotome, se
podrá ver cualquier lugar en el mundo, por más lejano que sea! -anunció Ranma,
mientras tomaba de una mano a Akane. -¡Sólo espero, que no lo apunten a mi habitación,
y menos, cuando Akane y yo, queramos tener algo de privacidad!
Una carcajada
general, saludó la divertida ironía. Una periodista, decidida, pero sonriente a
más no poder, tomó la palabra. Le preguntó algo, a Ranma.
-¡Ranma
Saotome, respóndeme ésta pregunta, más como a una amiga, que como a una
periodista! –empezó la periodista, sonriendo a Ranma. -¡Ya tu noviazgo, con la
hermosa Akane Tendo, lleva 3 años! ¿Cuándo, como se dicen, “atarán el lazo”?
¿Será pronto?
-¿Matrimonio?
–masculló Ranma, pillado desprevenido. -¡Akane, ayúdame!
-¡Ranma y yo,
si bien ya tenemos 3 años de ser novios, estamos muy enamorados y felices!
–contestó Akane, guiñándole un ojo a Ranma. -¡A decir verdad, no tenemos prisa
por casarnos y, para ser sincera, no hemos hecho planes, respecto a eso!
La periodista,
asintiendo, pareció satisfecha con la respuesta. Al momento, una alharaca,
producida por una mezcolanza de voces airadas, sacudió el lugar. Al voltear a
ver todos, vieron a una mujer, vestida con ropas de estilo chino, que luchaba
con 3 guardias de seguridad. Al parecer, deseaba pasar, pero no explicaba sus
motivos. Al final, logró superar a los guardias y, con una carpeta en manos,
avanzó hacia Ranma y Akane. Su rostro, encerraba un gesto de decisión, porque,
al parecer, defendía algo importante.
-¡Lo lamento,
señor Saotome, y señorita Tendo! –se disculpó, al instante, uno de los
guardias. -¡No pudimos detenerla, insistió en verlos!
-¡Está bien,
oficial! –aceptó Ranma, con voz tranquila. -¡No parece peligrosa!
-¿Quién es
usted, señorita? –preguntó Akane, curiosa. -¿Podemos ayudarla?
-¡Soy la Dra.
Xian-Pu y yo, hasta hace poco, trabajaba para su compañía, Empresas Saotome!
–se presentó la chica china, seria como nadie más. -¡Deseo hablar con ustedes
2, porque tengo un proyecto muy importante, en mente!
-¡La
escuchamos! –dijo Ranma, expectante. -¡Usted dirá!
-¡Al parecer,
me dieron por muerta, tras el incendio que destruyó el laboratorio, ubicado en
la selva suramericana! –inició Xian-Pu, sacando su carpeta, la cual depositó,
en la manos de Akane. -¡Pero, como puede ver, no morí, sino que estoy bien
viva, y decidí luchar, por preservar el ambiente! ¡Lean eso, por favor!
Ranma y Akane,
en medio de un silencio sepulcral, leyeron el documento entregado, en sus
manos, por la extraña científica china. Al acabar, ambos estaban pasmados.
-¡Dra.
Xian-Pu, no sé, si usted leyó este documento! –exclamó Akane, al acabar de
leer, con un gesto de preocupación en la cara. -¡Si se lleva a cabo este
proyecto suyo, el medio ambiente se salvará, es correcto, pero incontables
millones de personas, morirán!
-¡Es un
pequeño precio, el cual equilibrará la situación mundial! –contestó Xian-Pu,
con gesto sereno. -¡La raza humana, ya ha desangrado demasiado a este planeta,
y es hora, de devolverle lo suyo, a la Madre Naturaleza! ¿Aceptan mi propuesta,
sí o no?
-¡Mi
respuesta, es un rotundo NO, Dra. Xian-Pu! –exclamó Ranma, devolviéndole el
documento, con evidente malestar. -¡Empresas Saotome, ni de broma, haría algo,
que ponga en peligro, vidas humanas, las cuales son muy, pero muy valiosas!
¡Buen día!
-¡Oficial,
saque de aquí, a ésta chiflada! –ordenó Akane, llamando a un guardia de
seguridad. -¡Si trata de entrar de nuevo, puede ponerse rudo con ella!
Entre mil
protestas, la Dra.
Xian-Pu, la excéntrica científica china, fue sacada del
observatorio. Antes de irse, juró vengarse, cuanto antes mejor. Al tiempo que
esto pasaba, en su escondite, el Señor Frío, tras visitar a su esposa, quien
estaba en estado de animación suspendida, leyó en el periódico, el Gotham
Globe, acerca de los diamantes de Ranma Saotome, y una fiesta que iba a haber
esa noche. Decidió actuar, sin pérdida de tiempo. Esa noche, en la citada
fiesta, Batman y Robin eran los invitados de honor.
-¿Crees que
Frío vendrá? –preguntaba Robin, observando el movimiento de los invitados. -¡En
la de menos, al saber que estamos aquí, guardará la distancia!
-¡No debemos
confiarnos, Robin! –respondió Batman, secundando a su colega. -¡Frío, ni de
broma, faltará! ¡Aparecerá, lo sé, en cualquier momento!
Quien
apareció, de repente, fue una chica de cabello rojo, vestida de verde. Bailando
muy sensualmente, llegó con Batman, y le dejó ir, sin previo aviso, un extraño
polvo rojizo, el cual hizo que el Señor de la Noche, para su gran sorpresa, se
hallara confundido, y algo mareado. Al ver eso, la chica de verde, sonrió.
-¿Estás bien,
encapotado? –dijo Hiedra Venenosa, sonriendo macabramente. -¡Deberías mandar a
la mocosa a casa, e irte a jugar conmigo!
-¡¿A quién
llamas “mocosa”, imitación de viña mal plantada?! –protestó Robin, molesta por
haber sido menospreciada, en su calidad de heroína. -¡Me estás haciendo enojar!
Cuando los
defensores de Ciudad Gótica, menos lo esperaban, justo cuando Batman empezaba a
recuperarse, sucedió. El Señor Frío, acompañado por varios de sus secuaces,
entró a la fiesta, desatando un caos sin precedentes.
Durante un
buen rato, la batalla sacudió el lugar. Al final, el Señor Frío escapó,
llevándose con él, los diamantes de Ranma Saotome. Apenas se fue, dejando
detrás a una desencantada Hiedra Venenosa, el Señor Frío pudo ver, para
decepción suya, a Batman y Robin, persiguiéndolo, como perros de presa, tras un
conejo.
Parte de la
persecución, abarcó un brazo, de una gigantesca estatua. Conforme se acercaban
al final del brazo, los secuaces del Señor Frío, notaron algo: si saltaban,
quizás el Señor Frío lograría tener éxito, y escapar, pero ellos no. Por su
parte, Batman, previendo que Robin no iba a poder saltar semejante distancia,
usó un comando remoto, para desactivar el motor del “Red Bird”, la motocicleta
de Robin, dejando a ésta, furiosa de verdad, al hacerla sentirse inútil e
ignorada. Batman, por su parte, saltó.
-¡Vamos a ver,
Batman, si te gusta esto! –anunció el Señor Frío, aterrizando en una azotea,
con todo y su auto. -¡Es hora, de la congelación total!
Diciendo esto,
el Señor Frío activó su rayo congelante, cazando al Batimóvil, en pleno aire.
Al ver su auto congelado, Batman activó el asiento eyector, saliendo en
segundos.
-¡Ja, ja, ja!
–se rió el Señor Frío, al ver al Batimóvil, todo congelado. -¡Oh, oh!
Esa
exclamación del Señor Frío, se debió a que, de repente, Batman, volando gracias
a su capa, llegó con él, atravesando el parabrisas del Fríomóvil, y dándole un
espectacular puñetazo doble, el cual, sin dudarlo, lo dejó noqueado.
Al rato, Ranma
cenaba con Akane, mientras que Ukyo se iba al cine y Wiggins, para su enorme
pesar, empezaba a sentirse mal, muy, muy mal. El pobre Wiggins, era afectado,
por la misma enfermedad, que afectaba a Azusa Sanzenin, la esposa del Señor
Frío, el Síndrome de McGregor-Scott, en su Fase 1. Sin embargo, él no decía
nada, a sus amos.
-¿Cómo estuvo
todo hoy, en la oficina, Ranma? –preguntó Akane, deseosa de entablar
conversación. -¡Al parecer, luces algo tenso!
-¡Casi ni pude
concentrarme, Akane! –dijo Ranma, sonriéndole a su novia. -¡Esa china loca, me
tiene pensando! ¡Digo, amenazó con vengarse!
-¡Ya, Ranma,
cariño! –demandó Akane, sonriendo amablemente. -¡No le hagas caso, por favor!
¡Como dijiste, está loca! ¿Qué digo, loca? ¡Está apenas, para mandarla a
encerrar, en una celda del Asilo Arkham! ¡Ja, ja, ja!
Ranma,
sonriéndole a su novia, asintió, de buen grado, a lo dicho por ella. La verdad,
no debía preocuparse por la Dra. Xian-Pu. Al menos, no por ahora.
Mientras eso
pasaba, justamente en el Asilo Arkham, el Señor Frío, despojado de su traje
especial, era metido en una celda, la cual tenía un rayo de hielo, apenas lo
justo, para poder mantenerlo vivo. Los guardias, sonrieron al verlo.
-¡Muy bien,
Témpano! –se burló un guardia, dándole un empujón. -¡Aquí, si sabes lo que te
conviene, sabrás que más te conviene, quieras o no, portarte bien!
Sus 2
compañeros, divertidos, se rieron de buena gana. Aquello, no le gustó al reo.
-¡No me llamo
Témpano! –protestó el villano, hablando de un modo sombrío. -¡Mi nombre, es
Señor Frío, y es el nombre de su perdición! ¡Recuérdenlo bien!
Acto seguido,
el Señor Frío, para demostrar que era fuerte, aún sin su traje especial, empezó
a golpear, con sendos puñetazos y patadas, a sus captores. Tras verlos en el
suelo, decidió irse de ahí. Con ese fin, se dirigió a la puerta de la celda,
sólo para caer al suelo, sintiendo que se ahogaba. ¡Sin su traje especial,
debía permanecer dentro del rayo de hielo, o sus posibilidades de sobrevivir,
se reducirían al mínimo! Sonriendo, los guardias se reincorporaron, y lo
jalaron entre los 3, dejándolo caer sobre su cama, débil y 100% indefenso, como
un pequeño gatito.
Mientras esto
pasaba en el Asilo Arkham, Hiedra Venenosa, ayudada por su fiel Bane, sacaba a
una pandilla de una vieja librería abandonada, y tomaba posesión del lugar,
convirtiéndolo en un paraíso vegetal, apenas el sitio justo para ella. Después,
tomó un periódico, el cual dejó caer, al irse, uno de los miembros de la
espantada pandilla.
-¡El Señor
Frío, encerrado en el Asilo Arkham! –leyó Hiedra Venenosa, viendo el periódico.
-¡Bane, cariño, iremos a visitarlo, y lo sacaremos! ¡Necesitaremos su ayuda, si
deseamos quitar a Batman y Robin, del camino!
-¡Camino!
–repitió Bane, asintiendo. -¡Arkham!
Esa noche,
tras ir a dejar a Akane a su apartamento, Ranma se acercó a Wiggins, su mayordomo
inglés, y excelente confidente y amigo. Al verlo, Ranma se preocupó.
-¿Estás bien,
Wiggins? –preguntó Ranma, realmente interesado. -¡Te noto cansado, viejo y muy
querido amigo mío!
-¡Estoy bien,
joven Ranma! –respondió Wiggins, haciendo un esfuerzo, casi sobrehumano, para
disimular el dolor que sentía. -¡No se preocupe por mí, que sólo soy un viejo
mayordomo, que ha hecho cuanto ha podido, por cuidar a sus seres queridos!
-¡Está bien,
Wiggins! –aceptó Ranma, logrando engañar, a quien pretendía engañarlo a él.
-¡Buenas noches, amigo! ¡Que duermas bien, y que descanses!
Wiggins se fue
a su habitación, a dormir. Ranma se quedó levantado hasta tarde, pensando en su
viejo amigo, el cual lo había cuidado, desde que él, siendo sólo un niño de 10
años, atestiguó la muerte de sus padres, Genma y Nodoka Saotome.
Ukyo, que iba
llegando en ese momento, procedente del cine, notó a Ranma pensativo y
preocupado. Para su propia sorpresa, decidió no preguntarle, y esperar hasta el
día siguiente. Fuera lo que fuera, era mejor esperar, y averiguar después.
A la noche
siguiente, Ukyo observó, por el sistema de vigilancia interna de la Mansión
Saotome, que Madison, la sobrina de Wiggins, se disponía a salir. Al ver que
Madison abría una enorme caja, la cual había recibido una hora antes,
procedente de Londres, vía C.O.D. (Carry On Delivery), y sacaba de ella, una
increíblemente poderosa motocicleta, la cual procedió a abordar, y a activar,
Ukyo, poniéndose un traje de motociclista, tomó su propia motocicleta, y salió
en pos de Madison, a ver que pensaba hacer.
“¡Al parecer, Madison no es tan flemática, como
suelen ser, casi todos los británicos!”, pensó
Ukyo, avanzando, tras Madison, por las calles de Ciudad Gótica. “¡Vamos a ver, que se propone la niña de
Londres, quizás sea algo divertido!”
Con gran
sorpresa, Ukyo observó a Madison, llegar ante unos sujetos, los cuales, al parecer,
eran quienes corrían apuestas, en un juego de carreras callejeras de
motocicletas. Con enorme sorpresa, Ukyo observó a Madison, sacar 15 dólares, y
pagar su permiso de participar en la siguiente carrera. Al ver eso, decidió
correr también.
-¡Amigos,
deseo participar en la carrera! –anunció Ukyo, hablando con una voz ronca, para
no revelar su presencia. -¡Aquí tienen, mis 15 dólares!
-¡Gracias,
amigo! –dijo un chico, que se hacía llamar “El Banquero”, porque era él, quien
recibía, y guardaba, el dinero. -¡Ya casi sale, apúrate a ponerte en la salida!
La carrera en
sí, fue un duelo entra Ukyo y Madison. Al final, por muy poco, ganó Ukyo. Influyó,
que Madison cayera, cuando le faltaban 5 metros, para llegar a la meta.
-¡Muchas
felicidades, amigo! –dijo Madison, llegando con Ukyo, quien seguía con su casco
puesto. -¡Me ganaste en buena lid, ya lo creo que sí!
-¡Sabía que
ganaría, porque me gusta correr! –contestó Ukyo, mientras se quitaba el casco.
-¡Eres buena, Madison, pero aún te falta un poco más, de voluntad!
-¡Ukyo!
–exclamó Madison, pasmada. -¡Me has sorprendido, amiga!
-¡Vamos a
beber algo, y charlaremos! –propuso Ukyo, contenta. -¡Nada de té, por favor!
-¡Aceptado!
–afirmó Madison, guiñando un ojo. -¡Vamos por una soda, o algo así!
Mientras
bebían una “Soder-Cola”, la bebida gaseosa más popular, tanto en Ciudad Gótica,
como en Metrópolis, Ukyo y Madison charlaban acerca de su gusto por las
motocicletas rápidas, y las carreras callejeras. Al final, se juraron, volver
algún día.
Sólo 3 noches
después, el Asilo Arkham era escenario de un extraño evento. Al ser las 9 de la
noche, unos guardias llegaban, con noticias, a la celda del Señor Frío. Al
verlos llegar, el Señor Frío se molestó, previendo, que iban a burlarse de él.
-¡Ponte de
pie, Carámbano! –ordenó un guardia, serio de verdad. -¡Tienes visita, tu
hermana ha venido a verte, y parece algo ansiosa!
-¿Mi hermana?
–repitió, incrédulo, el Señor Frío. -¡Algo pasa, lo presiento!
La puerta de
la celda se abrió, dejando pasar a Hiedra Venenosa, acompañada por Bane.
-¡Hola,
hermano! –saludó Hiedra Venenosa, dejando ir un extraño polvo, contra los
guardias, los cuales, cayeron al suelo, noqueados. -¿Listo, para salir?
-¡No sé quien
eres, pero te agradeceré, si me sacas de aquí! –dijo el Señor Frío, sonriendo.
-¡Sin embargo, necesito mi traje especial! ¡Sin él, soy hielo derretido!
-¡Bane,
querido, el traje de nuestro amigo, por favor! –pidió Hiedra Venenosa,
señalando a la habitación de al lado. -¡Y no tardes, por lo que más quieras!
-¡Traje!
–repitió Bane, dirigiéndose a la mencionada habitación, una bodega. -¡Bien!
Diciendo y
haciendo, Bane, a su propio y muy personal estilo, se metió a la bodega y, tras
noquear al vigilante de la misma, tomó el traje especial del Señor Frío, y se
lo llevó a su celda. Al momento, cuando el Señor Frío se vestía, otros guardias
llegaron.
-¡Van a botar
la puerta! –observó Hiedra Venenosa. -¡Bane, una salida, rápido!
-¡Salida!
–repitió Bane, derribando parte de una pared. -¡Rápido!
Al caer parte
de la pared de ladrillos, el trío de villanos sintió, en serio, que el gozo, se
les fue al pozo. La pared, por dentro, estaba forrada en una tupida red de
tuberías de acero, las cuales, no dejaban resquicio alguno, por donde pudieran
salir.
-¡De esto, me
encargo yo! –anunció el Señor Frío, sacando una manguera de su traje especial,
y lanzando hidrógeno líquido, hacia las tuberías. -¡Si el acero se congela, se
vuelve frágil! ¡Ahora, amigo Bane, haga la salida!
De un único
golpe, Bane abrió una salida. Al asomarse los 3 villanos, justo cuando los
guardias empezaban a entrar, vieron que estaban a una gran altura.
-¡Debo ir por
mis diamantes, amiga! –informó el Señor Frío, sintiendo que las fuerzas le
faltaban. -¿Puedes ir a ver, si mi esposa está bien, por favor?
-¿Esposa?
–preguntó Hiedra Venenosa, pasmada. -¡No me dijiste, que eras casado!
Sin decir más,
los 3 saltaron, apenas los guardias entraron. En cosa de horas, la fuga del
Señor Frío, ya era noticia conocida en toda Ciudad Gótica.
Ranma, hasta
donde había podido, había evitado ser Batman, para no pensar en Hiedra
Venenosa. Sin embargo, debió hacerlo, ser Batman, para buscar al Señor Frío. En
cierto momento, él y Robin, debieron hablar con la Comisionada de Policía,
Mariko Konjo.
Investigando,
la policía, había hallado el escondite del Señor Frío, en una vieja fábrica de
helados. En ese sitio, la Comisionada, se acercó a Batman y Robin.
-¿Conocen a
este par? –preguntó la Comisionada, mostrando una foto, donde aparecían la Dra.
Xian-Pu, y Bane. -¡Hace unos días, llegaron de América del Sur!
-¡Ella, según
se me informó, estuvo, hace algunos días, en la inauguración del nuevo
telescopio de Empresas Saotome! –contestó Batman, viendo la foto. -¡Sé quien
es, ella es la Dra. Xian-Pu, una científica china!
-¿Quién es el
grandote, Comisionada? –quiso saber Robin, viendo también, la foto. -¡Al
parecer, luce muy fuerte, y muy peligroso!
-¡No lo hemos
podido identificar, Robin! –respondió la Comisionada, volviendo a ver la foto.
-¡No aparece en ningún archivo, de ninguna parte del mundo!
-¡Deberemos
estar atentos, Robin! –indicó Batman, decidido. -¡Como dijiste, este tipo
grandote, parece ser muy fuerte y, por ende, muy peligroso!
En el subsuelo
del escondite, el Señor Frío, Hiedra Venenosa y Bane, escuchaban atentos. De
pronto, el Señor Frío observó algo que lo alarmó, y que era, que los policías,
al revisar el lugar, se estaban acercando, al lugar donde él tenía a su esposa,
Azusa Sanzenin, en estado de animación suspendida.
-¡Esos
policías, van a hallar a mi esposa! –se lamentó el Señor Frío, con un dejo de
amargura en la voz. -¡No puedo detenerlos, ni enfrentar a los encapotados,
porque estoy muy débil! ¡Necesito mis diamantes, y los necesito ya!
-¡No te
preocupes, amigo mío! –apuntó Hiedra Venenosa, sonriendo. -¡Vete a traer tus
joyas, mientras Bane y yo, te llevamos a tu esposa! ¿Te agrada mi plan?
-¡Está bien,
háganlo! –aceptó el Señor Frío, devolviendo la sonrisa. -¡Los veré en su
escondite, del cual me informaste, dentro de una hora!
En cierto
momento, Batman y Robin, como siguiendo una extraña corazonada, se separaron
del grupo de policías, y hallaron el control que abría la puerta del cuarto,
donde estaba la esposa del Señor Frío, en animación suspendida.
-¡Santos
cuerpos congelados, Batman! –exclamó Robin, señalando a la cámara de
preservación. -¡Es Azusa Sanzenin, y está viva! ¿Acerté, o me equivoqué?
-¡Acertaste,
compañera! –asintió Batman, viendo el panel de controles. -¡Está viva, lo cual
es bueno! ¡Al parecer, su esposo, a como ha podido, logró detener el Síndrome
de McGregor-Scott, en su Fase 1! ¡Esto, a no dudarlo, es maravilloso!
En ese
momento, un ruido, llamó la atención de los defensores de Ciudad Gótica. Al
asomarse, vieron a Bane, dándole más de un golpe, a los oficiales de la
policía, o mejor dicho, a algunos de ellos. Otros oficiales, tratando de
proteger a su jefa, la Comisionada Mariko Konjo, estaban parapetados detrás de
unos muebles, esperando que sus compañeros, pudieran resistir, y hacer algo,
para detener a esa enorme amenaza.
-¡Mira eso,
Robin! –exclamó Batman, reconociendo al atacante. -¡Es el tipo de la foto, que
nos mostró la Comisionada!
-¡Debemos
detenerlo! –secundó Robin, decidida. -¿Pero, cómo? ¡De verdad, es fuerte!
-¿De verdad
deseas saberlo, niña? -se dejó escuchar, detrás de los justicieros, una sensual
y muy provocativa voz femenina. -¡Sólo yo, sé como hacerlo!
-¡La Dra.
Xian-Pu, supongo! –dijo Batman, reconociendo a la mujer que, días atrás, le
lanzara un extraño polvo rojizo. -¿Qué pretende, eh?
-¡En este
momento, prefiero ser llamada Hiedra Venenosa! –respondió la chica china,
sonriendo y guiñando un ojo. -¡Manda a la niña a casa, Batman, y detengo a
Bane!
-¡¡¡¡¡DEJA DE
LLAMARME “NIÑA”!!!!! –gritó Robin, ya furiosa. -¡¡¡¡¡VAS A VER, HIEDRA VENENOSA,
TE VOY A PODAR, PERO A PUÑETAZOS!!!!!
Pasando de la
palabra a la acción pura, Robin se lanzó contra Hiedra Venenosa, lanzándole una
andanada de puñetazos y patadas. Muerta de risa, Hiedra Venenosa retrocedió y,
antes de que Robin pudiera protegerse, o Batman prevenirla, sacó una cápsula,
llena de un polvo verde, y la apretó, haciéndola estallar, y dejándole ir ese
polvo verde, por toda la cara. Al recibir ese ataque, Robin empezó a boquear,
debido a que no podía respirar, y se estaba quedando sin aire.
-¿Qué le
hiciste, pedazo de loca? –protestó Batman, pasmado. -¡Robin, resiste!
-¡Es un
alucinógeno, Batman! –explicó Hiedra Venenosa, muerta de la risa. -¡Muy pronto,
tu amiguita, perderá la cordura, en medio de visiones de puro horror! ¡Bane,
querido, deja a los patéticos policías, y vamos ya!
-¡Vamos!
–repitió Bane, deteniendo su ataque. -¡Vamos ya!
Mientras los
policías, junto con Batman, atendían a la infortunada Robin, Hiedra Venenosa y
Bane se fueron. Antes de irse, sin embargo, Hiedra Venenosa tuvo “una idea
tormentosa”, la cual puso en práctica, sin pérdida de tiempo.
Una hora
después, Hiedra Venenosa y Bane llegaban a su escondite. El Señor Frío, tal y
como lo había prometido, ya estaba allí. Al verlos, corrió a su encuentro. Al
verlos llegar solos, se puso serio. Aquello, le daba muy mala espina.
-¿Y bien?
–preguntó el Señor Frío, algo preocupado. -¿Dónde está mi esposa?
-¡Bane y yo,
no pudimos traerla! –contestó Hiedra Venenosa, haciendo cara de muy triste.
-¡Batman y Robin, la mataron! ¡Tu esposa, está muerta!
-¡¡¡¡¡NO ME
MIENTAS, POR FAVOR!!!!! –gritó el Señor Frío, molesto. -¡¡¡¡¡ESO, NO ES
VERDAD!!!!!
-¡Lamento
decirte, que sí es verdad! –prosiguió Hiedra Venenosa, sacando una mano, de uno
de sus bolsillos. -¡Si no me crees, aquí tienes la prueba!
Diciendo esto,
Hiedra Venenosa depositó, en una mano del Señor Frío, el colgante, en forma de
copo de nieve, que Azusa llevaba siempre, colgado del cuello. Ese colgante, se
lo había regalado su esposo, Mikado (Quien, ahora, era el Señor Frío), cuando
se casaron. Al verlo, el Señor Frío, se quedó mudo, sin capacidad de reacción.
-¡Lo siento!
–murmuró Hiedra Venenosa, quitándose sus lentes. -¡Puedes creerme!
El Señor Frío,
con los ojos cerrados, dejó salir una lágrima, la cual, al tocar la piel de su
mejilla, se hizo hielo, y desapareció. Después, hizo un anuncio terrible, al
tiempo que tomaba un globo nevado, que representaba a Ciudad Gótica.
-¡Primero,
Ciudad Gótica y, después, EL MUNDO! –juró el Señor Frío, arrasado por el
rencor. -¡Cuando todo acabe, sacaré, con mis manos, el corazón de Batman, de su
ya congelado e inmóvil pecho! ¡Batman, pagará por la muerte, de mi esposa!
-¡Muy bien,
querido amigo! –propuso Hiedra Venenosa, sonriendo. -¡Nos dividiremos la
acción! ¡Mientras vas con Bane, a encargarte del telescopio, yo me encargaré de
los defensores de Ciudad Gótica! ¡Ya lo verás, ésta batalla, la vamos a ganar!
Entretanto, en
la Mansión Saotome, Ranma meditaba sobre su destino.
“¿Por qué, me pregunto, me pasa esto a mí?”, pensó Ranma, sentado ante una chimenea, la cual estaba prendida,
con un amistoso y cálido fuego. “¡Juré
erradicar el crimen de Ciudad Gótica, para no dejarme abrumar por la muerte de
mis padres, sin embargo, no lo he podido conseguir! ¡Primero, ellos mueren, asesinados,
cuando yo era un niño, de sólo 10 años! ¡Ahora, como Batman, debo lidiar, no
sólo con los villanos, sino también, con una muchacha muy “cabeza dura”, la
cual, si bien pone todo su empeño, aún no está lista, para ser una verdadera
defensora del Bien! ¡Deberé despedir a Ukyo, pedirle que deje de ser Robin, y
mandarla a un internado, para adolescentes problemáticas, en Suiza! ¡Sólo así,
estaré tranquilo!”
-¿Estás bien, Ranma?
–preguntó Akane, llegando de repente. -¡Ukyo ya se durmió, Wiggins le puso una
inyección y, al parecer, para cuando amanezca, ya estará bien!
-¡Precisamente,
pensaba en ella, en Ukyo! –contestó Ranma, algo pensativo. -¡He tomado la
decisión, de mandarla, en cuanto pueda, a un internado en Suiza!
-¡No te
apures! –dijo Akane, abrazándolo. -¡Piénsalo bien, ella te necesita!
Ranma sonrió,
y besó a Akane. Era una buena idea, no debía apurarse.
Mientras
tanto, en Ciudad Gótica, Hiedra Venenosa, llegando vía un planeador, a la
azotea de la Comisaría Central de Policía, usaba un grupo de cartuchos de
dinamita, los cuales robó de una ferretería cercana, para volar la Batiseñal en
pedazos.
Apenas la
Batiseñal quedó convertida en un montón de acero despedazado, ella se fue, rápidamente,
de la misma forma en que llegó, usando el planeador. Mientras eso pasaba, el
Señor Frío, acompañado por Bane, llegaba al Observatorio de Ciudad Gótica.
-¡Hola!
–saludó el Señor Frío, todo sonriente, a los 2 científicos que estaban ahí, en
ese preciso momento. -¡Señor Bane, haga los honores!
-¡Bomba! –dijo
Bane, poniendo, en un punto del lugar, una bomba, la cual tenía la forma de una
estalactita, operación que luego repitió, varias veces. -¡Bomba!
Eso fue todo,
lo que los científicos pudieron llegar a ver. Usando su poderosa arma, el Señor
frío los congeló, en cosa de segundos. Después, procedió a arreglar el
telescopio, para convertirlo, en una versión más poderosa de su arma, y
congelar a Ciudad Gótica.
Mientras
Ranma, tras visitar a la aún dormida Ukyo, se dirigió a la habitación de
Wiggins, su fiel y muy querido mayordomo inglés.
-¿Cómo estás,
Wiggins? –preguntó Ranma, intranquilo. -¿Estás mejor?
-¡Señor Ranma!
–exclamó Wiggins, sonriendo. -¡No sé, la verdad, si saldré con bien de ésta
situación! ¡A cada día que pasa, me siento más débil! ¡Muy pronto, deberá
despedirme, y conseguirse otro mayordomo, más joven y fuerte!
-¿Despedirte?
–preguntó Ranma, incrédulo. -¡Nada de eso, Wiggins! ¡Te ayudaré!
En eso, el
reloj intercomunicador de Ranma, sonó. Ranma, se apuró a contestar.
-¿Sí, diga?
–saludó Ranma, activando su reloj. -¿Quién es?
-¡Batman, soy
la Comisionada Mariko Konjo! –saludó la Comisionada, con voz que externaba
preocupación. -¡Alguien, voló la Batiseñal! ¿Puedes venir, y ayudarnos?
-¡Voy en
seguida, Comisionada! –contestó Ranma, decidido. -¡No me tardaré!
En ese preciso
momento, Madison, la sobrina de Wiggins, entraba a su habitación.
-¡Madison!
–saludó Wiggins, sonriendo. -¿Viniste a verme, querida?
-¡Así es, Tío
Wiggins! –asintió Madison, acariciándole la cabeza. -¿Cómo estás?
-¡Más o menos,
linda! –respondió Wiggins, sonriendo sin ganas. -¡Me siento algo débil, y temo
pasar a ser, muy pronto, más un inútil, que alguien que pueda ayudar! ¡La
verdad, no me hago muchas ilusiones! ¿Te han dicho, que eres igual a tu madre?
-¡Ya me lo han
dicho, lo admito! –admitió Madison, sonriendo, y bajando la mirada, al tiempo
que se enrojecía levemente. -¿Y sabes algo? ¡No eres un inútil!
Tras escuchar
eso, Wiggins cerró los ojos, para dormir un poco. Madison salió de su
habitación, tras darle un beso en la frente. Una vez afuera, Madison decidió
investigar un poco. Con ese fin, se dirigió, rápidamente, a la biblioteca.
Revisando por
un lado, y por otro, Madison halló una cajita, llena de CDs, con el nombre de
su tío, Wiggins McNaughton. Con curiosidad, sacó uno, y lo puso en el CD-ROM de
la computadora, la cual estaba encima de un enorme escritorio.
-¡Esto está
mal! –murmuró Madison, preocupada. -¡Necesita una clave! ¡Vamos a ver, que
pasará, si escribo “Wiggins”!
-¡¡¡¡¡ACCESO,
DENEGADO!!!!! –informó la computadora.
-¡“Wiggins” no
era, según parece! –masculló Madison, mesándose el mentón, con británica
lentitud. -¡Probaré con otra palabra, probaré con “Inglaterra”!
-¡¡¡¡¡ACCESO,
DENEGADO!!!!! –repitió la computadora.
-¡Esto, está
bien difícil! –dijo Madison, preocupada. -¡No importa, seguiré tratando, hasta
obtener el acceso! ¡Ahora, probaré con “Londres”!
-¡¡¡¡¡ACCESO,
DENEGADO!!!!! –volvió a repetir la computadora.
-¡Se me acaban
las opciones! –protestó Madison, pensativa. -¡Ya lo tengo! ¡Probaré con el
nombre de mi fallecida madre! ¡Eso es, escribiré “Margareth”!
-¡¡¡¡¡ACCESO,
DENEGADO!!!!! –dijo, por cuarta vez, la computadora.
Agobiada por
los fallos, Madison dejó de intentarlo, por un momento. En eso, observó una foto
de su madre, con la leyenda “Para mi querido hermanito Wiggins. Con amor, Peg”.
Tomando la foto, Madison la miró, por un largo minuto. Luego, volvió a la
carga.
-¡Ahora sí,
creo que lo tengo! –exclamó Madison, sonriendo. -¡Escribiré “Peg”!
-¡¡¡¡¡ACCESO,
PERMITIDO!!!!! –pasó a decir la computadora.
Acto seguido,
en la pantalla de la computadora, empezaron a ser exhibidos, delante de los
ojos de Madison, todos los diversos Batiaparatos, todos, desde el Batimóvil,
pasando por el Batibote, hasta el “Red Bird”, la motocicleta que usaba Ukyo,
cuando era Robin.
Siguiendo unas
indicaciones, Madison logró entrar a la Baticueva. Al entrar Madison, las
alarmas de la Baticueva, se activaron, con una frase clave.
-¡¡¡¡¡ALERTA,
INTRUSO!!!!! –decía la Baticomputadora, con voz estridente, y que daba hasta
algo de miedo. -¡¡¡¡¡ALERTA, INTRUSO!!!!!
En la
pantalla, apareció una representación virtual de Wiggins, que demandaba que la
persona presente, se identificara de inmediato. Madison, procedió a obedecer.
-¡Tío Wiggins!
–gritó Madison, dando un paso al frente. -¡Soy yo, Madison!
-¡Supuse que,
siendo tan curiosa como eres, hallarías este lugar! –explicó Wiggins, pasando a
mostrar, unos tras otros, los diferentes Batiaparatos. -¡Hice algo especial
para que, a tu propio estilo, puedas ayudar, a derrotar a las fuerzas del Mal!
-¡Dame mi
traje, Tío Wiggins, por favor! –pidió Madison, decidida. -¡Deseo ayudar, en
serio, a Batman y a Robin!
Activando un
compartimiento secreto, tras seguir instrucciones de Wiggins, Madison pudo
sacar un traje de justiciera, apenas justo para ella. Con rapidez, se lo puso.
En ese preciso
momento, Batman conversaba, en la azotea de la Comisaría Central de Policía,
con su amiga y aliada, la Comisionada Mariko Konjo. Al tiempo que conversaban,
Batman revisaba los restos, de la arruinada Batiseñal.
-¡Esto, fue
obra de Hiedra Venenosa! –espetó Batman, hallando unas semillas. -¡Y yo, creo
tener una idea, de donde puedo hallarla, Comisionada!
-¿Deseas que
vayamos contigo, Batman? –propuso la Comisionada, expectante. -¡Según me
parece, ella es peligrosa, y podrías necesitar ayuda!
-¡Mejor no,
Comisionada! –indicó Batman, acercándose al borde de la azotea, y disponiéndose
a saltar, rumbo al Batimóvil. -¡Como usted dijo, ella es peligrosa! ¡Por eso,
mejor deje que yo me encargue de ella! ¡Los llamaré, si los necesito!
Al recibir un
asentimiento de la Comisionada, Batman pegó un gran salto, y aterrizó en el
asiento del Batimóvil. Acto seguido, se dirigió a un sitio, que pensó, al notar
la participación de Hiedra Venenosa, en ese engorroso asunto.
-¡Para
alguien, como Hiedra Venenosa, sólo un sitio, puede ser bueno, para hacer un
escondite! –murmuró Batman, al mando del Batimóvil. -¡La vieja librería
abandonada, ubicada en la Calle Robinson, que es un lugar oscuro y muy húmedo,
debido a que no tiene sistema de aire acondicionado! ¡Voy para allá, en este
preciso momento!
En la Mansión
Saotome, Ukyo, tras despertarse, y sentirse mejor, se fue a la Baticueva, se
puso su traje de Robin, y subiendo a su motocicleta, el “Red Bird”, se dirigió
a Ciudad Gótica. Al mismo tiempo, Madison, vestida con su propio Batitraje,
llegaba a la ciudad, y buscaba algo de acción, tratando de llegar a tiempo,
fuera donde fuera.
Batman,
llegando a su destino, hallaba a Hiedra Venenosa. Para su sorpresa, ella trató
de seducirlo. Al no lograrlo, hizo que unas enredaderas, lo capturaran. Tras
eso, Hiedra Venenosa, con paso digno y ceremonioso, se dirigió a la salida,
para ir a verse con el Señor Frío y Bane, en el Observatorio de Ciudad Gótica.
De pronto, algo sucedió.
-¡¡¡¡¡CRASH!!!!!
(Ruido de un tragaluz, al ser roto, para dar paso a Madison).
-¡Hola, Hiedra
Venenosa! –saludó Madison, sonriendo. -¡Yo soy Batgirl, y te voy a convertir en
abono! ¿Lista para pelear, bruja?
-¡Te enseñaré
a respetarme, mocosa tonta! –exclamó Hiedra Venenosa, sonriendo. -¡Vas a
aprender, que nadie poda a la Reina del Mundo Vegetal, la gran Hiedra Venenosa!
Al tiempo que
Batman, a como podía, trataba de liberarse de las enredaderas, Hiedra Venenosa
y Batgirl se trenzaban en un pleito serio. En cierto momento, Batgirl cayó.
-¡No me has
vencido, imitación de planta ponzoñosa! –se jactó Batgirl, sonriendo. -¡Te digo
que, no importa lo que hagas, Ciudad Gótica nunca será tuya!
-¡El tonto del
Señor Frío, hará el “trabajo sucio” por mí, congelando a Ciudad Gótica, justo
ésta noche! –se burló Hiedra Venenosa, sosteniendo un puñal en alto. -¡Pero,
como le dije a su esposa, antes de darle muerte, no me gusta compartir! ¡Apenas
él acabe con Ciudad Gótica, yo acabaré con él!
-¡Eso, no será
posible! –gritó Robin, llegándole por detrás. -¡Yo, no te lo permitiré!
Gracias a la
patada voladora de Robin, Hiedra Venenosa cayó en las enredaderas, justo cuando
Batman lograba liberarse, usando una Batisierra. Al soltarse, Batman notó que
él y Robin, ahora, tenían una nueva aliada.
-¿Quién eres?
–preguntó Batman, viendo el traje de la desconocida. -¡Por cierto, gracias por
tu ayuda! ¡Fuiste muy oportuna, y estuviste muy bien, con esos golpes!
-¡Soy Batgirl!
–se presentó, sonriendo, la nueva justiciera. -¡Hacemos un buen equipo!
-¿Batgirl?
–repitió Robin, confusa. -¿No suena mejor, digo, Batwoman?
-¡Ranma, Ukyo,
soy yo, Madison! –explicó Batgirl, quitándose el antifaz. -¡Gracias a la
previsión de mi Tío Wiggins, hallé la Baticueva, y los voy a ayudar!
-¡Muy bien,
vamos! –urgió Batman, a sus 2 ayudantes. -¡En el camino, les cuento el plan del
Señor Frío, el cual debemos detener! ¡De paso, llamaré a la Comisionada Konjo,
para que venga por Hiedra Venenosa, y la arreste!
Al rato,
inició. Activando su, ahora, muy poderoso rayo congelador, el Señor Frío
procedió a congelar a toda Ciudad Gótica. Wiggins y Akane, por estar en la
Mansión Saotome, ubicada en el distrito de Bristol, en las afueras de Ciudad
Gótica, no fueron congelados, pero si sintieron una onda de frío, la cual fue
muy repentina.
-¿Qué pasará,
Wiggins? –preguntó Akane, preocupada. -¡De pronto, hace frío!
-¡Debe ser,
que viene una tormenta, señorita Akane! –contestó Wiggins, tratando de no
revelar nada. -¡Lo que sea, de ser algo no natural, Batman y Robin lo
resolverán!
-¡A veces, me
pregunto si hice bien en quedarme aquí, o si debería haberme ido a Metrópolis!
–masculló Akane, viendo por la ventana. -¡Ojalá Ranma, regrese pronto!
En ese preciso
instante, Batman, Robin y Batgirl, a bordo de vehículos especiales, para andar
sobre hielo y sobre nieve, avanzaban por las congeladas calles de Ciudad
Gótica. A cada metro que los 3 justicieros avanzaban, su destino final, el
Observatorio de Ciudad Gótica, se acercaba, cada vez más. Debían apurarse, o
perderían la batalla.
El tiempo, era
el principal enemigo, ya que debían descongelar a Ciudad Gótica, antes de
medianoche, o la ciudad estaría sentenciada, a vivir un invierno eterno, del
cual nunca llegaría a salir. Y eso, ellos debían evitarlo, fuera como fuera
posible.
Al dar la
vuelta a una esquina, poco antes de llegar a su destino, el Fríomóvil
interceptó al trío de justicieros y, sin previo aviso, empezó a disparar sus
rayos congelantes, los cuales Robin y Batgirl, con grandes dificultades,
lograron esquivar. Batman, tomando la iniciativa, se metió en medio y procedió
a poner orden.
-¡Escudo!
–ordenó Batman, al sistema del Batimóvil. -¡Activar, ya!
Ante la
sorpresa de los secuaces del Señor Frío, el escudo del Batimóvil les devolvió
su rayo, dándoles de plano y congelando sus máquinas. Ellos, apenas lograron
escapar.
El Señor Frío,
observaba todo, mediante una pantalla de vídeo.
-¡Señor Bane,
elimine a las 2 molestas muchachitas! –pidió el Señor Frío, volviendo a ver a
Bane. -¡Yo, me encargaré de Batman! ¡Pagará, por la muerte de mi esposa!
-¡Batman!
–repitió Bane, asintiendo con la cabeza. -¡Bien!
Tras llegar a
la base del Observatorio de Ciudad Gótica, Batman, Robin y Batgirl, sacaron sus
aparatos lanza-ganchos, con rumbo a la cima del mencionado lugar. Una vez que
llegaron a la cima, observaron la hora, en el reloj de pared. Eran las 11:52
p.m.
-¡Santos
icebergs! ¡Esto, no está bien! –exclamó Robin, viendo el reloj. -¡En sólo 8
minutos, Ciudad Gótica será un bloque de hielo, para siempre!
-¡Amanecerá,
dentro de casi 7 horas! –dijo Batman, viendo el reloj. -¿Cómo podríamos hacer,
para hacer que amanezca antes, y salvar a la ciudad?
-¡En el Congo,
ya es de día! –exclamó Batgirl, viendo una pantalla. -¡Traigamos luz solar
desde allá, mediante el sistema de satélites!
-¡El
pronóstico del tiempo, para ésta medianoche! –anunció el Señor Frío,
apareciendo de repente. -¡Viene un invierno eterno, y no se puede parar!
Entonces,
pasó. Activando el telescopio, el Señor Frío arrojó, edificio abajo, a Robin y
a Batgirl. Ellas, cayeron en un nivel inferior, donde las atrapó Bane. En los
siguientes minutos, las 2 justicieras juveniles, pasaron un verdadero mal rato,
enfrentando a ese gigantón de poco seso que, al parecer, sólo sabía dar golpes
en cantidades industriales.
Mientras
tanto, Batman y el Señor Frío, tenían su propia batalla, al tiempo que luchaban
por tratar de controlar el telescopio. Esa batalla, estaba muy equiparada.
Sin embargo,
Batman no era alguien, que gustara de perder el tiempo. Con rapidez de rayo,
metió un Baticalentador, en el cinturón del Señor Frío, y lo activó. El gélido
villano, sorprendido, recibió un puñetazo en plena cara, y cayó de la
plataforma. Al ver eso, Batman se dirigió a descongelar a los 2 científicos,
usando más Baticalentadores.
En el nivel
inferior, Robin y Batgirl, fueron atrapadas por Bane. El enorme villano, las
puso, en segundos, contra la pared, y empezó a apretarles los cuellos.
-¡Gak, no
puedo respirar! –masculló Robin, sintiendo que se quedaba sin aire. -¡Hay que
hacer algo, y hay que hacerlo pronto!
Al escuchar
eso, Batgirl buscó una solución, hallándola en segundos.
-¡Las
mangueras, Robin! –indicó Batgirl, señalando a la espalda de Bane. -¡Ayúdame!
Obedeciendo,
Robin ayudó a Batgirl, dando pataletas, tratando de alcanzar las mangueras, que
le inyectaban, a Bane, la droga “VENOM”. Finalmente, consiguieron
desconectarlas, lo cual fue el final de Bane. Soltando a sus presas, y cayendo
al suelo, en medio de un charco de “VENOM”, Bane volvió a ser Moose, y perdió toda
su enorme, y 100% artificial, musculatura. Al verlo, Robin y Batgirl sonrieron.
-¿Qué me pasó?
–preguntó Moose, confundido. -¿Quiénes son ustedes, y dónde estoy?
Entonces,
cuando Batman empezaba a descongelar Ciudad Gótica, el Señor Frío, sintiendo
que se asfixiaba, producto del calor del Baticalentador, le causó otro lío.
-¡¡¡¡¡BON VOYAGE, BATMAN!!!!! –gritó el Señor
Frío, activando sus bombas, las cuales, al parecer, Batman no había notado.
-¡¡¡¡¡TE VERÉ, EN EL INFIERNO!!!!!
Una terrible
explosión, hizo que el telescopio, junto con Batman, cayera a la calle. Los 2
científicos, ya descongelados, apenas y si pudieron evitar caer, al ponerse a
salvo.
Batman, usando
su aparato lanza-gancho, escapó de la destrucción del telescopio. Al pasar de
vuelta, hacia la cima, recogió a Robin y a Batgirl. Al llegar a la cima, el
panorama era desolador. No sólo ya era medianoche, sino que, sin el telescopio,
parecía empresa difícil, descongelar a Ciudad Gótica.
Sin embargo,
Batgirl no era ninguna rubia tonta. Con celeridad nunca antes vista, activó el
sistema de satélites, dirigiendo los rayos solares, hacia la helada Ciudad
Gótica, descongelándola en tiempo récord. Al ver eso, los 3 justicieros
sonrieron.
Al acabar con
eso, se acercaron al caído Señor Frío. Batman, tomó la palabra.
-¡Señor Frío,
ya todo acabó! –empezó Batman, sereno. -¡Ríndase, por favor!
-¡Adelante,
asesino! –retó el Señor Frío, furioso. -¡Mátame, como a mi esposa!
-¡Tu esposa,
está viva! –respondió Batman, siempre sereno. -¡La hallamos, la reconectamos, y
la llevamos al Asilo Arkham! ¡Ahí, está siendo cuidada!
-¡Está viva!
–dijo el Señor Frío, sonriendo. -¿Deseas algo de mí, o me parece?
-¡Ayúdame, a
detener el Síndrome de McGregor-Scott, en su Fase 1! –pidió Batman, tratando de
convencer a su rival. -¡Te lo pido encarecidamente, por favor, Dr. Mikado
Sanzenin! ¡Por favor, ayúdame a salvar una vida, y recibirás ayuda de Empresas
Saotome, para poder salvar a tu esposa! ¡Podrás acabar tu investigación, te lo
prometo!
El Señor Frío,
tras ser informado por Robin y Batgirl que había sido Hiedra Venenosa, quien
había desconectado a su esposa, abrió su guantelete izquierdo, y sacó 2
cápsulas, las cuales, con prestancia, le entregó a Batman.
-¡Dile a tu
amigo, que se tome éstas 2, apenas pueda! –informó el Señor Frío, sintiendo que
su vida se renovaba. -¡Y que me llame, en la mañana!
Esa noche,
mientras el Señor Frío era llevado al Asilo Arkham, donde juraba, hasta donde
pudiera, hacer un infierno helado, de la vida de Hiedra Venenosa y de Moose,
Ranma, Ukyo y Madison volvían a la Mansión Saotome, y le inyectaban a Wiggins,
las cápsulas que les diera el Señor Frío. Akane también estaba allí,
expectante.
Al amanecer,
Wiggins se levantó, sonriendo y mejorado.
-¡Amigos, me
quedaré un tiempo! –anunció Madison, decidida. -¡Van a necesitar ayuda, y estoy
lista, para dársela, a ustedes, y al que la necesite!
-¡Al parecer,
necesitaremos una Baticueva más grande! –dijo Wiggins, abrazando a su sobrina.
-¿Les parece mi idea, señor Ranma, señorita Ukyo?
-¡Desde luego,
Wiggins! –asintió Ranma, sonriendo. -¡La ayuda, es bienvenida!
-¡Ahora sí,
villanos, cuídense! –gritó Ukyo, dando un salto. -¡Aquí vamos, de nuevo!
En la noche,
mientras Akane, en la comodidad de la Mansión Saotome, veía la televisión,
Batman, Robin, y su nueva aliada, Batgirl, desde la azotea de un edificio,
vigilaban las oscuras y siniestras calles de Ciudad Gótica.
De pronto, un
grito, un pedido de ayuda, rasgó el aire nocturno. Al verse, y asentirse unos a
otros, los 3 defensores de Ciudad Gótica, sacando sus aparatos lanza-ganchos,
se lanzaron por los aires, buscando a quien necesitaba ayuda, e imploraba por
ella.
Una vez más,
Ciudad Gótica estaba en buenas manos, y lo iba a estar, por mientras existieran
héroes, como Batman, Robin y Batgirl, héroes dispuestos a defenderla, y a
frenar, una y otra vez, las pérfidas intentonas de las fuerzas del Mal.